lunes, 18 de septiembre de 2023

Una larga espera. Desagravio y reconocimiento a la comunidad china en México.

Portada de libro 303 (2021)

El pasado 17 de mayo de 2021 se vivió un día histórico en Torreón. Por primera vez el Estado mexicano realizó la petición de perdón a la comunidad china por los agravios cometidos contra la minoría asiática. Los días 13, 14 y 15 de mayo de 1911 la ciudad de Torreón fue tomada por los maderistas. Tras medir fuerzas, el ejército abandonó la plaza ante la superioridad numérica de los alzados. Paradójicamente hubo poca resistencia, pero al materializarse la toma, 303 cadáveres de chinos se apilaron en las calles. Asesinados con sevicia y saña, la multitud celebró un festín sangriento contra los migrantes asiáticos. ¿Cómo explicar la masacre? Durante buena parte del siglo XX, el terrible suceso fue reducido a una anécdota morbosa en el mejor de los casos, pero también se enterró bajo supuestos falsos: “fue durante la revolución”; “los chinos atacaron a los maderistas”; “los mató Pancho Villa”; “ellos se lo buscaron”. Esta última expresión me recordó los aciagos días del calderonismo, cuando en las calles de Torreón se asesinó a diestra y siniestra. En ocasiones gente inocente perdió la vida por encontrarse en medio de la refriega. Al final se repetía la misma explicación: “En qué andarían metidos… por algo los mataron”. La historia da vueltas y se repite. Al paso de los años, la matanza de 303 chinos en Torreón se convirtió en tabú. En su momento, el historiador pionero de la ciudad, Eduardo Guerra, dedicó una hoja y media y sugirió como cierta, la falsa acusación contra los chinos. Más que historia, hubo prejuicio. 

Tras la matanza los maderistas festejaron por la tarde y aunque el crimen era inocultable, el frenesí revolucionario cubrió los hechos. Al pasos de los días la situación fue insostenible y un conflicto internacional se generó entre México y China. Diez días después de la masacre, el eterno presidente de México, Porfirio Díaz, renunció al poder el 25 de mayo. Para justificar el crimen, Emilio Madero, líder de Segunda División del Norte, —la primera quedó al frente de Francisco I. Madero en la toma de ciudad Juárez—, formó una Junta Militar que inventó un informe de 41 páginas al respecto. Es decir, construyó una “verdad histórica”. En tal informe incriminó falsamente a los chinos y esa versión circuló ampliamente en los medios nacionales e internacionales, que en su gran mayoría dieron por verídica la información. Sin embargo, dos investigaciones posteriores, una del gobierno federal y otra del gobierno de China secundado por un despacho de abogados norteamericanos, refutaron las difamaciones contra la colonia china de Torreón. Ambas coincidieron por separado, que la colonia china era pacífica y laboriosa, estaba desarmada y no participó en la defensa de la ciudad.  Los chinos fueron asesinados “odio de razas”, xenofobia y envidia económica. Después de todo, fueron una colonia rica que incluso, llegó a construir un banco que todavía el edificio se yergue en el centro de la ciudad. Por entonces la colonia tenía poco más de 600 miembros. Fue asesinada la mita: ¡un auténtico genocidio lagunero! 

Los chinos fueron pioneros en el cultivo de hortalizas, lavanderías y procuraron la figura de mutualismo en sus empresas comerciales, lo que les permitió ofrecer mejores precios por encima de las prestigiosas casas comerciales como Lozano, Buchenau y Lack. Aunque el gobierno mexicano acordó una indemnización por 3 millones 100 mil pesos oro, además de expresar el desagravio a la bandera China, esto nunca sucedió. La revolución interrumpió la reclamación, no obstante, en el camino llegaron dos presidentes abiertamente antichinos: Obregón y Calles. Por lo tanto, no sólo los asesinaron, sino los borraron de la historia. Sin embargo, el capítulo de xenofobia no terminó ahí sino se extendió en los años veintes y treintas, cuando se formaron cientos de comités antichinos en el país. En Torreón la vergonzosa campaña continuó y tuvo entre sus miembros a prominentes familias, e incluso a dos expresidentes municipales.  ¿Así o más claro? Como Saturno que devoró a sus hijos, los chinos fueron masacrados por los laguneros, desde luego, no todos, pero sí una importante mayoría, entre los que se encontraban las clases bajas, pero también comerciantes, políticos y empresarios. La petición de disculpas a la comunidad china en México por parte del Estado mexicano es significativa porque dignifica la memoria histórica. La ceremonia la encabezó en Torreón el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 17 de mayo de 2021. 

Fue un acto sencillo y conmovedor. Acudieron descendientes de la comunidad china de varias partes del país. También estuvo el embajador de China, Zhu Qingqiao, quien me enteré hizo un esfuerzo por no expresar sus emociones. Las primeras palabras las pronunció Mónica Cinco, antropóloga e historiadora de la migración china, pero lo más significativo, hija de un migrante chino expulsado del país. Sus palabras cimbraron a quienes estuvimos en la ceremonia, e incluso por momentos algunos quedaron con la voz entre cortada y al borde de las lágrimas, como Sergio Ley, ex embajador de México en China, y un descendiente prominente de inmigrantes chinos. Quienes coincidimos en la ceremonia y después en otras actividades quedamos unidos de antemano por una profunda empatía. Ya fuera por ser descendientes de agraviados o por estudiar la historia como quien busca comprender sus raíces. El acto propuesto por el Gobierno Federal tuvo un alcance internacional y trascendió lo político. Con un discurso sobrio y crítico, el presidente López Obrador mostró su carácter de hombre Estado. 

Sin duda, los símbolos cuentan y la ocasión permitió refrendar los lazos de amistad con China, a la luz de que el Dragón asiático es la gran potencia del siglo XXI. La historia de la masacre es poco conocida, pero los estudios serios sobre el tema representan un psicoanálisis para los laguneros, todavía reacios a reconocer la historia. En cambio, la petición de perdón fue una logoterapia. Hablar y reconocer; entender y comprender. El suceso marcó un momento histórico en la ciudad. Por primera vez en 110 años, la historia fue reconciliación como enseñó Paul Ricoeur. Sin duda el acto histórico propuesto por el Estado mexicano resinificó ese capítulo terrible. Lejos de la negación, la memoria nos permite advertir sobre los peligros de nuestro presente contra otros grupos vulnerables como los migrantes que en su paso por México, son vilipendiados. Pero de igual manera las minorías sexuales, las mujeres. Al final, la historia propició un recuento en el presente, donde los descendientes de la aquellos laboriosos migrantes tuvieron al fin un loable reconocimiento. El Ayuntamiento de Torreón, el gobierno de Coahuila y el Museo Arocena se sumaron con diversas actividades en donde la comunidad china de Torreón fue protagonista. Como corolario el presidente del Congreso de Coahuila, Eduardo Olmos, impulsó un necesario  a los chinos laguneros el día 21 de mayo. A todas luces una resignificación de la historia.

Revista Metropólis, junio 2021