viernes, 28 de noviembre de 2008

Claude Levi-Strauss


Hoy, viernes 28 de noviembre, el gran pensador francés cumple 100 años. Es impresionate que un hombre de su talla intelectual, uno de los grandes del siglo XX, siga entre nosotros.

Recuerdo bien una de sus frases:

"El mundo empezó sin el hombre y terminará sin él".

sábado, 22 de noviembre de 2008

El mito de la Revolución


Después de la violencia intestina, del millón de muertos, del asesinato selectivo de los líderes militares, la Revolución Mexicana, así con mayúsculas, fue instituida como discurso, como festejo fúnebre de nuestras glorias. A 98 años de la gesta revolucionaria, retornamos siempre a los desfiles, homenajes y festejos del heroico suceso. Se pronuncian monolíticos discursos, se hacen ofrendas y marchas escolares en torno al mito de la Revolución. ¿Tiene sentido el festejo? ¿Hay motivo para estar orgullosos? ¿Cuál es el balance de la historia? ¿Está México mejor después de la lucha armada? ¿Finalmente, qué es lo que nos queda de aquel difuso, pero bien celebrado aniversario?

Ya lo recordaba bien Octavio Paz, el mexicano vive atado en muchos sentidos al pasado. Más que ver al presente, añora el pasado. Y mientras seguimos festejando, no importa que no quede claro de qué va el festejo, sino de que trata sobre la Revolución, y eso sí lo saben bien los mexicanos. Sin embargo, dos encuestas recientes, demuestran que en realidad los mexicanos conocen poco o nada de la historia, y justamente ahí radica parte de la fuerza del mito. No se conoce, pero se reconoce.

En esta semana se publicaron dos estudios de opinión sobre la Revolución, uno de María de las Heras y otro de El Universal. Por ejemplo, de las Heras encuentra que 62% de los mexicanos piensa que todavía le debemos mucho a la Revolución y aun así, uno de cada dos piensa que en el México de principios del siglo XXI la democracia efectiva todavía es un ideal que no se cumple.
Por otro lado, la encuesta del Universal, demuestra que el 55% de los mexicanos ni siquiera ubica bien la fecha de inicio de la Revolución, pero al mismo tiempo un dominante 75% considera que el movimiento armado cumplió sus objetivos, aunque no se sepan cuáles fueron. ¿Cómo? 3 de cada 4 mexicanos no sabe bien a bien la historia, pero se cree, como acto de fe, que la Revolución cumplió sus objetivos. ¿Y verdaderamente tenía objetivos la mentada Revolución?

Si atendemos al hecho histórico como tal, conoceremos que la Revolución no fue un movimiento sino varios, en ocasiones afines, otras abiertamente contrapuestos. Madero luchó por un cambio político y la sustitución del poder. Zapata y Villa, compartían ideales agrarios, pero tenían motivaciones distintas. El golpe de Estado de Huerta por ocupar la silla terminó por desatar nuevamente la guerra hasta el triunfo de Carraza. Finalmente será el ala sonorense, Obregón y Calles, quienes triunfen e imponga su visión.

Pero quien realmente logró resolver el problema de la violencia, fue Calles con la creación del Partido Nacional Revolucionario (hoy el PRI), en 1929, como un mecanismo para trasmitir el poder sexenal a los caudillos del partido.
Al final, el nuevo régimen revolucionario e institucional, no logró resolver los problemas sustanciales del México Porfiriano. Y si bien, levantó instituciones admirables y alfabetizó a la mayoría del país, no logró establecer una base democrática, ni tampoco un estado de derecho. Mucho menos acabar con la pobreza.

La Revolución Mexicana, argumenta Macario Schettino, no es un hecho histórico, es una construcción cultural, una interpretación interesada de los eventos ocurridos a la salida de Porfirio Díaz, creada por los ganadores de la serie de guerras civiles que le siguieron, para dotarse de una legitimidad que de otra manera simplemente nunca hubieran tenido. El mito de la Revolución no ha muerto, ha escrito Schettino, millones de mexicanos siguen creyendo en él, sin darse cuenta de que la pobreza en que viven es resultado del régimen autoritario que inventó ese mito para mantenerlos engañados. El mito ha sido tan poderoso, que no hay forma de renovar a México sin enfrentarlo. No hay manera de construir un México democrático, competitivo y justo sin destruir ese pensamiento anacrónico y colonial que subyace a ese invento llamado Revolución Mexicana. Y quizá un buen camino para abordar este problema, es reinterpretando la historia sin la ideología del viejo régimen. Releerla y reescribir los libros de historia sería más sano para un Centenario de la Revolución en el 2010, que seguir perpetuando el mito. Es decir, quitar la mayúscula a la Revolución.

No hay mucho que celebrar en el México del siglo XXI, porque los viejos problemas sociales, económicos y políticos siguen ahí como en el pasado “glorioso” que leímos en los libros de nuestra historia oficial. Un Estado mexicano incapaz de instaurar el imperio de la ley o el estado de derecho, es por lo tanto, incapaz de generar una justicia social para los millones de pobres que subsisten a la par del mito.

22 de noviembre, 2008
El Siglo de Torreón

sábado, 15 de noviembre de 2008

Miles de millones


Aunque el título de este artículo hace pensar en un buen libro del astrónomo norteamericano Carl Sagan, siempre con su generoso tono didáctico, en realidad me voy a referir a temas más terrenales y menos astronómicos: el presupuesto en miles de millones que recién aprobó la honorable Cámara de Diputados para el próximo año.
La cifra es astronómica, 3 billones 45 mil 478.6 millones de pesos, o si se quiere, el 23.5% del Producto Interno Bruto en México. Pero, ¿cómo se entiende todo ese dinero público? ¿De qué manera saber que se ese dinero se utiliza adecuadamente? ¿Cuál es el costo beneficio de esos recursos públicos? ¿Cómo vigilar, controlar, transparentar el ejercicio? ¿Hay lugar para la rendición de cuentas?
La ultramillonaria bolsa se repartió para el 2009 en las áreas administrativas del gobierno federal, poderes legislativo, judicial, entidades autónomas, gobiernos estatales y municipales.
Las dependencias del gobierno federal con mayores incrementos en relación al presupuesto del presente año, se concentraron en la seguridad: la Secretaría de Seguridad Pública con 62.2% (832 mil 916 millones 838 mil 380 pesos); la Procuraduría General de la República con 29.2%, o 12 mil 309 millones 857 mil 565 pesos. Le siguen la Secretaría de Desarrollo Social con 25.9% (68 mil 146 millones 568 mil 105 pesos); Gobernación con 25.1% (9 mil 594 millones 007 mil 041 pesos); Economía con 24.8% (14 mil 153 millones 375 mil 103 pesos); el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología con 24.7% (15 mil 474 millones 732 mil 726 pesos); y la Defensa Nacional con 19.4% más (43 mil 623 millones 321 mil 860 pesos).
Sin embargo, y para no perdernos en las cifras, conviene reparar al menos en tres aspectos que ayudan a entender las circunstancias del dinero público.

1
Dentro de todo lo negativo que implica la crisis en el mundo, la Secretaría de Hacienda (SHCP), tuvo el buen tino de preveer dificultades en su momento. De hecho, el secretario Agustín Carstens blindó el presupuesto federal, basado en un precio del petróleo de 70 dólares por barril. Ahora la cifra anda en los 41 dólares. Basta recordar la catástrofe financiera que durante el gobierno de José López Portillo se ocasionó debido al gasto desmedido financiado con la renta petrolera, que luego se esfumó en los vaivenes del mercado internacional del crudo. La historia terminó en una caída abrupta del precio de petróleo, generando una crisis mayúscula a los mexicanos, no sólo al gobierno.
Por fortuna los tiempos han cambiado, y durante los últimos meses la SHCP realizó en los mercados financieros internacionales operaciones de cobertura contra el riesgo de reducciones en los precios del petróleo, con lo cual se protegió el nivel de ingresos petroleros del Gobierno Federal previstos en la Ley de Ingresos de la Federación 2009.
Esta operación funciona como un seguro en el que se paga una prima al momento de su adquisición y en caso de que el precio promedio de la mezcla mexicana, como ahora sucede, se ubique por debajo de 70 dólares por barril, se otorga un pago al Gobierno Federal que compensa la disminución observada en los ingresos presupuestarios.
De esta manera, la cobertura permitió al Gobierno Federal evitar que las disminuciones en el precio del petróleo afecten la ejecución de los programas previstos en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2009. En este sentido, es loable destacar la responsabilidad financiera del Gobierno, lo cual es esencial para mitigar la crisis exterior que afecta al país.

2
Ya se me hacía demasiado bello para ser cierto. Eso de que los senadores reducirían el presupuesto de su Cámara con 750 millones para reasignarlo a otros rubros del gobierno. En plena madrugada, los senadores negociaron con los diputados el regreso de 300 millones para su presupuesto. Los diputados, fieles representantes del pueblo, quitaron 300 millones del ramo 23, en su parte de “Seguridad y logística” para reasignarlos al senado. El hecho sería trivial si México no tuviera los graves problemas que enfrenta contra el crimen organizado y la quiebra de la seguridad que viven muchas ciudades mexicanas. Con seguridad, esta medida aplicada en otro país, en una democracia funcional, les abría costado una elección a los responsables legisladores. Mientras tanto, el electorado mexicano carece de vías para llamar cuentas a los legisladores, por eso no extraña, que representen todo, menos a los ciudadanos.

3
Y ya que hablamos de rendición de cuentas, habrá que recordar que en los últimos años, el Gobierno Federal invirtió la fórmula para favorecer el federalismo y la descentralización. Por lo tanto, hasta un 87% de los recursos que tiene los Estados del país, dependen del presupuesto federal. Sin embargo, lo que se ganó al federalizar, se perdió en límites y vigilancia. Como bien argumenta Jorge Zepeda Patterson, en el libro que coordina, Los Intocables: aumentó la discrecionalidad y opacidad, lo cual supone que el saldo final de la “federalización” ha significado un retroceso en el manejo de los dineros públicos en México. En Coahuila, se ejercerá casi 25 mil millones ¿habrá transparencia?

viernes, 7 de noviembre de 2008

Obama y la democracia en América


Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta. Así comenzó el preciso, entusiasta y bien trabajado discurso de Barack Obama en la noche del martes, después de lograr el contundente triunfo sobre su competidor republicano, John McCain.
Sin embargo, lo relevante de este espectacular fenómeno llamado Obama, no es importante por sí mismo, sino en función de algo más amplio, más profundo. El triunfo de Obama es en realidad una victoria colectiva, no individual. Él mismo en su discurso del triunfo en una plaza de Chicago, remarcó una y otra vez el carácter social de la victoria cuando dice: “hemos sido”, “hicimos”. Y justamente eso es lo que simboliza la crónica del triunfo anunciado de Obama, la renovación y la reivindicación de la democracia norteamericana.

Luego del letargo y deficitario periodo republicano, impulsado con éxito por George Bush, el votante estadounidense avaló no sólo el triunfo de Obama, sino ratificó también el dominio de los demócratas en ambas cámaras del Congreso, esto significa que el proyecto político de los demócratas estará conformado por un gobierno fuerte.
Pero veamos otras lecturas del arribo de Barack al poder de la nación más poderosa. El mito racial se rompió con esta elección. Durante buena parte de su historia, desde el siglo XVIII, Estados Unidos vivía con una sociedad dividida en hombres libres y esclavos negros, después de la abolición de la esclavitud y la Guerra Civil, la situación no cambió mucho, debido a los prejuicios raciales contra los negros. Ya bien entrado el siglo XX y hasta la gestación del Movimiento por lo derechos civiles en los cincuenta, fue cuando se logró hacia finales de los sesenta, el reconocimiento de la igualdad y los derechos. Ahora, en pleno siglo XXI, el votante estadounidense elige a un negro como presidente número 44.

Sin embargo, durante la larga campaña, Barack fue prudente y cuidadoso de manejar un viejo discurso racial, por el contrario siempre insistió en la pluralidad: “es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados rojos y estados azules”.

Otra forma de ver las elecciones de EU es a través de la derrota del candidato McCain y el digno reconocimiento a su rival de elección. Fue emotivo verlo hablar ante miles de simpatizantes en Phoenix, incluso contener el descontento de los republicanos, para luego reconocer que Obama es su presidente. Se trata de una caracterización clara de la cultura política o cívica de los ciudadanos norteamericanos. Es ya un lugar común, pero no trivial, la democracia requiere demócratas para funcionar. Ciudadanos que creen y asumen la democracia como una forma de vida política.
En el terreno de las disputas, finalmente toda campaña no es más que una guerra sin armas por el poder, la elección del pasado 4 de noviembre no fue muy diferente a otras, en tanto que las críticas entre un candidato y otro fueron y vinieron. Me refiero a llamada “guerra sucia” o golpeteo político. Había ataques y respuestas, y más contraataques entre ambos candidatos, y sobre todo de la visible Sarah Palin. En otras palabras, es el votante estadounidense quien decide que tomar y que no, pero en ningún momento existe un gran censor que les diga a los votantes qué pueden ver y escuchar. Derivado de la reforma electoral en México, aprobada el año pasado, los partidos decidieron no más guerra sucia ni campañas negras, y que sólo ellos, como quien trata con un menor de edad, deciden lo que se dice hacia afuera.

Al principio de este artículo mencioné la renovación, como parte notable de la democracia norteamericana, una democracia que viene funcionando y evolucionando desde finales del siglo XVIII. Y precisamente, después de ver la histórica elección, no puede menos que recordar ese memorable libro de Alexis Tocqueville, La democracia en América, escrito en 1835 donde se documenta la cultura cívica de EU y su porvenir, en especial el quehacer democrático de sus instituciones. Durante su viaje por los EU, escribió el intelectual francés: una gran revolución democrática se palpa entre nosotros. La esperanza a la que llama Obama renueva ese sentido del que hablaba Tocqueville. No es por él mismo, sino por lo que implica el conjunto y la posibilidad de un cambio, un New Deal o nuevo pacto. Al igual que en la crisis de 1929, Barack está en un momento decisivo de la historia: “esta noche hemos demostrado una vez más que la fuerza auténtica de nuestra nación procede no del poderío de nuestras armas ni de la magnitud de nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la oportunidad y la esperanza firme”. Lo más difícil, y quizá lo mejor, esté por venir.
4 de noviembre
El Siglo de Torreón

sábado, 1 de noviembre de 2008

Semáforo delictivo




Después del desastre, sobrevino el desgobierno, la confusión, las detenciones, la violencia, el escándalo, el derrumbe. El resto de la historia ya la conocemos. Mientras tanto, directores de Seguridad Pública Municipal fueron y vinieron. Primero fue Alfredo Castellanos; luego el incierto interino, Fernando Sáenz, quien fue relevado por no pasar la prueba; y finalmente, un tercero, Salvador Vázquez, mientras se estabilizaba el gobierno y llegaba el cuarto director, Karlo Castillo, en un lapso de dos meses.
Al final, la decisión para designar al nuevo jefe policíaco, terminó por tomarse en otra parte distinta al municipio, descansando así, la gravidez de la responsabilidad para el alcalde. En lo que va de esta trágica historia, el nuevo mando de la policía de Torreón, Castillo, fue presentado y ratificado por el Cabildo.


Las expectativas en el nuevo director son grandes, incluso, se suele creer, y la esperanza apremia, que el cambio nos llevará a un nuevo escenario de seguridad y resultados.
Es positivo que llegue el nuevo mando, que venga de fuera, y que tenga un canal abierto con las autoridades federales, sin embargo, más que esperar declaraciones como “sentar las bases para la mejor policía del país“, los ciudadanos tenemos que estar alerta de los resultados. ¿Qué diferencia hará el nuevo director de la policía? ¿Cómo medir el desempeño de su trabajo y el de la corporación? ¿Cómo saber que los resultados son relevantes y están cambiando las cosas?
Con director o sin él, el crimen de toda índole no descansa, y más aún, aprovecha los vacíos de poder que deja la autoridad, y vaya que se notó durante los meses previos a la crisis. Lo sucedido durante los últimos meses en Torreón, no se trata solamente de la peor crisis de la corporación, al menos de la historia reciente, sino del terreno ganado por la impunidad, ya tan habitual en nuestra vida diaria. Al afirmar esto, no me refiero exclusivamente a lo que se “percibe”, más bien hablo de comportamiento medible a través de los índices delictivos en la ciudad. En concreto podemos analizar dos delitos de alto impacto por la frecuencia con la que se cometen. Los datos procesados y analizados para este artículo fueron obtenidos de la estadística de la DSPM entre los años 2005 y 2008, por lo que fue posible comparar las medias anual e histórica en los últimos cuatro años.

Los datos para robo a casa habitación y robo a comercios sirven para conocer la geografía del delito y generar dos indicadores perfectamente medibles e identificables. Si revisamos la media histórica que estos delitos han tenido en los últimos años, observaremos que el durante el presente año, han ganado terreno de manera notable en relación a los últimos tres años. Mientras que desde 2005 hasta 2007, los robos a casa habitación alcanzaron un máximo anual de 45 incidencias al mes, durante lo que va del presente año, los delitos se han incrementado hasta promediar 86 delitos por mes. Estamos hablando de que el 2008, vio duplicar lo delitos en relación al máximo promedio histórico desde el año 2005 (véase gráfica).


Fuente: elaboración propia con datos de la DSPM.

Ahora bien, analicemos el delito de robo a comercio. El punto máximo que anualmente alcanzó este delito entre 2005-2007, fue de 56 casos por mes. En lo que va del año, a pesar de que se ha disparado la cifra de robos a comercios, el promedio mensual no ha superado la cifra histórica, pero mantiene 51 incidencias al mes. Lo que llama la atención de la tendencia histórica en comparación al presente año, es que para ambos delitos, previamente graficados, muestran un significativo incremento entre los meses de junio, julio y agosto del actual año, justo durante los meses previos a la crisis en la DSPM de Torreón. (véase gráfica).


Fuente: elaboración propia con datos de la DSPM.

No en balde, el presidente de la cámara de comercio (CANACO), Félix Pérez Murillo exigió resultados inmediatos al nuevo director. ¿Pero cómo pueden saber los ciudadanos que está funcionando adecuadamente la policía? ¿De qué manera podemos llamarlos a cuentas con base a su desempeño?

Una buena herramienta para el caso, es la experiencia aplicada en el Estado de Nuevo León, donde el capítulo estatal de Iluminemos México, gestionó la publicación en la página de Internet, iluminemosnuevoleon.com, de un Semáforo delictivo, con la finalidad de ubicar la tendencia de los principales delitos en los municipios de la entidad. Rojo alerta de que se ha superado el máximo histórico; amarillo, anuncia peligro, y verde cuando el delito ha bajado más de un 25% con respecto a la media histórica de los últimos cuatro años. Esta herramienta permite a los ciudadanos conocer, medir, evaluar y mejorar el desempeño de la seguridad pública.
En el presente año se asignó al sistema de seguridad en el Estado Coahuila, es decir, Procuraduría General, Secretaría de Seguridad Pública y Poder Judicial, 1442 millones de pesos. Si le sumamos 170 más que destinó el Ayuntamiento de Torreón para su policía, tenemos una cifra de 1612 millones. ¿Dónde están los resultados? ¿Cuál es la utilidad social de esos recursos ante la oleada de delitos, secuestros y asesinatos que vive la entidad? ¿Cómo podemos saber los ciudadanos que ese recurso se está reflejando en más seguridad? ¿Dónde está la rendición de cuentas?
Si lo queremos realmente mejorar, lo debemos medir, evaluar. A lo ciudadanos nos corresponde exigirlo.

1 de noviembre, 2008
El Siglo de Torreón