martes, 15 de enero de 2013

Un paso adelante, un paso para atrás



Sin duda, el eslabón más débil del gobierno mexicano, es el municipio. Al mismo tiempo, es el gobierno más inmediato a los ciudadanos. Por lo mismo, mucho de lo que sucede en las ciudades, tiene su gloria o su tumba en los gobiernos municipales. Para no ir tan lejos, la transición a la democracia se dio de abajo hacia arriba, es decir, de los municipios hacia el gobierno nacional. De esa manera la alternancia primero se cultivó en las presidencias municipales, pero hasta la fecha, la capacidad de ese nivel de gobiernos es sumamente desigual.
 Por un lado tenemos un pequeño cúmulo de municipios con amplias capacidades (hablamos de unos 60 entre dos mil), pero por otro, abundan los municipios con un papel meramente testimonial, inermes para hacer frente a los problemas de la ciudad. Hace varias décadas, en 1983, se fortaleció la capacidad y la autonomía de los municipios a través de la reforma al artículo 115 constitucional. En aquella época fue un avance, pero ahora, el papel de los municipios está rebasado. No sólo por la desigualdad de las instituciones, sino por la calidad de los gobiernos. El tema de la calidad, o si quieren, de eficiencia, parece trivial para muchos alcaldes, pero en contextos de competencia, hacer una buena administración tan solo es un aval mínimo para ratificar el poder. Dicho en otras palabras, hacer una buena administración también es rentable electoralmente.
Así como en los últimos años, algunos gobiernos estatales contrajeron deudas insostenibles, Coahuila es el peor ejemplo, también es común la quiebra financiera en los municipios. Entre deudas y negligencia administrativa, hay casos paradigmáticos como Cuernavaca y Acapulco. Pero la historia no termina ahí, sino empieza con la facilidad de los alcaldes para dejar herencias tóxicas a los ciudadanos, y salvo contadas excepciones, son llamados a cuentas. Al respecto, la ley de contabilidad gubernamental es una respuesta al desorden en los municipios, pero también, es un refuerzo para la transparencia de los recursos, y entonces sí, el llamado a rendir cuentas. 
En ese sentido, es positiva la postura del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, al negar que rescatarán las finanzas de estados y municipios: “deben tener la capacidad de crear financiamiento, de ordenar sus finanzas, realizar ajustes para disminuir las partidas de gastos y recaudar más impuestos”. 
Pero lo que es un paso para adelante, también es un paso para atrás. El 2012 cerró con un regalo de los diputados federales para continuar con las malas cuentas en los estados y municipios. Aprobaron la condonación de multas y recargos por no pagar debidamente el impuesto sobre la renta ante la Secretaría de Hacienda. Por supuesto, ese privilegio no es para los ciudadanos en general, sino para los gobiernos municipales que reciben incentivos para la ineficiencia.
Bajo esas reglas del juego, es difícil que los gobiernos locales hagan administraciones de calidad, si al final, hay pocas consecuencias para políticos que quiebran, defraudan o sencillamente dilapidan los recursos públicos. Al final, no faltará quien afirme, ¡para eso son las plurinominales!
9 de enero 2013






¿La madre de todas las reformas?



Fórmulas van y vienen. Recetas hay muchas, pero lo esencial el país no parece cambiar: Instituciones anquilosadas, desigualdad, pobreza, impunidad y un mediocre crecimiento económico. Hasta es un lugar común hablar de las reformas para México como alternativa. Piénselo bien, porque si falta de qué hablar, hable de las reformas. Si se trata de esperanza para el país, enuncie las reformas. Si quiere un cambio para México, diga que hacen falta las reformas. En ese discurso casi todo cabe, aunque no se sepa acomodar. En el camino, una lapidaria realidad se encargó de desmitificar el beneficio de otras reformas.

En ese sentido, es apreciable el tono con el José Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, abrió el Foro México: Políticas Públicas para un Desarrollo Incluyente. Ante el presidente Peña Nieto, hizo un llamado para “evitar la complacencia y mantener un sentido de urgencia en el proceso de reformas del país”. Nuevamente, como desde hace 15 años, Gurría insistió sobre las reformas, ya no como opción, sino “absoluta necesidad, indispensable, inaplazable, urgente”.

Para el funcionario de la OCDE, la madre de todas las reformas es la fiscal, es decir, una reforma que dote de más recursos al estado y haga factible el resto de las reformas. Cito un fragmento de su diagnóstico sobre un previsible aumento de impuestos: “Hoy en México muy pocos pagan impuestos y muchos de los que pagan, pagan menos de lo que debieran.

Esto tiene implicaciones no sólo para el funcionamiento y el financiamiento del Estado, sino que explica también, ante la falta de recursos para tener mejores esquemas de solidaridad social, la creciente polarización política y social”. En otras palabras, hay que cargar más la mano a los que ya pagan…

Y claro, así desde el escritorio tiene mucha razón, vamos, hasta es lógico que lo propuesto en el Pacto por México, requiere ante todo dinero de los contribuyentes para darle viabilidad a la política del gobierno. Pero como en otras ocasiones, nuestro gobierno no tarda en dar la batalla fiscal para subir impuestos, aunque no necesariamente procure acortar los gastos, meter a dieta las obesas nóminas o aumentar la eficiencia de los recursos. Hace algunos años nos inventaron el IETU (inclúyase si usted paga impuestos y no es parte de los 29 millones de informales), con el feliz argumento de ayudar a los pobres. Era pues, el impuesto contra la pobreza. Por entonces se dijo que la nueva carga fiscal estaría a prueba por un año… el resto de la historia ya la conocemos.
Pero si hay un programa “social” por excelencia, ese no está Sedesol, sino en el costoso subsidio a la gasolina: ¡ahí no hay pobre que gane!

No es difícil prever que en los próximos meses nuestros legisladores tendrán que aumentar los impuestos si lo que desean es dar vida a las reformas que se pretenden en el Pacto por México.


Posdata
¿Funcionan las reformas? Dani Rodrik ha desmontado el mito reformista en su célebre libro: Una economía, muchas recetas.

11 de enero 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9169334

Retrospectiva de las encuestas

Uno de los aspectos con saldo negativo después de la elección presidencial, fueron las encuestas. El IFE organizó un oportuno foro de discusión. Por acá se puede ver el programa y las ponencias
También se pueden ver los videos: Mesa 1; Mesa 2; Mesa 3; Mesa 4; Mesa 5 y Mesa 6

Recomiendo la ponencia de Lauro Mercado, director de Mercaei, una de las empresas más certeras para encuestas en la campaña presidencial. 

Pacto por México

Guía del sexenio o un Pacto por México.

domingo, 13 de enero de 2013

El mundo de Moreira II


Aceptémoslo de mala gana. El gobierno de Coahuila tiene una apuesta clara: dejar pasar el tiempo para olvidar el colosal fraude de la deuda. Dejar así sin más, sin justicia, sin responsables, sin la reparación del daño. ¡Allá que paguen los contribuyentes! Como si nada hubiera pasado, se pretende ocultar lo inocultable. Pero lejos de las vistosas diferencias entre hermanos, esa apuesta es congruente con la política asumida por el gobernador Rubén Moreira. Ya sabemos que ahí, ni por error, hay ruptura, sino complicidad.
Para Moreira II, “Coahuila ya no está en el tema de la deuda pública” (Milenio 11-I-13). 
De acuerdo con el gobernador: “Nosotros hicimos lo que nos correspondía y si bien las medicinas no son muy sabrosas, los resultados son evidentes”. Tal cual como lo acaban de leer, no es ninguna broma, ni tampoco exceso de optimismo. En el mundo de Moreira II nuestro estado ya no está en el tema de la deuda. Vamos, en Coahuila hasta tenemos una nueva forma de gobernar. Por supuesto que no importa que tengamos exfuncionarios prófugos, un desfalco que se cuenta por miles de millones, firmas y documentos falsificados, o una megadeuda que nunca fue explicada, sino a base de puros enredos.
En el mundo de Moreira II, pasamos de lo peor a lo menos peor, pero sin dejar, al final, de estar mal. ¡Vaya consuelo! Por eso la deuda “ya no es tema”, aunque una lectura cuidadosa al reciente informe de Standard & Poor’s sobre la calificación financiera asignada al estado, advierte que “la calificación del estado de Coahuila se mantiene sin cambio desde su última revisión” (S&P, 9 de enero de 2013). Un punto más, un punto menos, pero al fin con el lastre de la deuda. A lo mucho, lo más destacado de ese informe, es que el estado de Coahuila es un fiel pagador de la deuda contratada con los bancos. 
Los coahuilenses podemos estar tranquilos, y más todavía los bancos, porque el megafraude realizado en la administración de Moreira I, va a ser puntualmente pagado por la administración de Moreira II. Ese es el mayor reconocimiento de la famosa calificadora: certeza para el pago. En resumidas cuentas, a los calificadores no les importa la corrupción; les importa ante todo, que les paguen a sus clientes. Al informe de la calificadora no le falta claridad, porque los créditos tóxicos están bien respaldados por el “presente y futuro” de los impuestos coahuilenses.
Nada más para este año, la herencia fraternal dispone de 4 mil 531 millones de pesos para saldar deuda. Habrá que subrayar que ese dinero no proviene de lo gobernantes que ahora nos proponen olvidar la deuda, sino de los contribuyentes coahuilenses. En pocas palabras, el mundo de Moreira II.
13 de enero 2013 

domingo, 6 de enero de 2013

Poetas y escritores coahuilenses









A veces los libros nos llaman, otras los encontramos. De vez en vez gusto de expurgar en librerías de viejo, o para decirlo mejor, en basureros de libros. Como pepenador bibliográfico, hay que tener buen ojo para las búsquedas. También hay que estar dispuestos a ensuciarse, a levantar polvo. Como quien encuentra la aguja en un pajar, en ocasiones he encontrado auténticas joyas entre libros que aparentemente no valen nada. 
En mis apartados, ya cuento con una pequeña biblioteca decimonónica. Igualmente guardo con especial cuidado primeras ediciones, libros raros o casi inconseguibles del siglo pasado.

Recién me encontré un libro pionero sobre la literatura coahuilense. Fue publicado en París, en 1926, bajo el sello editorial de Les presses universitaires de France, 168 páginas. Cuando lo tomé no daba crédito de lo que leí en la portada: “Anthología de escritores y poetas coahuilenses”, escrita por Manuel J. Rodríguez Tejada, quien fue profesor de latín, literatura y economía política en la Escuela preparatoria Ateneo Fuente, en Saltillo.

Lo revisé dos y tres veces, ¿era real? Por un precio irrisorio me lo llevé a casa, luego cotejé en varios catálogos de biblioteca para dimensionar su valor. ¡Sí! la edición no sólo era auténtica y estaba en buenas condiciones, sino se trata de un trabajo pionero para su época. Rodríguez Tejada, un profesor de Saltillo, se dio a la tarea de revisar quiénes y qué en Coahuila, habían escrito poesía. 

En la introducción, el autor escribe: 
“Hace pocos años, empecé a coleccionar con paciencia de benedictino, versos de mis paisanos y colegas… tuve piedad de esas poesías diseminadas en revistas y periódicos provincianos…”.
Así nació la primera antología de escritores y poetas coahuilenses, que buscó resaltar “la gloria intelectual de Coahuila”.

Hace varios meses, Javier Villareal Lozano (no confundir con el famoso criminal), reseñó en Zócalo las diversas antologías que se han publicado en el estado. Donde por cierto, y ojalá su palabra encuentre eco en la Universidad Autónoma de Coahuila o en la Secretaría de Cultura, para que la “Anthología” de 1926 se reedite.

La lista de Rodríguez Tejada empieza por supuesto con el poeta trágico, Manuel Acuña, y pasa por nombres que ahora, con excepción de algunos memoriosos, prácticamente hemos olvidado. De José García Rodríguez a Rafael Téllez Girón, pasando por Carlos Fernández Blanco, Enrique de la Fuente, Mariano Viesca y Arizpe, Hildebrando Siller, Jacobo M. Aguirre, Manuel Aguirre Berlanga, Melchor C. Cadena, entre otros. También están, más conocidos, Carlos Pereyra, Artemio Valle Arizpe y Julio Torri. Para cada escritor, el autor hizo una breve introducción, aporta sus comentarios y añade algunos poemas. Esperamos que pronto, pueda difundirse al menos una versión digitalizada.

Posdata
Para los amantes de los estudios cervantinos, el libro de Rodríguez Tejada, también contienen una pequeña monografía sobre el Quijote de Miguel de Cervantes.

2 de enero 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9168571

Ciudadanos ¿quiénes son?


Mal y de malas decimos sobre nuestros gobiernos, pero pocas veces reparamos que si algo reflejan los gobiernos que tanto criticamos, es a los ciudadanos. Entonces, ahí la cosa cambia. Ya no nos gusta tanto señalar, incluso no excusamos con el desinterés o la descalificación en automático: “allá la política, yo me dedico a lo mío”. Hacia el último tercio del siglo XIX, cuando al fin logramos estabilizar un gobierno y dar contenido al estado en México, se idealizó al ciudadano. Incluso, ingenuamente creímos que las leyes escritas como las mejores del mundo, harían al fin, un idílico ciudadano. Ni una cosa ni otra. No fuimos lo que imaginamos. Al respecto, busquen el fascinante libro de Fernando Escalante, Ciudadanos imaginarios, Colegio de México).


Fuente: Encup 2012

Sin embargo, lo que interesa es lo actual. ¿Cómo somos los ciudadanos en el México de hoy? ¿Cuál es nuestra expectativa sobre la política? ¿En quién confiamos? Desde hace varios años, la Secretaría de Gobernación promueve un amplio estudio sobre las prácticas, habilidades y hábitos políticos de la ciudadanía. Se trata de la Encuesta nacional sobre cultura política y prácticas ciudadanas, con ediciones para los años 2001, 2003, 2005, 2008 y 2012. La más reciente, con una muestra de 3, 750 casos, fue recién publicada en diciembre del año pasado. Retomo algunos datos.
Para la mitad de los ciudadanos en nuestro país, la política es un asunto muy complicado. Tanto, que a la gran mayoría, 65%, le interesa poco. En otras palabras, para bien o para mal, lo que suceda en la política que impacte sus vidas, ¡no le interesa! Por lo mismo, tenemos políticos tan cómodos que canalizan a su favor ese desinterés. Al contario, sólo 16% le interesa mucho la política. Prácticamente una minoría. Paradójicamente la democracia es un gobierno de mayorías, pero entre nosotros, nada más 18% tienen un conocimiento amplio de lo que sucede constantemente en el país.
Fuente: Encup 2012

¿Qué piensan los mexicanos de la democracia? 6 de cada 10 ciudadanos prefiere la democracia como forma de gobierno. Aunque a 21% le pareció que en algunas circunstancias es preferible un gobierno autoritario. No obstante, 51% se siente insatisfecho con los resultados democracia. Aun así, ya lo decía un famoso político inglés que le tocó luchar contra el nazismo, es el menos peor de los gobiernos.
Es un lugar común maldecir la política por asociación a la corrupción. Pero de cara al gobierno, 7 de cada 10 mexicanos en el país reconoce que los ciudadanos permiten que haya corrupción. ¿Más claro? El dato no sólo es abrumador, sino ofrece una imagen desnuda de los ciudadanos ante el espejo del gobierno. Otra vez, en una proporción similar, 73% afirma que los gobernantes cumplen poco la ley, pero ¿no será más bien reflejo de los ciudadanos que en esa magnitud también la incumplen? Por supuesto, la autocrítica no nos gusta.
Fuente: Encup 2012

En una escala del 0 al 10, todas las autoridades gubernamentales, desde diputados, jueces, presidentes municipales, gobernadores, partidos políticos y policía, están reprobados con 5 ¡y hasta menos! El descrédito es generalizado, y muchas autoridades han hecho todo lo posible porque así sea.
En cambio, la familia es la institución con más confianza entre los mexicanos (7.8 de calificación). Le siguen los médicos (6.6), los maestros (6.3), la iglesia (6.4) y todavía el ejército (6.1). Por supuesto, el estudio da para más. Les propongo abordar en otro texto, las capacidades cívicas para el cambio social. 
6 de enero 2013

Calendario político en Torreón

En este año, el día político más llamativo para Torreón, tendrá lugar el 7 de julio, cuando sucedan las elecciones para elegir alcalde. A fuerza de spots y propaganda será la fecha más llamativa, aunque sigo pensando, que la más importante políticamente, no es la renovación de la alcaldía, ni siquiera la victoria del PAN o la derrota del PRI, sino la construcción de valores cívicos. Asumir que “la” política se reduce a votos, es tener una visión estrecha de “lo” político. En ese sentido, en Torreón padecemos una costosa disfuncionalidad cívica, es decir, una ciudadanía incapaz de construir un espacio público más robusto y solidario.

En pocas palabras, nuestra marca cotidiana es la del “liberal salvaje”. Por eso no importa que la degradación del espacio común tenga su mayor fuente en los mismos ciudadanos. ¿Es necesario repetir que la basura en las calles refleja el comportamiento cotidiano de los ciudadanos? ¿Qué decir, cuando fácilmente exigimos derechos, pero ignoramos las obligaciones? O ¿les parece normal que un tercio de los automovilistas porten placas piratas?

En esos casos, la política es reflejo de los ciudadanos, aun y cuando expresen que no les interesa. Pero el mal de la inseguridad y la violencia han agravado ese círculo vicioso que alimenta la desconfianza, el miedo y un peligroso desprecio por la política.

A decir de Arnold Toynbee, 

el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernador por personas que sí se interesan

Por lo tanto, más nos vale empezar por ahí. Tampoco pienso que todo está perdido. Más bien, en el cenit de la crisis, estamos llamados a reinventarnos. Hay grupos, organizaciones y asociaciones, aunque un tanto dispersos, que están trabajado por esa esperanza.

Casi sin ser percibidos, sin la publicidad de unas elecciones, están haciendo una mejor ciudad. No buscan, ni piensan: hacen.
Hace varios meses, cuando acudí a una enésima reunión con organizaciones civiles para conocer el diagnóstico y los índices delictivos de la Zona Metropolitana de La Laguna, la petición unánime de los ciudadanos coincidió en impulsar acciones para acrecentar valores cívicos.
Lo relevante no fue el diagnóstico de que estamos jodidos, sino potenciar acciones que cambien comportamientos, que hagan hábitos para los ciudadanos. Entonces, ¿es mucho pedir una campaña para respetar peatones? ¿otra más para la educación y convivencia vial? ¿qué les parece dignificar los barrios y las colonias de la ciudad?

Se trata de colaborar con pequeñas acciones de gran impacto en la ciudad. Para todas esas acciones los protagonistas no son, ni serán los políticos, los partidos o los gobiernos, sino esencialmente los ciudadanos.

Ya sabemos que de nuestros gobiernos inmediatos no podemos esperar actos de autoridad, porque hace tiempo que se esfumó la legitimidad. Por eso creo que el mayor compromiso tiene que venir desde abajo. Es decir, de los ciudadanos hacia el gobierno. Solamente así, para aspirar a mejores gobiernos, habría que hacer primero mejores ciudadanos. Es un difícil arte, pero no imposible.

4 de enero 2013 
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9168732 

martes, 1 de enero de 2013

La sociedad cerrada




¿Qué ciudad estamos construyendo ahora? ¿Cuál es la ciudad que vamos a disfrutar o padecer en las próximas décadas? Sólo dos preguntas, no más, son las que me preocupan al conocer nuevamente sobre las acciones de los ciudadanos que cierran las calles para protegerse. Es profundamente significativo que como sociedad, la respuesta más firme a la crisis de seguridad que vivimos, es cerrarse. Ya hemos levantado muchas bardas y todavía nos esperan más. Prácticamente el modelo de vivienda en auge, edifica una ciudad amurallada, cerrada contra sí misma. También las autoridades, ante el fracaso por garantizar la seguridad a los ciudadanos, han destruido brechas y avalado el cierre de calles, pero todavía son incapaces de construir puentes y lazos de confianza. O ¿quién puede confiar en un gobierno que tapa un megafraude, o en uno que no le interesa tener servicios públicos de calidad? Atrás queda el Torreón mítico que se construyó abierto para el paso de los ciudadanos. Hoy son los ciudadanos los que proponen cerrar espacios públicos, no sólo por el hecho material de obstruir el paso, sino por la ausencia de confianza.

Cuando 7 de cada 10 ciudadanos en Torreón perciben la inseguridad como el principal problema (Politeia, nov 2012) en la ciudad, casi cualquier cosa, por más ilusoria o contraria a las libertades, encuentra terreno fértil. No hay que olvidar la lección que nos dejó el siglo XX, un siglo de gran matazón. Fue precisamente ahí donde la decepción de la democracia, aunado a la desconfianza por las libertades, abrió las puertas a las peores dictaduras o regímenes totalitarios. Por supuesto, no sugiero que eso estamos promoviendo tal cual, pero en el fondo, la semilla del temor y la desconfianza, aunado a un estado débil, es un caldo de cultivo para la justicia por la propia mano; para el estado de todos contra todos
No nos extrañe que le día de mañana, la sociedad que hoy se cierra, se también la pide suprimir libertades. Porque no se trata solamente de los cierres materiales con jardineras, bardas o rejas, sino de los cierres sociales que implican una sociedad segregada, cerrada para sí.

La expropiación de los espacios públicos hoy, es un mensaje desalentador para la ciudad del mañana. Lo que ahora nos parece adecuado, por ejemplo, cerrar calles, mañana puede volverse contra nosotros mismos. Como fácil ideología, nos gusta repetir que debemos reconstruir esa entelequia llamada “tejido social”; pero por otro lado, la acción más relevante de los ciudadanos, es cerrar el paso a otros ciudadanos. Difícilmente de ahí puede venir la confianza, la apertura para el encuentro de los ciudadanos.

Posdata
Aunque parezca irrelevante decir que los cierres de calles contravienen la constitución, ¿habrá todavía en nuestra ciudad algún joven abogado dispuesto a amparase contra el cierre de las calles? Si no, a manera de paráfrasis ya tenemos el prólogo de “La sociedad cerrada y sus amigos”.

28 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9168265

Memoria y tolerancia




Entre los museos que visité este año, verdaderamente me sorprendió el Museo de la memoria y tolerancia, frente al hemiciclo a Juárez, en la ciudad de México. No está demás decir, que este museo tuvo un primer inicio en un par de cuartos de la casa particular de Sharon Zaga, donde narraba el holocausto a estudiantes. Fue ahí, que compartió junto con otra joven, Emily Cohen, el gran proyecto de hacer el museo que hoy podemos visitar.

Para empezar, el edificio es espléndido, una pieza arquitectónica notable a cargo del despacho +RDT Arquitectos. Los espacios, la iluminación, los muros de vidrio y las distintas atmósferas del edificio, ofrecen al visitante una auténtica experiencia para los sentidos. Recorrer el museo conjuga dos experiencias a su vez, la obra arquitectónica y el discurso museográfico.

Quizás se pregunten, ¿qué sentido tienen ir a un museo sobre la tolerancia y la memoria? Pero realmente, para la condición humana nunca es suficiente advertir y recordar sobre lo atroz que somos contra nosotros mismos. El siglo XX fue pródigo en guerras, masacres y exterminios. Hasta un palabra (genocidio), tuvimos que inventar para nombrar esos males. En los anales de la historia mundial, el genocidio contra los armenios en 1915 marcó una reincidencia a lo largo del siglo contra grupos, minorías y etnias completas. La misión del museo es “difundir la importancia de la tolerancia y la diversidad. Crear conciencia a través de la memoria histórica, particularmente a partir de los genocidios y otros crímenes. Alertar sobre el peligro de la indiferencia, la discriminación y la violencia para crear responsabilidad, respeto y conciencia en cada individuo”.

El discurso museográfico es impresionante, aunado a la fuerza y los diversos recursos empleados para emitir el mensaje de la memoria. A lo largo de las salas dedicadas al holocausto, pero también a los genocidios en ex Yugoslavia, Ruanda, Guatemala, Camboya y Darfur, el visitante no puede menos que conmocionarse, y a partir de ahí, reflexionar. Es lo que Nietzsche llamó: filosofar a martillazos.
Visité el museo un sábado por la tarde. Para mi sorpresa, tuve que hacer fila para entrar, pero vi una gran cantidad de familias, y sobre todo, niños. Este museo es fundamental para los adultos, pero más para los niños y jóvenes. La historia no se trata de memorizar fechas, sino de pensar sobre los sucesos del pasado, y lo que hacemos para el futuro. Por lo mismo, la otra parte del museo está dedicada a la tolerancia, el diálogo, los derechos humanos, la convivencia.

Salgo del Museo de la memoria y tolerancia sacudido, no obstante de conocer previamente la historia de varios genocidios. Sin duda, una función del museo es mover a los visitantes. En algunos, nos impacta la belleza, pero en otros, como es el caso de este museo promovido pacientemente por Sharon Zaga y Emily Cohen, nos obligan a confrontar el pasado, a fin de prevenir un peligro siempre latente en el presente.

30 de diciembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9168375