viernes, 31 de agosto de 2012

Contra los ciclistas o de cómo "sacarrajar" a un ciclista

De vez en vez, siempre aparece algún personaje con una declaración, un ademán o una actitud que nos dice mucho de nosotros como sociedad. ¿Cómo olvidar a San Canaca y su lazo de cochino? ¿Quién no recuerda a las “ladies” de Polanco insultando a la policía? ¿Al despreciable Miguel Sacal humillando y golpeando a un empleado de valet parking? ¿O cómo olvidarnos de Ángel Verdugo, quien llamó en otro momento a aplastar a los ciclistas? ¿Será que en la intolerancia, la abyección o en la estulticia nos sentimos más cómodos? 

Lejos de reconocer, confrontar o aceptar la diferencia, preferimos cortar de tajo aquello que no es como nosotros. Por eso son significativas las palabras de un conductor de radio en Saltillo, Pablo Garduño, quien en su programa del 17 de agosto, apresuró una técnica contra los ciclistas.



La ocasión del personaje fue para comentar la campaña del gobierno federal, Piloto por la seguridad vial, donde el presidente Felipe Calderón insistió en la cultura vial y de último minuto llamó a que los automovilistas respeten a los ciclistas (vayan al minuto 19:40).



No es relevante criticar al presidente, pero consciente de su lugar como automovilista, Garduño cuestionó: “Señor Calderón ¿Las autopistas fueron creadas para los automóviles o para los ciclistas? Perdón eh, discúlpeme pero hasta donde yo sé es para los automóviles. ¿No?”
Pero la sentencia de Garduño, refleja en realidad la prioridad de muchas ciudades en México: “Las calles son para los automovilistas, no para los ciclistas. No le haga caso al señor Calderón”. 
En su comentario Garduño vuelve sobre lo mismo: “No le haga caso al presidente Felipe Calderón, si usted ve a un ciclista en la calle ¡Pítele para que se haga a un lado! Porque las calles son para los automóviles, no para los ciclistas”.

Periodista o no, la estulticia no exclusiva de ningún oficio: 

¿Quieren andar en bicicleta?... En Saltillo hay una ciclovía, ahí si respételo (al cliclista) por favor, pero si usted lo ve en la calle quítelos, ¡sacarrájelos (sic) del lugar! ¿Por qué? Porque esta arriesgando la vida de él y su integridad de usted como automovilista. Porque si el ciclista, hay unos muy burros, se llega a caer y usted lo mata, el que va a tener la culpa es usted por una estupidez de un ciclista”.

La técnica que esgrime Garduño es muy sencilla y singular: “¡Sacarrájelos! Las calles son para los automóviles, no para los ciclistas”

Ya sabemos que en la ciudades mexicanas, como en tantas otras, el automóvil es el monopolio de la ciudad. Son los ciudadanos los que se adaptan al auto, y no el automóvil a los ciudadanos. Por eso siempre se hará un puente, un gran bulevar o un paso a desnivel, antes que hacer inversiones para los peatones y ciclistas. En esa lógica, lo normal es excluir a éstos últimos de las calles. Por fortuna, bajo la supremacía del monopolio, todavía no hemos reformado la constitución para declarar a su majestad el automóvil, como el único digno de transitar por las calles.

A pesar de los Garduños, cada vez más hay grupos organizados de ciclistas como los Bicles en Saltillo o Ruedas del Desierto en La Laguna, dispuestos a reivindicar el dignísimo lugar de peatones y ciclistas en la ciudad.

pd. la increíble defensa de Garduño en su cuenta de Twitter @PabloGCadena:


29 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9157267 

No sólo a balazos

Acta de cabildo, 1917. Fuente: AMT

En diciembre de 1916, Pancho Villa ingresó nuevamente a Torreón. En esa ocasión no venía con un ejército multitudinario para enfrentarse contra el gobierno, simplemente llegó para “saquear” la ciudad. En la toma express, quemó la mayor parte de los archivos de gobierno local. De esa manera se perdió el archivo del ayuntamiento, que se había constituido como tal en 1893. Al siguiente año, el Cabildo dejó su testimonio en una de las actas, donde dio cuenta de las “hordas vandálicas” que destruyeron los archivos. Todavía hoy, en los archivos del municipio, sobreviven algunos papeles y libros con huellas de aquella irrupción violenta. No había copia de los archivos, ni tampoco un mejor resguardo para la preservación de los papeles oficiales. Así se perdieron los libros de cabildo entre 1893 y 1916. Con ello también se perdió una fuente invaluable para conocer la historia de los primeros años del municipio de Torreón.

En febrero de 2011 se anunció el arranque del proyecto denominado Monitor del Cabildo para el ayuntamiento de Torreón. Fue gracias a la apertura del alcalde Eduardo Olmos, que se aprobó el desarrollo y la aplicación del Monitor. Por entonces me di a la tarea de diseñar el proyecto y conceptualizar los principales puntos para ampliar la transparencia a la mayor autoridad del municipio: el Cabildo. Tradicionalmente la recientísima historia de la transparencia en México había insistido en abrir archivos, publicar información en internet y abrir mecanismos a los ciudadanos para solicitar información. Pero en el centro de los gobierno locales, se habían dejado de lado los cabildos. Entonces la carencia llevó a la innovación. En los siguientes meses trabajé en coordinación con los regidores y síndicos, la Secretaría del Ayuntamiento y la Dirección de Informática para desarrollar el Monitor.

La propuesta despertó mucha expectativa, y desde luego no faltaron también las críticas. El proyecto exigió paciencia, constancia, y confieso que en ocasiones hubo momentos difíciles (algunos técnicos, otros administrativos). Finalmente el Monitor se abrió en noviembre de 2011, lo que sentó un precedente en la transparencia gubernamental del país. A través de Monitor los ciudadanos pueden acceder literalmente al cajón de los regidores. No sólo quedan los documentos oficiales, sino que el ciudadano accede a una base documental que le permite conocer y evaluar el trabajo de los regidores y el Cabildo en general. Quien lo desee puede hacer clasificaciones como: la comisión más productiva, el regidor más faltista o incluso conocer cómo se gastan los dineros públicos. 

Ahí están los documentos abiertos para quien busque involucrarse en la corresponsabilidad de la vida pública. Más aún: el acceso virtual nos permite salvaguardar los archivos de un siniestro o un Villa contemporáneo.

Desde su apertura el Monitor ha funcionado de manera regular e incluso ha mejorado palpablemente el proceso de gestión administrativa al interior de la Secretaría del Ayuntamiento. Durante estos meses no podía escribir sobre la aportación del Monitor. Tampoco era el indicado. Ahora el tiempo y el reconocimiento lo permite. El pasado 19 de agosto, el Monitor del Cabildo ganó el segundo lugar en la categoría municipal del Premio a la innovación en transparencia para la mejora de la gestión institucional. Entre 101 proyectos, sólo ganaron 14, entre ellos destaca la experiencia creada en Torreón. El jurado que calificó al Monitor refiere a los principales expertos de la transparencia y gobierno en el país: Eduardo Bohórquez, de Transparencia Mexicana; Sergio López Ayllón del CIDE; Edna Jaime, de México Evalúa; Ricardo Uvalle del INAP; Diego Antoni Loaeza, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; el politólogo Alfonso Zárate; el periodista Gabriel Guerra Castellanos; entre otros.

El premio al Monitor también es buen motivo para reconocer que no todo en Torreón son noticias negativas o lamentables hechos de violencia. Hay talento y capacidad en la ciudad, pero es necesario canalizarlo adecuadamente, fijar agendas comunes y asumir compromisos. Porque más que decir, hay que hacer.

Durante el anuncio del premio, el pasado martes 21, el alcalde de Torreón se comprometió a institucionalizar el Monitor a través de la reforma al reglamento interior. Entonces sí, la aportación a la transparencia no será buena voluntad, sino institución. ¡Enhorabuena!

26 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9156998

Entre Vargas y Calderón


Fin de sexenio. Fin de los privilegios. Dijo, me dijeron. Exhibo, me exhiben. Son ellos, no nosotros. El escándalo de MVS, la concesión, la periodista y todo lo demás, no podía darse en mejor tiempo político. Mejor tiempo sin duda porque el presidente Felipe Calderón ya no pagará ningún costo político por el conflicto. Al fin su partido ya está en el tercer lugar. Él ya se va y por más que se grite y se denuncie, su tiempo ya pasó. ¿Para qué molestarse en contestar personalmente los desplantes de Joaquín Vargas? Dirá: que vayan los segundos al mando, para eso se les paga. La respuesta de la vocera presidencial, Alejandra Sota, situó el lugar de Carmen Aristegui: “es Joaquín Vargas y no el gobierno federal quien atenta contra la libertad de expresión de sus comunicadores”. ¿Se vale todo para mantener la concesión?
Tomado así no sólo parece un favor para La Televisora, sino ciertas facilidades para el próximo presidente: lidiar con el espinoso trámite de quitar una concesión. Desde luego, ya no será él quien pague las críticas, los reclamos, los dimes y diretes. En poco tiempo eso será cosa del pasado. ¡Menos mal que el poder es temporal!
Pero más allá de la superioridad moral que en estos casos suelen presentar los medios, la disputa entre el gobierno y la empresa ha mostrado la naturaleza político-empresarial del conflicto. No es Vargas el primero que se dice víctima de la voluntad del presidente. En 2006, después de la contienda presidencial, José Gutiérrez Vivó, a razón de periodista-empresario, se dijo víctima del veto presidencial y el boicot comercial.

Mientras esta disputa y otras se dan en un reducidísimo número de actores, el resto de los ciudadanos carece de un mercado auténticamente competitivo en telecomunicaciones. Mientras uno le recrimina a otro, el fondo es un Estado mexicano preocupantemente acotado por otros poderes, y no precisamente de interés público.


24 de agosto 2012 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Hasta pronto María


Triste fue la noticia de la muerte de María de las Heras la semana pasada. Se sabía que recientemente su salud había menguado considerablemente, hasta que el cáncer la acabó. Gran encuestadora y pionera de la industria en nuestro país, no puedo ocultar mi admiración hacia su trabajo. Además de seguir con religiosidad la publicación de sus encuestas, antes en Milenio, y últimamente en el diario español El País y Uno noticias. También conservo sus dos libros: “Uso y Abuso de las Encuestas” (1999), y “Por quién vamos a votar y por qué (2006). Más que teoría, ambos libros narran la experiencia y las vicisitudes de encuestar y saber escuchar. Destaca la disputa entre tecnócratas, políticos y encuestadores. 

1988 fue un año decisivo, donde de la mano de Luis Donaldo Colosio, de las Heras aplicó técnicas y desarrolló las propias para conocer las tendencias electorales y los problemas expresados por los ciudadanos. “Ahí entramos en escena los encuestadores; todavía no salíamos en la televisión, ni nos entrevistaban en la radio. Además no había periódico alguno dispuesto a invertir un quinto en nuestro trabajo”.

Para quienes trabajamos con modelos de azar y error, la aportaciones de María para conocer la llamada “opinión pública” dejaron huella en la forma de investigar. Su partida se da en un momento de profundo desprestigio para las grandes casas encuestadores del país, que optaron en su mayoría por la propaganda, en vez ofrecer análisis duros y honestos. Por eso, no fue circunstancial que su última encuesta antes de las elecciones presidenciales del mes de julio, fuera con mucho la más certera. Su resultado quedará para los anales de las elecciones, que a pesar de los encuestadores mañosos, en México sí lo hay serios y comprometidos con el análisis.

De lejos, sus trabajos siempre fueron referencia para la brújula de mis primeros estudios de opinión. Más aun, fue un enorme honor y sobre todo, reto, la comparación de resultados en los cuartos de guerra de varios candidatos donde he participado como encuestador de sus campañas.
Polémica, crítica, cuestionadora. No asumía las encuestas como inamovibles. Advirtió siempre que pudo, sobre los riesgos de confundir la “opinión pública” como “la voz de la sociedad”. Hace años, ante el público lagunero en el Teatro Isauro Martínez, nos recordó esos riesgos.

En su cuenta de Twitter ella se describió como “Encuestadora de oficio, comentarista de radio por afición y tequilera por diversión”. No faltaba humor ni sabiduría proverbial en los informes de sus estudios. En la página electrónica de su empresa, Demotecnia, están compilados un buen número de encuestas realizadas entre 2007 y 2012. Un archivo de referencia para quienes están interesados en las encuestas, y el difícil arte de interpretar entre los ciudadanos y los hombres públicos que toman decisiones.

22 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9156627

domingo, 19 de agosto de 2012

En sentido contrario

A simple vista, el crecimiento de una ciudad como Torreón es signo de desarrollo. Lejos quedó el pequeño núcleo urbano que podía ser recorrido fácilmente a pie. En los últimos quince años creció la ciudad con nuevas colonias, fraccionamientos cerrados y grandes centros comerciales. Difícilmente pensamos en caminar. Al igual que otras ciudades mexicanas, crecemos horizontalmente. Tan plana es nuestra geografía como la arquitectura de la ciudad. Pero ese crecimiento tiene sus límites. Al perder densidad, la ciudad también perdió eficiencia, encareció los servicios públicos y deprimió su centro histórico. Se recorren más distancias, se consume más tiempo y energía. En consecuencia, tenemos auténticas islas urbanas. Inconexas, segregadas y prácticamente alejadas de las rutas de fácil acceso, a no ser que se vaya en automóvil. Bajo ese modelo horizontal, la cobertura policiaca siempre será estrecha.

En esa tendencia de crecimiento no se vislumbra otro camino por ahora. Olvidémonos de la mano invisible, que sólo en la literatura económica tiene crédito. Lo que tenemos en las ciudades es la mano visible, muy visible del gobierno y de otros grupos de la sociedad. Ahí tenemos una de las claves para desarrollo (o subdesarrollo) de las ciudades. Recientemente, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi) en La Laguna, Carlos Anaya Finck, opinó que la política federal para redensificar las ciudades a través de la vivienda vetical, “ha significado un error en las regiones pues no funciona, ya que si bien, se busca una redensificación, se corre el riesgo de que suceda todo lo contrario, es decir, encontrar edificios desocupados ya que no se toma en cuenta el aspecto cultural y la realidad local”.

En ese mismo sentido, Jorge Castañeda, ha escrito en Mañana o pasado (por acá mi reseña), sobre la resistencia de los mexicanos a la vivienda vertical: 

Nadie quiere utilizar el mismo elevador ni la misma escalera, el bote de basura o el estacionamiento, el mismo portero o la misma entrada, los mismo espacios verdes o la misma seguridad… el individualismo mexicano es completamente disfuncional”.

Desde el actual paradigma de ciudad, hemos construido una ciudad disfuncional. Es lo que Onésimo Flores, ha descrito como un “futurama región 4”. La publicación de los últimos indicadores urbanos del IMCO, nos dicen que vamos en sentido contrario. No es casualidad que en dos de los principales índices hay alertas negativas sobre el rumbo de la región. Como ciudad-región nuestra competitividad es media baja. Esto quiere decir que mucho antes están otras ciudades en la mira de las inversiones. Otro dato no menos grave es el alto grado de vulnerabilidad climática. Entre 373 municipios, Toluca y La Laguna ocuparon los primeros lugares de mayor riesgo por el cambio climático. Insisto: en esto no parece haber casualidades.

No obstante la tendencia, hay mucho en lo que sí pueden contribuir los gobiernos locales y los grupos organizados de la sociedad. Desde luego esto implica el compromiso de una agenda regional que trascienda la política. En otras palabras, una mano visible para enderezar el rumbo. ¿Será mucho para los laguneros o habrá que resignarnos con la próxima crisis?

19 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9156360

¿Cuánto se mata en México?

Muchas son las causas de muerte en nuestro país, pero en el ocaso del sexenio calderonista resalta el homicidio doloso como la multiplicación de los males. Sobra decir que entre bandas criminales o abatidos por la autoridades. Lo cierto es la huella de muerte por doquier. Pero ¿cuál es la cifra de homicidios dolosos en el país? ¿Qué sucede con los registros? ¿Qué tan confiables son?


En el último año del gobierno de Felipe Calderón, ya se habla de 60 mil muertes. ¿Pero cuántos muertos son? Ante la constante de muertes violentas, dos periódicos, Milenio y Reforma, emprendieron hace años el registro de homicidios en el país: el violentómetro, el ejecutómetro. Sin embargo, el registro se quedó corto, además de mostrar evidentes diferencias. Luego las autoridades federales presentaron una cifra mayor a la reportada por los diarios. De esa manera, el periodismo mostró sus límites ante el registro de la barbarie. 

Los miles de homicidios llevaron al gobierno a presentar las cifras en el Consejo Nacional de Seguridad Pública. Luego, en un ejercicio inédito de transparencia, se presentó la “Base de datos de fallecimientos ocurridos por presunta rivalidad delincuencial”. De una manera sencilla se presentaron datos desagregados por estados y municipios entre 2006 y 2012. Sin embargo, el registro evidenció diferencias con lo declarado por el CISEN y posteriormente con los registros del propio Sistema Nacional de Seguridad Pública. ¿Con cuál fuente quedarnos?

Veamos un ejemplo. En Coahuila entre 2007 y 2010 la Base de datos reportó en Coahuila 18, 78, 179 y 384 homicidios dolosos. Para los mismos años, la fuente del Sistema Nacional registró 121, 179, 240, 407 homicidios dolosos.Como verán, ningún año de la primera fuente coincidió con la segunda. ¿Dónde quedaron los muertos?
En días recientes, Jaime López Aranda, titular del Centro de Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, reconoció como fallida la Base de datos:  “En mi opinión personal, no como funcionario, esta base fue un muy buen experimento de transparencia, pero fue un experimento fallido. O sea, creo que el Estado mexicano no debe hacer la clasificación de muertos por delincuencia organizada porque desvirtúa profundamente el proceso penal”.

Si ya desechemos la primera fuente oficial, sólo nos queda la del Sistema Nacional, que es más o menos consistente, aún y con la rasuradas que puedan darle las procuradurías estatales. Con todo eso, la cifra de homicidios dolosos ya supera los ¡105 mil! hasta junio de 2012.
Si lo vemos desde la medición de tasas por cada 100 mil habitantes, México está claramente debajo de países como Colombia, Honduras, Venezuela. Pero si observamos lo que pasa en las ciudades y regiones, el problema cobra otra dimensión. Tenemos ciudades entre las más violentas del mundo. Torreón es una de ellas.

Quizá ya nos acostumbramos a la matazón, quizá llegamos a pensar que “es normal”. Curiosamente Juárez registró en junio pasado 49 homicidios, el mes menos violento desde 2008. Torreón fue el extremo con 112. Acaso la mayor cifra de homicidios en el país durante ese mes. No escribo esto sin sentirme profundamente abrumado, sin pensar ¿dónde quedó el Estado?

17 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9156210

A media tabla

Ayer en estas páginas editoriales escribió Gerardo Hernández sobre la decadencia de La Laguna y la crisis de liderazgo. Su texto no podía ser más pertinente al estado de cosas que arrastra la región. Desde hace años que reviso indicadores, estudios y todo aquél material que ayude a situar nuestra región. Debo aclarar que las constantes son decepcionantes. 
Hace tiempo que vivimos estancados y a partir de ahí hemos retrocedido. Literalmente estamos de media tabla para abajo. Sé que lo que escribo parecen opiniones personales, casi como estados de ánimo. Pero es una manera más sencilla de resumir cientos de números, estadísticas, mapas, índices y docenas investigaciones sobre la región. Advierto que como historiador, es inútil añorar el viejo empuje lagunero y los valores de pasado. Ni fe, ni unión, ni esperanza, ni tampoco constancia. Hace mucho que La Laguna dejó todo eso atrás.

¿Una raya más al tigre? El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) acaba de publicar su nueva serie de análisis sobre la competitividad urbana. El índice estudia y compara a las 77 ciudades mexicanas y zonas metropolitanas más importantes del país. De acuerdo con el estudio, esas ciudades concentran al 63% de la población nacional, al 80% del talento y producen cerca del 80% del PIB nacional. Pero ya desde el título del índice, se apunta la tesis del problema: “El Municipio, una institución diseñada para el fracaso”.
 Bajo un acopio sistemático de información se sitúa a las ciudades desde ámbitos como la economía, medio ambiente, sociedad, gobierno, factores de producción, infraestructura, relaciones internaciones e innovación. Las cinco ciudades más competitivas: Monterrey (a pesar de la violencia), Valle de México, San Luis Potosí, Querétaro y Saltillo. Las cinco peores: Chilpancingo, Acapulco, La Piedad, Cárdenas y Río Verde.

En el ranking, La Laguna ocupa el lugar 44 entre 77 ciudades y zonas metropolitanas. Su desarrollo en el entorno nacional es “medio bajo”. En otras palabras, estamos fregados. Hay varias claves en los indicadores que nos expresan con claridad dónde estamos estancados y porqué no avanzamos. En materia urbana, la forma en cómo crece la ciudad es en sentido contrario a las tendencias que integrar las mejores ciudades. Hemos construido una ciudad extensiva que encarece sus servicios. Hace unos días un empresario de la vivienda, autodiagnosticó la disfuncionalidad urbana: en Torreón no funciona la vivienda vertical.

Otra clave para entender el éxito o fracaso de una ciudad es lo que hace y deja de hacer un gobierno local. Cito textualmente: “Para elevar la competitividad de las ciudades del país es necesario contar con gobiernos locales profesionalizados, eficaces y estables, capaces de entregar resultados y de trabajar de manera conjunta con otros gobiernos”. Decir más sería un pleonasmo.

No pretendo abordar todos los ámbitos de análisis, pero prometo abordar en los próximos días el punto de la vivienda en la región, sobre todo en Torreón. Por lo pronto, les recomiendo comparar las ciudades donde vivimos. Vayan al sitio desarrollado por el IMCO: www.comparadondevives.org.

15 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9156006

domingo, 12 de agosto de 2012

Dos Moreiras

Como siempre, los incentivos son a medias. Calderón, además de complicar el ya ineficiente sistema fiscal, mantiene vigente el Impuesto sobre Automóviles Nuevos. Un impuesto que encarece el precio de los vehículos, que al estar incluido en el precio final del vehículo, genera IVA y termina siendo un impuesto que genera otro impuesto, una verdadera incongruencia fiscal” (El Universal, 9-VII-10). 

Las palabras entre comillas fueron escritas por el entonces diputado Rubén Moreira, quien criticó duro la “incongruencia” del presidente Calderón sobre el tema de la tenencia. Con el tiempo, ese diputado se convirtió en el gobernador Moreira II. El mismo que en campaña prometió derogar el impuesto, pero al final, fue igual de incongruente. Sin embargo, las contradicciones de Moreira en el tema de la tendencia son menores y pasan a segundo plano si pensamos en la violencia y la inseguridad que reina en el Estado.

En su momento, el entonces diputado fue un férreo crítico de la política calderonista en materia de seguridad. La calificó como la guerra fallida
El sexenio de Felipe Calderón será recordado por su violencia y los miles de muertos que ha dejado; por una delincuencia que creció exponencialmente, delincuencia que incrementó su poder de fuego por el ingreso al país de armas sofisticadas. Será recordado por la violación sistemática de los derechos humanos. Felipe Calderón pasará a la historia por usar con fines políticos la lucha contra el narco. Su sexenio quedará en la memoria de los miles de huérfanos. Lo vamos a recordar por su necedad de no rectificar en su política de seguridad pública” (El Universal, 23-VII-10).

En su crítica al gobierno federal, el diputado consideró que la guerra está destinada al fracaso
La política de Calderón se encaminó a sacar provecho a los resultados, sin pensar en la posibilidad del fracaso, y en el desprestigio de quienes siguen por lealtad sus órdenes. La lucha contra el narco en los términos que se plantea está condenada al fracaso o cuando menos a prolongarse tanto que por sus costos el triunfo sea pírrico; Calderón, además, fue muy poco claro al fijar metas o definir en qué consiste el éxito, de tal manera que la captura de narcos no significa ningún avance, más aún cuando vemos que la violencia, las adicciones y el trasiego aumentan” (El Universal, 30-IV-10).

Pero en la práctica, ya como gobernador, Moreira II no sólo adoptó el discurso calderonista en su acción de combate al crimen, sino además, siguió políticas similares a las del gobierno federal. Tras las jornada violenta del pasado 12 de julio en Torreón, publicó un tuit que resume política: “Mi pésame a las familias de los policías asesinados en Torreón. Su lucha para evitar que la droga llegue a los niños la vamos a continuar”.



De esa manera, tenemos dos Moreiras. Uno, el crítico de la “guerra fallida”. Otro, el que en las calles continúa una acción similar al gobierno federal. 
“De la seguridad me encargo yo”, a dicho en varias ocasiones. Aunque no es ironía, también nos dice que vivimos en un “Estado fuerte”, no importa que la realidad se empecine en contradecirlo. Pero a estas alturas, el eslogan (“De la seguridad me encargo yo”) sólo aplica en función de su seguridad. 

Fuera de ahí, su desplante discursivo no se ha traducido en un reducción de la incidencia delictiva. Por otro lado, el tiempo de repartir culpas se acabó. En pocos meses Enrique Peña Nieto asumirá la presidencia de la República. Ahora, ¿a quién le echará la culpa?

12 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9155748

Moda colombiana


Está de moda, es políticamente correcto (si el gobernador lo dice), y hasta se toma como paradigma el caso de Colombia en cuestiones de seguridad y “reconstrucción del tejido social” (¿?). Sin duda la experiencia es valiosa, pero no olvidemos que Colombia tiene una tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes mayor que México (UNODC, 2011). En 2010 registraron una tasa de 33 homicidios y en México 18. Como ciudad, Medellín registró una tasa de 87 homicidios en ese mismo año. Torreón pasó de 49 en 2010 a 70 en 2011.

Una reunión más

Hay dos tiempos y dos lógicas distintas. Por una parte, el reloj de la mayoría de los ciudadanos donde el tiempo apremia y la necesidad obliga. Por otro, el reducido grupo de políticos y funcionarios para los cuales el tiempo es una variable a voluntad. Se detiene o se estira según sea el caso. En esa lógica los resultados son irrelevantes. Se den o no… pero ¡el dinero se gasta! 

Ayer se realizó una reunión más de las autoridades para ver el tema de seguridad en La Laguna, en particular lo que se refiere a la zona metropolitana. Ahí estaban los gobernantes y los funcionarios federales, estatales, municipales y todo lo que se pueda. Excepto el secretario de gobernación, Alejandro Poiré, que para la ocasión, es irrelevante su presencia. Nada más impotente que una administración con los días contados.

Para los laguneros el problema de la inseguridad y la violencia lleva años, sobre todo a partir de su multiplicación desde 2007 a la fecha. Pero para los gobernantes, la inseguridad y la violencia es una reunión más. Es cierto, en las calles la escena se repite a diario: el convoy de policías y militares. No obstante la visible presencia, los delitos de alto impacto no bajaron, sino se ¡incrementaron!
El “Operativo Laguna” que convoca a todos los niveles de gobierno no parece ser la medida para disminuir la incidencia delictiva. La cosa sigue tan impune como antes. Me enfoco en dos delitos que evidencian el fracaso gubernamental.

Cada año desde 2007 la tasa de homicidio por cada 100 mil habitantes superó las marcas: 2008 fue peor y así sucesivamente hasta llegar al indecible 2012. Tan sólo ese delito en Torreón, nos catapultó en junio de este año como la ciudad más violenta del país. Más que Juárez, lo que es mucho decir.
Recientemente la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) dio a conocer su nuevo reporte sobre el robo de vehículos. Torreón está entre las quince ciudades del país con más robo violento de vehículos. Pero el reporte de la asociación se queda corto en Torreón, porque no incluye el robo de autos que no están asegurados. En consecuencia, la cifra es ¡todavía mayor!

Aun así, la política más notable de los operativos gubernamentales es la multiplicación de los retenes. ¿Cuántas veces no los han parado? Sin embargo las crecientes tasas de robo de vehículo indican que los retenes no son un obstáculo para ese tipo “negocio”.

Al final, con reuniones o sin reuniones, no parece haber una responsabilidad clara, pero sí muchas autoridades y presupuesto que ejercer. En privado ¿habrán reconocido el fracaso? 
Repito: el sentido de urgencia para los ciudadanos es uno; para las autoridades otro.

10 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9155582

¿Se debe refundar el PAN?

Tras la derrota, diversas voces han planteado la refundación del PAN. La más notable desde la cultura priista, fue la afirmación del “primer panista de México”, Felipe Calderón. Llamó a la refundación a los pocos días de que los electores decidieron mandar al partido en el poder al tercer lugar. Declaró que el PAN necesita ser “reconstruido desde los cimientos hasta la cúpula, piedra por piedra”. Incluso, hasta se propuso una reforma de los estatutos panistas. ¿Pero se debe refundar el PAN? ¿Una refundación piedra por piedra garantiza su permanencia? ¿Será que el PAN perdió porque sus estatutos están caducos?

Lo revelador de las declaraciones de Calderón sobre su partido, no son las afirmaciones que hizo, sino lo que ocultan sus valoraciones. Detrás de la inmediata propuesta de refundación, en realidad esconde la responsabilidad de su gobierno; sobre todo, la contundente calificación que asignaron los electores en las urnas. En el poder, el hombre público suele vivir con facilidad en una burbuja. Sus errores no son sus errores. Reconocer la crítica o hacer autocrítica tampoco es importante desde la investidura. En ese sentido, hay dos caminos que confluyen: repartir culpas o negar la realidad. Para mal, los dos caminos ha cursado el presidente panista.

Calderón señaló que el error de la campaña estuvo en no apostar por el mensaje de la continuidad. Sin embargo, las elecciones demostraron que lo que menos deseaban los votantes era ratificar al partido en el gobierno. ¿En verdad creyó que un legado de violencia era digno de continuidad? ¿Acaso un partido que solapa la corrupción es digno de continuidad?

El PAN es uno de los dos partidos más longevos del sistema político mexicano. El otro es el Revolucionario Institucional. Con esa tradición, buena parte de la historia panista se fincó en la oposición leal (para utilizar la expresión de Soledad Loaeza). Mucho después de 1939 vinieron las victorias de finales de los años ochenta. La década de 1990 los catapultó a la presidencia. El PAN es un partido que está bien fundado. No necesita una refundación, pero sí requiere una reinvención. Un buen camino es la autocrítica. Otro, una agenda colaboracionista con el gobierno a fin de avanzar en las reformas. 

Acaso, a los panistas que sí les afectará la derrota será aquellos militantes que se acostumbraron a la nómina y al abuso de los recursos públicos. A ese panismo le llegó su depuración natural. Al interior, es ingenuo suponer un cambio en los estatutos como vía para recuperar el poder. Además, hace tiempo que el PAN sepultó a los miembros con la suficiente talla intelectual para proyectar una supuesta refundación. Sin duda, el último presidente del partido respetado fue Carlos Castillo Peraza, que en sus últimos años renunció a la militancia, para entregar una lúcida, memorable y honesta crítica del sistema político.

En democracia se gana y se pierde. Eso lo sabe bien en el PAN, y mejor en el PRI. Por eso, la auténtica pretensión de Calderón no está en refundar al partido, sino apoderarse del mismo en lo poco que le queda de presidencia. Desde ahí pretende reagrupar a los miembros para llevar mano en las futuras posiciones de poder. Pero Felipe olvida que sus órdenes y sus acostumbrados manotazos en la mesa ya no tendrán la fuerza del poder que da la nómina. Eso se acabó desde aquel primero de julio en que el PRD le quitó al PAN el segundo lugar. A partir de ahí, Calderón ya no es más que un ciudadano con muchas dificultades para vivir en el país. ¿Tantos guardaespaldas le darán algo de calma?

8 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9155392

jueves, 9 de agosto de 2012

Frases para no olvidar

“La deuda se paga con las participaciones. Los esfuerzos financieros que tenemos, como los recortes de personal y el programa de austeridad, son porque no podemos tirar el dinero” Rubén Moreira Valdés. Vanguardia, 9 de agosto, 2012.  

lunes, 6 de agosto de 2012

Las soledades de Tocqueville

Entre los libros, los cuadernos de viaje me causan particular admiración. Mis favoritos en ese género son los textos escritos por los viajeros del siglo XVI que a la postre inventaron América. Igualmente, los relatos del siglo XIX me parecen admirables. En especial, porque como nos sugiere Marshall Berman, esos textos del diecinueve nos permiten comprender mejor la experiencia de la modernidad.

Recién leí Quince días en las soledades americanas (Conaculta/Aldus, 2008), de Alexis de Tocqueville. A diferencia de sus otras obras indispensables, como El Antiguo Régimen y la Revolución, la cual se puede leer como la mejor explicación a la decepcionante mediocridad de la alternancia en México. O La democracia en América, un extenso clásico que no superan las más sofisticadas investigaciones sociológicas. La soledades de Tocqueville están marcadas por el sello personalísimo del pensador francés. Es decir, nos muestran su temperamento, gustos y disgustos de la civilización europea en América. 


Las breves páginas de las soledades no son un estudio, sino las notas de un viajero que recorre las ciudades norteamericanas y se interna por los boques de los Grandes Lagos.
Así leemos en las soledades: “Una de las cosas que más atraía nuestra curiosidad al venir a América era recordar los límites extremos de la civilización europea… pero en todas partes la cabaña del salvaje había sido sustituida por la casa del hombre civilizado, los bosques talados y la soledad se había trocado en vida”.

Creyendo encontrar en los desiertos americanos la frontera de la civilización occidental, el pensador se lleva una de sus más hondas decepciones. Por eso, no oculta la nostalgia que siente al conocer a los indios americanos. En cada párrafo Tocqueville evidencia una disputa entre lo salvaje y lo civilizado, entre lo antiguo y lo moderno. Sobre lo indios escribe: 


“Es una raza que se extingue, no están preparados para el mundo moderno, la civilización los mata”.

Visto a sí mismo en el espejo indígena, Tocqueville advierte que el prolongado abuso de “los dones de la civilización” llevan a la depravación. En otras palabras, la decadencia.
Al encuentro de un lugareño, el francés le pregunta si debe temer a algunas poblaciones indias en el trascurso de su viaje: 


“Yo dormiría más tranquilo entre indios que entre blancos”. Fue la primera opinión favorable que recibió Tocqueville sobre los indios. Quizá en la actualidad él sería un indian lover.

En algún momento, Tocqueville llega a un pequeño poblado indio donde con respeto conversa con el jefe de la tribu. Es un viejo guerrero que porta con orgullo las plumas de una nación enemiga. Al identificarse como francés, el jefe le contesta que ha oído decir que los franceses eran una nación de grandes guerreros. A petición, el jefe le explica el significado bélico de las plumas y el viajero le pide una para llevarla a su país a que la admiren. Inmediatamente se la quita y luego se estrechan las manos.

El pequeño libro nos confronta con lo moderno, y con todo aquello que elogiamos de nuestro mundo civilizado. Ante la imposibilidad del pasado, todavía resuenan en mi sus palabras:

“Nos embargaba la alegría de saber por fin de un lugar que todavía no ha sido alcanzado por la civilización europea”.


5 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9155090

Herencia calderonista

La principal herencia que deja el gobierno de Felipe Calderón, es sin duda, el grave problema de la inseguridad. Ante la intranquilidad, pareciera que los demás temas se borran. Incluso los ámbitos donde el gobierno dejó cuentas positivas. Sin embargo, lo que pesa, y no por mera percepción, es el deterioro exponencial de la seguridad. El problema no sólo se desató en las calles contra el narco, sino crecieron notablemente otros “negocios” de la delincuencia. Visto así, no sólo quedan los miles de homicidios, sino los robos, las extorsiones, los secuestros y las agresiones en el país. Todo esa economía del crimen creció al por mayor. Para el caso no los inundaré con cifras, pero bien vale revisar las evaluaciones de centros de investigación como México Evalúa, Cidac, ICESI o el Observatorio Nacional Ciudadano. El saldo es profundamente negativo.
Con esa responsabilidad, ayer se celebró la trigésima tercera sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En buena medida, lo que ahí se trata tiene repercusiones nacionales en la política de seguridad.

Después de todos estos años terribles, lo que no deja de sorprender es la lentitud de las autoridades y los raquíticos avances. Al mismo tiempo, se evidencia, como en otras sesiones, la seria carencia del Estado mexicano para construir instrumentos de evaluación. Un ejemplo son las bases de datos que registran los delitos, pero hasta la fecha, presentan inconsistencias y contradicciones. Sí, a estas alturas del partido y con miles de millones gastados todavía no tenemos registros sólidos, qué nos espera en el futuro. Desde afuera, el Estado parece grande y poderoso, pero desde dentro es un máquina obsoleta y oxidada. Ayer la procuradora Marisela Morales llamó a crear al fin una base de datos de ¡huellas balísticas! Ingenuo pensar que el Estado ya la tenía.

En los últimos años se multiplicaron los presupuestos de seguridad pública, y también se multiplicaron los delitos. A todo esto, ¿qué hacen los gobiernos con tanto dinero?

Durante su intervención, el presidente Calderón destacó una reducción semestral de los homicidios. El debate vino después, porque esa reducción, como argumentó Héctor Larios (del Observatorio Nacional Ciudadano), no es significativa estadísticamente. La corrección molestó al presidente, pero se tendría que estar hablando de tasas mayores para destacar una baja importante. Celebrar esa reducción es como pasar de sexto nivel del infiero al quinto. Pero así las cosas…

Un aspecto positivo fue la inclusión de cinco asientos en el Consejo abiertos a los ciudadanos. Para la próxima reunión del Consejo habrá de incorporase un nuevo presidente. La duda es si con el nuevo liderazgo habrá otros resultados. ¡Vaya rifa del tigre!


3 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154909

miércoles, 1 de agosto de 2012

Reivindicar la memoria

Estamos a poco tiempo de cerrar el ciclo sexenal, y como en todo ciclo, surge la pregunta ¿qué hacer con la memoria? Entre las propuestas, se hará un monumento a la memoria de las víctimas de la violencia. Inicialmente, uno de los promotores fue el poeta Javier Sicilia, quien habló de la necesidad de construir un memorial, en aquéllos inolvidables diálogos de Chapultepec. 


La iniciativa quedó en la mesa y finalmente, después de un concurso auspiciado por varias organizaciones de arquitectos, además de la asociación civil Alto al Secuestro, que preside Isabel Miranda de Wallace, dieron a conocer la propuesta ganadora. De acuerdo con la maqueta digital, se trata de una serie de quince muros de acero que rodean una laguna circular en el centro. La propuesta es del arquitecto mexicano Ricardo López Martín y se estimó un costo de 22 millones de pesos.

No obstante, el proyecto del monumento que se construirá en el Campo Marte, ya tiene sus detractores, y sobre todo, fue llamado por el mismo Sicilia, como “un monumento a la barbarie”. A decir del poeta, la obra que no es un memorial, ni tampoco se eligió bajo el consenso suficiente.
Pero independientemente de las diferencias, es significativo que un grupo de ciudadanos promueva un monumento a las víctimas de la violencia. 


En México solemos rechazar la memoria que nos confronta. Nuestros monumentos optan por medias verdades o mentiras tranquilizadoras. Preferimos los héroes unipersonales, pero rechazamos los anónimos. Elogiamos las versiones oficiales en la historia de bronce, pero sepultamos los que nos incomoda. Por eso, en un entorno democrático, lo que menos necesitamos es edulcorar el tamaño del problema que vivimos por la inseguridad, la violencia y las miles de muertes que le suceden. Un monumento a las víctimas, un memorial a la manera en las que otros pueblos han dignificado la memoria, no sólo es un advertencia del pasado hacia el presente. Sobre todo, representa una advertencia sobre el futuro.

No sé si el monumento a cargo del arquitecto López Martín tendrá inscrito los nombres de las miles de víctimas de una “guerra imbécil”. Pero el eufemismo de los “daños colaterales”; los cientos de comunidades lastimadas por el crimen; los enfrentamientos entre bandas; la torpeza de las autoridades que han destrozado vidas inocentes… todo eso, llama a gritos a construir un memorial. Hay tiempo para incluir los nombres. Porque un monumento a las víctimas que carezca de nombres, es tanto como abrir un fosa común para enterrar la memoria. La fosa no necesita nombres, ni reconocimientos.

Tristemente, la huella del gobierno calderonista se forjó desde la violencia y la muerte que sembró el combate al narco en el país. Esa es la herencia más visible del sexenio: una montaña de muertos que se cuentan por miles. Desde ahí no hay metáfora ni alegoría, sino lapidaria realidad. A la distancia, la justificación gubernamental de la guerra terminó en propaganda. En cuanto al balance de las cifras del sexenio, tenemos un saldo claramente negativo en seguridad. Con esa herencia tendremos que lidiar. Lo que menos podemos hacer es quitar el nombre a las víctimas.


1 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154710