lunes, 25 de mayo de 2009

Jaime Muñoz Vargas



















Hace un días que hablé con Jaime Muñoz Vargas, a quien considero el mejor escritor lagunero. Me habló de uno de sus libros recién publicado y ahora me entero gratamente, que ha ganado otro premio nacional de literatura. Enhorabuena Jaime, por acrecentar La Laguna y las letras mexicanas.

sábado, 23 de mayo de 2009

302


Después de la Influenza y el síndrome del cubrebocas en el país, nuestra ciudad, Torreón, nuca se apartó de lo “normal”: balaceras, enfrentamientos, narcomantas, levantones, secuestros, policías baleados, muertes entre mafiosos y al paso, de civiles.
Sin olvidar que un día asaltan un banco y al otro también. Ahora, que la crisis de salud se distensó, volvemos a recordar duramente nuestra realidad con los sucesos violentos de esta semana: persecuciones, balaceras, asesinatos. Habrá que volvernos a preguntar: ¿Será que ya nos acostumbramos a la “normalidad”? ¿Será que como sociedad ya cedimos, y por lo tanto, dimos por perdidos esos espacios? Porque si no es así todavía, eso parece.

Dentro del marasmo que todo esto conlleva, en la semana sucedió lo ya se espera tiempo atrás: la destitución de 302 policías. Unos por no acreditar los exámenes de confianza, otros por abusar de la misma, y otros más por delinquir; lo cual constató, la gravedad y profundidad del problema. Si bien, la decisión del presidente municipal, José Ángel Pérez Hernández, llega un tanto tarde, no podemos dejar de reconocer la transcendencia de la misma, pero sobre todo, la necesidad inevitable de tomarla. La contundente decisión del Alcalde, es sin duda, una buena señal para los ciudadanos, y también una bocanada de aire fresco para la vulnerada institución de Seguridad Pública Municipal. Por otro lado, la decisión verifica una vez más, lo que era ya de conocimiento público: una policía infiltrada, indisciplinada, organizada, no para defender a los ciudadanos, sino para actuar en contra de ellos. ¿Digo algo nuevo que no describa a otras corporaciones de seguridad en los tres niveles de gobierno?

Por diferentes violaciones a los reglamentos, ordenamientos y como declaró el edil, “por haber incurrido en actos de conducta y acciones reprobables indignas de su investidura que lastiman a nuestra sociedad”, fueron destituidos, sin derecho a indemnización, los policías. La descripción de los hechos y las responsabilidades, muestran la dimensión, y más aún, la facilidad con la que las instituciones encargadas de resguardar la seguridad de los ciudadanos, se vuelven contra ellos. Desde prácticas como extorsión, consumo de drogas, sabotaje y daños al equipo satelital GPS de las patrullas, robos, lesiones e incluso secuestros, son algunos de los delitos imputados a los ex policías. Por lo menos 8 policías cesados, fueron acusados de participar en secuestros. A la lista hay que sumar 55 más señalados por cometer robos y lesiones con violencia; 38 por sabotear el equipo satelital de las patrullas; 26 comandantes y mandos medios encargados de coordinar la vigilancia y el patrullaje en diferentes sectores de la ciudad.

A pesar de las vicisitudes del edil, que no han sido pocas ni menores, no hay que escatimar méritos a la decisión de Pérez Hernández, de hecho, este es el tipo de acciones que los ciudadanos quisiéramos ver con más frecuencia, pero también, este es el alcalde que quisiéramos ver más seguido.
La decisión del miércoles pasado, sienta un precedente en el país, y aunque ya habíamos sabido de destituciones y depuraciones en la policía de otros parte del la República, ninguna tiene la magnitud de la sucedida en Torreón. De cierta manera, uno puede plantearse a la luz de los hechos locales: ¿porqué otros gobierno no han realizado una depuración similar, y si no lo han hecho, estarán dispuestos a hacerlo?

Al final, la tarea que viene, es larga y compleja, y la otra cara de la moneda, no le corresponde al gobierno, sino a los ciudadanos. Porque así como están las cosas, las alternativas para mejorar la situación en torno a los problemas de la seguridad, necesitan de la confluencia de los ciudadanos, no del abandono. Por ejemplo, el triste hecho de que 78% de los mexicanos considera que es el gobierno quien debe solucionar los problemas, y sólo un 16%, piensa que la sociedad es corresponsable (Encup, 2008), refleja que los ciudadanos no se perciben como agentes de cambio, y que por lo tanto, no son parte corresponsable de la seguridad. Esta crisis no sólo se trata de armas y fuerza, sino del compromiso y la colaboración que los ciudadanos decidan.

domingo, 17 de mayo de 2009

Benedetti


Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos.

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

sábado, 16 de mayo de 2009

Política y ciencia


Más por obligación y urgencia, en las últimas semanas en nuestro país, el papel de la ciencia, y desde luego, de los científicos, fue sumamente valorado. La crisis de la Influenza humana replanteó una vez más, los temas que son cruciales para el desarrollo de un país en el largo plazo. Y es que más allá de las dificultades inmediatas del virus, pareciera que nuestras instituciones sólo reaccionan, en un terreno que exige planeación y alto desempeño, inteligencia e inversión. Tal como sugirió el sociólogo alemán, Max Weber, la ciencia exige una vocación distinta a la del político, y quizá por eso, la relevancia del trabajo científico se ve ofuscada por la política, que lo domina todo.

No es casualidad, que los países con mayores niveles de desarrollo, son también los que más invierten en investigación científica. Tanto en los indicadores del Banco Mundial, como los de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), México aparece como el último lugar en incentivos a la ciencia. Dos indicadores al respecto, nos sitúan contundentemente en el atraso: la inversión en investigación y desarrollo; y el número de patentes que logra registrar nuestro país. En el primer caso, en México se destina 0.4% del Producto Interno Bruto (PIB) al desarrollo de investigación científica. En el otro extremo se encuentran países como Suecia con 3.8% de inversión; Finlandia, 3.5%; Japón, 3.4% y Corea del Sur, 3.1%. El promedio de los países que integran la OCDE, refleja un 2.3% de inversión del PIB, como bien lo muestra el estudio “Regions at a Glance”, publicado el 23 de marzo de 2009.

El segundo indicador tiene que ver con las patentes registradas en el país, es decir, el número documentos en que oficialmente se le reconoce a alguien una invención y los derechos que de ella se derivan. En un bloque de treinta países, México registra tan sólo 2 patentes anuales, por cada millón de habitantes. En contraste, Finlandia registra 271 patentes anuales; Suecia 270; Suiza 275; y Dinamarca 208; tan sólo por mencionar los primeros lugares.

Después de recorrer estas cifras, uno puede entender por qué el único premio Nobel mexicano en el área de la ciencia, Mario Molina, desarrolló sus trabajos de investigación en los Estados Unidos. No obstante, a pesar de las limitantes con las que cuentan los científicos mexicanos, durante la semana, se difundió la buena noticia de que en el Instituto Nacional de Medicina Genómica, se logró descifrar el mapa del genoma mexicano. En otras palabras, la investigación realizada por los científicos mexicanos, y conducida por el Dr. Gerardo Jiménez Sánchez, permite conocer el genoma humano o el número total de cromosomas que tiene el cuerpo, los cuales son los responsables de la herencia. En este sentido, el valioso estudio, permitirá conocer qué enfermedades podrá sufrir una persona en su vida, pero también generará mejores estudios clínicos para el tratamiento de diversas enfermedades, incluyendo la Influeza.

Sin lugar a dudas, esta aportación de la ciencia, traerá beneficios para el país. En consecuencia, habría que cuestionar severamente cuáles son los beneficios de la política y los políticos en México, porque entonces, en la práctica, estamos desperdiciando valiosos recursos en la política, los cuales sólo reditúan a unos cuantos. Por ejemplo, es inaceptable, que los gastos de las elecciones sean equiparables a los de la Secretaría de Salud. Mientras la institución de Salud ejerce un presupuesto de 17 mil millones de pesos, el IFE, el TRIFE y los partidos políticos ejercerán este año, 17 mil 689 millones para gastos electorales. Bastante mal está un país que derrocha millonarios recursos, en actividades de poca utilidad pública. ¿No sería mejor invertir en ciencia y tecnología con miras al futuro, con miras a un país mejor, en vez de estar derrochando el dinero de los contribuyentes en causas de dudosa utilidad?

lunes, 11 de mayo de 2009

Después de la Influenza

Lo más cercano es lo más invisible. Y así sucede con muchas situaciones de la vida pública en el país. Por ejemplo, ciertos problemas diarios que están ahí tan presentes, tan cercanos, tan inmediatos, terminan por no ser vistos. El deterioro de la infraestructura urbana, el desastre de la instrucción pública con su productivo sindicato, el fracaso de la seguridad pública, la pobreza, por mencionar algunos. Algo similar ocurre con los anuncios del IFE, que tras el bombardeo indiscriminado, donde se satura el espacio con los mensajes, terminan por ser ignorados. Pero regreso al punto sobre las percepciones.

En estas semanas, y sobre todo, a partir de la crisis de la Influenza humana, pareciera que de pronto, como por arte de magia, desaparecen otros problemas que afectan a la sociedad. La forma en que percibimos por estos días, puede ser sumamente parcial e injusta, incompleta y tergiversada. La alarma y el temor generados por el virus de la Influenza, impactaron mediáticamente, pero al mismo tiempo, la amenaza viral ha estado tan presente como preocupación en muchas personas, que se nos olvida otros problemas no menos graves y profundos, entre ellos el de la seguridad. Si de muertos se trata, la crisis de inseguridad es implacable. Derivado de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, pero también de la pelea violenta por el dominio del territorio, el número de muertos desde el 2006, no ha dejado de crecer. Y las cifras se mantienen a tal grado, que diariamente se contabilizan en promedio, más de 10 muertos diarios.

Tan sólo el año pasado, se registraron más de 6 mil asesinatos, lo que representa por mucho, más de lo que ha cobrado el brote de Influenza. Con esto no quiero desestimar la gravedad del virus, y las complicaciones que esto representa para las personas, los países y la economía. Sin embargo, ya es hora de volver a recodar nuestro entorno y reconocer que las circunstancias cotidianas, vienen arrastrado añejos y profundos problemas. Durante la semana, en nuestro entorno cercano, nos fuimos enterando de algo que ya parece parte de nuestra “normalidad”: asaltos bancarios a mano armada en Torreón; policías detenidos en Gómez Palacio por cometer graves actos de asociación delictuosa; y finalmente, cinco policías más detenidos en Satillo por presuntos delitos de secuestro y robo.

En realidad, más allá de la Influenza, el panorama nacional está plagado de casos como los que antes mencionaba, y no obstante, en el juego de las percepciones, la Influenza lo desplaza todo, incluso, la incompetencia de los políticos. Pero ¿qué va a suceder el día de mañana, cuando la Influenza sea a su vez desplazada y finalmente controlada? De alguna manera u otra, en el pasado la sociedad se las ha arreglado para convivir con los virus, tan inherentes a la naturaleza, pero otras problemáticas cuyo origen es social y no natural, plantean retos y dificultades distintas.

Por lo pronto, dos factores generales alientan esta situación de inseguridad: el primero tiene que ver con la impunidad, y en consecuencia, la ausencia normal de un estado de derecho, donde el imperio de la ley es una práctica asumida por la sociedad. Segundo, el estancamiento económico de las últimas décadas ha producido generaciones pauperizadas, que luego, con facilidad, engrosan las filas de la ilegalidad. Dicho de otro modo, sin riqueza y bienestar económico, los principios de la democracia pierden sentido.

¿Qué más necesita la sociedad para entender esto y en consecuencia actuar? ¿Cuándo tocaremos fondo, para entonces sí, mejorar nuestro presente y construir un futuro deseable? Por lo pronto, son las reacciones superficiales, las que siguen alimentado nuestras percepciones, mientras el fondo, nos resulta inadvertido.

9 de mayo, 2009
El Siglo de Torreón

sábado, 2 de mayo de 2009

Influenza nuestra



Nos llueve sobre mojado. Esa parece ser la percepción generalizada de la población, tras la crisis de seguridad, tras la crisis económica mundial, y ahora, una crisis más en la salud. Pero más allá de la percepción, lo cierto es que una y otra, y ahora este Virus renombrado como Influenza Humana (A H1N1), golpean de verdad nuestro entorno. En otras partes del mundo, la situación tampoco difiere mucho, dado los reportes recientes de la Organización Mundial de la Salud (consúltese en la web oficial: who.int/es), y la auténtica pandemia en la que se ha convertido la gripe. Hasta ayer, según el reporte actualizado del organismo internacional, se había notificado oficialmente 331 casos de infección humana en once países.

El Gobierno de los Estados Unidos de América había registrado 109 casos humanos confirmados por medio de análisis de laboratorio, uno de ellos mortal, y en México otros 156 casos humanos confirmados, 9 de ellos mortales. También se notificaron casos confirmados mediante pruebas de laboratorio, ninguno de ellos mortal, en los países siguientes: Alemania (3), Austria (1), Canadá (34), España (13), Israel (2), Nueva Zelandia (3), Países Bajos (1), Reino Unido (8) y Suiza (1).
A la par de la pandemia, hubo otra que rápidamente se esparció: los rumores, las especulaciones, las opiniones irracionales, e incluso burdas y elaboradas teorías de la conspiración, tan presentes entre nosotros desde el “compló”.

De la noche a la mañana, rápidos “expertos” en epidemiología, brotaron como virus en correos electrónicos, para dar sus argumentos de conjuras, complots y conspiraciones político-electorales, económicas, internacionales, e incluso hasta terroristas. En todo esto, lo menos que se pueda aplicar es una obligada crítica, un sano escepticismo, no para descreer o desestimar irresponsablemente, sino para dimensionar la gravedad misma del problema, y en consecuencia actuar.

Al respecto, hay que reconocer la acertada actuación del Estado mexicano en general, y no solamente del gobierno a secas. Si algo hemos visto por estos días, es la decisión vertical, puntual y clara de las autoridades. Incluso, por raro que parezca, la auténtica coordinación entre los diferentes órdenes de gobiernos, más allá de partidos y competencias. En consecuencia, el Estado no escatimó en cerrar lugares, limitar tránsitos y parar labores en escuelas y comercios. Quizá algunos vean esto con desconfianza, como bien lo mostraron las encuestas de María de las Heras y las del Gabinete de Comunicación Estratégica, donde un 30% de la población considera que el gobierno oculta información. Sin embargo, las fuentes de información internacional han venido a confirmar la que oficialmente se difunde en el país. La otra parte, la que nos toca a los ciudadanos, también ha respondido inmediatamente, no solamente por el temor, sino también por la prevención, y aunque la medida no es tan efectiva como se cree, el uso cubrebocas, se ha generalizado como signo de participación.

Por otro lado, hay que recordar que el mismo Estado que hace varias semanas era señalado como “fallido”, ahora responde sólidamente como institución. Y justamente, este es el sentido de institución pública que quisiéramos ver los ciudadanos, no solamente en casos de excepción o contingencias como la presente, sino todos los días en los servicios que presta el Estado, en la calidad del gobierno y sobre todo, en la responsabilidad pública para con los ciudadanos.

2 de mayo
El Siglo de Torreón