viernes, 15 de mayo de 2015

Conmemoración de la Colonia china en Torreón (texto en la BBC)

A propósito de los 104 años de la matanza de los chinos en Torreón. Recomiendo esta nota de la BBC por Alberto Nájar

La "olvidada" matanza de chinos en México


"Hubo un silencio cómplice de una sociedad que no quiso afrontar o reconocer que fue parte de esa violencia" Carlos Castañón Cuadros

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/05/150507_mexico_masacre_chinos_olvidada_torreon_an



lunes, 4 de mayo de 2015

Lo que debemos ver y no ver



La política es un mal necesario. Nos guste o no tenemos que lidiar con ella. Más aún, tenemos que padecerla. En el camino, la maltrecha democracia que vivimos exige elecciones periódicamente a un costo irrazonable para los ciudadanos. Eso sí, el gobierno aprieta el cinturón a los contribuyentes para financiar su obesidad. Aunque en la próxima elección del 7 de junio tengamos miles de votos, se respira un aire de hartazgo, de ausencia de legitimidad. No hablo solamente de un partido, sino de la llamada “clase política”. En la política impera el discurso políticamente correcto como “ayudar a la gente”, pero en realidad domina la atracción de poder y el dinero. La motivación no es distinta en otras democracias consolidas. Sin embargo, el caso mexicano, y sobre todo a partir de la década de 1990, las elecciones se han vuelto un gran negocio. 

Desde entonces, para cada proceso, los presupuestos aumentaron a tal punto, que no se considera ni por error (“de no vivir en el error”), una disminución sustancial para el costo de las elecciones. En cambio sí se aumentan impuestos. Nada más para este proceso, que no incluye elección presidencial, ni renovación del Senado, las elecciones costarán más de 18 mil 500 millones de pesos. Como en otras cosas, lo caro no es sinónimo de calidad y mucho menos eficiencia. Por lo mismo, aunque en la generalidad del país se vive un bipartidismo entre el PRI y el PAN, partidos y más partidos se acumulan para extraer la renta ciudadana. De los chicos, el más eficiente para capturar la renta de los contribuyentes, es el Partido Verde Ecologista. Un partido gañán que ha destacado en los últimos años, por violar la ley reiteradamente, a eso súmele la complacencia de las autoridades electorales y sus tribunales. No obstante de haber elementos para quitar el registro al Verde, la sanción sólo es económica. Es decir, el dinero de los contribuyentes, paga también las multas millonarias del Verde. 

Bien lo dice su rapaz publicidad: El Verde ¡Sí cumple!. Este partido de índole familiar (de los González), con algunas concesiones amistosas, cuesta a los ciudadanos 1.2 millones de pesos diarios, lo que da un presupuesto anual de 444 millones de pesos. Vuelvo al punto, la política es un mal necesario, pero el sistema de partidos, no sólo es un abuso, sino un gran negocio a costa de los ciudadanos. Por las mismas están el resto de los partidos pequeños. Lo que menos reciben, 120 millones sólo para este año, son tres partidos: el partido de Andrés Manuel López Obrador (PAMLO), que también le dicen Morena; Humanista y Encuentro Social. Los grandes como el PRI y el PAN superan los 1000 millones cada uno. Para retomar el eslogan panista: ¿A poco no es un gran negocio? Pero lejos de que el sistema de partidos funcione como una auténtica  representación de los ciudadanos, los miles de millones son un gran atractivo para la llamada clase política. Nada más este año ya cuesta 5 mil millones de pesos mantener a los partidos.  Sería bueno aplicarles un presupuesto base cero.


Por lo mismo no extraña, que ante instituciones débiles, la impunidad sustituya a la justicia, y los partidos utilicen la democracia contra la democracia misma. Lo preocupante es que no parece haber freno ni límites. El INE en vez de hacer su trabajo, perdona al Verde. Qué lejos estamos de los precedentes que sentó el Instituto electoral en 2003, cuando aplicó una multa histórica al PRI por mil millones de pesos. Ahora el INE avala las violaciones del Verde y también guarda puntualmente los intereses de la Presidencia de la República, cuando de crítica se trata. Mientras Enrique Peña Nieto elogia la libertad de expresión, al mismo tiempo, la oficina de la presidencia impugnó el spot de PAN donde critica los gastos exorbitantes del reciente viaje a Inglaterra. El presidente del INE, Lorenzo Córdova no quiso quedarse sin chamba, y rápido atendió la queja de la Presidencia. No hay duda de que viejas prácticas están de regreso. Se puede criticar todo, pero no te metas con la Virgen de Guadalupe y con el Presidente. Para muchos gobernantes, no digo que todos, gobiernos como el de Turquía o Corea del Norte, son la envidia. Ahí sí pueden frenan las redes sociales. Pueden suspender Internet, bloquear Google y You Tube. Igualmente, si los tuits no favorecen, se pueden cortar las alas al Twitter. Su consuelo es el INE y el Tribunal Electoral. En medio de unas carísimas elecciones, la autoridad también decide que críticas debemos ver y no ver. Así nuestra democracia.  

22 de abril 2015
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1107800.lo-que-debemos-ver-y-no-ver.html

Desencanto de la democracia

Vivimos un desencanto con la democracia, un malestar latente de nuestra vida pública. El ambiente parece sombrío, aciago. No termina una y ya empieza otra. Cuando aparentemente se logró un acuerdo nacional, éste se desfiguró rápidamente por la sombra de la corrupción y la inoperancia gubernamental.  Como si el desprestigio no fuera suficiente, se acumularon más escándalos para comprobar que lo importante es el poder, no la confianza y la eficiencia del gobierno. Cuando más debía fortalecerse, más se alimentó la desconfianza; el descrédito. De pronto la política echó más leña al fuego. Ante esa percepción, predomina el rechazo, y en el mejor de los casos, la indiferencia. Ese es el ambiente que se respira en medio de unas abúlicas elecciones para renovar la Cámara de Diputados.

Diputado. La palabra en sí ya tiene una connotación negativa. Recientemente, el Diagnóstico sobre el Parlamento Abierto en México (2015), verificó las razones de la mala imagen: parlamentos opacos y poco dispuestos a la rendición de cuentas. Pero ¿qué tanto nos sentimos los ciudadanos representados por los legisladores? 7 de cada 10 personas en el país, no se siente representada por los legisladores. En esas condiciones llegamos a las elecciones, que serán histórica no por el desdén de los ciudadanos, sino por retomar la posibilidad de reelección en la nueva legislatura.

Para muchos no hay razones para salir a votar. Prefieren el desprecio, al fin “todos son iguales”, pero lo preocupante del momento no es sólo la participación de los ciudadanos, sino el desprestigio de la democracia ante gobiernos que se esmeran porque así sea. Entre acusaciones y críticas, el PAN le apuesta a la desatinos del gobierno priista, e incluso, hasta señala la corrupción, pero no hizo nada con la propia. En el pasado reciente el PAN hizo un gobierno mediocre y comodino con el status quo, léase la corrupción. El PRI se defiende con el INE, para cortar los spots “calumniosos”, y luego el fallido presidente Enrique Peña Nieto dice que respeta la libertad de expresión. El PRD, que también tiene sus helicópteros, busca diputaciones, pero dista mucho de ser una oposición. Entonces ¿dónde quedó la oposición? En una democracia funcional, los partidos son vigilantes del poder y también forman parte de un sistema de pesos y contrapesos. Si revisamos la historia reciente de la transición a la democracia, encontramos momentos luminosos y aportaciones fundamentales de la oposición.  En protesta por la ausencia de democracia, la oposición no participó en las elecciones de 1976, de tal forma que José López Portillo compitió contra si mismo. En consecuencia, el secretario de gobernación, Jesús Reyes Heroles promovió una reforma electoral que a la postre fue clave para entender la transición a la democracia. 

En esa trayectoria el PAN fue oposición leal, y llegado el momento, empujó cambios fundamentales para la democracia como un instituto electoral autónomo, además de la credencial para votar. Tras la derrota en las elecciones de 1988, las agrupaciones del izquierda del Frente Democrático Nacional darían origen al PRD, que durante la década de 1990, hizo oposición y democracia, de tal forma, que para 1997, se rompió el monopolio del PRI en el Congreso. La tendencia en el 2000 condujo a la pérdida de la presidencia por parte del PRI.

A lo largo de tres décadas, la oposición, ya fuera el PAN o el PRD fueron contrapeso del poder e indudablemente aportaron a la democracia mexicana. ¿Qué pasó después? El PAN fue un fracaso en el poder durante los 12 años de la presidencia. No pudo ni quiso cambiar lo que había que cambiar. Después del regreso del PRI a la presidencia con Peña Nieto en el año 2012, la oposición se ha desvanecido. Un PAN acomodado en el Congreso y en algunas gubernaturas, pero carente del espíritu combativo que lo caracterizó en el pasado. Hoy es una caricatura de su historia. El PRD está pulverizado por sus propios miembros. Luego de llegar a ser la segunda fuerza política en el país, también renunció a la oposición, para establecerse cómodamente en los beneficios del poder. ¿Y el Partido Verde Ecologista? Un partido gañán que ha sabido cómo extraer las rentas de la democracia y encontrar de los ciudadanos. Eso sí, ha sabido hacer las alianzas pertinentes con el PRI y el duopolio televisivo. De esa manera asegura el poder a los primero (y el dinero corre a raudales), y con los segundos, emite un propaganda engañosa, pero efectiva.  No se descarta el escenario donde el Verde (que no tiene nada de Verde sino la fachada), suma los votos mínimos para que el PRI mantenga el control en el Congreso.  


Sin oposición a favor de la democracia, no sólo tenemos un gobierno dominado por la corrupción, sino una oposición que también se alinea contra la sociedad. En momentos donde parece no haber alternativa, diversos grupos ciudadanos en el país han demostrado capacidad crítica y también propuestas. Si en el pasado reciente la oposición aportó a la democracia, hoy ese papel, comienza a asumirlo paulatinamente los ciudadanos, sin embargo todavía hay muchos candados y trabas para los ciudadanos. Ante la corrupción y la mediocridad de los partidos, estamos en un desencanto de la democracia. A la larga, un mal escenario nos acerca a la degradación venezolana. Hago votos porque así no sea.  

15 de abril 2015
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1105569.desencanto-de-la-democracia.html

Renacer Lagunero

Entre las organizaciones ciudadanas que han florecido en los últimos años en la región, destaca Renacer Lagunero, por su trabajo puntual, constante y plural. La semana pasada avanzaron en la conformación de una Agenda Ciudadana para la Cohesión Comunitaria, el Desarrollo y la Competitividad de La Comarca Lagunera. Lo relevante de su aporte es que proviene desde abajo; desde un diálogo ciudadano.

Memorias de Echeverría



En el verano de 1976 sobrevino el golpe a Excélsior, por entonces a cargo de Julio Scherer. Eran los tiempos del presidente Luis de Echeverría. De ese gesto autoritario nació Proceso, una revista que hasta la fecha mantiene su postura crítica e independiente. También nació Vuelta, la entrañable revista de Octavio Paz. La historia también da sus vueltas.

Ni perdón, ni olvido


Del ofendido soy yo, Humberto Moreira, ahora busca el "derecho al olvido". Sí, el exgobernador del gigantesco fraude llamado deuda de Coahuila, también quiere que olvidemos el lavadero. De acuerdo con un diario de Saltillo, la empresa Eliminalia.com, solicitó borrar los datos de una nota relacionada al abdomen de Moreira. Pero Moreira no tuvo que contratar a ninguna empresa para tapar y olvidar la deuda, simplemente aseguró una sanguínea sucesión.

Confianza a la mexiquense


Tan sólo hace algunas semanas, la principal autoridad del país afirmó que México está “plagado de desconfianza”. Uno pensaría que con tales afirmaciones, viene un auténtico compromiso por generar confianza, por hacer del gobierno una referencia pública. Pero sin confianza, difícilmente se puede tener credibilidad, en tanto que una alimenta a la otra.

Así, por más buenas intenciones dichas ante democracias de prestigio como la inglesa, la construcción de la confianza pública no depende de millonarias campañas de publicidad, ni de los medios que aplaudan. Sino de la congruencia en las acciones públicas. ¿Qué ha hecho el actual gobierno para generar confianza? La narrativa del Gobierno Federal tuvo un efímero logro con la agenda reformista, para luego desvanecerse con la caída del precio del petróleo. Después vinieron los escándalos de corrupción de la famosa “casa blanca” asociada al presidente Enrique Peña Nieto, y claro, no podía quedarse atrás la casa de Malinalco de Luis Videgaray, el influyente Secretario de Hacienda. Desde esas costumbres, el equipo de la presidencia no tendría incentivos para actuar de otra manera. Por lo mismo, que otro funcionario vaya por las mismas, es congruente con aquellos sucesos. De esa manera, el titular de Conagua, David Korenfeld no pasó inadvertido al utilizar el helicóptero del gobierno para fines privados. 

El suceso habría sido una raya más al tigre, si no fuera por la mirada de un ciudadano que captó el momento donde el funcionario y su familia salían de viaje. Tras el escándalo, el funcionario ofreció una disculpa en Twitter, para solo ratificar la impunidad que se ejerce desde el gobierno. No pasa nada. En la lógica mexiquense, que sus jefes aparezcan con esos de las casas, es una justificación mayor para utilizar los recursos del gobierno en beneficio privado. Cambiemos el papel: si la impunidad viene de los pequeños detalles, pronto terminará en los grandes al estilo Higa. Pero ¿cómo se construye la confianza? Antes del derrumbe, el presidente apareció junto a Norman Foster, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, para presentar el megaproyecto del nuevo aeropuerto en la ciudad de México. Por supuesto, una filial del Grupo Higa va en un contrato por la pequeña suma de 794 millones de pesos.  

Pero regresemos al punto ¿por qué México está plagado de desconfianza? Ante una serie de solicitudes de información para conocer el detalle y los documentos que sustentan ese contrato, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, decidió reservar esa información bajo un argumento que raya en el insulto. Cito el documento: “La publicación de la información ocasionaría directamente daños de imposible reparación, entre ellos al Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, quien es presidente del Consejo de Seguridad Nacional, a su gabinete legal y ampliado, al personal del Hangar Presidencial y a invitados especiales, poniendo en riesgo su vida por posibles actos de sabotaje". En pocas palabras, publicar esa información conlleva "riesgos de ataques de grupos delictivos y terroristas".  


Detrás del supuesto argumento de la seguridad, en realidad se esconde un ejercicio opaco de millonarios recursos públicos. De lo que se trata no es de generar confianza, sino ejercer el dinero en la forma más oculta posible. Para ello, reservaron la información por 12 años, es decir, dos sexenios para que no se sepa nada, para ocultar todo rastro posible. ¿En 12 años ya nadie será responsable? Bajo el estilo mexiquense de gobernar,  se entiende por qué México está “plagado de desconfianza”.

8 de abril 2015
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1103445.confianza-a-la-mexiquense.html

Sí, elogio del graffiti

Banksy

Gusto de caminar la ciudad, conocer y reconocer rincones, espacios, huellas e identidades. Ciertas particularidades nos detienen, nos llaman. Otras pasan indiferentes. En la diversidad urbana, casi no hay lugar sin una marca, pero también abundan los “no lugares” como un puente, una autopista; esos espacios, que a fuerza de progreso automotriz, hacen inhabitable la ciudad. Bajo el orden impuesto en las ciudades, se establecen símbolos y referencias. Una etiqueta, una marca, un lema de gobierno; el nuevo objeto de la moda. Otras formas son clandestinas y hasta vandálicas, pero sorprenden cuando hay inteligencia. Me refiero al graffiti, que por lo general se considera un mal en las ciudades, tanto así, que hasta se asocia al peor crimen y delincuencia. ¿Pero es así?

Mucho es el malestar, que los gobiernos gastan millones en campañas antigraffiti, para luego cubrir aquellas paredes, con los emblemas del gobierno en turno. En otras palabras, te quito las pintas, pero a cambio impongo las mías. Las oficiales.  Paradójicamente las campañas publicitarias se parecen mucho a los rayones que abundan por ahí y por allá. Espectaculares, bardas, anuncios y volantes por doquier. También ruidosos altavoces acompañan las campañas comerciales. ¿Tendríamos que sorprendernos por otros rayones igualmente impuestos?

En su “Elogio del graffiti”, Aramis López (Universidad de Alicante, 2007), hace un comparativo pertinente: “Nos molestan las pintas en las paredes, pero no parece molestar a nadie los carteles publicitarios que empapelan las calles, o no parece que haya que limitar la contaminación visual que suponen las fachadas de los comercios y locales públicos. En ocasiones, cuando las autoridades pillan a un menor pintando, le imponen un castigo ejemplarizante. ¿Qué sucedería si obligásemos a limpiar la ciudad a todas las empresas que contaminan visualmente con su actividad nuestro entorno?”

A fuerza de engrudo y cantidades industriales de papel, los comercios pegan su publicidad en todos lados. Postes, paredes y hasta en los árboles. A todo esa contaminación se llama publicidad. Pero si de la misma manera, algún grafitero llena con su nombre las calles, aquello se califica como delito. En los extremos, la policía de Colombia asesinó en 2011 al grafitero Diego Felipe Becerra, cuando pintaba su marca “Félix el Gato” en la pared. Como respuesta, el entonces alcalde de Bogotá, despenalizó el graffiti, lo cual terminó por hacer de aquella ciudad, una referencia del arte urbano en Latinoamérica.

Al igual que la omnipresente publicidad en las calles, pocas son las pintas relevantes. Abunda el sinsentido, la ausencia de inteligencia. A lo mucho se vuelve una trasgresión estéril. Un principio en informática nos confirma que si le echamos basura al sistema, va arrojar basura. No hay de otra.

En apariencia es políticamente correcto que los gobiernos emprendan sendas campañas para combatir el graffiti. Borrar los rayones “vandálicos”. Sin embargo, en las ciudades mexicanas poco hacen por limpiar la ciudad de impune publicidad que afea, ensucia y degrada los espacios urbanos. No se trata de hacer una nueva ley, sin de hacer cumplir la existente. Pero claro, lo rentable es gastar en mucha pintura, no hacer del ordenamiento urbano un auténtico principio. Para qué meterse en más problemas dirán.   

1 de abril 2015
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1101502.si-elogio-del-grafiti.html