domingo, 30 de junio de 2013

Torreón, propuesta para el cabildo

Como otras elecciones municipales, la figura principal es el candidato. Nadie recibe más atención de los electores, los medios y los mismos políticos, que el candidato. Mucho sobre Jesús de León, mucho sobre Miguel Ángel Riquelme… ellos y nada más son la atención durante el proceso local. Pero poca atención se guarda a quienes acompañan formalmente a los candidatos. No me refiero a sus promotores en las calles, sino a la conformación de la planilla de regidores y síndico. ¿Quiénes son? ¿qué van hacer con los problemas de la ciudad?

Para bien o para mal serán el equipo del próximo alcalde durante los próximos años. Más todavía, serán esos regidores quienes tomen las decisiones más importantes para la ciudad. Desde el presupuesto, la aprobación de impuestos o incentivos fiscales, hasta la regulación del transporte y la movilidad. Lo mismo en otras cuestiones públicas como los espacios públicos, e incluso, ciertas conductas de los ciudadanos. Tradicionalmente se piensa en el alcalde como principal responsable de la administración, pero la máxima autoridad reside en el Cabildo. Algunas veces de manera ejemplar, otras en formas notablemente degradadas.

Muchas cosas hemos escuchado de los candidatos: serán los mejores alcaldes, habrá inversión sin precedentes, se recuperará la confianza e incluso el agua no faltará. La lista de buenos deseos es larga. Las problemas muchos. Los recursos limitados. Pero lejos de pedirles obras de millones de pesos como puentes y más pavimento para los autos, al futuro cabildo le pediría, y desde ahora hago votos, atender los reglamentos del municipio. La finalidad es muy sencilla: actualizar y dejar en concordancia los enunciados de las reglas con las prácticas. Parece mucho, pero les propongo un aspecto en concreto, y nada más.

Derogar el reglamento de anuncios. ¡Sí! Anular ese reglamento para tener congruencia con lo que sucede de facto en la ciudad. En Torreón cada quien se anuncia como quiere, donde puede y cuando quiere. ¿No es algo similar al graffiti o el vandalismo? Cada quien su anuncio, cada quien su rayón. Para eso tenemos el mobiliario urbano al alcance de todos. También incluye puentes, camellones, postes, semáforos, bardas… en el colmo de la aberración, están las palmeras y los árboles. ¡Todo está permitido! La regla general es anunciarse. No importa el lugar, o que se paguen derechos. Por ejemplo, hay un vendedor impune que anuncia “duelas y pisos laminados” por doquier. Cómo vil vándalo ha marcado toda la ciudad. No hay autoridad que lo frene, ni vigilancia que lo pare. Cuando alguien quita sus anuncios, con gran eficiencia los vuelve a reponer. No hay quien le gane. Tanto como un ciudadano que pinta una barda rayoneada, pero al siguiente lunes amanece igual, y así hasta el cansancio. En Torreón se carece de orden y estética. La ciudad de por sí es fea, pero los anuncios agravan su aspecto. Por lo tanto, derogar ese reglamento sería un buen paso para reconocer la anarquía en materia de anuncios. Es el orden del desorden. Por lo mismo, una acción tan sencilla como derogar ese reglamento, nos dejaría en absoluta congruencia con las prácticas ciudadanas. Una ciudad fea de facto, pero no por reglamento.

Próximos ediles, dejen de lado la corrección política de sostener reglamentos inútiles que nadie cumple ni desea cumplir. En mucho mejoraríamos si empezamos por pequeñas acciones. Una de ellas es atender las prácticas. ¿Habrá alguno que le interese?

Posdata
Para quienes gustan de las creencias en tiempos de elecciones, conviene leer a Karl Popper: ¿17 puntos arriba? ¡Qué malos estudios!

30 de junio 2013
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Karl Popper

Otra policía para Gómez Palacio

Esta semana arrancó la nueva policía militarizada en Gómez Palacio. Pero si algo evidenció la crisis de inseguridad en la zona urbana de La Laguna, es la ausencia de visión metropolitana. La coordinación es un decir entre las autoridades, sobre todo, si una es de Durango y la otra de Coahuila. La nueva policía se suma a los esfuerzos fracasados de los últimos años. ¿Qué fue de la policía metropolitana? ¿Cuánto más aguantamos? Ojalá esta vez sí funcione.
28 de junio 2013

De Granier al miserable de Góngora


Al igual que Humberto Moreira, el hombre que estafó a Coahuila con una cantidad inimaginable, la defensa del exgobernador de Tabasco, Andrés Granier, afirma que su cliente es objeto de una “persecución política”, de un linchamiento. El profe le echó la culpa al entonces presidente Calderón, con la enorme diferencia de acá nos dejó a su hermano, por ahora el honorable Moreira II. Pero Granier no tuvo ese tino, prefirió salir de compras a Miami: ahí las consecuencias. Como si el inconsciente lo traicionara, el exgobernador que dejó endeudadísimo a Tabasco acaba de declarar: “No cometí ilícito alguno, hemos pertenecido a familias de solvencia económica y moral”. Sin embargo, este exgobe al que le sobran camisas y zapatos se le agotó el cuento de la salud, el hospital y todo eso de los males cardiacos. ¿Qué no era cáncer de próstata? Al fin se tuvo que presentar a una versión de la justicia.

Una lata, porque nada de eso hubiera pasado si deja un familiar en la gubernatura, pero su partido perdió las elecciones, y entonces, no queda más que pagar un caro abogado (de preferencia mafioso), y tramitar un amparo para la impunidad. La salud es un excusa que no puede durar siempre, por lo mismo, el “defensor” de Granier, afirmó que el delito de lavado de dinero por el que acusan a su cliente, ¡ya prescribió! Según alega que la PGR consideró los ingresos de 2006, antes de que fuera gobernador del estado. Basta ver como las gubernaturas transforman. Ahí tenemos al hijo de otro exgobernador, en este caso de Aguascalientes, quien resultó millonario y próspero empresario tras los años de su padre en el estado, un tal Armando Reynoso Femat. Para empatar el buen gusto, el vástago modeló la misma polo de la Barbie, un risueño narcotraficante que tuvo sus 15 días de fama. Puro art narcó. Pero hay otros gañanes que llegan a ser autoridad, como Genaro Góngora Pimentel, el exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que litiga, echa mano de influencias para encarcelar a la madre de sus hijos y evitar de paso la manutención.

Tanta aceptación encontró su solvencia moral, que hasta un hashtag se ganó en Twitter: #BastaDeGóngoras. ¿Cuántos Góngoras no hemos conocido? ¿Cuántos machitos que se excusan en el “desempleo” para no pagar el mínimo de pensión a las madres de sus hijos? Pero regresemos al mal mayor: los gobernadores. Desde los años de la alternancia panista vino una visible descomposición de los gobiernos estatales. No es casualidad que son los años que coinciden con el boom de las deudas. Ahora acusan a Granier por una cantidad irrisoria: 35 millones de pesos. Insisto, no la supo hacer. Por más de 30 mil millones un profe becado estafó al estado y no pasa nada. Ni un proceso, ni una investigación, nada que moleste sus estudios. Lejos estamos de una justicia que llame a cuentas y castigue. Tan lejos como ciudadanos pasivos que viven al margen de lo que hagan o dejen de hacer sus gobernantes. En Brasil continúan las protestas por la corrupción de su clase política. Acá estamos muy a gusto.

28 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9184757

Brasil, después del fútbol

Perder la opinión pública es un lujo que no pueden darse los políticos. Más todavía, cuando los ciudadanos toman las calles, protestan, se manifiestan por miles. No hay vuelta atrás. Pocos mandatarios en pleno siglo XXI pueden salir a reprimir, incluso a masacrar a los ciudadanos como en Siria (y no importa que la ONU diga algo). Para sorpresa de muchos, Brasil, el BRIC, el país de moda, no sólo tendrá el mundial de fútbol en el 2014, sino además, enfrenta ahora serias protestas de su población, en especial de las clases medias. 

Contrario a lo que se cree, la protesta no vino de los pobres sino de un sector educado de jóvenes con acceso a internet y redes sociales. Ciudadanos de clase media, en un país con millones de pobres, a pesar del conocido éxito de programas gubernamentales como Brasil sin miseria y Beca familia, durante la última década. Lejos de ser mayorías, la clases medias salieron por miles a las calles no sólo a protestar, sino exigir mejores servicios públicos como educación, transporte, y salud. La gota que derramó el vaso fue el pretendido aumento al transporte, y todo esto en medio del fútbol. Sí, ¡el deporte que se juega con los pies!

Brasil es el país donde la religión parece ser el fútbol, pero también es el país donde un segmento de la sociedad reclamó al gobierno la construcción de estadios, en vez de atender los servicios públicos. ¿Dónde hemos escuchado esas historias de desperdicio? Mientras miles disfrutaban de un aburrido juego México-Japón, otros miles salieron a tomar las calles. Escribieron mensajes como: “Un Brasil para todos”; “Dinero para la salud y la educación, no para el fútbol”; “Si tu hijo se enferma lo tendrás que llevar al estadio”; “Brasil se despertó”.

Las instituciones políticas en Brasil también viven bajo un enorme desprestigio: políticos, partidos y gobiernos. El mundial se presentó como un buen espectáculo a favor del gobierno. Ahora las protestas evidencian los problemas. El costo del mundial para el gobierno de Brasil, será de unos 13 mil millones de dólares, más lo que se acumule al próximo año. Ya sabemos cómo se la juegan los gobiernos…
Según un estudio de Ibope, 7 de cada 10 manifestantes cuenta con educación superior, y 75 por ciento de la población en general en el país apoya las protestas. Con esas cifras en contra, más la presión en las calles, al gobierno de Dilma Rousseff no le quedó más que ceder ante los manifestantes y desistirse del aumento al transporte: “la voz de la calle tiene que ser escuchada”.

Como las protestas no terminaron ahí, a pesar de la disposición de la presidenta brasileña, ahora anuncia una reforma política. Los clases medias que se manifestaron no sólo respondieron al aumento del transporte, o criticaron los miles de millones que gasta el gobierno para construir la infraestructura del Mundial de fútbol (la cual será un desperdicio una vez que termine el torneo). Sobre todo reclamaron la corrupción de la clase política y la carga impositiva al segmento. Antes de que aquello se incendie más, la presidenta propuso un plebiscito para una reforma política. En un mes, la asamblea constituyente habrá de incluir los temas de salud, transporte, rendición de cuentas, responsabilidad fiscal y lo más importante: EDUCACIÓN. Una propuesta que en verdad me dio envidia y que había quedado en promesa desde el año pasado en Brasil: destinar el 100 por ciento de los recursos obtenidos de la exploración petrolera a la educación. 

A todo esto, y en México ¿dónde están las clases medias? ¿cuándo tomarán las calles para exigir al gobierno? Menos mal que Marcelo Ebrard propone un debate al presidente. ¡Perdidos al fin!.

26 de junio 2013
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miércoles, 26 de junio de 2013

Usted disculpe


Como en otras ocasiones, usted disculpe. El turno tocó a Grecia, país que parece haber olvidado todo sobre la gloria. Tras años de crisis económica después del bacanal de su gobierno, hoy sabemos que las recetas que propuso el FMI no sólo fueron fallidas, sino erróneas. Usted disculpe. 
Primero avalaron la deuda de su gobierno... hasta dijeron que era sostenible. ¡Vaya broma! La realidad se encargó de desmentirlo. 

Nelson Mandela


Madiba, como le conocen a Nelson Mandela en su tierra, está grave. Aun así, es impresionante que un hombre de su hondura viva  en pleno siglo XXI. Un espíritu extraordinario en tiempos de extravío. 

domingo, 23 de junio de 2013

Torreón, la política y el dinero

Vale recordarlo, porque fácilmente se olvida: en la administración pública los problemas son innumerables y los recursos escasos. Es un axioma que no deben ni pueden olvidar los políticos profesionales. Dicho de otro modo, no hay dinero que alcance. Por lo mismo, el éxito en la política está en mediar entre lo posible y lo deseable. Durante las campañas se sueña, se promete, se expresan muchos deseos y grandes proyectos con tal de ganar el voto. Pero después de las campañas, el ganador tiene que lidiar con la realidad y administrar los problemas. El principal: los recursos son limitados para atender las demandas. Entonces, las palabras planeación y eficacia cobran sentido. Aunque otros, asumen la feliz mediocridad; “ahí que nos lleve la corriente”. En la política se dicen muchas cosas, pero son los recursos lo que hacen posible su aplicación. Muchas son deseables para Torreón, pero ¿cuántas son posibles? Vamos a las campañas.

Me gustó la propuesta de Miguel Ángel Riquelme, candidato del PRI. Es la más extensa y detallada por ejes y temáticas. Su oferta política es más un plan de gobierno donde se enuncian un buen número de acciones, obras, compromisos. Desde pavimentación, ¡modernizar todo el alumbrado! Hacer dos unidades deportivas, más policías que los actuales, otro plan del centro histórico, una escuela de oficios, un metrobús, un museo espectacular (¿?), un añorado instituto municipal de planeación y muchas propuestas más. Hagamos una pausa. ¿De dónde va a salir el dinero? Más aún: ¿cuál es el estado de la finanzas públicas? ¿habrá dinero que alcance si antes no se lo come el gasto corriente?

En el extremo opuesto a la propuesta de Riquelme, está la de Jesús de León del PAN, tanto por orden como extensión. Sin embargo, el candidato del PAN incorporó números a la propuesta: 1700 millones de inversión para los próximos cuatros años. 500 a seguridad pública y prevención del delito. 200 para fomento económico. 500 para agua y 500 más para servicios públicos. ¿Alcanza tanto el presupuesto? Independientemente del candidato que gane, el que llegue tendrá que vérselas primero con la inercia de las finanzas municipales. No sólo lo que se tiene y se debe (en el corto y largo plazo), sino el costo que implicará atender los servicios públicos desatendidos durante varios años. La errática inversión pública resulta en el largo plazo más costosa por lo que dejó de hacer. Qué bueno que en varios foros y dos debates, tanto de León como Riquelme discutieron frente a frente el asunto de los dineros. 

Aunque no es popular hablar de cifras y presupuestos, el punto es primordial si en los próximos años buscan concretar las propuestas. Repito la pregunta: ¿De dónde va a salir todo ese dinero? Quizá habría que empezar por lo elemental: cómo estamos y cuánto se puede invertir. Para los próximos cuatros años, el que llegue tendrá que dedicarse el primer año nada más a ordenar las fianzas y la administración. ¡No es poca cosa! Les planteo a ambos un indicador muy sencillo. Lograr que en los próximos cuatro años se destinen más recursos a inversión pública que a servicios personales. Si se quieren hacer tantas obras para la ciudad, nos urge meter a dieta al gobierno. No pido un sin número de deseos para Torreón. Modestamente prefiero lo que sí es posible. Tal vez hasta tengamos una mejor ciudad.

23 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9184279

Clasemedieros

Ya en el libro Clasemediero (2010), los dos Luises, de la Calle y Rubio, habían advertido que en los últimos años México cambió a un país de clase de media, aunque también señalan que todavía nos falta desarrollo. En la mayoría de los estudios sociales se resalta la pobreza, pero poco a poco se reconoce más a la otra cara de la moneda: los clasemedieros. El punto viene al caso por el estudio más reciente del INEGI sobre las clases medias. De acuerdo a las mediciones, la clase media aumentó en el país. Entre el año 2000 y 2010 ese segmento pasó de 38.4 por ciento a 42.4 de los hogares en el país, es decir, 39 por ciento de la población.  A pesar de que en México predomina la pobreza, 44 millones de mexicanos está en un nivel medio. ¿No es hora de contar y hacer otra historia?
Fuente: Inegi, 2013

En la primera década del siglo XXI las clases medias crecieron casi 4 por ciento. El punto de comparación se observa en el periodo diez años. Con base a la robusta encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares (ENIGH), el INEGI nos ofrece una puntual radiografía del mexicano clasemediero: le gusta salir a restaurantes y gasta alrededor de 4 mil 400 pesos al trimestre en consumir alimentos y bebidas. Cuenta con tarjeta de crédito y abona en promedio mil 660 pesos. Está integrado al mercado laboral formal y trabaja en su mayoría en el sector privado. Su estado civil es casado y conforma un hogar nuclear de cuatro personas. La educación cuenta para este segmento emergente. Estudió principalmente en escuelas públicas y su educación es media superior. Igualmente sus hijos se benefician de la educación pública. Recurre más a créditos de interés social o ayudas familiares para adquirir su vivienda, en vez de ir a la banca comercial. A grosso modo, el mexicano de clase media.

Fuente: Inegi, 2013


Pienso que nos hemos empeñado más en un país de pobres, y en efecto, la mayoría de los mexicanos, 52 millones, está en algún grado de pobreza. Pero la otra mitad de la historia la hacen las clases medias. Mal haríamos en no reconocer el cambio de la última década. ¿Qué falta más? Por supuesto. ¿Qué necesitamos elevar el nivel de bienestar? Sin duda. Pero no ver esos avances, es no advertir que en las próximas décadas México puede dar el paso para tener una línea menor de 50 por ciento de su población en pobreza, y en consecuencia, una clase media mayor que supere ese mismo porcentaje. Domina sí, una visión negativa que suele descalificar esos avances, no obstante los cambios.

A todo esto, regresé al librero por un clásico de la antigüedad que todavía se lee con provecho: La política de Aristóteles. En especial releí el capítulo donde el filósofo hace el elogio de las clases medias como el mejor punto de equilibro para una república. Es su “verdadera base” no dice. Retomo un fragmento: “Es evidente que la asociación política es sobre todo la mejor cuando la forman ciudadanos de regular fortuna. Los Estados bien administrados son aquellos en que la clase media es más numerosa y más poderosa que las otras dos reunidas [alta y baja]”.

Hay mucho en nuestra condición de pobreza que lastima, pero también hay un emergente sector que construye otro México más próspero y educado, más exigente con sus gobernantes y más creyente de su futuro. Sin duda ahí se está gestado otro país.

21 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9184131

Tomar las calles


Antes de la violencia política, está el recurso de salir a tomar las calles. En algunos casos se toman los espacios para evitar más violencia. En otros, es la violencia de Estado la que aviva otras fuerzas e impulsa que los ciudadanos tomen las calles. No hay una fórmula para predecir el comportamiento social, aunque explicaciones no faltan, sin embargo, lo que empieza con la toma de las calles, bien podría terminar en la toma del gobierno. Tarde lo entendieron los otrora líderes árabes. El peor de todos fue Muamar Gadafi que pagó con su vida la soberbia del poder. Durante meses la sorpresa fue la Primavera árabe: cayó Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, y Gadafi en Libia. En cambio, sostenido por China y Rusia, el gobierno de Bashar Al-Assad sigue en pie gracias a un guerra que libra contra su ¡propio pueblo! Incluso se da el lujo de advertir a Europa que no se le ocurre armar a los rebeldes. A los ojos del poder: ¿Qué son 100 mil sirios muertos?

Después de varios años, tocó el turno a Turquía. Un suceso aparentemente trivial desencadenó una fuerza mayor (otra vez las pequeñas cosas). El proyecto de transformación del parque Gezi, que implica quitar árboles, para dar paso a la urbanización basada en la arquitectura otomana. Contra la decisión del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, los ciudadanos organizaron una protesta multitudinaria para defender los árboles y la plaza. Al paso de los días, Erdogan no encontró mejor forma que reprimir, golpear y gasear a los ciudadanos que tomaron la plaza Taksim. ¡Olvídense de la democracia! El referéndum es un decir de la corrección política; no en el gobierno autoritario. Las protestas continuaron y Erdogan declaró perder la tolerancia. Lo que siguió fue reprimir a los manifestantes, encarcelarlos, herirlos. Hasta los mismos ciudadanos improvisaron brigadas médicas para atender a los heridos. Mientras la violencia y los gases lacrimógenos se apoderaron de las calles, en la televisora nacional pasaban el concurso de Miss Turquía y CNN trasmitía un documental sobre ¡pingüinos! Vaya broma. A pesar de la represión, las protestas continuaron entre miles de ciudadanos que salieron a las calles. Qué más podía declarar el primer ministro, sino la acusación de “terroristas, anarquistas, vándalos”. La explicación oficial refiere la teoría de la conspiración para acusar que los manifestantes son movidos por terroristas, medios de comunicación y hasta agentes extranjeros. Imaginación no le falta a Erdogan, ni tampoco ganas meter al ejército si continúan las protestas. Ya amenazó.

Algunos han visto la defensa del parque como la continuación de la Primavera árabe. No obstante de aquel movimiento político que derrocó gobiernos, las protestas han evidenciado que detrás de la buena imagen de un país como Turquía ante la Unión Europea, se escuda un duro autoritarismo con formas de democracia. Es difícil saber en qué terminaran las protestas de estos indignados turcos, pero su mensaje advierte que en pequeños detalles el supuesto equilibrio del poder, es frágil. Tanto como ahora lo muestra las manifestaciones violentas en Sao Paulo y Río en Brasil. De cara al mundial de fútbol, el aumento al transporte trastoca la estabilidad del gobierno al mando de Dilma Rousseff. En la aparente tranquilidad, la protesta llegó hasta el Maracaná. Nuevamente las pequeños detalles. Una plaza, unos árboles, el costo del transporte. Para México, ¿cuáles serán los nuestros?

19 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9183904

¡Aguanta Granier, no te me infartes!


El problema del Andrés Granier no es la deuda millonaria y el desfalco del erario que dejó en Tabasco. Su verdadero problema, es que no siguió la escuela del profesor Humberto Moreira. Acá en Coahuila a nadie agarran. Granier no pudo ni le alcanzó dejar a su hermano, o ya perdida a su mamá. ¡Otra cosa sería! Nadie le andaría contando las camisetas, los cientos de zapatos ni los exclusivos trajes. Nada de eso, tal vez, hasta estudiaría en España una maestría.

Vencimos al desierto

Con frecuencia escucho la expresión “vencimos al desierto”. Se invoca entre los laguneros como una muestra de trabajo, esfuerzo y tesón. En La Laguna las cosas son tan duras, la geografía tan agreste, el clima tan seco, que la frase encuentra visos de heroísmo. Bajo esa condición, para los norteños de esta región, el esfuerzo parece mayor, el trabajo doble y los frutos mejores. De ahí que “vencimos al desierto” tenga una repetición tan entusiasta como extendida. Hasta en las campañas, un candidato irrelevante utiliza la expresión en su propaganda.

Como todo cliché, la frase impide pensar porque ya no es necesario hacerlo. Es un hecho que no requiere mayor comprobación. Así, el lugar común, a fuerza de repetición se toma como una verdad inamovible, como una verdad que no busca revisarse y mucho menos debatirse. “Vencimos al desierto” y punto. La frase en sí indica una gran hazaña, una inmensa proeza. Sin embargo, bajo la apariencia de bondad ocultamos un cadáver. Por eso, cada vez que decimos “vencimos al desierto” no sólo ocultamos una profunda tragedia ambiental, sino hasta nos sentimos grandes. La frase hecha nos impide ver su trasfondo. Negamos la realidad porque decimos que “estamos bien”. ¿Qué caso tiene cuestionar? Tan fuerte lo hemos hecho, que hasta vencimos al duro desierto. Y en efecto, vencimos al desierto, porque sistemáticamente talamos los bosques de mezquite y huizache. Materialmente desarraigamos los árboles. De esa manera, uno de los diagnósticos más recientes para hacer el plan urbano de la Zona Metropolitana de La Laguna, advierte un grave problema de erosión. ¡Y nadie más que nosotros mismos lo hemos hecho! Pero vencimos al desierto porque las lagunas que nos dieron nombre e identidad desde el siglo XVI, son un páramo; un inmenso yermo que forjamos.

Más que vencer al desierto, lo creamos “racionalmente” al cambiar el rumbo milenario de los ríos Nazas y Aguanaval. El problema está nuevamente con la raíz: ¡la cortamos! Por lo mismo, la expresión “vencimos al desierto” denota la soberbia de quien a fuerza de destrucción, se impone (no se integra) a la naturaleza. Afirmar nuestra imposición sobre el desierto significa la arrogancia de una sociedad que arrasa con sus recursos, que no le basta con desarraigar al padre (la metáfora del Nazas), sino agota sus fuentes subterráneas: el acuífero. El desequilibrio ya es mayor, cuando los viejos del agua, nuestros inmensos ahuehuetes, nos advierten que sí vencimos al desierto. ¿Estamos tan sordos qué no escuchamos ni queremos escuchar? Hasta una obtusa canción tenemos para presumir el ecocidio: “Porque así es mi Torreón vencimos al desierto/ cien años es tu tiempo y hoy te cantamos con sentimiento/ Torreón, Torreón, te llevo en mi corazón”. Nada más vergonzoso que la celebración de la derrota en una frase cómplice.

En La Laguna vencimos al desierto, y todavía no hemos aquilatado lo suficiente el fondo de la tragedia. Tal vez, cuando al fin develemos el significado de esas palabras, habremos comprendido la desertificación vencedora. Sólo espero que para entonces no sea demasiado tarde.

18 de junio 2013
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El fin de las libertades





“No soy un traidor ni un héroe. Soy un americano”. La frase no corresponde a una novela de Ian Fleming o de John le Carré, sino a un joven estadounidense de 29 años, Edward Snowden, quien acaba de develar una gigantesca red global de espionaje alentada por Estados Unidos. Pero lo particular del escándalo, no es tanto el espionaje, al fin una práctica usual e inherente al Estado, sino el arrepentimiento de un colaborador. Snowden era un “analista” subcontratado por una agencia de inteligencia del gobierno gringo. En algún momento el joven espía decidió dar marcha atrás y filtró documentos a los periódicos The Guardian y The Washington Post, donde se evidencia un gran programa para espiar llamadas telefónicas, correos, mensajes y cualquier cosa que pase por compañías como Google, Apple, Microsoft, Facebook y Skype. En pocas palabras ¡todo! Pero si creíamos que las peores manos están en el gobierno, esas empresas globales no sólo lo superan, sino hacen realidad la distopía imaginada en 1984. La tecnología rebasa a la literatura. Acaso, de vez en cuando, hay alguien que rompe o se suicida. Al igual que Bradley Manning, el analista militar en Irak que filtró miles de documentos a WikiLeaks, Snowden aparece como un tránsfuga. Un héroe posmoderno. Un anormal que decide romper el pacto.

El escándalo ya tiene proporciones suficientes para ratificar a Barack Obama como el tipo carismático y cool que sostiene la guerra, Guantánamo y una estructura orwelliana de dimensiones insospechadas. Ya en el camino del escándalo, el multicitado libro de Orwell escaló las ventas en Amazon y Barnes and Noble.

Paradójicamente, por más fuerza que tuvieron los Estados a lo largo de la historia, siempre había zonas infranqueables hacia las personas. Estados tiránicos, dictaduras militares, poderes autoritarios, pero ninguno como ahora, encontró en los gobiernos democráticos, los medios más eficaces para invalidar las libertades. Nada se acerca tanto a lo imaginado por el autor inglés, como esta red global que quiso abandonar Snowden. Hace tiempo que Daniel Bell habló de las contradicciones de la sociedad posindustrial y la era de la información. Estamos conectados en una sociedad global. Pero la modernidad que tanto se empeñó en defender la individualidad frente a la comunidad, terminó anulada por una omnipresente escucha global. ¿Tendríamos que sorprendernos? De alguna manera hay forma de acotar un Estado. Nixon fue pillado y depuesto de la presidencia por expiar a la oposición. Pero cómo acotar empresas que superan el tamaño y los recursos de muchos países. 

¿Quién sanciona a Google, Apple y demás monstruos del mercado? Sencillamente no hay forma.
Quizá la revelación de los secretos quede como un escándalo temporal en los medios internacionales. Con el paso de tiempo ya nadie hablará del espionaje, la intervención de la privacidad y el fin de las libertades. Sin duda para entonces, tendremos una vida más cómoda.
Posdata
En México no necesitamos gran tecnología ni demasiada sofisticación. Podemos pedir una orden maciza y el padrón del IFE. ¡Cuál privacidad! Usted pase y compre las bases de datos.

14 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9183456

¡Vicente Fox marihuano!


¿Vicente Fox pacheco? ¿Vicente Fox tronándosela? ¿Vicente Fox grifo? ¡Para nada! El ex presidente mexicano es fiel a su tradición de publicista. Hombre simpático, dicharachero, hablador. En pocos palabras, un genio de la comunicación involuntario. Como sabemos, Vicente tiene algunos años insistiendo en cambiar el paradigma sobre las drogas. Curiosamente, su propuesta no está tan fumada. Se trata, eso sí, de una tendencia que poco a poco gana adeptos entre políticos, académicos y consumidores organizados de varios países. En Estados Unidos hay 18 estados que han legalizado no sólo el consumo, sino hasta la producción de drogas. Más reciente, los ciudadanos de Colorado votaron el sí (51%) a las drogas, lo cual ya ha impactado en la reducción del precio de la marihuana en ese país. Para los que no se han enterado, por aquello de la moral y las posiciones personales, la portación de droga en México está regulada en pequeñas cantidades: ¡es legal la pachequez!

La marihuanada de Fox es una posición que pide un cambio de paradigma. No el de la guerra contra la drogas que impuso a sangre y fuego Estados Unidos. Fracasos monumentales como el de Colombia y México, evidencian un mal todavía mayor de esa política punitiva. En conferencia en Seattle, Fox abogó por el cambio de enfoque, e incluso, a pregunta expresa, hasta se animaría a producir mota, una vez fuera legal.

Seguí con atención varias entrevistas y no sólo las declaraciones aisladas que llamaron la atención de los medios. Contrario a lo que podría pensarse, máxime por las puntadas en su sexenio, la propuesta fue articulada con la tendencia en Estados Unidos. El argumento de Fox fue bastante coherente, tanto como el discurso latinoamericano que poco a poco empieza a emerger, y que encuentra en el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, a uno de los más lúcidos promotores del nuevo paradigma. El triunfo del carrujo legal en el país vecino parece ser la mayor transformación de drogas entre México y Estados Unidos. No la lucha armada que ha dejando un país herido y profundamente lastimado. Hay que leer con atención el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre “El problema de las drogas en las Américas” (2013). No es la condena ni el combate violento lo que se propone; tampoco cierra los ojos ante el daño de las drogas en las personas. Sin embargo, el informe advierte un mal mayor en la tendencia actual del combate. Además, presenta escenarios hacia el 2025. Cito algunas preguntas de los escenarios: ¿Cuáles son las oportunidades y los desafíos actuales? ¿Cuáles son las oportunidades que podríamos tener y los retos que tendríamos que afrontar en el futuro? ¿Qué opciones tenemos? ¿Qué es lo que debemos hacer para enfrentar mejor el problema de las drogas en las Américas? Después de todo, Vicente Fox no está tan pacheco. Quizá sólo esté apuntado lo que en las próximas décadas podría ser visto como normal.

12 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9183251

Torreón alternativo

Más fácil es resaltar lo negativo de una ciudad como Torreón, sobre todo por los últimos cinco años que han sido demenciales. Mala prensa nos sobra, y qué decir de lo que encontrarán en las hemerotecas los historiadores en el futuro. Y aunque parece que la ciudad al fin encuentra un poco de calma, todavía ronda en las calles la inminencia de la violencia. Sin duda estamos en durísimo tránsito a un futuro mejor. Sin embargo, más allá de la nostalgia sobre el pasado idílico y glorioso de la región (no sólo de la ciudad), está nuestro presente. En los últimos años poco a poco han emergidos grupos que representan lo mejor de la sociedad lagunera: esperanza, dignidad, orgullo, ganas de recuperar la ciudad. Ruedas del Desierto y Moreleando son dos ejemplos palpables, alentadores. No son los únicos, pero sí bien visibles y transparentes. No es casualidad que grupos ciudadanos con ese espíritu afloren en tan difíciles circunstancias. No verlo, es no entender a la ciudad, ni sus cambios.

De las ciudades laguneras, Torreón es la ciudad más alternativa. Las más dada al cambio. Tan sólo en política, lo cual ya es mucho decir por la desconfianza hacia la autoridad y los políticos, los ciudadanos de Torreón están más cerca de la alternancia que de la permanencia. Desde hace tiempo que esta ciudad no es priista ni panista. Eso sí, según el humor, la preferencia de los ciudadanos y los resultados del gobierno local, a veces está el PRI, otras el PAN. Pero lo relevante es el cambio por el apremio o castigo. En 1996, Jorge Zermeño del PAN abrió la brecha de la inédita la alternancia. Luego sucedió Salomón Juan Marcos por el PRI. Le siguió Guillermo Anaya del PAN y continuó José Ángel Pérez por ese mismo partido. Para 2009 regresó el PRI con Eduardo Olmos a la cabeza. En menos de un mes sabremos del nuevo rumbo.

Como en cada elección, los partidos políticos hablan de estructura, voto duro y movimiento territorial. Pero si un sello se desprende desde de la década de los 90 a la fecha, es que Torreón en una ciudad alternativa por sus ciudadanos. Por supuesto no todos, pero sí los suficientes para oxigenar la política. Esos ciudadanos alternativos son los han subido han subido al PRI y también lo han bajado. Son los que le abrieron la puerta al PAN y también lo echaron. Son los electores más interesantes por críticos, por infieles. Saben que pueden ratificar al partido en el poder o sencillamente quitarlos con su voto. Desde luego, hay quienes desprecian la democracia, las elecciones, el voto. Pero no reconocer en la alternancia un valor, es comprender muy poco de las sociedades modernas. Esa pequeña virtud pública está bien arraigada en Torreón, pero ausente en otras ciudades laguneras, como Gómez Palacio (¿nos deparará pronto alguna sorpresa?). Lerdo y San Pedro de las Colonias son alternativas excéntricas. La primera entre el PRI y el PAN; la segunda entre el PRI y el PRD. En estas circunstancias, la elección de Torreón me gusta por competida.

9 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9182986

Lo que ELLA quiere

Con frecuencia, la visión de unos se suele confundir con la de todos. Pero lo que vemos no es necesariamente lo que todos ven. Creemos, suponemos: un error muy frecuente entre los noveles de la política. Que en La Laguna tengamos algunos grupos a favor de la conformación de un nuevo Estado, no significa en automático que el punto sea, el punto de la mayoría de los laguneros. Hace uno días, mi estimado compañero del periódico Milenio, Eduardo Holguín, respondió a mi texto, “Preguntas para Ella” (2 de junio, 2012).

El primer punto de la crítica de Holguín se refiere a la relevancia de juntar 500 mil firmas, para “mostrarle a los legisladores y a las autoridades del país que queremos ser nosotros mismos los forjadores del buen futuro de la región”. Pero incluso, aunque juntemos 1 millón de firmas en apoyo a la creación del Estado de La Laguna (Ella), la irrelevancia sería la misma. Seguramente esas miles de firmas llamen la atención y hagan ruido de vez en cuando en los medios nacionales, pero institucionalmente no hay en nuestro sistema político validez para esas firmas. Podemos juntarlas a favor o en contra de una causa, nada lo impide, sin embargo, ante la ausencia de mecanismos de democracia directa, sencillamente esas firmas son irrelevantes. Referéndum y plebiscito no existen en nuestra constitución. Por eso, al archiconocido periodista, Pedro Ferriz de Con, lo mandaron “por un tubo” con su iniciativa de eliminar a los diputados plurinominales. El periodista de Grupo Imagen juntó 4 millones de firmas. Por entonces, el presidente de la Cámara de diputados, Carlos Ramírez Marín, declaró: “Los diputados, sin lugar a dudas, la tomarán en cuenta”. Tan la tomaron en cuenta, que mejor la mandaron a la basura. En otras democracias, con mucho menos firmas, hasta pueden correr a sus legisladores. No es nuestro caso para incidir en el gobierno.

Pero vamos a suponer que dentro de unos años, los laguneros que tanto desean un Estado, quedamos de acuerdo para anular el voto en las elecciones de gobernador. Un voto en blanco generalizado sería un claro rechazo a las capitales de Durango y Coahuila. En 2010, votaron en las elecciones locales, 107 mil ciudadanos en Gómez Palacio, y 45 mil en Lerdo. En 2009, 43 mil ciudadanos votaron en Matamoros, y 232 mil en Torreón. En suma 427 mil votos que podrían ser anulados para mandar una contundente señal política. Para decidir sobre el futuro de la región no necesitamos 500 mil firmas, ni tampoco un Estado. Tampoco pienso que “es la primera vez que La Laguna está de acuerdo en algo”, como se afirmó en la entrevista con Ferriz de Con. Mucho antes de pretender un Estado, los laguneros hicieron grandes empresas comunes para beneficio de la región. No necesitaron firmas para hacer un puente, o una carretera para unir Lerdo, Gómez Palacio y Torreón. Sencillamente lo hicieron. Independientemente de Ella, no tengo duda de que pequeñas acciones en común entre los laguneros, podría hacer una mejor región. Y conste que no hablo de un Estado.

7 de junio 2013
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Torreón en busca del alcalde

Ayer comenzaron las campañas en Torreón. ¡El clima está que arde! Y el camino rumbo a las elecciones también. Aunque la campaña es corta, y todos los candidatos presentan una buena imagen hacia los electores, en realidad, lo que se disputan es el poder. Son varios candidatos de diversos partidos, pero seamos prácticos. En Torreón existen dos partidos: PAN y PRI. A partir de ahí, ambos se han turnado la alcaldía. Los demás existen por la bondad y gracia de nuestro sistema electoral: léase los contribuyentes.

Aunque la política está desprestigiada, los candidatos todavía importan porque dentro de un mes elegiremos a la autoridad más inmediata, y al fin, la más importante para una ciudad. Olvídense de los diputados, el presidente de la República que está muy lejos, o el gobernador, que por lo general gobierna para la capital. En Torreón, una mayoría relativa de ciudadanos elegirá en las próximas semanas una propuesta de 4 años. Es un matrimonio donde no hay divorcio. Así la obsolescencia de nuestro nuestro sistema político.

En Torreón sólo hay dos candidatos: Jesús de León Tello por el PAN y Miguel Ángel Riquelme por el PRI. Tengo mi dudas de que el partido que representa Raúl Sifuentes, el Movimiento Ciudadano, pueda lograr una duradera tercera fuerza electoral. Porque lo relevante no es una elección, sino lo que sigue después: la continuidad. Aún así, en cuatro semanas pueden pasar muchas cosas. Hoy estás arriba y mañana abajo diría el famoso florentino. La campaña es para cambiar o permanecer. A Riquelme le conviene permanecer: mantenerse. A de León le urge cambiar, ganar electores. En su mensaje, Riquelme volvió al “sí podemos”, pues sabe que la ciudadanía está deprimida y necesita esperanza. Él se presenta firme como su propuesta de gobierno. Por el contrario, de León llama a hacer la diferencia con la inercia del gobierno local priista: “Ya no más” lo dice todo.

En el camino hay diferencias entre un candidato y otro; también hay coincidencias. ¿Pero votamos por programas o por humores? ¿Por simpatías o malestares? La clave parece estar en los sentidos. Otros mal dirán que en las despensas. No lo creo. Por lo pronto, ayer arrancaron las campañas y así estaremos un mes. Hay propuestas interesantes que fueron retomadas a su vez: un BRT o metrobus; la avenida Morelos peatonal, un instituto municipal de planeación, más policía con esquema militarizado, un observatorio ciudadano. También, ante la inercia, está lo básico: pavimento, alumbrado, agua. ¿En verdad el presupuesto de Torreón alcanza para tanto? Tiempo habrá para comentar en próximas columnas los detalles de las propuestas, los pormenores y por su puesto las polémicas. Vayan a www.chuydeleon.mx y www.riquelmepresidente.mx.

5 de junio 2013
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Preguntas para ELLA

El tema no es nuevo. Desde hace tiempo que diversos grupos han buscado la conformación de un nuevo estado en la República: El Estado de La Laguna (Ella). Recientemente resurge, pero ahora con otra cara y recursos, una agrupación que busca la conformación de Ella. Para los promotores del Estado 33, se trata de retomar el esplendor perdido, de integrar una región que durante siglos tuvo gran auge, ya fuera por la vid, o por el algodón. También, la conformación de Ella sería una respuesta al olvido de las capitales de los estados de Coahuila y Durango. Y en efecto, tenemos un claro desequilibrio presupuestal en la inversiones de los gobiernos estatales hacia a las ciudades laguneras. Es cierto que desde Saltillo o Durango, poco les importa lo que sucede en Torreón o Gómez Palacio, pero tampoco parece importarnos mucho a nosotros. Cito tres casos. Lejos de unificarnos, el problema de la inseguridad nos ha replegado, nos ha hecho más disfuncionales. Tenemos una débil cultura cívica: si las ciudades están notablemente sucias es por la cantidad de ciudadanos que tranquilamente ven en cada calle un basurero. Alentamos problemas con la legalidad, basta ver el enorme número de laguneros que abraza con gusto la ciudadanía Onapaffa, es decir, la ciudadanía pirata.

Ahora bien, ¿Ella es anhelo de muchos o de unos cuántos? Sin duda hay aceptación en la zona urbana de ciudades como Torreón y Gómez Palacio, pero ¿qué piensan los de Viesca o Nazas? ¿También ellos quieren a Ella?

Si bien, la constitución prevé la creación de nuevos estados, 500 mil firmas o más no son relevantes para el Congreso de la Unión, por una sencilla razón: no hay ningún mecanismo institucional que así lo avale. Además, antes de ir al Congreso, habría que ir a los congresos estatales de Coahuila y Durango. Ella no es tan fácil como parece. Más que deseo, requiere política, mucha política. pero luego decimos que nos somos políticos.
¿Dónde estaría la capital, en Torreón, Mapimí o Cuencamé? Ya mejor ni pregunto quién sería nuestro gobernador. Aunque la idea de Ella suena atractiva, tengo mis dudas de que exista un gran acuerdo social al respecto. Una cosa es opinar, expresar un sentimiento; otra muy diferente es dimensionar con datos duros. ¿Dónde está la evidencia del apoyo?

Pero no nos engañemos con Ella, la evaluación al Fondo de la Zona Metropolitana de La laguna (Secretaría de Hacienda: 2010) demuestra que los recursos metropolitanos no se han ejercido en proyectos ¡metropolitanos! Eso sí, entre los laguneros tenemos muchas islas. Allá cada quien la suya. Antes de Ella, no está mal reconocer que hemos sido incapaces de estar de acuerdo en temas estratégicos para la región. Una operación auténticamente metropolitana mejoraría sensiblemente la vida de los ciudadanos. Pero hemos sido incapaces de integrar temas como el agua, el transporte, la basura o sencillamente los horarios para consumo de alcohol. Ni que decir de las tristes policías. Nuevamente somos varias islas. Hace años, le cuestioné al entonces diputado Carlos Bracho, el punto de Ella en el Congreso. Me comentó que no era tanto por pensar que se lograra el estado, sino porque el planteamiento permitía empujar otros temas. Al poco tiempo Bracho fue uno de los artífices del reconocimiento de la Zona Metropolitana y la asignación de recursos.

No pienso que sólo los laguneros entendemos a los laguneros, y que en consecuencia debemos promover un Estado. Hay que ser menos egocéntricos y más críticos en esto de Ella. Aún así, a pesar de las dificultades para lograr el estado 33, Ella puede ser un buen motivo de presión hacia las autoridades políticas, pero sobre todo, debería de ser un buen encuentro para dejar de ser islas.

2 de junio 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9182306

Hoguera de las redes sociales


Mejor pensarlo dos veces antes de cualquier desplante, prepotencia o ridículo. Twitter, You Tube o Facebook están para atestiguarlo. Como si fuera leña, cada vez que aparece un personaje en escena, las redes se encargan de incendiar. Personajes como la senadora del PRD por Quintana Roo, Luz María Beristain, son puro combustible. Por más sencillo que parezca, el silencio es una virtud para el hombre público. Por lo mismo, no deja de sorprenderme como el escarnio puede prolongarse por días, e incluso semanas. Máxime si el personaje en turno insiste en hablar.

Impunidad y prepotencia ya teníamos como parte de la irremediable condición humana. Ahora, la diferencia con los medios tradicionales, la hacen las redes sociales de manera horizontal. En potencia, cada teléfono conectado a una red, se convierte en una especie de Big Brother al alcance de todos. La redes son una auténtica palestra, pero también, muchas veces, la crítica, la indignación o la condena termina en la hoguera virtual. Quizá la influyente senadora la piense dos veces antes de volver a montar una escena como la del aeropuerto. Para agravar el asunto, la indignada, después del maltrato y la vejación de la senadora a la empleada de la aerolínea, fue ¡ella misma!

Tal vez parezca anecdótico e inútil atender los desplantes de los hombres públicos, pero en el fondo es revelador no sólo de los políticos, sobre todo de lo ciudadanos. Al final, los políticos reflejan a la sociedad a través de ciertas conductas, comportamientos y regularidades. ¿No hay así ciudadanos que se comportan como patanes, que agreden a otros ciudadanos, que sobajan, que alardean de influyentes?

Y vaya que entre broma y broma la verdad se asoma. Irónica, la otrora señorita Yucatán, 1984, comentó: “Que se abra la Fiscalía Especial para Atender las Agresiones contra los Políticos. Porque por diez políticos que han procedido mal, ya hay una satanización en contra de la clase política y ahora todos los políticos somos víctimas de acoso, que nada más están viendo en qué momento te resbalas”. Lo sintomático del caso, no es la pésima broma de la Fiscalía, sino que quien se encargó de “satanizarse” fue ella y nadie más; no los medios, que simplemente reprodujeron hasta el cansancio la escena, y de paso encontraron un blanco perfecto: #LadySenadora en Twitter.

Con facilidad, quien llega a la política se siente diferente, incluso superior a los demás. Unos son de primera, otros de segunda. No se trata, para seguir con la defectuosa pregunta de la senadora: ¿quién defiende a los políticos? Sino de quién defiende a los ciudadanos de los políticos. El poder cuando está solo, tiende por naturaleza al abuso. Sin actores o ciudadanos que los acoten, la ocasión favorece los excesos. Por lo tanto, Beristain exigió con prepotencia por ser “autoridad”. En ese orden, la autoridad es la excepción a la ley, el camino para romper la reglas, la justificación para lo injustificable.

A decir de Henry Kissinger, “el noventa por ciento de los políticos dota al otro diez por ciento de un mal nombre”.

Y luego, todavía se indignan...

31 de mayo 2013
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9182143