miércoles, 23 de agosto de 2023

Quemar libros

 


Ya lo sabemos, la historia se repite. Cambian los personajes, las formas y el tiempo, pero el drama humano permanece. En días recientes, la polémica sobre los libros de texto se acompaña de expresiones tajantes. "Totalmente mal hechos". Dado el recipiente, la afirmación evidencia el contenido del personaje. Otros califican a los libros de "ideológicos" y "comunistas". Los más atrevidos, llaman a mutilar, arrancar hojas, e incluso a quemar. ¿Qué sigue? Profético, el poeta Heinrich Heine, apuntó un siglo lamentable: "Allí donde se queman los libros, se acaba quemando personas".

Sin embargo, las protestas no son nuevas. Nacieron con la producción de los libros oficiales, cuando se creó la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos en 1959 (Conaliteg). Era la época del Estado fuerte y autoritario, al mando del presidente Adolfo López Mateos, quien encargó al Secretario de Educación, Jaime Torres Bodet (hombre notable), hacer los libros de texto para las escuelas del país. El reto no fue menor. A su vez, la historia unió fértiles destinos en los gobiernos postrevolucionarios. En su administración, el presidente Álvaro Obregón, nombró al filósofo José Vasconcelos, Secretario de Educación en 1921. Asumió su misión a la manera de cruzada cultural. Con más intuición que método, había la necesidad de alfabetizar a la población. Por entonces las cifras eran pavorosas: 71 por ciento de los mexicanos no sabía leer ni escribir.

Apóstol de la educación, Vasconcelos promovió la impresión de una serie de libros clásicos, con su famosa portada verde oscuro. Las colecciones de Lecturas clásicas para niños son memorables, y guardan actualidad. Se imprimieron tirajes de 20 y 25 mil ejemplares por libro, mismos que se distribuyeron gratuitamente. Así llegaron a muchos rincones del país, ejemplares de Platón, Homero, Esquilo, Eurípides y otros clásicos. En suma: que la falta de libros no fuera pretexto. El joven Torres Bodet fue secretario particular de Vasconcelos en la Universidad Nacional y esa experiencia lo marcó, hasta que el alumno superó al maestro. En su papel de Secretario de Educación (1958-1964), procuro dar orden a través una Comisión especializada: Conaliteg. Para el caso nombró al escritor Martín Luis Guzmán, por su amplia experiencia editorial. Las portadas de los primeros libros fueron ilustradas con héroes de la Independencia y la Revolución, por David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro, Alfredo Zalce, Fernando Leal y Raúl Anguiano. Destaca en particular, la portada de 1962, hecha por el artista Jorge González Camarena. A la larga, esa imagen de la madre patria sosteniendo la bandera, se volvió un símbolo del imaginario nacional. ¡Qué época! Grandes educadores, artistas y políticos en pro de la educación nacional.

Por primera vez el Estado pudo instrumentar una política general y unificada para la educación pública y privada del país, lo mismo en ciudades que en comunidades rurales. Los libros fueron gratuitos, únicos y obligatorios. Sin embargo, la promoción de la educación por parte del Estado a través de los primeros libros de texto oficiales, tuvo numerosas críticas, acusaciones y señalamientos. Las menos, por faltas ortográficas. Lo cierto, es que esos primeros 19 libros publicados entre 1960 y 1961 se hicieron en un tiempo récord y reafirmaron el papel central del Estado en la educación. Por supuesto, la política no gustó a ciertos sectores, que calificaron la propuesta de monopolio. El Partido Acción Nacional vio en la mano estatal un "totalitarismo educativo", con libros "socialistas" contrarios a la fe cristiana. La Unión de Padres de Familia protestó contra los libros de texto gratuitos, por considerarlos inconstitucionales (no leyeron el artículo tercero); además, expuso que "las mentes infantiles quedarán a merced de los vaivenes políticos e ideológicos, antipedagógicos… fracasarán como en la Alemania nazi y la Rusia soviética; coartan la libertad de enseñanza (Excélsior, 1960)".

El cardenal de Guadalajara, José Garibi Rivera, pidió a los padres de familia, velar por la educación, llamó a los profesores sectarios y exigió remedio a una situación "en sumo grado perjudicial". ¿Leer hace tanto daño?

Por su parte, la Barra Mexicana de Abogados criticó el carácter monopólico de los libros, "único, uniforme, y obligatorio, menoscaban la integridad de la familia y sus deberes educativos e impiden el libre acceso a la verdad".

No sólo hubo críticas, sino manifestaciones y protestas en varias partes del país. En Monterrey se afirmó que los libros "tienden a orientar a los educandos en la ideología marxista". En Obregón se manifestaron contra el "comunismo" en la educación. Otra crítica se centró en la explicación del ciclo reproductivo de la vida, pues la Unión de Padres de Familia consideró que la educación sexual es derecho de la familia, no de la escuela, y mucho menos del Estado. Desde un principio, los libros de texto gratuitos estuvieron rodeados de duras críticas. Para 1970, el analfabetismo disminuyó al 25 por ciento de la población. Sin duda, aquella política educativa del Estado logró resultados favorables para el país, en un México lejano a la democracia y las libertades. Vuelvo al punto inicial: cada vez que se renuevan los libros de texto, regresa la polémica, a veces con razón, otras sin ella.

El Siglo 

22 de agosto 2023

https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2023/quemar-libros.html

martes, 8 de agosto de 2023

Un tiro en el pie

 


Entre los bordes de aquí y allá, de un lado y del otro, Estados Unidos y México, pasan con facilidad de la integración al rechazo. La frontera es el drama cotidiano, donde los sueños se contraponen violentamente. Como hermanos enfrentados, a veces las diferencias se dan en forma de leyes, otras en muros, alambre de púas, y la más nueva: boyas en el río Bravo o río Grande, según se vea. Pese a la cantidad de obstáculos, pese a los peligros de cruzar el desierto, miles y miles de migrantes buscan pasar. El sueño de una vida mejor los lleva a jugarse la vida misma. Tan sólo en el año 2022, murieron 830 migrantes al tratar de cruzar la frontera.

El tránsito hacia el otro lado, va de los Juegos del hambre a La Purga. Quizás las películas sean una exageración, pero también representan una actitud hacia los otros, en este caso, los migrantes, no vistos como personas, sino enemigos a eliminar. Las políticas más recientes impulsadas por los gobernadores de Florida y Texas (ambas entidades con una profunda raíz hispana), reflejan el extremo de lo que el filósofo Achille Mbembe, acuñó como la necropolítica: ese poder de hacer morir y dejar vivir.

En el primer caso, el gobernador Ron DeSantis, más radical que su contrincante Donald Trump, lo cual ya es mucho decir, impulsa sin cortapisas disputas públicas. Se va contra las minorías sexuales y lanza una campaña bajo la frase lapidaria: "no digas gay". El mundo del gobernador no está en Disneylandia, por lo mismo, su lucha está contra la "ideología woke". No contento con sus peleas, también se va contra los migrantes sin papeles. Miles de ellos forman parte activa de la economía del estado, ya sea en la construcción o en los campos agrícolas. La promulgación de la ley migratoria SB-1718, no sólo criminaliza a los migrantes, sino a las empresas que los contraten. De ahí para arriba, todo lo que apunta a los migrantes podrá ser perseguido y penalizado punitivamente, como si se tratase de objetos peligrosos. La nueva ley es un tiro en el pie para el estado. La ley entró en vigor el pasado primero de julio, aunque Florida también vive de los migrantes. Sin embargo, la discriminación y el racismo ya le pasó la factura a DeSantis, quien se ha desinflado en las preferencias rumbo a las elecciones presidenciales. Prácticamente, los republicanos prefieren a Trump. ¡Vaya ironía!

En Texas, el odio del gobernador Greg Abbott hacia los migrantes, lo llevó a un absurdo peligroso. Colocar boyas en el río Bravo. Al gobernador no le importa la ley, ni muchos menos los tratados internaciones de límites entre ambos países, su propósito es frenar el paso de los "ilegales". Sus acciones buscan combatir la ilegalidad desde la ilegalidad. No se trata de la opinión de quien escribe, sino de la demanda que ya entabló el Departamento de Justicia del gobierno de Estados Unidos contra Texas.

La fiscal general adjunta Vanita Gupta, expresó en un comunicado: "Esta barrera flotante plantea amenazas para la navegación y la seguridad pública, y presenta preocupaciones humanitarias. Además, la presencia de la barrera flotante ha provocado protestas diplomáticas por parte de México y corre el riesgo de dañar la política exterior de Estados Unidos".

La realidad cotidiana en la frontera agrega un capítulo más a la saga republicana de la Purga. El cerco de púas y boyas en el río Bravo no sólo tienen la función de contener o disuadir, sino hacer daño. Para no ir más lejos, es odio a los migrantes como política institucional. Todo esto me recordó al Gringo viejo de Carlos Fuentes: "Hay una frontera que sólo nos atrevemos a cruzar de noche: la frontera de nuestras diferencias con los demás, de nuestros combates con nosotros mismos".

El Siglo 

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