lunes, 20 de octubre de 2014

Guerrero en llamas


Era junio de 2013 y ante los medios dos hombres sonrientes se abrazan y posan frente a la cámara. Es el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre y el cantante Luis Miguel. Por entonces se anunció un cara campaña para promocionar la imagen del estado, no obstante que el municipio de Acapulco desbancó a ciudad Juárez como el sitio más violento del país, lo cual ya es mucho decir. Ahora, la viva imagen del gobierno es un edificio en llamas. ¿Para qué sirve un gobierno así?
 15 de oct 2014
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1047472.ciudadanos-onappafa.html

Ciudadanos Onappafa II

Más que los políticos, son los ciudadanos los que dan contenido a la política. Prácticas, formas y expresiones perfilan la cultura política de una sociedad. Bien dicen, que no hay democracia sin demócratas. De la misma manera, son las prácticas de los ciudadanos las que afirman una cierta cultura cívica, unas relaciones socialmente compartidas. Así, la calle como espacio común, define la manera que en los ciudadanos asumen la política. por ejemplo, la limpieza de una calle depende más de los ciudadanos, que de las autoridades. Y vaya que las diferencias se notan cuando comparamos ciudades o colonias dentro de una misma ciudad. ¿Por qué unas son limpias y otras no? Igualmente cuando observamos el comportamiento vial entre automovilistas y peatones, damos cuenta de los valores que imperan en el espacio público. No se trata de una disquisición filosófica, sino en concreto de un respeto mínimo en el constante tráfico. ¿Han observado cómo en la ciudad los automovilistas no respetan siquiera las cebras que demarcan los pasos peatonales? Desde esas prácticas, tampoco extraña que en Torreón, 1 de cada 4 ciudadanos utilice indebidamente el espacio reservado para discapacitados en los estacionamientos (Enadis: 2010).
Si hay un ejemplo por excelencia que define los valores de los ciudadanos en una ciudad como Torreón, no son las desairadas elecciones, sino la amplia aceptación de portar en los automóviles placas ilegales. Sí, placas piratas bajo el emblema de la marca registra (no es broma), Onappafa. En los últimos años se multiplicaron las "placas" onappafas, y ya en el colmo de la semántica, hasta "copropafas" aparecieron. ¿Cuántos autos con placas piratas circulan por la calle? ¿Cuántos más bajo el sello de "amparados"? ¿20 o 30 por ciento de los vehículos en la ciudad? Lo significativo de esas "placas" es la aceptación bien extendida y hasta orgullosa de la ilegalidad en las calles. En otras palabras: ciudadanos Onappafa. ¿Quiénes son? Ciudadanos que exigen derechos, pero no quieren obligaciones. Ciudadanos que desean mejores calles, pero no pagan impuestos para mejorarlas. Ciudadanos afectados por la inseguridad, pero indignados porque la autoridad quiere aplicar la ley. Ciudadanos que se creen más "listos" que los demás, porque no pagan la tenencia. Ciudadanos dispuestos a romper la ley, pero exigirla cuando se trata de su problema. Ciudadanos disfuncionales que reflejan gobiernos disfuncionales. El "detalle" de las placas habla mucho de nuestros valores cívicos en la ciudad. De nadie más, más que de nosotros mismos.
Ahogado por la falta de dinero, el gobierno de Coahuila impulsó una reforma al código penal, para ahora sí proceder contra los onappafas. Ante el nuevo operativo, uno pensaría que ahora sí el gobierno va a meter orden, y ojalá así sea. Sin embargo, bajo la presunción de que se trata de otro operativo más, los ciudadanos onappafa saben bien que siempre habrá forma de darle la vuelta a las obligaciones. Si el gobierno aprieta, entonces las organizaciones presionan hasta hacer de los operativos, un esfuerzo irrelevante. Al mismo tiempo un gobierno que renuncia a sus deberes termina por alimentar el círculo vicioso. Lo grave del asunto es que en la calles siempre habrá, bajo esas reglas del juego, motivos para doblar la ley. Entonces ¿tendríamos que sorprendernos de la inseguridad que nos agobia? Es curioso cómo el gobierno mide con distintas varas. Mientras ciudadanos onappafa señalaron en las pancartas de protesta, "otro moreirazo", el mismo gobierno ha dejado impune la megadeuda. ¿Será que también tenemos un gobierno onappafa? Todo parece indicar que sí.

15 de octubre 2014
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1047472.ciudadanos-onappafa.html

Cuando despertó, la violencia todavía estaba allí


Como una mala película de terror, se repiten las escenas de barbarie y violencia. Justo en el año de las reformas, cuando nos dijeron que todo iba ir mejor, que al fin México se mueve, la realidad parece anclarnos. No se trata solamente de casos aislados, de eventos o hechos esporádicos en algunos estados.Tampoco se trata, como tantas veces se dijo en el sexenio calderonista, de criminales contra criminales, sino de la amenaza a la sociedad misma. Cuando por fin las cosas tomaban mejores rumbos, una matazón nos recuerda donde estamos. Cuando por fin el gobierno logró cambiar la narrativa de la violencia por las reformas, una serie de ejecuciones como las ocurridas en Tlatlaya por el ejército, empañan el camino. Y las cifras, por más rasuradas y arregladas en algunas procuradurías estatales, muestran aumentos de robos y secuestros. Aunque los homicidios bajaron en el país, no bajó así la impunidad de los criminales que marcan el camino en estados como Michoacán, o que deciden terminar con docenas de normalistas en Guerrero. Ni qué decir de Tamaulipas.
Desde antes de la toma de posesión como presidente, Enrique Peña Nieto logró cambiar el discurso oficial, antes dominado exclusivamente por la inseguridad. Así se pasó a un discurso de optimismo con un endeble contenido, pues las reformas todavía están por verse en acción. A través de las archinombradas reformas se suplantó aquella terrible narrativa de robos, secuestros y muertos. Pero la realidad no cambió. Sin embargo, como advertimos en aquel momento, dejar de hablar de un problema, no es resolverlo, ni tampoco componerlo. De esa manera, a la vuelta de dos años y ante la expectativa de reformas como la energética, la violencia reclama su lugar en el discurso. Ante los terribles sucesos en Iguala, el presidente no le quedó más que regresar a un tema que ya se creía olvidado en la narrativa oficial.
Michoacán o Guerrero acusan una descomposición mayor donde el crimen tomó los gobiernos. A pesar de que lo negó una y otra vez, el mejor ejemplo es Fausto Vallejo. Egidio Torres en Tamaulipas conduce un gobierno de palabra, porque en los hechos, en el estado mandan otros. Ángel Aguirre, tan brabucón con los medios y la crítica, sólo contará los días para que su gobierno termine después de Ayotzinapa. Por lo pronto, el gobierno federal ya envió a la precaria Gendarmería a apagar el fuego en Iguala. Pero lejos de sorprendernos que un alcalde esté coludido con el crimen, sólo ratifica la película de terror que aún no termina en varios sitios del país. Entonces el problema no sólo era de partido, o de que se fuera del gobierno un hombre como Calderón, que basó su legitimidad en policías y militares. En el sexenio anterior vivimos una violencia sin precedentes de la cual todavía no nos reponemos. A pesar de la gravedad del problema, hemos avanzado muy poco en construir instituciones sólidas y eficientes para impartir justicia. Tal vez ahora tenemos un gobierno más ordenado en su control de medios y opinión pública, pero en lo que respecta a la seguridad, la herida sigue peligrosamente abierta.
Muy eficiente ha sido el PRI para ganar elecciones, aunque no queda claro que sea eficiente en una de las funciones primordiales del estado: la seguridad.
Tlatlaya y Ayotzinapa son dos extremos que enfrentan al gobierno de Peña Nieto. Está claro que la estrategia de sacar del discurso la inseguridad llegó a su límite, porque la violencia lo sobrepasó. Habrá quien en medio de todo esto piense en las elecciones y la disputa por el poder. Desarticulado el PAN como oposición y ahora el PRD con el caso de Guerrero, el camino queda libre para un partido único. Aun así, estamos lejos como lo evidencia el gobierno actual, de garantizar la seguridad. No necesitamos recordar las cifras: la impunidad está tan presente ayer como ahora. Cuando despertó, la violencia todavía estaba allí.

8 de octubre 2014
El Siglo de Torreón 

Barril sin fondo


El gobierno de Coahuila anunció la contratación de un nuevo crédito para pagar más deuda. Como un alcohólico que no puede dejar de beber, la autoridades del estado nos hablan de 2 mil millones de pesos más para pagar las deudas con proveedores. ¿Y los 35 mil millones de Moreira I no fueron suficientes? Como mal parroquiano, las finanzas estatales se definen por "la última y nos vamos", o "que tanto es tantito". Desde su adicción, el alcohólico sigue y sigue, al igual que la cuenta. En estado actual de cosas Coahuila no puede solventar más gasto, por la sencilla razón de que todo lo tiene comprometido. Después de tanta negación, Moreira II bien podría reclamar el dinero que saqueó Villarreal y compañía. Pero claro, eso sólo pasa en Estados Unidos. Nosotros somos especiales.

Día mundial sin auto

Los cambios también empiezan por los mensajes y las pequeñas acciones. El lunes pasado el colectivo de mujeres ciclistas "Bicionarias Laguna" invitó a los alcaldes de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo a realizar acciones con motivo del Día Mundial Sin Auto. Algunos servidores públicos fueron en bici a su trabajo, otros compartieron el coche, e incluso, el alcalde Luis de Villa, se fue caminando al trabajo. El objetivo fue dar un descanso al automóvil y hacer conciencia de ciudades más humanas e incluyentes. La movilidad es fundamental para espacios más equitativos y eficientes, pero la mayoría de los presupuestos públicos se destina a los automóviles, que sólo transportan a la tercera parte de la población. En consecuencia pagamos por una exclusión urbana de peatones y ciclistas. Ya es hora de equilibrar la cosas.

El Siglo de Torreón 24 de sept 2014
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1040405.de-moyotes-mosquitos-y-zancudos.html

Fina persona


Con razón de sobra, nuestros políticos son el centro de las críticas, el repudio y hasta los males públicos. Ese discurso está bien aceptado en la opinión pública, de tal forma que cuestionarlo es inadmisible. En la avasallante lógica de la colectividad, los culpables son ellos y nadie más. Sin embargo, para decepción de ese pensamiento, los políticos no son los únicos actores en la vida pública, y no siempre, son los más decisivos. Tampoco, para desilusión de los críticos, son los únicos responsables de eso que llamamos política. Con desdén suele decirse que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Pero como bien apunta Antonio Navalón, tenemos los gobiernos que se nos parecen. Frecuentemente aquellos hombres que despreciamos hasta la ignominia, no vienen de fuera de la sociedad, sino provienen de la sociedad misma. Cuando señalamos a los diputados como representantes del desprestigio público, señalamos también a la representación de los ciudadanos de tal o cual distrito en país. Pero lejos de haber un ruptura entre unos y otros, como sugiere la crítica convertida en cliché, hay una cierta congruencia entre las prácticas políticas de ambos. No es solamente que el político al obtener el poder se transforme, sino que sus prácticas para bien o mal, reflejan un mismo piso compartido con los ciudadanos. De nadie más. A los nombres particulares, sean regidores, diputados o distinguidos gobernadores, lo que se corresponde son una serie de prácticas compartidas que se aceptan y se reproducen. No descubro nada nuevo, más bien trato de describir la correspondencia que hay entre políticos y ciudadanos. Más que hacer una distinción, habría que empezar por reconocer un piso común. La crítica más recurrente supone una separación de ambos. Unos, los ciudadanos, son puros. Otros, los políticos, son el mal. No obstante, cada vez que apuntamos de los hombres públicos sus vicios, errores o corruptelas, habría que dar un paso atrás para comprender, no las diferencias, sino la congruencia de las prácticas. De esa manera, encontramos cotidianamente similitudes que no deseamos ver, porque al final es más sencillo culpar a unos, que aceptar lo propio. Así, es más revelador de nuestra vida pública lo que hacen los ciudadanos, que los representantes públicos.
Recientemente, tras el huracán que afectó a Baja California, se evidenció en extremo el comportamiento de los ciudadanos. No de todos, pero sí de una significativa masa que se apoderó de las calles mientras el caos reinó en la ciudad. El paso de "Odile" causó graves daños, pero esa fuerza natural mostró que al no haber autoridad todo está permitido. En consecuencia se generalizaron los saqueos y la rapiña en los comercios. Pero no se trató solamente de "recolectar" alimentos o agua para la supervivencia, sino de ir por televisores, cerveza y hasta artículos navideños, como quien prepara con antelación las fiestas. Al mismo tiempo, en las colonias de Los Cabos, también se organizaron defesas contra los delincuentes que más tarde volvieron a saquear comercios. Bajo cierta variante, "Odile" también convocó a Fuente Ovejuna. Con el pretexto de la masa anónima saquear se volvió común. En un acto de congruencia, Joaquín Téllez Álamo, coordinador de Protección Civil en el municipio de Cabo San Lucas, salió del anonimato de la masa. Su domicilio se convirtió en bodega de motocicletas, refrigeradores, estufas, camas, bicicletas, aparatos electrodomésticos, y hasta muebles de salas. El hombre hizo su propia tienda departamental, según mostró la Procuraduría General de Justicia de Baja California, quien detuvo a la fina persona. Sólo falta que el ayuntamiento le otorgue un bono de productividad.
Pero dejemos las eventualidades climáticas, porque es en el día a día cuando los ciudadanos demuestran el contenido de la política. Más vale que no nos sorprendamos.


El Siglo de Torreón
1 de octubre 2014

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De moyotes, mosquitos y zancudos


Por estos días, nada más lagunero que los moyotes. Nada más íntimo que su presencia. El asunto podría parecer trivial, hasta que las picaduras nos recuerdan una fina violencia. No sé cuántas veces he sido pinchado desde que empezaron las lluvias, pero la cuestión ya toma importancia cuando las marcas muestran su territorio. En sigilosa advertencia, escuchamos un ruidillo zumbado las orejas. Basta con un solo moyote para arruinar la noche. Pero no importa la hora, al fin las picaduras están a la orden del día. Hay algo omnipresente en ese ejército con alas. Si creíamos habernos librado de alguno, siempre queda el lugar para otro, otro y otro.
Tras un año notablemente lluvioso en la región, lo cual es mucho decir en nuestros páramos y ardientes yermos, los moyotes se han vuelto nuestros más fieles seguidores. La vida florece con el agua y con ella un crecimiento exponencial de hambrientos mosquitos. Así, las lluvias nos dieron tregua con el calor, no así con los millones de zancudos.
Hace unos días, Macario Schettino, quien para su suerte vive en México, me preguntó con desconcierto: ¿qué son los moyotes? Mosquitos, zancudos o moyotes, aquí no nos queda duda del significado, ni de su insistente existencia. En la capital del país, otrora sede del imperio Mexica, se perdió en el tiempo el uso de la palabra náhuatl: móyotl. Para los chilangos moyote es un vocablo incomprensible. Para los laguneros es una aguda presencia.
El escritor Saúl Rosales nos dice en su último libro, Jales sobre el habla lagunera, que la palabra moyote es un tesoro literario. Además, tenemos que agregar: también es un dolor de cabeza. Rosales nos explica que móyotl, convertida en moyote, es esa palabra que abandonó el mundo Mexica y encontró perdurable acogida en la Región Lagunera. Esta es una comarca no náhuatl en su origen, pero sí dotada de condiciones ambientales más que propicias para la sobrepoblación veraniega de los "mosquitos zancudos" mencionados por Bernardino de Sahagún. En una suerte de identidad cotidiana, cada vez que pronunciamos la palabra moyote, traemos al presente, la herencia tlaxcalteca en La Laguna.
En la desesperación por tanto moyote, mi buen amigo Heriberto Ramos, nos recomendó la planta Citronela para ahuyentar, no sé si los malos espíritus, pero al menos a los mosquitos. Quizá, de ahora en adelante necesitemos en la región una política pública que haga de esa planta, la más querida planta lagunera. A la par de las palmeras y mezquites, tendríamos abundantes Citronelas en camellones y jardines públicos.
Hace tiempo, Javier Leyva, hombre apasionado de los cactos, la historia y su comunidad, me compartió aquella terrible historia, de cómo durante años, el abuso de pesticidas y químicos en el campo lagunero, arrasó no sólo con las plagas, de paso mató a la fauna. Así se exterminaron parvadas vitales para la región. Como un principio torcido, al eliminar un mal, se provocó otro mayor. Esparcidas desde los cielos, toneladas de DDT rompieron la cadena alimenticia de las aves y también acabaron con ellas. Finalmente regreso al principio. Con los moyotes, los laguneros tenemos literalmente un lazo de sangre. Por aquí y por allá ya somos parientes.

El Siglo de Torreón
24 de sept 2014
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Recuerdos de la deuda


Cada 16 septiembre, las fiestas patrias son motivo de días inhábiles en el trabajo, descanso para los niños en la escuela y repetidos "vivas" para México. Pero dejemos las conmemoraciones y festividades nacionales, porque nunca falta la resaca tras los aniversarios. Durante los años setenta del siglo pasado celebremos y celebramos hasta que la resaca nos llevó a la cruda realidad. Eran los años donde se descubrieron nuevas fuentes de petróleo en el país. Por entonces el presidente José López Portillo, un hombre que defendió el peso como un "perro", informó a los mexicanos que ya no éramos un país pobre, sino que había que "administrar la abundancia". ¡Viva México! Y el futuro corrió por cuenta de los "veneros del diablo". Con ese optimismo gubernamental gastamos y gastamos lo que todavía no teníamos, hasta que la fiesta se acabó.
Al igual que el clima, los aires internacionales cambiaron y los precios del petróleo derrumbaron las abundantes expectativas, pero ya nos habíamos endeudado. De paso, la economía mexicana también se derrumbó. Luego vino Luis Echeverría y otra crisis nos alcanzó. Fue la secuela perfecta de una película de terror. No obstante, la tragedia económica no venía desde afuera, sino del gobierno mismo. Otra vez los efectos de la fiesta nos afectaron. A la distancia, un escritor de la onda, bautizó aquellos sexenios como la "docena trágica". Sin embargo, los problemas de la deuda no acabaron ahí. Un buen día, un presidente pelón, carismático y reformador, terminó su sexenio quebrando el país. La causa, según se dijo, fue un "errorcillo de diciembre". Más mal no nos podía ir, y al fin tuvimos una tregua para los sexenios de Zedillo, Fox y Calderón. En ese inercia positiva, la deuda pública se mantuvo a niveles razonables, sin que el gobierno fuera esencialmente problema para los ciudadanos.
Enrique Peña Nieto, el presidente que logró el paquete de reformas más importantes en los últimos 18 años, recibió un gobierno con finanzas públicas sanas. Desde el año pasado, rompió una regla de la ortodoxia financiera. Su gobierno contrajo deuda para financiar el gasto. En 2013 el déficit fue de 4.1 por ciento del PIB. Tanto, como en los exuberantes años setenta. Este año, nuevamente el gobierno federal volverá a contratar deuda. Es decir, vamos a pagar la operación del gobierno con dinero prestado.
Para el gurú de la Secretaría de Hacienda, Luis Videgaray, el país "todavía requiere de un impulso contracíclico para lograr llegar a los niveles de pleno empleo, de ahí que en este momento el no utilizar el déficit público probablemente sería un acto de gran irresponsabilidad".
Desde esa política, parece que en este momento no vivir de prestado sería irresponsable. ¡Cómo han cambiado los tiempos! En el pasado, México vivió muy malas experiencias con el manejo de la deuda pública. Quiebra tras quiebra, aquellos gobierno dejaron un profundo retroceso que sólo agravó desigualdad y pobreza. En los años recientes, nuestro país fue reconocido internacionalmente por el buen manejo de las finanzas. Tras las crisis global de 2008, México pasó bien la tormenta, no así la endeuda economía gringa, además de un buen número de países europeos. Quien dijera, a la vuelta de los años, sí hicimos bien la tarea. Por segundo año consecutivo el gobierno anunció más contratación de deuda. Ahora de 3.5 % del PIB. Si bien es cierto, actualmente no tenemos un problema con la deuda, experiencias en el pasado nos llaman a desconfiar. Hacienda acaba de proponer el paquete económico para 2015 con más déficit. La razón se justifica porque busca "suavizar la trayectoria del gasto y no afectar la dinámica positiva que ha venido observando la economía mexicana" (Comunicado de Hacienda, 14-IX-2014). En cuestión de días, Hacienda dice una cosa, pero el Banco de México dice otra. De esa manera, el Banxico volvió a recortar la previsión anual del crecimiento para el país. ¿Qué no estábamos en una dinámica positiva? ¡Vaya galimatías! Por lo pronto, restan cuatro años al sexenio. Que ¡Viva México!

El Siglo de Torreón
17 de septiembre 2014

http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1038071.recuerdos-de-la-deuda.html

La culpa es de los medios


De vez en vez, surgen justificaciones ramplonas, clichés que se repiten a falta de argumentos, honestidad o algo de pensamiento. De esa manera, hay quien prefiere culpar a los otros, para no asumir las propias responsabilidades. En esa lógica, siempre es más fácil señalar a terceros, que reconocer los errores. Como un guión predecible, encontramos hombres públicos que excusan su ausencia de liderazgo, victimizándose ante el clima, un gobierno "perverso" o simplemente contra los medios de comunicación.
















Recientemente, un hombre representativo de la mediocridad política, Gustavo Madero, quien dirige Acción Nacional, demostró su capacidad discursiva contra los medios. La profundidad del argumento maderista encontró en los medios a los culpables de la decadencia panista: "El PAN enfrenta trascendidos, acusaciones sin denuncias, delitos sin testimonios, cobardes difamaciones sin voz y sin rostro para alimentar esta política del espectáculo y de la trivialización, en donde lo que menos importa son las posiciones ideológicas".
Quizá convenga recordar, bajo cierto orden cronológico, la sucesión de escándalos y denuncias de corrupción estelarizados por connotados y desconocidos panistas. De esa manera, la renovación de la dirigencia del PAN mostró las diferencias entre los grupos, lo cual es normal en la política, pero de paso evidenció señalamientos puntuales por los "moches" solicitados en la Cámara de Diputados, entre ellos, los protagonizados por el festivo coordinador de la bancada panista, Luis Alberto Villarreal. Pero pasó la elección en el mes de mayo y ganó nuevamente Madero. Por supuesto, se omitió el asunto de la corrupción y Villarreal siguió de fiesta.
En los primeros días de julio, aparecieron unos jóvenes panistas en Jalisco, quienes declararon su admiración por el nacional socialismo. Sin tapujos se mostraron conmemorando el aniversario de su admirado Führer. Como un perfecto oxímoron, el suceso "ario" identificó a los jóvenes de "morenazis".
Por entonces estuvo de moda el mundial futbol, donde unos desconocidos panistas de la delegación Benito Juárez, se lanzaron a la fama como los golpeadores de Brasil. El resto de la historia ya la conocemos, pero el daño ya estaba hecho. Y si las acusaciones de corrupción no tumbaron al coordinador de los diputados panistas, una fiesta bien provista tumbó a Villarreal de la Cámara. Queda claro que dentro del maderismo, no se sanciona la corrupción, pero sí la pachanga.
Uno tras otro, la colección de escándalos fue bien difundida por los medios, pero el problema no es de los periódicos, la radio, la televisión o la Internet, a ellos sólo les regalaron una nota que vende o se tuitea bien. El punto de fondo es la miseria del PAN como partido político después de ser gobierno, y sobre todo, la decadencia como oposición. Semejante desfiguro en el 75 aniversario.
En un luminoso e imprescindible ensayo publicado en 1947, Daniel Cosío Villegas, señaló que "Acción Nacional se desplomaría al hacerse gobierno". 53 años después llegaron al gobierno y tras 12 años, el PAN quedó desplomado por el PAN mismo. A estas alturas, la exposición en los medios es lo de menos, mejor escuchemos la filosofía Madero expuesta en el consejo nacional del 6 de septiembre: "El PRI aparece como el partido más corrupto en una proporción de cinco a uno contra el PAN, y eso es lo que tratan de revertir ellos a través de esta guerra de narrativas… No niego que como en toda comunidad humana, en la nuestra, lleguemos a presentar actos de corrupción o comportamientos individuales licenciosos, pero los panistas siempre hemos luchado y seguiremos luchando por combatirlos".
Para Madero lo perverso no es la corrupción en los partidos, sino que uno es más malo que otro. Entonces, a partir de ahí los ciudadanos tienen que elegir entre el menos corrupto. ¡Vaya elección! En las crisis PAN, también hay minorías críticas, pero marginales, como la voz de Luis Felipe Bravo Mena, quien no dudó en pedir perdón por los errores del partido.
Si bien hablé del PAN y su decadencia, quien mejor definió el momento mexicano, fue el presidente Enrique Peña Nieto. Para el mandatario reformador, la corrupción en el país es "una debilidad de orden cultural". Sin comentarios.

El Siglo de Torreón 
10 de septiembre 2014

http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1035794.la-culpa-es-de-los-medios.html

80 del Fondo


Nunca está demás el festejo por los libros, sobre todo, en un época donde las formas de lectura han hecho de la pantalla, el nuevo modelo del libro. Durante milenios, la lectura fue a través de pergaminos, pliegos y hasta glifos escritos a mano. La imprenta, un feliz invento del siglo XV, multiplicó el acceso a la lectura. En los últimos años, pasamos de la lectura en papel a las páginas digitales. De esa manera, nos tocó vivir una época de cambios significativos en la formas de leer. Incluso la manera tradicional de biblioteca ahora parece reservada a la "nube", las memorias electrónicas, las tabletas y los teléfonos.
En ese tránsito, este mes celebramos el 80 aniversario del Fondo de Cultura Económica (FCE), una de las más importantes y emblemáticas editoriales en México. Como otros grandes instituciones del estado que emanaron del régimen posrevolucionario, nació en 1934, un editorial para dotar de lecturas especializadas a los nuevos economistas del país. No había por entonces material para los estudiantes de la nueva carrera de economía. Ante la carencia, un brillante y visionario académico, Daniel Cosío Villegas, impulsó la creación de la editorial mexicana. No es de extrañar que él mismo fue también el promotor del Colegio México, una de las mayores instituciones académicas del país. Retomo de Héctor de Mauleón, el momento en que Cosío Villegas buscó a la editorial española Espasa Calpe, para plantear la publicación de literatura económica destinada a Latinoamérica, pero su asesor, el célebre filósofo José Ortega y Gasset, la rechazó porque entonces la cultura española "se volvería una cena de negros".
Gracias a la "cena", el FCE fructificó en México para bien del conocimiento en Hispanoamérica. Así, tal fue la relevancia de la nueva editorial, que una de las grandes obras de la sociología, me refiero a Economía y sociedad de Max Weber, fue traducida primero al español en 1944, antes que al inglés. Para 1934, el Fondo apenas había publicado 16 libros. Actualmente su catálogo cuenta con miles. No obstante de ser un empresa de gobierno, es innegable el valor y la aportación cultural del FCE. Para la dicha de lector regreso una y otra vez a las obras completas de Alfonso Reyes y Octavio Paz. Recientemente encontré la obra de Jorge Cuesta para mi biblioteca personal, todavía de papel. Pero también están por ahí los ejemplares de Juan Rulfo, Carlos Pellicer, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Manuel José Othón, Francisco L. Urquizo, Enriqueta Ochoa, Giovanni Sartori, Norberto Bobbio, Paul Ricoeur, Michel Foucault, George Steiner, Gaston Bachelard, Bertrand Russell, Claude Levi-Strauss, Roger Caillois, Alexis de Tocqueville, Edmundo Burke, Elionor Ostrom, Douglas North, Dani Rodrik, Gary Becker y no sé cuántos otros más.
Para quienes nos dedicamos profesionalmente a la historia, están los imprescindibles de Hayden White, Paul Veyne, R. G. Collinggwood, Robert Darton, Marc Bloch, Roger Chartier, Jacques Le Goff, Fernand Braudel. Jules Michelet y Leopold von Ranke. Todos gracias al Fondo.
La editorial celebra su aniversario, a pensar de Leo Zuckerman, quien recientemente sugirió en uno de sus textos, la desaparición de la editorial por recibir subsidios del Estado. ¿Se imaginan? Es cierto que la tendencia actual del Estado es acortarse, pero aún así, el Estado no es una empresa privada, sino una entidad de bien público. De esa manera, tendríamos que cerrar bibliotecas, deportivas, universidades, museos y hasta hospitales públicos porque su existencia depende en su gran mayoría de subsidios. La institución del FCE ratifica el valor que una empresa de gobierno tiene para la sociedad. ¡Enhorabuena por los 80 años!
EL ASTILLERO
Entre 2011 y 2012, se cerraron cuatro librerías en Torreón, entre ellas una sucursal del FCE. Hace un par de semanas abrió El Astillero, en la avenida Morelos, 567 poniente. La nueva librería cuenta con un buen número de publicaciones del Fondo, además de otras editoriales. Hay una cierta esperanza cuando una librería abre sus puertas, sobre todo, para una ciudad como la nuestra. ¡Felicidades Ruth y Germán!

El Siglo de Torreón
3 de septiembre 2014
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Campillo, primer año de gobierno

Atrás quedó la competida elección, donde José Miguel Campillo Carrete ganó la alcaldía de Gómez Palacio. Al tiempo, este mes se cumple un año de su gobierno al frente del Ayuntamiento. Visto a la distancia, hay elementos suficientes para valorar el gobierno local. El primer cambio lo notamos en su figura política, la cual denota un salto relevante del entonces candidato, al actual gobernante que se enfrenta al peso de las responsabilidades públicas. Seguro, ordenado y claro en sus planteamientos, así llega Campillo al primer año. Al mismo tiempo, se ha mostrado como un alcalde conciliador, y sobre todo, con la valiosa cualidad de escuchar. En ese sentido, se nota la buena relación con el gobernador Jorge Herrera Caldera, quien ahora sí regresa a La Laguna de Durango. Igualmente ha destacado la buena relación con la Federación para atraer recursos y programas al municipio. Es notable el desfile de secretarios de estado que vinieron a la ciudad.
Entre el año 2013 y el actual, 2014, no sólo Gómez Palacio, sino la zona metropolitana, comenzaron paulatinamente ha dejar la crisis de inseguridad, y sobre todo de violencia que vivimos durante varios años. En esas condiciones, uno de los aspectos a destacar del gobierno de Campillo fue la coordinación lograda con los gobierno del estado, y sobre todo, el gobierno federal, para trabajar, ya no exclusivamente en un plan de contención, sino de prevención. La mejor muestra la podemos palpar en las calles, desde la intervención que se hizo en el cerro de La Pila, otrora escenario de crimen y violencia. Cual fue mi sorpresa, en una tarde del pasado mes de abril, que al subir en bicicleta al emblemático cerro, encontré una zona rehabilitada como espacio deportivo, además de una memorable vista de la ciudad. Bien acondicionado e iluminado, el cerro donde hace 100 años se libró una de las más cruentas batallas de La Laguna, está ahora tomado por deportistas, niños y familias que acuden diariamente al lugar.
Muchas veces escuchamos hablar de la reconstrucción del tejido social, pero más allá del concepto, encontramos en la práctica formas y lugares para la convivencia. A través de inversiones en áreas deportivas, y en la promoción de actividades públicas en espacios abiertos, el gobierno de Campillo logró darle sentido social a su administración. Como un buen ejemplo de rescate de espacios públicos y sobre todo, de convivencia, está la deportiva Guadalupe Victoria. Donde antes era un polvoso terreno, se construyó con toda la mano, la deportiva alrededor de las colonias Felipe Ángeles y Cinco de Mayo. En otro aspecto de su gobierno, Campillo ha logrado posicionar durante su primer año, un cambio gradual en la imagen urbana de la ciudad. Bajo el programa estrella de la administración llamado "Gómez con ganas", se ha ganado la aprobación de los ciudadanos por medio campañas de servicios públicos en las colonias. 
Un aspecto de esa campaña llevó a pintar cientos de bardas afectadas por el grafiti. Sin lugar a dudas, el cambio también empieza por la imagen misma de la ciudad. Pero no todo es miel sobre hojuelas para el gobierno de Campillo. Al igual que Torreón, comparte una oleada de robos y asaltos. Por lo mismo, un tema pendiente de su administración, es la conformación de una policía municipal que pueda atender la seguridad de los ciudadanos. Esa historia la conocemos bien en Torreón, donde rehacer la corporación ha costado años y todavía no se tienen buenos resultados para bajar esos delitos.
De cara al primer informe de gobierno, el acalde Campillo Carrete ha demostrado capacidad y eficiencia en la complicada labor de administrar un municipio. Discreto y sin protagonismos, al final del día, el alcalde gomezpalatino, está entregando una administración estable y funcional. Ojalá así continúe.
MUSEO DE LA CIUDAD
Entre las buenas noticias, el gobierno de Gómez Palacio recién adquirió la casona Faya, construida en 1912. Se trata de un edificio histórico con reconocible valor arquitectónico. Ubicado en la avenida Morelos, albergará el museo de la ciudad, que tanto le falta a Gómez Palacio. Con la acertada dirección de Yeye Romo, al frente del Instituto Municipal de Cultura, no dudamos que el museo habrá de convertirse en una referencia obligada de la ciudad.

El Siglo de Torreón
27 de agosto 2014
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1031056.campillo-primer-ano-de-gobierno.html

La vida dulce y sabrosa de los diputados


Entre los trabajos de la política, ¡pocos como los de diputado! Muy buen sueldo, excelentes prestaciones, pocas responsabilidades, y sobre todo, poco trabajo. ¡Oh Patria querida! que el cielo 500 diputados te dio. Acostumbrados a lo bueno, los legisladores tienen el trabajo de calentar la curul y levantar la mano para las votaciones. Algunos, en la prisa del arduo trabajo, ni siquiera asisten a las sesiones. Tanto demandan los asuntos del país, que a veces, ni tiempo queda para las durísimas responsabilidades parlamentarias. Por eso el sueldo siempre se queda corto, aunque el sacrificio por la nación, es compensado con guirnaldas de oliva. Verdes o azules, abundan los laureles del "moche". Desde el Congreso, el compromiso público resulta desmedido.

Es mucho el sacrificio por los mexicanos, que un buen día, el diputado del Partido Verde Ecologista de México, Ernesto Núñez, decidió aprovechar la riqueza de la cultura. Para la ocasión, se inspiró en un festival cultural en Zitácuaro, pero el alcalde de esa entidad, divulgó el gusto por los diezmos de los recursos públicos. De esa manera viene la multiplicación de los panes: "Yo a todos los diputados les doy el diezmo. Un ejemplo: de 6 (millones) serían 600 (mil). Él, cuando me dijo: En lo cultural se puede sacar más... no hay problema. O sea, a lo mejor separar dos millones de pesos… gastarnos cuatro". Con los diputados no es cuestión de blancos y negros, sino de rojos, amarillos y azules. En plena contienda interna por la presidencia nacional del PAN, brillaron las capacidades legislativas de los "moches". De esa manera, los diputados lograron gran fama como representantes de los mexicanos. Luis Alberto Villarreal tuvo notoriedad por sus capacidades legislativas. Fue reconocido en fama y buenos oficios para gestionar recursos.

Por entonces, su cargo en el Congreso como representante panista, no sólo fue ratificado por Gustavo Madero, sino que lo fortaleció contra las molestias del trabajo. Para relajar el estrés legislativo, optó por el baile y las reuniones exclusivas con sus compañeros de bancada, hasta que la fama de su trabajo le exigió dejar a "disposición" su cargo. Ya con calma, Villareal recordó que la atención a su trabajo, fue de "profesionales". La diputada del PRD, Purificación Carpinteyro, supo bien hacer las labores de su cargo y sobre todo, tomar las ventajas de la Reforma en Telecomunicaciones.

Por ello no duda en probar para sí, los beneficios de la nueva ley:

"Yo creo que ya nos sacamos la lotería". Hábil y clara, la legisladora reconoció el negocio y de paso defendió su suerte al declarar: "Las conversaciones difundidas hacen eco de lo que intereses monopólicos y sectarios han intentado siempre hacer: convertir en el centro de atención los asuntos privados de una persona desviando la atención sobre lo que debe de mantenernos atentos, los debates sobre las Leyes Secundarias de Telecomunicaciones". Y como un escándalo desplaza a otro, por fortuna ya olvidamos a quien en su momento, también fue diputado del PRI, Cuauhtémoc Gutiérrez. Hoy por hoy, el ejemplo de trabajo lo da Ricardo Monreal, quien insistió en regresar las compensaciones que la tesorería depositó a su partido político, Movimiento ciudadano. 15 millones devolvió al erario, porque él trabajó desinteresadamente en las reformas del país. Sin tantas complicaciones, así la vida dulce y sabrosa de los diputados.

DESPUÉS DE LAS ELECCIONES El PAN en Coahuila quiere ganar en la mesa, lo que en las calles fue incapaz de lograr: el voto de los ciudadanos. Es cierto que la ley electoral en Coahuila beneficia al PRI, pero es más cierto que el PAN no hizo nada por ganarse la confianza y el voto de los electores. ¡Así ni cómo! Para consuelo, las futuras elecciones serán bajo nuevas reglas que corrigen aquellas distorsiones, donde el segundo partido más votado, queda casi, sin representación.

El Siglo de Torreón
20 de agosto 2014

http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1028628.la-vida-dulce-y-sabrosa-de-los-diputados.html

miércoles, 17 de septiembre de 2014

domingo, 17 de agosto de 2014

Nueva York en bicicleta


Entre las formas favoritas de conocer una ciudad, está andar en bicicleta. En automóvil hay demasiado tráfico y se va tan a prisa, que es difícil palpar la ciudad. En metro, cuando lo hay, estamos condenados al subterráneo y la aglomeración. Queda finalmente caminar, pero a la larga, las distancias hacen lo suyo con el cuerpo. Bajo un feliz intermedio está la bicicleta. Nos permite andar distancias más largas, pero sin los inconvenientes del automóvil. A diferencia de otras ocasiones, ahora tuve la feliz ventaja de moverme en bicicleta por Nueva York. Gracias al sistema de bicicletas públicas, no sólo tuve otro perspectiva de la ciudad, sino me desplacé de una manera más eficiente. ¿O a ustedes les gusta pasar inútiles horas en el tráfico?
La alternativa de transporte público que tiene poco más de un año en Manhattan y Brooklyn, se inauguró en mayo de 2013, y comenzó con 6,000 bicicletas dispuestas en 330 estaciones. Citibank fue el principal patrocinador del transporte privado con fines públicos. Como visitante, fue sencillo acceder a las bicicletas azules que se han convertido en un visible ícono de la ciudad. Más económico y eficaz que los taxis, las bicis compiten en precio con el metro, 24 dólares y una tarjeta de crédito permiten acceder in situ, al sistema que cada vez gana más adeptos en la ciudad. No hay necesidad de papelería, burocracia o acudir a una oficina. Tan rápido como llegar a una estación para obtener una bicicleta en pocos pasos.
Partimos de una populosa estación de autobuses cercana a Times Square. Una vez liberados los códigos, no lleva más de un minuto tomar la bicicleta y todo listo para pedalear. Prácticamente no hay gran avenida tranquila en Nueva York. Literalmente uno tiene que aventarse entre los conductores histéricos que parece molestarles todo, incluyendo una simple bicicleta que fácilmente los deja atrás. Aunque hay ciclovías protegidas bajo el modelo Copenhagen, donde los estacionamientos de automóviles sirven de barrera a los ciclistas, el resto de las ciclocarriles están integrados a las calles para transitar como un vehículo más.
Citi Bike recomiendan viajes cortos, pero fue fácil recorrer más de cuatro kilómetros desde Midtown hasta Battery Park en el distrito financiero. Como en otros lugares, andar en bici, no obstante el pesado tráfico, nos llama siempre a detenernos en un sitio y otro. Así de fácil. Así de rápido. Ya sea por curiosidad o por antojo, las bicis nos permiten entrever ciertos sabores locales. Llegamos una y otra vez al Soho. En el tránsito, un delicioso restaurante nos detiene en el camino. Con un click en la estación dejamos las bicis para vagar por aquí y por allá. Si bien hay ligeras pendientes, la isla es tan plana, que se facilita el pedaleo de un barrio a otro. Es posible recorrer cinco kilómetros en quince o veinte minutos. Por mucho, más rápido que el promedio de los automóviles parados por un perenne embotellamiento. No obstante de que las bicicletas son pesadas, hay una sensación de ligereza cuando uno transcurre por ese caos vial de automovilistas agresivos y enormes camiones. Al final, la recompensa resulta mayor al pedalear. Ciertos rincones. Cierta arquitectura nos detiene. De alguna manera, la bicicleta nos depara sorpresas y azares. En una tarde calurosa llegamos al impresionante memorial del 9/11. Dos cenotafios aluden a las torres destruidas. El ruido de dos cascadas alimentan perpetuamente los huecos donde antes estuvieron las torres. Al margen los nombres de más de dos mil personas que fenecieron aquella terrible mañana. Dejamos atrás el monumento para descansar en el parque que unos años atrás los indignados tomaron en protesta por la crisis. Repuestas las energías, regresamos con las ganas de comer un gyro en el camino. Hace años lo común era los "hot dogs", pero los kebab y el falafel alimentan con gusto la ciudad.
Otro día más en bicicleta dispuesto a la sorpresa o al encuentro de algún lugar que te guiñe el ojo. Gracias a la renta de bicicletas, mi regreso a Manhattan mejoró por mucho los recorridos en la ciudad. Ágiles, eficientes, divertidos.
POSDATA
Como toda empresa, Citi Bike no es obra de caridad, y ahora requiere más recursos para ampliar su red a otras zonas de la ciudad. Contra los pronósticos, las bicis ha tenido buena aceptación entre los ciudadanos, y ya se anuncian más inversiones privadas.

13 de agosto 2014
El Siglo de Torreón 
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El gobierno, los servicios y los ciudadanos



Percepción, medición, evaluación. Se trata de aspectos mínimos para conocer y mejorar la calidad de un proceso o la entrega de un servicio. De manera similar se mide la política, pero no tanto por las declaraciones, o la imagen artificiosa de un gobierno en los medios, sino por la constancia de los servicios. Más allá de la figura unipersonal del hombre público, son las acciones que en el día a día, muestran la calidad del gobierno.
Recientemente el Inegi entregó los resultados de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG, 2013), la cual divulga información en relación a la calidad y satisfacción de los ciudadanos con los servicios públicos del gobierno. Con seguridad el asunto de una encuesta para medir la calidad gubernamental no es una novedad. En cambio, lo que sí aporta este estudio es una medida nacional de lo que piensan los ciudadanos sobre los servicios que brinda los gobiernos en México. Otro aspecto relevante del estudio, es la publicación periódica de los resultados por entidad federativa.
Siguiendo la tendencia de otras evaluaciones aplicadas por organismos internaciones como la OCDE con su estudio "Value for Money in Government", donde mide la calidad de los servicios para los ciudadanos, el Inegi muestra resultados comparables. En el mismo sentido, Estados Unidos aplica la evaluación "National Citizen Survey", la cual permite evaluar comparativamente la satisfacción ciudadana sobre servicios públicos municipales. Por su parte, el gobierno de Canadá realiza la encuesta "Citizens First", la cual mide los niveles de satisfacción que reciben los ciudadanos.
En el caso de México, algunos servicios públicos evidencian resultados decepcionantes, pero en cambio, hay otros que son calificados aprobatoriamente. Vayamos por partes. El resultado general como país es reprobatorio. 49% calificó como satisfactorios los servicios públicos que se otorgan en el país. Sin embargo hay contrastes. Por ejemplo, el servicio de energía eléctrica en los hogares, obtuvo una satisfacción de casi 8 de cada 10 ciudadanos. 62% declaró estar satisfecho con la educación pública básica. El servicio de agua potable, uno de los más básicos para la población, fue calificado con 57% de satisfacción entre los ciudadanos. En cambio, la queja perene sobre el pavimento en las calles, obtuvo un bajo nivel de satisfacción de 21%.
En las ciudades del país tenemos una carencia importante de espacios públicos como parques y jardines, de los cuales sólo 4 de cada 10 está satisfecho con esas áreas. El servicio de recolección de limpieza es uno de los mejor calificados. Prácticamente 7 de cada 10 ciudadanos está satisfecho con la recolección de basura. El alumbrado público fue satisfactorio para 35% de los encuestados en el país. A nivel general la policía sólo fue aprobada por 1 de cada 4 ciudadanos. Visto así, es absurdo que muchas autoridades todavía se indignen porque los ciudadanos reclaman más seguridad. Parece que su problema está con las víctimas del delito y no con los criminales. Hasta la fecha, es lamentable que tengamos policías tan ineficientes y poco fiables en las ciudades.
En los servicios de salud, 52% está satisfecho con el IMSS, la principal institución de salud para los mexicanos. 47% considera que el principal problema del seguro social es el acceso a los medicamentos.
En la encuesta también se preguntó sobre trámites, pagos y solicitudes de servicios públicos. 78% de los ciudadanos se sienten satisfechos, pero no así, con la duración del trámite, que demora en promedio tres días.
Si bien, el estudio muestra bajos niveles de satisfacción y calidad de los servicios que reciben los ciudadanos, el problema mayor no está tanto en la mala calidad de algunos, sino en la corrupción que perciben los ciudadanos en el gobierno, no importa si es federal, estatal o municipal. Para todos los casos, 88% de la población considera que la corrupción es muy frecuente en el gobierno. Entonces, el problema está en la confianza, y sobre todo, en la asociación que se hace, de "gobierno es igual a corrupción". Para el caso, los servicios pueden mejorar, pero la confianza, requiere algo más que calidad y eficiencia del gobierno. Quizá tardemos varias generaciones para percibir que el gobierno en México, no es sólo corrupción.
6 de agosto 2014
El Siglo de Torreón

Odio y discriminación

Con respecto a mi artículo de la semana pasada, Hondura en La Laguna, veo con tristeza cómo hay mexicanos que ven con desprecio e intolerancia a los migrantes centroamericanos. Se trata de una historia conocida de odio y discriminación hacia ciertos grupos extranjeros. En el primer tercio del siglo XX, un buen número de mexicanos, incluido el mismo estado, hicieron una campaña contra los chinos que llegaron al país. 
En menor medida se hicieron campañas contra judíos y árabes, aunque los chinos, acaso por ser más visibles físicamente, sufrieron la peor parte: expulsiones, boicots comerciales, violencia e incluso asesinatos masivos, como sucedió en Torreón durante los sucesos de mayo de 1911. No es casualidad que ayer, como ahora, los migrantes queden descalzos tras la violencia ejercida contra ellos. El 15 de mayo de 1911 en Torreón, quedaron cientos de cadáveres descalzos. La turba de asesinos les quitó los zapatos para buscar ahí dinero escondido. El crimen quedó impune, no obstante que el gobierno pudo identificar a los responsables, por entonces conocidos "revolucionarios".
Ayer fueron unos, hoy son otros. De esa manera el odio cambia de actores y se renueva. Actualmente tenemos violencia contra minorías migrantes que pasan por el país. Tampoco faltan expresiones vergonzosas como decir que los migrantes quitan el trabajo a los mexicanos. O peor aún, que los migrantes, por ser pobres, son criminales que llegan a México. Esas afirmaciones no sólo reflejan viejos odios, sino intolerancia hacia los otros. Eso sí, somos muy "nacionalistas" para indignarnos por el trato que reciben los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Ya lo ha dicho el filósofo francés Bernard Henri-Lévy: "El nacionalismo es siempre una tontería, y el nacionalismo étnico, una tontería asesina".

30 de julio 2014
El Siglo de Torreón

Orgullo lagunero


En La Laguna tenemos muchas razones para estar orgullosos, pero la principal es su gente. Luchona, abierta, hospitalaria, y sobre todo, esforzada en salir adelante a pesar las difíciles circunstancias que hemos vivido en los últimos años. Así somos los laguneros, dispuestos al esfuerzo y también al cambio. Con su clima árido y desértico, tenemos puntuales tolvaneras y calor de sobra. Pero a falta de la belleza de otras ciudades, o la benevolencia de otros climas, nosotros compensamos con trabajo y servicio esas carencias. Ya sea por labores o por visita, quienes vienen de fuera de la Comarca, bien dicen que no se sienten forasteros, sino se sienten como en casa.
Quizá esa virtud proviene del origen mismo de nuestras tierras. En buena medida la población de la región se hizo con migrantes de otras ciudades del país como Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Guanajuato, y en menor número, extranjeros que hicieron de La Laguna, su nueva patria. Gracias a las migraciones crecieron poblaciones como Torreón y Gómez Palacio por allá de la década de 1880, cuando el ferrocarril nos resaltó en el mapa nacional. Los laguneros de esa generación hicieron las ciudades con gran empuje, y sobre todo, conscientes de que el futuro estaba en sus manos. No había fatalismo, sino esperanza. Por lo mismo, las primeras empresas que fincaron la riqueza de la región, se nombraron casi como virtudes teologales: La Fe, La Esperanza, La Constancia, La Alianza, La Unión, La Amistad.
Ahora los laguneros comenzamos a salir poco a poco de una dura crisis de violencia e inseguridad. Es algo que se siente y se palpa en las calles. Ahí están los numerosos grupos de ciclistas urbanos que han tomado las calles. Ahí están tantas y tantas asociaciones que vienen haciendo trabajo comunitario. Ahí están las organizaciones civiles ocupadas en cambiar la región. De esa manera tenemos un conjunto de valiosísimos granos de arena que están construyendo otra ciudad. Y es justo la narrativa de esperanza que debemos difundir y acrecentar. Sin lugar a dudas, las adversidades que vivimos en los últimos años, llevaron a los laguneros a organizarse para sacar lo mejor de la sociedad. Como aquellos laguneros de antaño que al cooperar levantaron un puente para unir Torreón con Gómez Palacio y Lerdo, los de ahora nos demuestran que a pesar de las dificultades, es posible salir adelante.
Esas historias que ahora estamos construyendo, son motivo de esperanza, y sobre todo, de orgullo. Orgullo de nuestro pasado de lucha. Pero más orgullo por su gente. Por lo mismo, celebramos que un grupo de importantes asociaciones laguneras conformaron "OrguYo Lagunero", una asociación que se ha propuesto resaltar la identidad y el orgullo entre los laguneros. Hoy, más que nunca los necesitamos.

30 de julio 2014
El Siglo de Torreón

El drama al cine






Películas como La jaula de oro (2013) de Diego Quemada, o La vida precoz y breve de Sabina Rivas (2012) dirigida por Luis Mandoki, muestran con bastante realismo, el drama de los migrantes centroamericanos que en su paso por México, son agredidos por los mismos mexicanos.

Honduras en La Laguna

La historia humana es migración: tránsito. Casi no hay episodio donde las migraciones no intervengan. Grandes desplazamientos, oportunidades económicas, guerras y conflictos violentos motivan las migraciones. En La Laguna lo sabemos bien, que hacia finales del siglo XIX se volvió un notable polo migratorio de nacionales y extranjeros gracias a la riqueza económica de la región. Acaso por lo mismo, entre los laguneros todavía subsiste un grato espíritu de hospitalidad hacia los foráneos. Decimos y con razón, que aquí nadie se siente de fuera.
Pero las migraciones cambian y también evidencian los problemas de otras sociedades. Entre Palestina e Israel se repiten los odios irracionales que llevan a miles a migrar a otros países de Oriente medio. Más cerca de nosotros, el drama de la migración se ahonda entre los migrantes centroamericanos que transitan el país rumbo a los Estados Unidos. Pero no todo es motivado por una promesa económica. Los migrantes centroamericanos también huyen de la violencia entre sus mismos habitantes. 

Bandas y pandillas han extendido un terrible negocio de extorsión entre familias pobres de Guatemala, Salvador y Honduras. Es la degradación que refleja la ausencia estado, ahí donde el gobierno es "un decir". Recientemente en los Estados Unidos se reconoció que existe una "crisis humanitaria" por la migración de miles y miles de niños que intentan cruzar la frontera. Tan sólo en el Valle de Texas, unos 170 mil inmigrantes llegaron en los últimos siete meses de 2014, de los cuales, se calculan 50 mil niños, que muchas de las veces viajan solos. Con todo y lo empático que puede resultar el presidente Barack Obama, se ha convertido en los hechos, en un gobernante que logrado expulsar por miles, a los migrantes ilegales que llegan a Estados Unidos. Por estos días, el gobierno nacional gringo anunció más centros de detención. Pero el gobierno de Texas ha ido más allá, al solicitar el gobernador Rick Perry, 1,000 soldados para tratar de contener los cruces ilegales. Lo cierto es que con todo y muro, las fronteras siguen siendo porosas. Parece el destino de nuestros tiempos: unos luchando por levantar muros y cerrar fronteras, y otros abriéndolas como se pueda. En esa tensión, México es el paso de los migrantes centroamericanos, que en su camino, son maltratados, robados, extorsionados e incluso asesinados, cómo sucedió en aquel triste lugar de San Fernando, Tamaulipas. ¿Pero qué puede hacer uno cuando sabemos de esos problemas? ¿Cómo podemos ayudar a quienes van de paso? Aunque es fácil caer en la indiferencia, siempre hay formas de colaborar con nuestro granito de arena.
El sábado pasado, gracias al colectivo de ciclistas mujeres, Bicionarias Laguna, visitamos la Posada del peregrino que pertenece a Cáritas de Torreón. De esa manera, los ciclistas que participamos llevamos alimentos, ropa y hasta calcetines. De viva voz conocimos el importante trabajo de la Posada del peregrino para dar alberge a los migrantes que transitan por nuestra región. Nos enteramos cómo en su paso por México, muchos centroamericanos son asaltados por bandas criminales, e incluso, por autoridades que abusan de los migrantes. Los despojan del poco dinero que llevan, e incluso, como nos narró un migrante hondureño, lo primero que les quitan son los zapatos. Proveniente de Honduras, nos platicó que lleva un mes viajando desde que salió de su país y que su estancia en la Posada del peregrino, fue por mucho, el mejor descanso que ha tenido en su tránsito hacia el sueño americano. Una cama limpia, comida y descanso le han permitido recobrar energías hacia su difícil paso.
Pita Campa, entusiasta de los paseos ciclistas de @BicionariasLag y directora del Banco de Alimentos de Cáritas, nos explicó que diariamente llegan 40 migrantes a la Posada del peregrino en busca refugio, alimento y descanso. El lugar tiene una capacidad para 96 personas que pasan en promedio tres días y continúan con su paso. Gracias a la digna labor de la Posada, los migrantes reciben tres comidas, ropa limpia y atención médica. Algunos han llegado enfermos, otros mutilados por el ferrocarril. No obstante las vicisitudes que viven los migrantes, en La Laguna tienen un digno espacio que los conforta en su camino. Gracias a la Posada del peregrino por compartir esta experiencia de dignidad a la cual podemos sumarnos.
El Siglo de Torreón
23 de julio 2014
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1019228.honduras-en-la-laguna.html

Ciudadanos ¿quiénes son?


Gustosos por el mundo de las apariencias, culpamos de los problemas públicos a la minoría en el poder. El juicio tiene razón en buena parte, pero también está incompleto. Aunque, tampoco faltan razones para las condenas, los reproches, las decepciones y hasta los golpes. Hace algunos años, en la "plenitud del poder" Silvio Berlusconi fue golpeado por un ciudadano en la calle. Tanto hartó il cavaliere que terminó ensangrentado.
En esa narrativa, parece que los únicos responsables de la vida pública son los políticos. En México hemos construido un discurso sobre la culpabilidad de nuestros males públicos. Por lo tanto, el principal blanco está en los políticos, ¡y vaya que sobra razón! Pero algo más grave oculta el señalamiento, cuando los ciudadanos en la responsabilidad pública, se excluyen como si fueran de otro mundo. Siempre los otros son los culpables.
Como hombre público, el político podrá encarnar todos los males señalados por los ciudadanos, pero, si de algún lado sale el político es de la sociedad misma. Entonces, más que sorprendernos sobre los políticos, habría que ver antes a los ciudadanos. Sin duda alguna, para comprender nuestra vida pública, hay que ver más que a los políticos, a los ciudadanos. ¿Quiénes son?
Recientemente se publicó un extenso y bien explicado estudio sobre las prácticas de los ciudadanos en el país. Promovido por el entonces IFE, el Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México (2014, 277 páginas), es una investigación que muestra prácticas compartidas entre los mexicanos. La relevancia del Informe está en la aportación de datos puntuales sobre valores, percepciones y prácticas ciudadanas. En pocas palabras, la manera en que hacemos ciudad de manera cotidiana.
El primer dato que salta a la vista es la enésima confirmación de que los mexicanos desconfiamos de las instituciones públicas. Por ejemplo, una de las fortalezas en las democracias consolidadas, es el estado de derecho, pero muchos ciudadanos en México (66%), considera que la ley se respeta poco o nada. ¡Así ni cómo! La desconfianza en la ley es un círculo vicioso que reproduce a su vez otras prácticas. Cuando algún ciudadano es víctima de un delito, la respuesta más común es no denunciar. 6 de cada 10 no denuncian por tres razones: No sirve de nada (63%); falta de confianza (52%), y malas experiencias en el pasado (40%). Aunque ahora el gobierno envía a la cárcel a las llamadas autodefensas que no se alinean con su política, el surgimiento de grupos que toman la justicia por propia mano, parece producto de las mismas prácticas que tenemos como sociedad. ¿Habría que sorprendernos?
Votar no es la única forma de participación ciudadana. Es sólo una parte. Así lo preocupante no es sólo el abstencionismo que suele otorgar un cheque en blanco a los gobernantes, sino el pobre nivel de vida comunitaria. En otras palabras, los mexicanos somos poco unidos para las causas en común. La mayor asociación se da entre los grupos religiosos, ahí, sólo un 20% de mexicanos participa. 18% forma parte de alguna asociación de padres de familia. 14% participa en algún grupo deportivo. 11% está en un partido político. Casi 7% asiste a reuniones vecinales en su colonia. En términos generales, no hay un amplio interés en los asuntos comunes, pero sí lejanía. Allá que lo hagan otros dirán.
De acuerdo con el estudio, "el reto de fortalecer la vida comunitaria en México es tan grande como importante en la consolidación de su democracia. Aunque en las últimas décadas ha sido testigo de la institucionalización de elecciones libres y justas, México tiene todavía un desafío pendiente en la generación de una cultura cívica más vibrante y comprometida."
Somos una democracia en busca de ciudadanos. 53% de los mexicanos apoya la democracia como forma de gobierno. A 8% le da lo mismo, y al 23% preferiría un gobierno autoritario. Nunca falta quien extrañe a Díaz Ordaz.
Pero no todo está perdido. Confiamos en el ejército, en los maestros y todavía en la iglesia, no obstante los pederastas. Desconfiamos eso sí de los diputados, que están en la escala más baja de descrédito. Le siguen los partidos políticos, con un 19% de confianza. Y las policías, con un 32%.
Mucha responsabilidad tiene el gobierno con sus resultados, pero más responsabilidad tiene una ciudadanía tan poco comprometida con su comunidad, con su espacio público. Al final del día, no nos sorprendamos por lo que reflejan los políticos de sus ciudadanos.
16 de julio  2014
El Siglo de Torreón