jueves, 30 de diciembre de 2010

Videla sí, y ¿Echeverría?


A sus 85 años, Jorge Rafael Videla fue condenado por la justicia argentica a cadena perpetua. Trás cometer crímenes de lesa humanidad entre 1976 y 1983, el otrora dictador argentino, no quedó impune como su par mexicano: Luis Echeverría. 
Ni antes de la alternancia, ni después, la justicia es o fue el sello del Estado mexicano. Por el contrario, es la impunidad institucionalizada la lógica que rige el orden del desorden. 
 
 

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Ciudad Juárez


Por acá el blog premiado de Judith Torrea, una crónica de primera mano sobre la ciudad fallida por excelencia: Juárez.
Durante 2010, Ciudad Juárez, registró más de 3, 000 asesinatos. Cifra que superó claramente a los ocurridos en Bogotá.

Historias de encuestadores...


...frente al crimen y la inseguridad.

Por acá una crónica publicada en Reforma sobre las peripecias y dificultades que enfrentan los encuestadores en las calles del país. Si bien el texto se centra en los encuestadores del INEGI, la nota aplica a todos aquellos que realizan encuestas en tantas ciudades del país.

La cultura en las encuestas




La época exige cambiar de tema, hablar de otras cosas. Y no es para menos, así que desde esta columna mandamos un abrazo a los lectores y les deseamos una feliz Navidad. Para este artículo y el próximo comentaré los resultados la “Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales, 2010”. El estudio fue impulsado y patrocinado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). Se trata del segundo en su género, aunque hay que decir, que la magnitud y extensión del mismo, superó con mucho aquella encuesta realizada en el 2005.

Por la amplitud del estudio de opinión, más 32 mil entrevistas en el país, se hace necesario escribir en un primer momento, sobre los resultados nacionales, lo que de alguna manera muestra la tendencia general que tenemos los mexicanos hacia la cultura. En un segundo texto abordaré los resultados para Coahuila, y lo que acá sucede en relación a la cultura. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de cultura? ¿Cuál es la utilidad de medir las prácticas culturales entre los mexicanos?


Hago dos aclaraciones. La primera: la investigación partió de un concepto delimitado de cultura, no se refiere entonces, a la acepción antropológica de la cultura, sino a la manifestaciones artísticas y sus prácticas como la pintura, la danza, la música, la literatura, el teatro y el cine.
Segunda aclaración: la técnica del estudio se basó en una enorme encuesta distribuida proporcionalmente en todo el país. Entiendo que algunos tienen prejuicios con respecto a los estudios de opinión, otros los descalifican a priori, y algunos más los subestiman con el cliché de que son la “fotografía del momento”. Sin embargo, en el desempeño de una actividad, sólo puede ser mejorado, aquello que puede ser medido. En este sentido, la encuesta proporciona parámetros claros y actualizados sobre la relación que tenemos los mexicanos con el libro y la lectura, los museos o el arte.


Por ejemplo, en el último año, sólo 7 por ciento de los mexicanos declararon haber comprado al menos un libro. En contraste, la gran mayoría, 79 por ciento, no ha comprado ninguno durante el año. Por lo tanto, estaría bien pensar en un libro como objeto de regalo. Las razones principales por las cuales los mexicanos no han comprado un libro, es por falta de dinero y tiempo para leer (un 43 por ciento). En cuanto a la lectura, independientemente de las compras, sólo 27 por ciento declaró haber leído algún libro durante el año. Comparado con los españoles, el 59 por ciento leyó algún libro. En Francia la cifra sumó 71% y en el Reino Unido llegó hasta el 82 por ciento. Es decir, a diferencia de México, en esos tres países, la lectura es un hábito.



Fuente: Encuesta de cultura, Conaculta, 2010



Si pensamos en una lectura cotidiana como la del periódico, los resultados no dicen que sólo una minoría consume periódicos. Menos del 10 por ciento lee diariamente la prensa. En cambio, un 38 por ciento ni siquiera lo hace ocasionalmente. De esa minoría de mexicanos que sí leen periódicos, un 67 por ciento los compra, y una minoría de minorías, el 2 por ciento, los lee en Internet. 43 por ciento lee noticias sobre el país y su localidad. ¡Cuán lejos estamos de ideal ilustrado!


Pero si menos de la tercera parte de la población consume lecturas, entonces, ¿qué es lo que leemos los mexicanos? 60 por ciento consume revistas de espectáculos, deportes, salud y belleza. Por lo mismo, ahora vemos a un cúmulo de políticos preocupados por salir en las portadas de revistas del corazón.

Fuente: Encuesta de cultura, Conaculta, 2010


En otro ámbito, se ha afirmado que una manera de combatir la violencia es a través de la promoción de la cultura. Sin embargo, tras conocer los números detrás de nuestras costumbres, todavía estamos muy lejos de integrar a los centros culturales a una supuesta estrategia contra la violencia. No obstante de los esfuerzos discursivos que encontramos en los gobiernos. En el último año, 87% (cifra altísima), no ha asistido alguna actividad en los centros culturales, ya sea una exposición de pintura, un concierto de música o la presentación de un libro. Quienes sí fueron al menos una vez en el último año, registró un raquítico 8 por ciento.

Algo similar sucede con el consumo de teatro. Ya no digamos los monumentos históricos, donde 81 por ciento en el último año, no ha visitado ningún monumento histórico. 59 por ciento tampoco asistió a algún museo, pero quienes sí lo hicieron, fue un 26 por ciento de los mexicanos. En relación a otros países, un 77 por ciento los franceses fue a un museo. 44 por ciento en el caso de los ingleses y 31 por ciento entre los españoles. Si bien es pequeño el público mexicano que acude a los museos, los que lo hacen los califican altamente con 8.85 (en una escala del 1 al 10). Por lo tanto, estamos hablando de espacios públicos con un enorme potencial de confianza y aprobación, algo de lo que suelen carecer muchas de las instituciones públicas. En consecuencia, estaría muy bien empezar por ahí. Ojalá los gobiernos tengan mayor atención a los centros culturales, museos y otros espacios relacionados.


Me quedo sin comentar los resultados con respecto al arte, la música y la danza. Prometo hacerlo en el blog si me tienen paciencia. Por lo pronto, la semana que entra estaremos hablando sobre Coahuila. Un abrazo.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Eduardo Olmos, primer informe




Se cumplió el primer año del gobierno de Eduardo Olmos al frente del Ayuntamiento de Torreón.  Desde su llegada, las expectativas fueron altas, como lo fue la votación que lo refrendó en el poder. Atrás quedó el empuje notable con el que arrancó la administración apoyado por el gobierno del Estado. Más que velocidad, se pedía constancia. ¿La hubo? ¿Cuál fue el resultado? En el informe realizado el lunes pasado, el alcalde Olmos ofreció datos, cifras y una síntesis de las principales acciones del gobierno. Una frase buscó sintetizar la gestión: “Torreón trabaja”. 
El informe fue una mezcla de acciones realizadas y acciones por realizar. Se habló de obras en curso desde la administración pasada, obras presentes de la actual administración y obras que todavía no se realizan. Para fines de brevedad, me concentraré en cuatro logros:
1) La seguridad. En general se puede destacar la necesaria y difícil depuración de la policía municipal, ahora en vías de unificación con el Estado. 2) El agua. Otro aspecto relevante fue la decisión de retomar el tema del agua y los problemas asociados al arsénico, tradicionalmente marginados por los gobiernos. En ese punto, el alcalde reconoció que la inversión millonaria destinada a los siete filtros no es la solución, sino una parte de un problema más amplio y complejo. 3) Finanzas municipales. Me pareció oportuno el interés del tesorero Pablo Chávez por mejorar los canales fiscales del municipio. Logró recaudar 31 millones de pesos más por impuesto predial, aunado a los programas de estímulos para multas, recargos y gastos de ejecución, así como la depuración del padrón de anuncios. En contraparte, su trabajo se vio ofuscado por los sobrecostos y las pobres explicaciones en la compra de terrenos para la Gran Plaza. Como dice el dicho: no sólo hay que ser decente, sino parecerlo.
4) El trabajo de difusión cultural logró sacar buen provecho de las conmemoraciones del Bicentenario/Centenario. Además, fue memorable la inauguración de la Cátedra Enriqueta Ochoa a cargo de Fernando Vallejo.  
En nuestra tradición, los aciertos del equipo suelen trasladarse al líder, y por lo mismo, los yerros de los colaboradores también. En este punto se notó la falta de pericia administrativa por parte de algunos colaboradores del alcalde. En mi opinión el presidente Olmos tardó en hacer los cambios y ajustar el equipo. Eso sí, los cambios serán una vez cobrado el aguinaldo. Pero si los cambios anunciados no se notan razonablemente en los primeros tres meses, estaremos ante un movimiento inútil.
Al informe y su amplio anexo documental, le faltó estadística comparada, y no sólo la complacencia de anunciar logros. Estoy de acuerdo: hay que mostrar y presumir los logros, pero también hay que demostrarlos. No basta con decir que vamos bien, mucho menos echarle la culpa al pasado, discurso que difícilmente podrá tener rentabilidad el siguiente año.
Por eso, en materia de seguridad pública no se habló de lo que espera la mayoría de la gente: la baja sensible de los delitos del fuero común. Paradójicamente fue un año de depuración policiaca e inversión, pero también fue un año donde se incrementó la incidencia delictiva (como lo tiene documentado la Fiscalía del Estado).
En tal sentido, con la excepción de los indicadores bien establecidos para las finanzas públicas, hay una ausencia significativa de indicadores de gestión y evaluación para los servicios públicos, por no hablar de otras áreas de gobierno. Una administración que se precie de eficiente, “donde todos tengamos acceso a servicios públicos de calidad”, requiere necesariamente de medición y evaluación: Dónde estamos, cómo estamos, cómo avanzamos. El asunto de la evaluación no es un tema académico, sino una obligación para hacer un gobierno de calidad, un gobierno eficiente.
Por eso habrá que tomarle la palabra al alcalde cuando se habló de la apertura ante las críticas, sobre todo, en un tema que durante el primer semestre fue un talón de Aquiles: la transparencia
Para Eduardo Olmos el siguiente año, además de la operación de programas populares como el apoyo para el transporte o la “eliminación” del cobro de la basura, (acciones que sin duda, levantarán la aprobación del alcalde en las encuestas de opinión), puede ser el año para formar espacios de calidad en su gobierno. El año que entra puede brillar la administración con buenas prácticas de gobierno. Ahí están los magníficos referentes municipales del CIDE o las diferentes mediciones nacionales en materia de transparencia, competitividad, desarrollo humano. “Los retos siguen en pie”, porque más que velocidad, los ciudadanos deseamos calidad y un equipo que muestre lo que no logró el primer año: constancia, consistencia.  

Mapa de homicidos


 Se ha hecho un lugar común comparar México con Colombia. Entre las diferencia, además del fortalecimiento del sistema de justicia en Colombia, está en puntualidad de los indicadores. Retomo el mapa de homicidios generado por El Tiempo.

Mapa del crimen (UNODC)


Por acá, con numerosas referencias a México,  el Reporte mundial de la ONU, sobre el crimen organizado.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Don Alejo e Isabel

Sin duda las personas del año en México son Don Alejo Garza Tamez e Isabel Miranda de Wallace. Ambos ciudadanos representan un punto en común: la incapacidad, la ausencia del Estado para brindar seguridad, para preservar la vida de sus ciudadanos.

Don Alejo no dudó en jugar su vida para defender su patrimonio, al final, como dice el corrido, murió matando. Tomó las armas en defensa propia. Por el contrario, el caso de Isabel Miranda, también es heroico por la valentía y fuerza para dar con los secuestradores y asesinos de su hijo, incluso confrontándolos cara a cara, lo cual podría haber terminado en justicia por la propia mano.
Miranda de Wallace no accedió a ese seductor canto, sino que decidió ir por la vía civil para procurar justicia. Su camino llevó a la captura de los delincuentes, pero también a la gestión para aprobar una Ley del secuestro.

Los caminos de Don Alejo e Isabel resultan asombrosos, heroicos. Desde la individualidad, son los extremos de la sociedad, la minoría. Indican la urgencia de un cambio, algo que colectivamente no hemos logrado empujar. Quizá cuando las cosas se deterioren aún más, entonces sí, los diversos grupos de la sociedad civil, incluyendo esa pequeña minoría de la política, se decidan a ir a la raíz, en vez de andar por las ramas.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Brechas en la educación


Buena noticia sin duda, aquella que dio la Cámara de Diputados esta semana al aprobar una reforma en materia educativa, la cual obligará a los jóvenes a cursar estudios de nivel preparatoria. Así, el impacto de esta política lo estaríamos conociendo en el largo plazo, tal vez en una generación durante los próximos quince años. Sin embargo, para que el avance legislativo logre relevancia, tendrá que ir acompañado de una mejora sustancial en la calidad de la educación pública, y esa es la parte donde se dispersan los esfuerzos por hacer de la educación un motor para el desarrollo. Por eso, ya no estoy seguro de la reacción causada, ante una noticia difundida en la semana, sobre un narco que cobra, o más bien, aparece en las listas de la SEP. Ya también dudo, si es que la duda era un beneficio, sobre la eficiencia de nuestros servicios de “inteligencia”, máxime cuando nos enteramos de casos como el de la “Tuta”, o de otros en Procampo.

Pero más allá del inagotable asombro que ocasiona nuestro país, en realidad está la tolerancia siempre regresiva de la corrupción magisterial en el país. Porque si no sorprende que narcos fueran maestros, mucho menos sorprende que existan miles de profesores que cobran en uno y otro lado, sin dar clases. Hace algunas semanas se publicó un estudio conocido como “Brechas. Estado de la educación en México 2010”, promovido y realizado por la asociación civil, Mexicanos Primero. El estudio muestra el estado crítico de la educación y señala de forma dolorosa: “La educación en México no transforma a la sociedad; reproduce la desigualdad que existe”. En principio se podría pensar que es un asunto de dinero, pero paradójicamente el gobierno asigna tanto o más como los países de OCDE. Tan sólo para el año que entra, designarán 230 mil millones de pesos para la educación. Se trata de uno de los presupuestos más grandes que destina el gobierno federal, sólo superado por Pemex, IMSS, y la Comisión Federal de Electricidad.

En el presente año 2010, el gobierno federal autorizó 921 mil 357 plazas. Cuando Mexicanos Primero analizó las cuentas, las cifras no cuadraron. En el estudio se encontró que en los gobierno estatales, se pagaron en promedio más de 1 millón 900 mil 514 plazas de maestros durante el primer trimestre del año, lo cual representó más del doble de las plazas autorizadas.
Tras rastrear y comparar un posible censo de maestros en el país, se concluyó la poca confiabilidad de la información oficial proporcionada por los estados, e incluso, hubo entidades como Michoacán, donde no fue posible obtener algunas cifras.
Fuente: Brechas, Mexicanos Primero

Bajo tal oscuridad, en 2008 se detectaron 552 casos de maestros que cobraron simultáneamente en dos entidades distintas, gracias al “don” de ubicuidad.  Por ejemplo, en Coahuila, según el documento, hay 81 superprofesores que cobran más de 100 mil pesos, aunado a un “pequeño” ejército de comisionados que registró 610 beneficiados. ¿Quiénes son esos comisionados? ¿Qué hacen esos 81 superprofesores? Asimismo, prácticamente todos los estados presentaron desfases, algunos muy visibles, como en el DF y el Estado de México, entre las plazas autorizadas y las plazas pagadas. 

Otro ejemplo que refleja el desorden administrativo según el estudio, es el desvío de recursos públicos y el manejo discrecional de las plazas, como la existencia de trabajadores asignados a plazas inexistentes en preescolar y primaria. Coahuila, junto los estados de Morelos y Tabasco, fueron los que más asignaron trabajadores a plazas inexistentes.
Así, lo que alarma no son las excepciones que conocimos esta semana con los profesores narcos, sino el desastre institucional con cargo a los contribuyentes. Porque al final, lo que tenemos es una educación que lejos de contribuir al desarrollo, se ha vuelto una brecha para la desigualdad.

Subsidio al transporte en Torreón

En la semana, el alcalde Eduardo Olmos anunció un subsidio de 20 millones de pesos al año, para apoyar a estudiantes, personas discapacitadas y de la tercera edad para el transporte. La propuesta tiene sentido, sobre todo, sí conocemos que las personas de bajos ingresos son las que más gastan parte de su salario en la transportación cotidiana. Cálculos del IMCO estiman que hasta un 52 por ciento del ingreso es destinado a pagar transporte. El programa se aplicará el año que entra, sin embargo, apoyos de esta naturaleza, corren el riesgo de abusos o malos destinos. En su momento, la “Tarjeta de la gente”, (ahora del Hogar), fue objeto de abusos e irregularidades millonarias. Lo menos que se puede esperar es transparencia, reglas de operación claras y eficiencia.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

A Pan y agua (diez años con el PAN)








Regresé a las páginas de ese provechoso libro, El Antiguo régimen y la revolución, de Alexis de Tocqueville. El momento lo exigía y acaso, parecía que leía sobre el México actual. Comparto un breve párrafo: “La única diferencia esencial entre una y otra época es la siguiente: antes de la Revolución, el gobierno sólo podía cubrir a sus agentes recurriendo a medidas ilegales y arbitrarias, en tanto que después ha podido legalmente permitirles violar las leyes”.

Y sí, pareciera que Tocqueville no sólo se refería a la república francesa y los tiempos posteriores a la revolución, sino al México del presente. Desde luego que esto no es así, pero las observaciones de Tocqueville son útiles en tanto observador de una sociedad en cambio y permanencia. Por eso, esta semana que el PAN cumplió diez como gobierno al frente de la presidencia, conviene regresar a sus páginas para preguntar: ¿Cuál ha sido el saldo? ¿Qué tanto avanzó el país bajo el sello de los gobiernos panistas? ¿Hasta qué punto cambió la política en relación a los tiempos del partido único?
Sin lugar a dudas, lo más destacado en la década panista es la estabilidad de las grandes cifras. Un manejo del déficit público razonable, reservas internacionales notables que incluso, aguantaron los vaivenes mundiales del 2009. También se reconoce la estabilidad en la paridad peso-dólar, un promedio de inflación del 4.4 por ciento, muy por debajo del 22 por ciento con Zedillo, el 15 con Salinas. Por otro lado, la introducción de la transparencia y el acceso a la información, con todo y los obstáculos que la dificultan, representan aspectos valiosos de los gobierno panistas de Fox y Calderón. Sin embargo, el balance general, a pesar de los reconocibles logros, es decepcionante porque lo sustancial permaneció igual. Una economía estable que no crece, o sólo genera riqueza para una minoría. Dicho en otras palabras, no sólo de democracia vive el hombre, sino del bienestar económico que lo sustenta.

Pero la decepción fue esencialmente política, porque lo cambios que el PAN estaba llamado a hacer no los entendió, no pudo hacerlos o no los quiso realizar. Al final, el blanquiazul encontró “agradable” y muy cómodo el estado de cosas establecido en el viejo régimen. Por lo mismo, no cambió e incluso, terminó acrecentando los vicios, las corruptelas, los arreglos como en los tiempos del autoritarismo. En el mejor de los casos, fue una mala copia del PRI. Del “no nos falles” en el 2000, los votantes han pasado al rechazo del panismo en las elecciones locales y nacionales. Hay alternancia también.

El domingo pasado, Calderón festejó los diez años de gobiernos panistas advirtiendo, como quien mira al abismo, que regresar al pasado es corrupción y pobreza. “México no se merece quedar parado a la mitad del camino y mucho menos regresar a lo antiguo, a lo autoritario, a lo irresponsable”. ¿Lo antiguo? ¿Lo autoritario? ¿Lo irresponsable? Calderón habló para los suyos, con la “magia” que implica un encuentro interno de partido.  Afuera, lo antiguo, lo autoritario, lo irresponsable fue adoptado y reproducido en tantos espacios donde el PAN no fue la diferencia, sino la similitud.

La gente no vive en el pasado, sobre todo, cuando el presente es incierto para millones de mexicanos, o para otros tantos que no viven de la política. Por eso resulta inútil la melancolía, como sugirió esta semana Jesús Silva-Herzog Márquez. Porque quizás, la mayor deuda del panismo como actor central de la alternancia, fue la justicia, la rendición de cuentas. En contraparte, los incentivos a la impunidad permanecieron como en el antiguo régimen y rápido, la intenciones por desmontar lo anterior, se hicieron agua. 

¿WikiLeaks en Torreón?



 




¡Vaya sacudida internacional! La que volvió a provocar el sitio de Internet dedicado a difundir cientos de miles de documentos. La publicación de los cables diplomáticos emitidos por el gobierno estadounidense, ha revelado no sólo chismes, sino la naturaleza de la diplomacia.  
Julian Assange, fundador de la web, es un pirata ultramorderno, un anti James Bond que ha llevado al extremo la transparencia. En Torreón cientos de solicitudes de información realizadas por un grupo de laguneros interesados en la transparencia, están apuntando a un WikiLeaks local. ¿Le interesa saber cómo nuestro gobierno gasta los impuestos? ¿De qué manera toma las decisiones? ¿Y si los millones que gasta tienen un razonable beneficio social? Hay un buen ejemplo para impulsar. 

Ética para Amalia

Las manos del poder...
Quizás mañana ya nadie se acuerde de ellos, salvo algún inoportuno memorioso. Pero nuestros gobernadores o ex gobernadores, llámese Ulises Ruiz, Mario Marín, Emilio González o el nombre que usted complete, gozan hoy por hoy, la mejor posición del sistema político en México. Ejercen recursos millonarios a discreción, mueven y remueven las piezas en sus estados e incluso, aunque se demuestre corrupción, desfalco al erario o abiertamente violaciones contra los ciudadanos, ellos siguen ahí, incólumes, intactos.  Son, sin lugar a dudas, los mayores beneficiarios de la alternancia en México a partir del año 2000, cuando el PAN logró romper el monopolio político del PRI. Por eso, se puede identificar un paradigma de impunidad en el ejercicio del poder público.

El escándalo de la semana, si se puede decir de una manera, tras ventilar las cuentas de Amalia García, ex gobernadora de Zacatecas por el PRD, reafirma lo que tiempo atrás se asomó en su administración: contratos en beneficio privado, sobrecostos en obra pública, irregularidades millonarias en la construcción de las nuevas oficinas de gobierno, y ahora, un presunto faltante por más de mil millones de pesos. Hasta aquí, nada que no se repita dentro de paradigma de impunidad imperante en gubernaturas, presidencias y otros cargos públicos. 

En Zacatecas recién se dio la alternancia a un gobierno priista, a cargo del gobernador Miguel Alonso Reyes. Allá la Contraloría interna encontró irregularidades y tiene la posibilidad de llamar a cuentas a la gobernadora saliente. ¿Lo hará más allá de lo mediático o repetirá el paradigma no escrito de protección a funcionarios? El nuevo gobierno tiene la posibilidad de cambiar ese paradigma. Mucho bien haría a la rendición de cuentas, a la justica y a la confianza de los ciudadanos, pero no es, ni ha sido costumbre de ese partido y de otros, romper con las prácticas del “antiguo régimen”. El mejor caso de comodidad con el pasado fue el PAN tras su conquista de los Pinos.

Antes bien, la defensa por escrito de la ex gobernadora Amalia García, revela esos acuerdos, esas prácticas. Su indignación proviene porque el gobierno en turnó mostró las huellas de su administración: “se falta a la ética al dar a conocer, y con interpretaciones dolosas, juicios sumarios sin haber concluido el procedimiento”. Desde su óptica habría sido ético no dar a conocer que falta solventar por ahí, la friolera de más de mil millones pesos. Lo lógico en transiciones entre un mismo partido, es ocultar los desfalcos del anterior gobernante.

Es difícil pensar en la posibilidad de la rendición de cuentas. Lo dudo de Rafael Moreno Valle, quien encabezó la alianza para sacar al ilustre gobernador Marín de Puebla. Sobre todo, por estar asociada dicha alianza, a la omnipresente Elba Esther Gordillo. Pero acaso, una modesta esperanza surge en Oaxaca ante la posibilidad de que Gabino Cué sí tome en serio la responsabilidad de su triunfo y materialice las demandas de justicia. Allá, las huellas del prócer Ulises Ruiz, apuntan a una situación similar a la expuesta en Zacatecas: obras públicas repartidas entre los funcionarios del propio gobierno, sobrecostos, obras sin concluir pero sí finiquitadas en la tesorería, placas y concesiones “desaparecidas”, y por supuesto, un secretario de Finanzas, asociado a un desfalco por más de mil millones de pesos. 

A pasar a la alternancia en el poder y a la pluralidad de los gobiernos, la esencia del viejo régimen no despareció, por el contrario, se fortaleció a tal grado, que si antes, el poder central del presidente solía ser un balance, ahora es un actor más. A diez años de la alternancia, quienes realmente fueron los ganadores de la pérdida del poder presidencial, no fueron los ciudadanos, sino los gobernadores. 

¿Cuántos Don Alejos más?



 





La profunda dignidad de Don Alejo Garza Tamez me recordó las viejas historias que nuestros abuelos vivieron entre el siglo XVI y el XIX en el extenso, agreste y difícil noreste mexicano.  Sin embargo, la historia de este héroe del siglo XXI, muestra los extremos,  sobre todo, la incapacidad del Estado para defender a sus ciudadanos. Cuando el Estado no puede, entonces surge la autodefensa, la ley del más fuerte. Y ahí sí, la vida no vale nada, porque entonces hay que morir matando.

lunes, 22 de noviembre de 2010

El barril sin fondo


Fue la semana de los millones. Más bien, de los 3.4 billones de pesos. La cifra contiene muchos ceros y es difícil imaginarla. Al mismo tiempo, el tema no es popular, ni tampoco fácil, sin embargo, la aprobación del presupuesto de egresos para 2011 realizada por los diputados, es un asunto crucial para los ciudadanos. De entrada, el presupuesto expresa el dinero público que el gobierno destina en dos sentidos: el sostenimiento y la operación del estado; y el dinero destinado a la inversión pública y social para los ciudadanos.  Así que el interés no debe ser menor, porque el presupuesto suele ser revelador del rumbo, los compromisos, las prioridades y las atenciones del gasto público destinado a la sociedad.

De esta manera, una problemática en específico no requiere solamente de buenos discursos o de una identificación precisa, sino que la política vaya acompaña de un presupuesto para su operación. Por eso resulta tan relevante conocer cómo el gobierno se gasta el dinero de los ciudadanos.
Así, esta semana se ha repetido en boca de funcionarios y diputados una afirmación tan entusiasta como ordinaria: logramos un “presupuesto histórico”. Y en parte tienen razón porque se trata del mayor presupuesto aprobado por el gobierno mexicano, no obstante de la crisis mundial y de la caída estrepitosa de la economía.

Al respecto, conviene preguntar si los “recursos históricos” del gobierno han hecho de este país algo mejor para sus ciudadanos. Por ejemplo, el rubro donde más se destinó dinero fue a la educación pública: 230 mil millones de pesos. ¿Es mucho o es poco? Si comparamos lo que destina México en la educación con respecto a lo que gastan los principales países de la OCDE, nos damos cuenta que el gobierno mexicano no solamente gasta mucho, sino gasta más que varios países ricos en el mundo con notables desempeños. ¿Entonces, por qué si gastamos mucho los resultados son tan pobres? La clave no está tanto en el dinero que se destina a un determinado ámbito o problema, sino en la calidad y eficiencia con la que se aplica ese dinero público. Varios son los factores que ensombrecen la efectividad del gasto en educación: un elevado gasto corriente destinado a nómina, baja inversión en infraestructura y por tanto, un desempeño reprobatorio e insuficiente de los alumnos. Otro pernicioso ingrediente más ha señalado la OCDE: el sindicato.

De los “recursos históricos” pasamos a la cartera abultada para pretender arreglar los problemas. La fórmula mágica es la siguiente: aumentar el presupuesto mejora el desempeño gubernamental. Por lo general esta tesis gusta bastante a políticos y funcionarios que ejercen recursos públicos porque supone que ante el aumento de recursos, el desempeño del gobierno para atender problemáticas o proporcionar servicios mejorará. No obstante, en los últimos años, la evidencia empírica de evaluaciones nacionales e internacionales muestra lo contrario.  
Por ejemplo, las diferentes instituciones de seguridad y orden, como la Secretaría de Seguridad Pública o el Ejército, han ejercido mayores presupuestos, sin embargo, el deterioro exponencial de la seguridad en las calles, ha aumentado significativamente. Dicho de otro modo, la fórmula parece revertirse: ¡más dinero, menos seguridad!.     

Recientemente conocimos las declaraciones contradictorias de dos instancias gubernamentales. Mientras el secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra supone que la pobreza alimentaria acabará en el 2015, el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), resaltó en su más reciente estudio sobre la niñez y la adolescencia en el contexto de la crisis económica global, que la cifra de niños en pobreza alimentaria se duplicó en los últimos dos años, lo que equivale a 3.4 millones de niños en riesgo.
Durante el verano pasado, la Cepal (2010) publicó el informe, “El Progreso de América Latina y el Caribe hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Ahí se señala que Brasil, Chile y Perú superaron a México en el cumplimiento de la meta del milenio para reducir a la mitad el porcentaje de la población que vive en situación de pobreza extrema. Entonces ¿qué sucede con tantos recursos destinados al desarrollo social? Es, para decirlo con Santiago Levy, un programa de buenas intenciones con malos resultados.

Pero esta situación ineficiente en manejos de los recursos públicos, no es particular del gobierno federal, sino que la tendencia se extiende a estados, municipios y organismos autónomos como recientemente lo han demostrado descarnadamente los estudios publicados por el CIDE: una Suprema Corte que resuelve la mitad de los casos que en otros países, pero nos cuesta más que la Corte en Estados Unidos. Un IFE  que gasta a manos llenas en burocracia o una Comisión Nacional de Derechos Humanos obscenamente alimentada.
Con estos antecedentes, el histórico presupuesto para 2011 se parece cada vez más a un barril sin fondo, porque no importa tanto la cantidad de dinero que destina el gobierno a sus ciudadanos, sino la eficiencia de su aplicación. Y esto, nunca será poca cosa.

20 de noviembre 2010
el siglo de torreón

De la revolución y el ciudadano imaginario


Hay que reconocer que con motivo del Bicentenario del inicio de la Independencia primero, y ahora del Centenario de la Revolución,  se ha incrementado la difusión de la historia. Eso sin duda, ha sido valioso en un entorno de dificultades y cuestionamientos a los festejos. Quizá el día de mañana, lo mejor de ese festejo quede en la serie de publicaciones, documentales, películas, conferencias y programas como Discutamos México. 

En este sentido, el panel organizado por la Dirección Municipal de Cultura con sede en el Museo Arocena, reunió a Saúl Rosales, Jaime Muñoz Vargas, Edgar Salinas y quien escribe esta columna, a fin de reflexionar sobre la Revolución. Pero más que mera historia y recuentos, la propuesta se encaminó a hablar del pasado para pensar el presente. Y justamente, es uno de los valores que sí pueden aportar las conmemoraciones: la construcción del futuro.

Dicho esto, reescribo parte de mi participación en la mesa, celebrada ayer por la noche. ¿Qué implica pensar la revolución de cara a la globalización? ¿Cuánto de aquel México de 1910 está presente en 2010? Psicológicamente la coincidencia de las fechas, es seductora, y por lo mismo, podría suponerse en esa lógica, que algo de gran magnitud sucederá en nuestro país. Sin embargo, para decepción de muchos, la historia no obra por un “Destino”, ni mucho menos por una sucesión de repeticiones. Pero las comparaciones son poderosas y por lo mismo, la tentación de las similitudes lleva a expresar que estamos igual que en esa época, aunque no sea así. Un análisis cuidadoso nos lleva a ver que no es así e incluso, más que cambios, puede haber largas persistencias.

Lo cierto es que tras el derrumbe del viejo orden porfiriano y después de la lucha armada, la revolución tardó más de dos décadas en encontrar un cauce que le permitiera fundar las nuevas instituciones, algunas todavía vigentes en el México contemporáneo.  No obstante, hay algo que la ni la revolución logró transformar en normalidad cotidiana, me refiero a la justicia, la cultura de legalidad y el compromiso cívico. Paulatinamente la ruptura violenta dio pie a la continuidad de los antiguos arreglos y las viejas prácticas. Por eso no dejan de sorprender las permanencias, más que los cambios. De ahí que un agudo observador del tema, Fernando Gonzalbo Escalante, argumentó hace varios años en su libro, “Ciudadanos imaginarios”, la imposibilidad cívica para respaldar un estado con autoridad.  Así, cuando regresó la mirada al sentido del estado, la política y los ciudadanos durante el turbulento siglo XIX, en realidad nos mostró la hechura de una serie de prácticas que contradice el valor de lo público, el sentido de legalidad y la autoridad del Estado. De esa manera, reconocimos muchas de esas prácticas, presentes en la actualidad.

Escalante describe así aquellos tiempos: “la relación entre el orden jurídico y la vida política es uno de los asuntos más complicados de la historia. El modelo cívico no arraigó, no podía hacerlo. Pero no fue simplemente mentira: al contrario. Con esas formas tan adulteradas como se quiera, se organizó el orden político. El orden arraigaba en sistema de lealtades particulares: comunitarias, corporativas, señoriales, patrimoniales, clientelistas. Y ninguno de ellos podía conformarse con el modelo cívico. Porque nadie esperaba para empezar, una ley que fuese igual para todos”.

Bajo estas circunstancias, una sociedad como esa, produce, según Escalante, “una moral que acepta el uso de las instituciones públicas para fines privados”.  Más que una ruptura, la revolución no favoreció, pero tampoco generó las condiciones para romper con esas prácticas. Por el contrario, se acrecentaron, se fortalecieron hasta instituirse en esa especie de ciudadano simulado.

Quizá por eso, la idea discutir la historia, también nos permita identificar los cambios que no han pasado a pesar de las revoluciones. Por lo mismo, resulta tan difícil en el presente, socializar valores cívicos. Ante los problemas actuales, se suma con fuerza  la inseguridad, una problemática que viene de un déficit anterior, de una simulación que ya no funciona, pero no termina de depurarse y crear un nuevo orden. Por eso, si alguna revolución debe de suceder para el México del siglo XXI, ésta tendrá que ser cívica, educativa. ¿Lo estaremos construyendo?
13 de noviembre, 2010
el siglo de torreón

martes, 9 de noviembre de 2010

El informe, Moreira, la sucesión

Obra pública, en competencia con el gasto corriente...

Después de escuchar el quinto informe de resultados del gobernador Humberto Moreira, me quedó la sensación de que Coahuila vive sus mejores tiempos. Muchos primeros lugares se resaltaron durante el Informe: líder nacional en inversiones; el estado donde más jóvenes estudian; primer lugar en crecimiento económico; estado líder en la generación de empleos; primer lugar nacional en obra pública; líder nacional en calidad de vida. 

En este sentido, el gobernador presentó cifras comparadas entre 2005 y 2010, donde sin duda, hay avances, hay atención a rezagos, hay obra pública y sobre todo, un enfoque eminentemente social en su gobierno. Al mismo tiempo, destacó la otra característica de su gobierno: la obra pública. Estos dos aspectos, son los más visibles y notables de su gobierno. El enfoque social le ganó el reconocimiento de las multitudes, sobre todo, de las clases más desfavorecidas económicamente. De alguna manera, su gobierno reafirmó al Estado asistencialista, criticado también como “populista”.
Cargado de recursos millonarios sin precedentes, Moreira tuvo el margen suficiente para operar programas de farmacias a bajo costo, atención médica, zapatos, uniformes escolares, focos, pintura, cemento, y ahora, la operación de un nuevo, ambicioso y amplio programa: la Tarjeta de la Salud.

En paralelo, la monumentalidad de la obra pública (puentes, carreteras, hospitales, muesos y hasta una nueva presidencia municipal para Torreón), le ganó una amplia aceptación de su gobierno en la opinión de la mayoría de los coahuilenses. Desde los primeros años de su gobierno, mantuvo altas calificaciones de aprobación, según la medición de conocidas empresas encuestadoras, registró promedios de ocho y nueve. Con ese margen de popularidad y liderazgo en la opinión pública, también incurrió en excesos. Recuerdo por ejemplo, la pretensión de convertirlo en historia a destiempo. En las páginas de los libros oficiales de primero de secundaria se dedicó más espacio al gobernador y sus obras, que a Francisco I. Madero o Venustiano Carranza.

Hay algo en el poder que siempre tiende a los excesos. Por eso, siempre dispuesto a acrecentar la atención de la opinión pública nacional, hizo “propuestas” espectaculares y estériles como la pena de muerte. Pero sí esto refiere simbolismos y percepciones, en el plano material, la inversión y obra pública dejó una huella importante en el estado. Los números son contundentes: 1 900 kilómetros pavimentados para carreteras rurales; 87 puentes vehiculares; 22 museos;  5 nuevos hospitales.
En otras palabras, uno de cada tres pesos del gasto total del gobierno estatal, se destinó a obra pública, pero otro tanto fue a gasto corriente, en su mayoría destinado a pagar burocracia. Es decir, es cierto que el gobierno de Moreira invirtió sin precedentes en obra pública, sin embargo, gastó una proporción similar en servicios personales. De esta manera, si el gobierno venidero quiere invertir más en sus ciudadanos y en la infraestructura pública del estado, tendrá que reducir en serio su abultado costo de operación. 

En ese rubro, en la ciudad de Torreón brilló la construcción de puentes, desniveles y pasos viales funcionales. La intensa obra pública promovida por el gobernador, pronto enterró el malestar y la corrupción monumental del tristemente célebre Distribuidor Vial Revolución. Así, Moreira entregó una buena obra a los torreonenses, pero no entregó a los responsables de la corrupción anterior. Por eso, la posibilidad de rendición de cuentas, rápido fue olvidada gracias a la funcionalidad de la nueva obra.

Moreira está en el cenit de su poder y prácticamente despidió en Torreón, su “sexenio” de cinco años.  Como ha expresado, aspira a la dirigencia nacional del PRI. Tiene el liderazgo y la fuerza para lograrlo. Además, a la memoria de los viejos tiempos, ha logrado el carro completo en las últimas elecciones y por consiguiente, entrega los mejores resultados a su partido. Es positivo para Coahuila, su aspiración a dirigir el partido, además de provocar una sana competencia en los pequeños círculos priistas, donde se elige la dirigencia nacional. Competencia por cierto, que al interior del partido en el estado, no está dispuesto a abrir, por estar reservado el lugar a la sucesión de su hermano.

Casi al final de su discurso, el gobernador hizo referencia rápida al tema de la inseguridad, que ahora no solamente golpea a La Laguna. Reiteró la defensa de los coahuilenses por parte de su gobierno, sin embargo, la ola delictiva, la violencia, es una amenaza intermitente que parece no disminuir. Finalmente, los ciudadanos deseamos obras necesarias, pero también la garantía para transitar por las mismas.  Queda así, el duro pendiente de la inseguridad.
Twitter/uncuadros

sábado, 6 de noviembre de 2010

Tolerar la corrupción

Tolerancia transexenal

Vaya días de violencia los que se han vivido esta semana. Como si no fuera suficiente, el monstruo siempre pide más. Aún así, pero desde otra condición, un famoso empresario norteño llama al optimismo desde su cuenta en Twitter, y todavía se pregunta por qué hablan mal de México. Pero más allá de la indignación sobre la barbarie, hay algo más profundo, cotidiano y menos espectacular que antecede, y al mismo tiempo muchos ciudadanos toleran: la corrupción.

Menos mal, como afirma nuestro Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, la corrupción no afecta las inversiones. En otras palabras, no importa lo que digan las encuestas y las estadísticas del Transparencia Internacional, tampoco importa que en los últimos diez años, se “avance” hacia atrás. Pero quizás la corrupción en el caso mexicano, es tan habitual y común, que no se repara en la indignación. ¿Para qué?, dirán orgullosos algunos. Luego entonces, no nos sorprendamos con fenómenos mayores como los asociados al narco y al crimen organizado, si antes vemos “bonos de marcha” ocultos, profesores que cobran por ubicuidad en dos gobiernos (véase el informe de Mexicanos Primero), ciudadanos dispuestos a corromper.  De esa manera, hay un conjunto de pequeñas prácticas que en realidad debilitan el entramado de confianza en las instituciones, sean estas la familia, el club deportivo, la iglesia, la policía o las autoridades.

Ya en otros textos he abordado cómo las instituciones de procuración de justicia desalientan la justicia, pero ahora, el enfoque lo podemos centrar en la capacidad de tolerancia con la que muchos ciudadanos abrazan prácticas de corrupción, por eso la indignación ya no cabe. Hace décadas un presidente había lanzado su campaña diciendo que la “solución somos todos”. Al paso del tiempo, la malicia popular terminó decir “la corrupción somos todos”. De alguna manera no estamos tan lejos de esa práctica. Y no hablamos hasta el cansancio de crimen organizado, sino de prácticas que forman parte del arreglo social.

En los últimos veinte años se logran avances loables, que sin embargo, ahora quedan en duda o se ven riesgos por retrocesos, inercias y resistencias. El caso del IFE y el IFAI son emblemáticos. El IFE, logró generar certeza y confianza en las elecciones, cosa que se creía imposible en su momento. Ahora, tras veinte años de existencia y con la renovación de tres de sus consejeros en puerta, hay serios señalamientos sobre un IFE al servicio de partidocracia. Hace tiempo que el Consejo perdió el carácter frente al poder de los partidos. Y no se trata de nostalgia, pero sí de reconocer retrocesos ante logros visible. Sergio Aguayo Quezada ha analizado con claridad, y ahora circula su libro, “Vuelta en U”, sobre el estancamiento de la democracia. Y tiene razón cuando argumenta que el dinero público, más que ayudar, ha viciado los intereses de los partidos. Por eso la partidocracia.

Algunas cifras recién publicadas en Enfoque (1-X-2010), muestran como el IFE arrancó con un presupuesto de 1,086 millones de pesos, para terminar en la exorbitante cantidad de 5,619 millones de pesos para el presente año. Asimismo, los partidos vieron crecer exponencialmente sus recursos. En ese mismo año de 1991, para las elecciones federales los partidos habían recibido 108 millones, para luego alcanzar un récord en 2003 con ¡5,789 millones! En este año del Bicentenario, los dineros dispuestos fueron 3,012 millones. Visto así, el 2012 será un gran negocio. Dos décadas después, la millonaria democracia mexicana ha resultado contraproducente y poco benéfica para impulsar el cambio de prácticas “normales” como la corrupción.

Más reciente, la creación del IFAI en el sexenio anterior, abrió un capítulo inédito en materia de transparencia y acceso público a la información gubernamental. Algo hay de la vieja demanda, que durante décadas pugnó el gran Daniel Cosío Villegas: hacer pública la vida pública. No obstante los obstáculos, las resistencias y los embates incluso de los tribunales, el SAT o la PGR, el IFAI, ha logrado afianzar el derecho a la información. De manera sencilla, las posibilidades de la apertura, nos han mostrado el contenido de las decisiones públicas, no pocas veces bajo la sombra de la corrupción, o en el mejor de los casos, de la ineficiencia y el despilfarro. Por lo tanto, no resulta extraño que un tesorero de un municipio, usted complete el nombre, en vez de dar cifras exactas, menciona estimaciones.  En el fondo, tras diez años de medir la corrupción, los mexicanos no sólo aceptamos la corrupción, también la toleramos.

Torreón, ciudad heroica

Torreón bajo fuego revolucionario

En el difícil ámbito de fortalecer la identidad de una población, es loable la noticia de que Torreón será reconocida como “ciudad heroica”, debido a las tomas armadas que sufrió y sobrevivió la ciudad durante la Revolución. La eficiente gestión del cronista oficial, el Dr. Sergio A. Corona Páez y el profesor Matías Rodríguez Chihuahua, aunado al aval del Cabildo y el alcalde Eduardo Olmos, se prepara ya la sesión solemne del reconocimiento. Los detalles se pueden consultar en el sitio de la prestigiosa historiadora Patricia Galeana, patriciagaleana.net, y en la cronicadetorreon.blogspot.com.
Twitter/uncuadros    

jueves, 28 de octubre de 2010

La ciudad que no funciona

   

    
  
Modificado por Joombly
    

    Tengo bien presente la imagen de un puente peatonal, instalado hace algunos meses en Torreón. El puente sirve para anunciar un exclusivo fraccionamiento. Lo armaron, lo pintaron y colocaron lámparas sin importar la inexistencia de banquetas, y mucho menos, el acceso para los peatones...
 
En realidad, esta imagen es aplicable a muchas ciudades que no funcionan. La expresión la retomo de un excelente texto de Onésimo Flores, publicado en la revista Tomo (1 septiembre, 2010), y del cual, agradezco a su autor, el permitirme la inclusión del video.
Al respecto, cito sus palabras: "El tema es grave, pues lo que hoy construimos determina en buena parte cómo disfrutamos o sufrimos nuestro entorno".

miércoles, 27 de octubre de 2010

Colores de la corrupción

Transparencia Internacional acaba de publicar su nuevo informe sobre la percepción de la corrupción en 178 países. México avanzó (pero al revés), lo cual sin duda, es una de los saldos de la alternancia, algo que no pudo o quizo cambiar. La escala de medición asigna el verde a los países con un menor índice de corrupción, y a medida que se torna rojo, la corrupción aumenta.

20 años del IFE

Al finalizar este mes, un reducido número de diputados elegirá a tres nuevos consejeros del IFE. Esto coincide con el veinte aniversario del Instituto, que sin lugar a dudas sostuvo la democracia mexicana y posiblemente una nueva alternancia en el poder.
Algunos han señaldo en el IFE, una institución debilitada y al servicio de los principales partidos. Lo cierto es que este IFE no ha tenido el carácter, y mucho menos la independencia de los consejeros como Merino, Woldenberg o Granados Chapa. No se trata de nostalgia, pero sí de reconocer logros y avances en la democracia mexicana que han retrocedido.
Aún así, y con la "intentona" de los actuales consejeros (al mando de Valdés Zurita) de subirse exhorbitantemente el sueldo, en la opinión pública el IFE mantiene niveles razonables de credibilidad.
Fuente: Enfoque, Reforma (17 de octubre, 2010)

Por otro lado, y esto es uno de los saldos de la transición mexicana, han sido contraproducentes las transferencias millonarias a los partidos. Esto ha viciado el sistema de partidos y ha convertido a la democracia mexicana en una de las más caras. Por eso, los partidos encontraron una fuente (casi) inagotable de recursos sin que necesariamente el desarrollo democrático sea favorable a los ciudadanos. Ya no hablemos de rendición de cuentas, o de transparencia, ahora en caída. Las gráficas, publicadas en Enfoque de grupo Reforma, muestran ese crecimiento improductivo de recursos públicos. ¿Quién dice que veinte años no es nada?

martes, 26 de octubre de 2010

Reforma laboral

Por estos días los legisladores hablan de la reforma laboral...

Cuado el destino



No cabe duda, este país será mejor cuando se agote su petróleo. ¿De qué otra manera tendríamos que entender el crecimiento artificial e insostenible de toda esa inmensa estructura llamada gobierno? Hoy por hoy, los países con altos niveles de competencia, esos que tanto admiramos, no sólo cuentan con finanzas públicas sanas, sino un sistema fiscal eficiente, equitativo, autónomo.
Por eso, resulta decisivo para los ciudadanos, (les guste o no la política, les apasione o la desprecien), la forma en la que el gobierno obtiene los recursos y que de alguna manera los distribuye. El impuesto sobre la renta o el recaudado con el valor agregado, por mencionar algunos, representan el tamaño real del gobierno. Gracias a los ingresos del petróleo, ahora proyectado en 65 generosos dólares, el gobierno (léase estados y municipios también), ha crecido su tamaño desproporcionadamente y fuera de la realidad.
De ahí que veamos gobiernos estatales voraces, más dados a consumir la mayoría de los ingresos en gasto corriente, principalmente en sostener la obesa burocracia. Algo similar sucede con las presidencias municipales y para el caso, sobra repetir los excesos; la irracionalidad de cada día.  

Por ejemplo, la media nacional refleja que el 67% del dinero público va a nómina, los estados más gastones, de los que más reportan en el capítulo de servicios personales, son Michoacán, Verazcruz, Puebla y Coahuila. Pero todavía, hay casos extremos, donde existen nóminas adicionales: Baja California, Nuevo León y San Luis Potosí gastan por arriba del 70%. Así ni cómo avanzar en serio.   

Además del malestar para los consumidores de cigarrillos, los cuales tendrán que cargar con una votación “políticamente correcta”, la Ley de Ingresos para el 2011, en realidad exhibe la precariedad del sistema fiscal mexicano. Un sistema ineficiente, inequitativo y mal distribuido. El análisis de la mayoría de las finanzas gubernamentales, llámese federal, estatal, municipal, órganos autónomos, entre otros entes… nos da cuenta que a los mexicanos nos sale más caro sostener el gobierno, que los supuestos beneficios derivados del mismo. Ahí está por ejemplo, el caso de la seguridad, donde casi cualquier nivel de autoridad se empequeñece, se lava las manos o para acabe pronto, le echa la culpa al vecino.   

Lo cierto es que el México de la alternancia, o incluso el México del siglo XXI no ha podido concretar un aparato fiscal competitivo, capaz de sostener con estabilidad al estado. En las comparaciones, se suele hablar de la exitosa transición española y los famosos pactos de la Moncloa, sin embargo, esos pactos en esencia, fueron fiscales. El caso del milagro irlandés ilustra también sobre el compromiso de su clase política para cobrar impuestos, pero con la condición de que los ingresos recaudados quedaron  vedados al gasto corriente. Para decirlo claro, el gasto corriente termina siendo un barril sin fondo, un fiesta de la cual ya pagamos la consecuencias de la resaca.

Aún así, no se ve en el PAN, el PRI o el PRD un pacto por construir una reforma fiscal. Si a los azules les falló la política, a los tricolores les gana el temor por el costo político, máxime con la elección presidencial en puerta. Y de lo perredistas, estos ya no saben qué hacer con el tabasqueño.
El año pasado los legisladores prometieron ahora sí empujar una reforma fiscal. Desde luego que esto rápido se olvidó. Por lo pronto, la recién aprobada Ley de Ingresos terminó por ser un fiasco, eso sí, calificada como "responsable" por el partido en el poder.     

Hay varios puntos insostenibles. La relación asimétrica entre quienes pagan formalmente impuestos y sostienen inequitativamente los servicios públicos que consume la mayoría. Desde esa relación, no hay institución que aguante. Y para prueba las pensiones que ha alcanzado el IMSS. ¿Se entenderá la gravedad del problema francés que ahora mismo tiene en jaque a sus autoridades? 


El 40% del gasto público total es financiado mediante la menguante y volátil riqueza petrolera. De acuerdo a una estimación del IMCO (2010), el declive en la producción de hidrocarburos tocará fondo en 2017. Para entonces México dejará de ser exportador de petróleo. Por otro lado, como muestra el estudio del competitividad del IMCO, existe el riesgo latente que representan los sistemas de pensiones estatales de los cuales depende poco más de un millón y medio de personas. Cuando el destino nos alcance, habrá tres caminos para cubrir el déficit público: aumentar impuestos, incurrir en más deuda y bajar el gasto. 
Quizá después del 2017 se logre un gran pacto, no de gobierno, sino de estado. Mientras tanto, la cuenta de la fiesta seguirá corriendo a costa de los contribuyentes. Eso sí, cuando el destino nos alcance. 

Twitter/uncuadros

lunes, 25 de octubre de 2010

Dos grandes










Atrasado de noticias por el beneplácito de un viaje, me enteré de la muerte casi simultánea de dos grandes mexiicanos: el filólogo Antonio Alatorre (1922-2010) y el poeta Alí Chumacero (1918-2010).
Por acá un buen texto de Alatorre sobre la superstición. Y acá El Pensamiento olvidado en palabras de Chumacero.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El milagro chileno



Después del milagro chileno y rescate exitoso de los mineros, salieron a relucir en México, muchas comparaciones entre un país y otro.
Pasta de Conchos en Coahuila fue una clara imagen de lo que dejó de hacer el gobierno. En fin.
Retomo una serie de datos publicados en Reforma, donde se resume el Índice de Competitividad Global (WEF). Hoy por hoy Chile es un país más sólido. Si bien el milagro de lo mineros es algo extraordinario, la construcción del mismo no lo es.
Dicho en otras palabras: en la funcionalidad de sus instituciones está la clave.

sábado, 16 de octubre de 2010

Friedrich Katz





Me entero hoy por la tarde que murió en Filadelfia el gran Friedrich Katz (1927-2010). Queda, como una gran raíz, su obra, la cual es una referencia obligada para los profesionales de la historia. 

En los últimos años su libros me han acompañado y todavía lo recuerdo en aquella tarde, ante un concurrido público en el INEHRM. También, en alguna ocasión, visitó La Laguna el académico de Chicago.

Katz no sólo fue el autor de la obra más completa y profunda sobre Pancho Villa, sino un gran historiador de México, país que adoptaron sus padres en la época de Cárdenas.
Hasta pronto, Dr. Katz.  

No puede, ni renuncia

Gobernador rebasado

Muchos fueron los aplausos. Adentro la paz y el entusiasmo. La seguridad ni se diga. El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, pronuncia impecable su discurso, con parsimonia, con la calma del que sabe que está seguro, protegido. Sigue luego, el protocolo: los saludos obligados a otros gobernadores, políticos y funcionarios. Más aplausos. A fuera la realidad es otra, distinta a la del político rodeado de guaruras, policías y camionetas.

Fuera de la burbuja, del espejismo del poder, treinta y dos narcobloqueos amenazaron las principales vías de la zona conurbada de Monterrey. De los balazos se pasó al lanzamiento de cohete que terminó, temporalmente con los sicarios. ¿Pero dónde estaban los policías, ya no para disuadir, sino al menos para apoyar a los ciudadanos que sufrieron los bloqueos? Desde luego, cuidando al gobernador en su primer informe de gobierno. Ahí toda la atención, ahí el cuidado. Lo duro, lo inaceptable es la poderosa señal que se envía a los ciudadanos comunes y corrientes. La seguridad es para unos pocos en perjuicio de muchos. Y sin duda, este punto resulta característico de la democracia mexicana. Sí hay justicia, sí hay representación, sí hay seguridad, pero sólo para unos pocos. Si lo vemos desde la perspectiva de las instituciones, tenemos una sociedad de privilegios y por lo tanto, profundamente inequitativa.

Nuevamente nos encontramos ante incentivos perversos: ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. De primera los funcionarios con escoltas, los cientos de policías al servicio de los funcionarios, no así, ni con la misma atención, la mayoría de la población afectada por la inseguridad. Y mientras los aplausos y el informe transcurrían, la delincuencia organizada actuó con total libertada, de manera sistemática y organizada. 

El sello del “joven” Medina es del gobernante del siglo XXI en México:
el político que confunde la imagen con la acción, la apariencia con el gobierno, los spots con la realidad.
De ahí su argumento trillado ante el problema de la inseguridad y la violencia en Nuevo León: “una lucha que no iniciamos nosotros”. Medina afirmó en su informe que no ha dejado de hacer nada que esté a su alcance, porque su primera responsabilidad es la “seguridad de los nuevoleoneses”. En los últimos años fue común escuchar a varios gobernadores culpar al gobierno federal por la inseguridad y la violencia. El discurso funcionó en principio, pero ahora, después de varios años de andar en este laberinto de la inseguridad, el impacto del discurso ha menguado y parece regresar a los gobernadores. Ahí están por ejemplo, César Duarte en Chihuahua, Egidio Torre en Tamaulipas o Medina en Nuevo León. Más que repartir culpas, a los ojos del electorado, la responsabilidad es ahora de ellos porque el antiguo discurso de culpabilidad ya se desgastó. Entre el hartazgo y la ineptitud de Medina se ha pasado a la especulación sobre su posible caída.

¿Será Medina el primer gobernador de la alternancia que caiga? Es difícil creerlo, pero hay signos en el entorno de Nuevo León, que han alentado la suposición. La ausencia de liderazgo y responsabilidad, la presión de algunos grupos empresariales, no así los ligados a Lorenzo Zambrano, quien tienen de secretario de gobierno a un ex empleado de Cemex, Javier Treviño. Por otro lado, la criminalidad no sólo ha ahuyentado a las élites, sino ha golpeado a civiles que de alguna manera u otra, expresan ya su malestar con el gobierno estatal. Es difícil pensar que un gobernante, lo cual es un decir, deje su puesto por inepto.
El sistema político mexicano no cuenta con los mecanismos para que los ciudadanos así lo dispongan. Pero al contrario de lo expresado por Fernando Martí, no pueden, pero tampoco renuncian. Por eso, no importa lo que se diga sobre la supuesta caída del gobernador, si al final, no hay un contrapeso efectivo que llame a cuentas a Medina. Las culpas siempre están en otro lado. Por ejemplo, en un medio de comunicaciónmezquino”, según afirmó en el informe para referirse a El Norte. Hay algo en el tono del gobernador que emplaza a los críticos: están conmigo o están contra mí. Al final, los grandes perdedores de esta historia, son los ciudadanos.