viernes, 22 de mayo de 2015
viernes, 15 de mayo de 2015
Conmemoración de la Colonia china en Torreón (texto en la BBC)
A propósito de los 104 años de la matanza de los chinos en Torreón. Recomiendo esta nota de la BBC por Alberto Nájar
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/05/150507_mexico_masacre_chinos_olvidada_torreon_an
La "olvidada" matanza de chinos en México
"Hubo un silencio cómplice de una sociedad que no quiso afrontar o reconocer que fue parte de esa violencia" Carlos Castañón Cuadros
lunes, 4 de mayo de 2015
Lo que debemos ver y no ver
La
política es un mal necesario. Nos guste o no tenemos que lidiar con ella. Más
aún, tenemos que padecerla. En el camino, la maltrecha democracia que vivimos
exige elecciones periódicamente a un costo irrazonable para los ciudadanos. Eso
sí, el gobierno aprieta el cinturón a los contribuyentes para financiar su
obesidad. Aunque en la próxima elección del 7 de junio tengamos miles de votos,
se respira un aire de hartazgo, de ausencia de legitimidad. No hablo solamente
de un partido, sino de la llamada “clase política”. En la política impera el
discurso políticamente correcto como “ayudar a la gente”, pero en realidad
domina la atracción de poder y el dinero. La motivación no es distinta en otras
democracias consolidas. Sin embargo, el caso mexicano, y sobre todo a partir de
la década de 1990, las elecciones se han vuelto un gran negocio.
Desde
entonces, para cada proceso, los presupuestos aumentaron a tal punto, que no se
considera ni por error (“de no vivir en el error”), una disminución sustancial
para el costo de las elecciones. En cambio sí se aumentan impuestos. Nada más
para este proceso, que no incluye elección presidencial, ni renovación del
Senado, las elecciones costarán más de 18 mil 500 millones de pesos. Como en
otras cosas, lo caro no es sinónimo de calidad y mucho menos eficiencia. Por lo
mismo, aunque en la generalidad del país se vive un bipartidismo entre el PRI y
el PAN, partidos y más partidos se acumulan para extraer la renta ciudadana. De
los chicos, el más eficiente para capturar la renta de los contribuyentes, es
el Partido Verde Ecologista. Un partido gañán que ha destacado en los últimos
años, por violar la ley reiteradamente, a eso súmele la complacencia de las
autoridades electorales y sus tribunales. No obstante de haber elementos para
quitar el registro al Verde, la sanción sólo es económica. Es decir, el dinero
de los contribuyentes, paga también las multas millonarias del Verde.
Bien lo
dice su rapaz publicidad: El Verde ¡Sí cumple!. Este partido de índole familiar
(de los González), con algunas concesiones amistosas, cuesta a los ciudadanos
1.2 millones de pesos diarios, lo que da un presupuesto anual de 444 millones
de pesos. Vuelvo al punto, la política es un mal necesario, pero el sistema de
partidos, no sólo es un abuso, sino un gran negocio a costa de los ciudadanos.
Por las mismas están el resto de los partidos pequeños. Lo que menos reciben,
120 millones sólo para este año, son tres partidos: el partido de Andrés Manuel
López Obrador (PAMLO), que también le dicen Morena; Humanista y Encuentro
Social. Los grandes como el PRI y el PAN superan los 1000 millones cada uno.
Para retomar el eslogan panista: ¿A poco no es un gran negocio? Pero lejos de
que el sistema de partidos funcione como una auténtica representación de los ciudadanos, los miles de
millones son un gran atractivo para la llamada clase política. Nada más este
año ya cuesta 5 mil millones de pesos mantener a los partidos. Sería bueno aplicarles un presupuesto base
cero.
Por
lo mismo no extraña, que ante instituciones débiles, la impunidad sustituya a
la justicia, y los partidos utilicen la democracia contra la democracia misma. Lo
preocupante es que no parece haber freno ni límites. El INE en vez de hacer su
trabajo, perdona al Verde. Qué lejos estamos de los precedentes que sentó el
Instituto electoral en 2003, cuando aplicó una multa histórica al PRI por mil
millones de pesos. Ahora el INE avala las violaciones del Verde y también
guarda puntualmente los intereses de la Presidencia de la República, cuando de
crítica se trata. Mientras Enrique Peña Nieto elogia la libertad de expresión,
al mismo tiempo, la oficina de la presidencia impugnó el spot de PAN donde
critica los gastos exorbitantes del reciente viaje a Inglaterra. El presidente
del INE, Lorenzo Córdova no quiso quedarse sin chamba, y rápido atendió la
queja de la Presidencia. No hay duda de que viejas prácticas están de regreso.
Se puede criticar todo, pero no te metas con la Virgen de Guadalupe y con el
Presidente. Para muchos gobernantes, no digo que todos, gobiernos como el de
Turquía o Corea del Norte, son la envidia. Ahí sí pueden frenan las redes
sociales. Pueden suspender Internet, bloquear Google y You Tube. Igualmente, si
los tuits no favorecen, se pueden cortar las alas al Twitter. Su consuelo es el
INE y el Tribunal Electoral. En medio de unas carísimas elecciones, la
autoridad también decide que críticas debemos ver y no ver. Así nuestra
democracia.
22 de abril 2015
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1107800.lo-que-debemos-ver-y-no-ver.html
Desencanto de la democracia
Vivimos
un desencanto con la democracia, un malestar latente de nuestra vida pública. El
ambiente parece sombrío, aciago. No termina una y ya empieza otra. Cuando
aparentemente se logró un acuerdo nacional, éste se desfiguró rápidamente por
la sombra de la corrupción y la inoperancia gubernamental. Como si el desprestigio no fuera suficiente, se
acumularon más escándalos para comprobar que lo importante es el poder, no la
confianza y la eficiencia del gobierno. Cuando más debía fortalecerse, más se
alimentó la desconfianza; el descrédito. De pronto la política echó más leña al
fuego. Ante esa percepción, predomina el rechazo, y en el mejor de los casos,
la indiferencia. Ese es el ambiente que se respira en medio de unas abúlicas
elecciones para renovar la Cámara de Diputados.
Diputado.
La palabra en sí ya tiene una connotación negativa. Recientemente, el Diagnóstico
sobre el Parlamento Abierto en México (2015), verificó las razones de la mala
imagen: parlamentos opacos y poco dispuestos a la rendición de cuentas. Pero
¿qué tanto nos sentimos los ciudadanos representados por los legisladores? 7 de
cada 10 personas en el país, no se siente representada por los legisladores. En
esas condiciones llegamos a las elecciones, que serán histórica no por el
desdén de los ciudadanos, sino por retomar la posibilidad de reelección en la
nueva legislatura.
Para
muchos no hay razones para salir a votar. Prefieren el desprecio, al fin “todos
son iguales”, pero lo preocupante del momento no es sólo la participación de
los ciudadanos, sino el desprestigio de la democracia ante gobiernos que se
esmeran porque así sea. Entre acusaciones y críticas, el PAN le apuesta a la
desatinos del gobierno priista, e incluso, hasta señala la corrupción, pero no
hizo nada con la propia. En el pasado reciente el PAN hizo un gobierno mediocre
y comodino con el status quo, léase la corrupción. El PRI se defiende con el
INE, para cortar los spots “calumniosos”, y luego el fallido presidente Enrique
Peña Nieto dice que respeta la libertad de expresión. El PRD, que también tiene
sus helicópteros, busca diputaciones, pero dista mucho de ser una oposición. Entonces
¿dónde quedó la oposición? En una democracia funcional, los partidos son
vigilantes del poder y también forman parte de un sistema de pesos y
contrapesos. Si revisamos la historia reciente de la transición a la
democracia, encontramos momentos luminosos y aportaciones fundamentales de la
oposición. En protesta por la ausencia de
democracia, la oposición no participó en las elecciones de 1976, de tal forma
que José López Portillo compitió contra si mismo. En consecuencia, el
secretario de gobernación, Jesús Reyes Heroles promovió una reforma electoral
que a la postre fue clave para entender la transición a la democracia.
En esa
trayectoria el PAN fue oposición leal, y llegado el momento, empujó cambios
fundamentales para la democracia como un instituto electoral autónomo, además
de la credencial para votar. Tras la derrota en las elecciones de 1988, las
agrupaciones del izquierda del Frente Democrático Nacional darían origen al
PRD, que durante la década de 1990, hizo oposición y democracia, de tal forma,
que para 1997, se rompió el monopolio del PRI en el Congreso. La tendencia en
el 2000 condujo a la pérdida de la presidencia por parte del PRI.
A lo
largo de tres décadas, la oposición, ya fuera el PAN o el PRD fueron contrapeso
del poder e indudablemente aportaron a la democracia mexicana. ¿Qué pasó
después? El PAN fue un fracaso en el poder durante los 12 años de la
presidencia. No pudo ni quiso cambiar lo que había que cambiar. Después del
regreso del PRI a la presidencia con Peña Nieto en el año 2012, la oposición se
ha desvanecido. Un PAN acomodado en el Congreso y en algunas gubernaturas, pero
carente del espíritu combativo que lo caracterizó en el pasado. Hoy es una
caricatura de su historia. El PRD está pulverizado por sus propios miembros. Luego
de llegar a ser la segunda fuerza política en el país, también renunció a la
oposición, para establecerse cómodamente en los beneficios del poder. ¿Y el
Partido Verde Ecologista? Un partido gañán que ha sabido cómo extraer las
rentas de la democracia y encontrar de los ciudadanos. Eso sí, ha sabido hacer
las alianzas pertinentes con el PRI y el duopolio televisivo. De esa manera
asegura el poder a los primero (y el dinero corre a raudales), y con los
segundos, emite un propaganda engañosa, pero efectiva. No se descarta el escenario donde el Verde
(que no tiene nada de Verde sino la fachada), suma los votos mínimos para que
el PRI mantenga el control en el Congreso.
Sin
oposición a favor de la democracia, no sólo tenemos un gobierno dominado por la
corrupción, sino una oposición que también se alinea contra la sociedad. En
momentos donde parece no haber alternativa, diversos grupos ciudadanos en el
país han demostrado capacidad crítica y también propuestas. Si en el pasado
reciente la oposición aportó a la democracia, hoy ese papel, comienza a
asumirlo paulatinamente los ciudadanos, sin embargo todavía hay muchos candados
y trabas para los ciudadanos. Ante la corrupción y la mediocridad de los
partidos, estamos en un desencanto de la democracia. A la larga, un mal
escenario nos acerca a la degradación venezolana. Hago votos porque así no sea.
15 de abril 2015
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1105569.desencanto-de-la-democracia.html
Renacer Lagunero
Entre las organizaciones ciudadanas que han florecido en los últimos años en la región, destaca Renacer Lagunero, por su trabajo puntual, constante y plural. La semana pasada avanzaron en la conformación de una Agenda Ciudadana para la Cohesión Comunitaria, el Desarrollo y la Competitividad de La Comarca Lagunera. Lo relevante de su aporte es que proviene desde abajo; desde un diálogo ciudadano.
Memorias de Echeverría
En el verano de 1976 sobrevino el golpe a Excélsior, por entonces a cargo de Julio Scherer. Eran los tiempos del presidente Luis de Echeverría. De ese gesto autoritario nació Proceso, una revista que hasta la fecha mantiene su postura crítica e independiente. También nació Vuelta, la entrañable revista de Octavio Paz. La historia también da sus vueltas.
Ni perdón, ni olvido
Del ofendido soy yo, Humberto Moreira, ahora busca el "derecho al olvido". Sí, el exgobernador del gigantesco fraude llamado deuda de Coahuila, también quiere que olvidemos el lavadero. De acuerdo con un diario de Saltillo, la empresa Eliminalia.com, solicitó borrar los datos de una nota relacionada al abdomen de Moreira. Pero Moreira no tuvo que contratar a ninguna empresa para tapar y olvidar la deuda, simplemente aseguró una sanguínea sucesión.
Confianza a la mexiquense
Tan
sólo hace algunas semanas, la principal autoridad del país afirmó que México
está “plagado de desconfianza”. Uno pensaría que con tales afirmaciones, viene
un auténtico compromiso por generar confianza, por hacer del gobierno una
referencia pública. Pero sin confianza, difícilmente se puede tener
credibilidad, en tanto que una alimenta a la otra.
Así,
por más buenas intenciones dichas ante democracias de prestigio como la
inglesa, la construcción de la confianza pública no depende de millonarias
campañas de publicidad, ni de los medios que aplaudan. Sino de la congruencia en
las acciones públicas. ¿Qué ha hecho el actual gobierno para generar confianza?
La narrativa del Gobierno Federal tuvo un efímero logro con la agenda
reformista, para luego desvanecerse con la caída del precio del petróleo.
Después vinieron los escándalos de corrupción de la famosa “casa blanca” asociada
al presidente Enrique Peña Nieto, y claro, no podía quedarse atrás la casa de
Malinalco de Luis Videgaray, el influyente Secretario de Hacienda. Desde esas
costumbres, el equipo de la presidencia no tendría incentivos para actuar de
otra manera. Por lo mismo, que otro funcionario vaya por las mismas, es
congruente con aquellos sucesos. De esa manera, el titular de Conagua, David
Korenfeld no pasó inadvertido al utilizar el helicóptero del gobierno para
fines privados.
El suceso habría sido una raya más al tigre, si no fuera por la
mirada de un ciudadano que captó el momento donde el funcionario y su familia
salían de viaje. Tras el escándalo, el funcionario ofreció una disculpa en
Twitter, para solo ratificar la impunidad que se ejerce desde el gobierno. No
pasa nada. En la lógica mexiquense, que sus jefes aparezcan con esos de las
casas, es una justificación mayor para utilizar los recursos del gobierno en
beneficio privado. Cambiemos el papel: si la impunidad viene de los pequeños
detalles, pronto terminará en los grandes al estilo Higa. Pero ¿cómo se
construye la confianza? Antes del derrumbe, el presidente apareció junto a
Norman Foster, uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, para
presentar el megaproyecto del nuevo aeropuerto en la ciudad de México. Por
supuesto, una filial del Grupo Higa va en un contrato por la pequeña suma de 794
millones de pesos.
Pero regresemos al
punto ¿por qué México está plagado de desconfianza? Ante una serie de
solicitudes de información para conocer el detalle y los documentos que
sustentan ese contrato, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, decidió
reservar esa información bajo un argumento que raya en el insulto. Cito el
documento: “La publicación de la información ocasionaría directamente daños de
imposible reparación, entre ellos al Presidente Constitucional de los Estados
Unidos Mexicanos, quien es presidente del Consejo de Seguridad Nacional, a su
gabinete legal y ampliado, al personal del Hangar Presidencial y a invitados
especiales, poniendo en riesgo su vida por posibles actos de sabotaje". En
pocas palabras, publicar esa información conlleva "riesgos de ataques de
grupos delictivos y terroristas".
Detrás
del supuesto argumento de la seguridad, en realidad se esconde un ejercicio
opaco de millonarios recursos públicos. De lo que se trata no es de generar
confianza, sino ejercer el dinero en la forma más oculta posible. Para ello,
reservaron la información por 12 años, es decir, dos sexenios para que no se
sepa nada, para ocultar todo rastro posible. ¿En 12 años ya nadie será
responsable? Bajo el estilo mexiquense de gobernar, se entiende por qué México está “plagado de
desconfianza”.
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1103445.confianza-a-la-mexiquense.html
Sí, elogio del graffiti
Banksy
Gusto
de caminar la ciudad, conocer y reconocer rincones, espacios, huellas e
identidades. Ciertas particularidades nos detienen, nos llaman. Otras pasan
indiferentes. En la diversidad urbana, casi no hay lugar sin una marca, pero
también abundan los “no lugares” como un puente, una autopista; esos espacios,
que a fuerza de progreso automotriz, hacen inhabitable la ciudad. Bajo el orden
impuesto en las ciudades, se establecen símbolos y referencias. Una etiqueta,
una marca, un lema de gobierno; el nuevo objeto de la moda. Otras formas son
clandestinas y hasta vandálicas, pero sorprenden cuando hay inteligencia. Me
refiero al graffiti, que por lo general se considera un mal en las ciudades,
tanto así, que hasta se asocia al peor crimen y delincuencia. ¿Pero es así?
Mucho
es el malestar, que los gobiernos gastan millones en campañas antigraffiti, para
luego cubrir aquellas paredes, con los emblemas del gobierno en turno. En otras
palabras, te quito las pintas, pero a cambio impongo las mías. Las oficiales. Paradójicamente las campañas publicitarias se
parecen mucho a los rayones que abundan por ahí y por allá. Espectaculares,
bardas, anuncios y volantes por doquier. También ruidosos altavoces acompañan
las campañas comerciales. ¿Tendríamos que sorprendernos por otros rayones igualmente
impuestos?
En
su “Elogio del graffiti”, Aramis López (Universidad de Alicante, 2007), hace un
comparativo pertinente: “Nos molestan las pintas en las paredes, pero no parece
molestar a nadie los carteles publicitarios que empapelan las calles, o no
parece que haya que limitar la contaminación visual que suponen las fachadas de
los comercios y locales públicos. En ocasiones, cuando las autoridades pillan a
un menor pintando, le imponen un castigo ejemplarizante. ¿Qué sucedería si
obligásemos a limpiar la ciudad a todas las empresas que contaminan visualmente
con su actividad nuestro entorno?”
A
fuerza de engrudo y cantidades industriales de papel, los comercios pegan su
publicidad en todos lados. Postes, paredes y hasta en los árboles. A todo esa
contaminación se llama publicidad. Pero si de la misma manera, algún grafitero
llena con su nombre las calles, aquello se califica como delito. En los
extremos, la policía de Colombia asesinó en 2011 al grafitero Diego Felipe
Becerra, cuando pintaba su marca “Félix el Gato” en la pared. Como respuesta,
el entonces alcalde de Bogotá, despenalizó el graffiti, lo cual terminó por
hacer de aquella ciudad, una referencia del arte urbano en Latinoamérica.
Al
igual que la omnipresente publicidad en las calles, pocas son las pintas
relevantes. Abunda el sinsentido, la ausencia de inteligencia. A lo mucho se
vuelve una trasgresión estéril. Un principio en informática nos confirma que si
le echamos basura al sistema, va arrojar basura. No hay de otra.
En
apariencia es políticamente correcto que los gobiernos emprendan sendas
campañas para combatir el graffiti. Borrar los rayones “vandálicos”. Sin
embargo, en las ciudades mexicanas poco hacen por limpiar la ciudad de impune
publicidad que afea, ensucia y degrada los espacios urbanos. No se trata de
hacer una nueva ley, sin de hacer cumplir la existente. Pero claro, lo rentable
es gastar en mucha pintura, no hacer del ordenamiento urbano un auténtico
principio. Para qué meterse en más problemas dirán.
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1101502.si-elogio-del-grafiti.html
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