sábado, 25 de abril de 2009

Política, valores y cultura



La democracia es ante todo, una práctica, un ejercicio que se asume cotidianamente. A casi 100 años de la llamada Revolución, nuestro país ha tratado de buscar un lugar en los principios democráticos escritos en la Constitución. No obstante de las luchas, los esfuerzos y hasta la esperanza en un futuro mejor, la práctica de la democracia es algo que no termina de cuajar bien en México. Aunque sí hemos avanzado en aspectos importantes, como pasar de repartirnos el poder a balazos, sangre y fuego, para organizar elecciones de manera pacífica y a través de las instituciones. Ya lo decía el filósofo Karl Popper, la democracia es un sistema que permite trasmitir el poder sin derramar sangre.

Sin embargo, la democracia no se agota, ni es solamente el voto mismo. Más bien, la democracia exige una práctica constante de valores como la libertad, la tolerancia, la confianza, la participación, la solidaridad entre los ciudadanos y la legalidad, por mencionar los principales. En su conjunto, estos valores representan la cultura cívica o la cultura política de una sociedad, en tanto costumbres, prácticas y formas de hacer. Los grandes sociólogos y politólogos del pasado, como Maquiavelo, Tocqueville o Montesquieu, carecían de instrumentos para medir esos valores. Sin embargo, recurrían a la historia, la observación, y finalmente, a la sabiduría para describir a los pueblos y su relación con la política, entendida esta como espacio público, es decir, responsabilidad común. En la actualidad, las formas y los métodos para conocer a la sociedad han cambiado, y se recurre a estadísticas y encuestas para conocer el perfil de la misma.

Desde el año 2001, la Secretaría de Gobernación, ha realizado un formidable estudio para conocer las prácticas de los mexicanos en relación a la democracia, y justamente la semana pasada, se divulgaron los datos de la cuarta Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP). ¿Cómo viven los mexicanos la democracia? ¿Qué piensan de la política y los políticos? ¿En quién confían y cómo participan?

En general, los resultados del estudio son preocupantes, y en buena medida reflejan la profunda insatisfacción de los ciudadanos, ante su sistema político, pues a pesar de aprobar la democracia, los mexicanos no logran encontrar resultados claros y contundentes. Peor aún, los logros que se habían obtenido con tanto esfuerzo en el pasado, como la garantía de elecciones limpias, se perciben ahora con una profunda desconfianza. Para traducirlo en números, presento los resultados más significativos:

3 de cada 10 mexicanos está insatisfecho con la democracia. El dato es tajante, y revela la disfuncionalidad del sistema político y sus principales operadores en los partidos. Lo que significa que 7 de cada 3 respondió tener poca o nada de confianza en los partidos políticos. Aunado a que 3 de cada 4 encuestados expresan que los diputados y senadores toman más en cuenta sus propios intereses o los de sus partidos al elaborar las leyes. Sólo 1 de cada 10 ciudadanos cree que los funcionarios públicos toman en cuenta los intereses de la población.
Y entonces, ¿en quién confían los mexicanos? Confían en la familia, los médicos, el ejército (ahora tan presente), la iglesia (¡a pesar de los pederastas!), pero no así en los sindicatos, la policía, los partidos políticos, los senadores y los diputados, quienes invariablemente suelen ocupar con orgullo el último lugar.

En cuanto a la legalidad, el 64% considera que la ley no se respeta en México, y por si fuera poco, cuando se logra aplicar, el 68% de los mexicanos considera que se aplica para beneficio de unos cuantos.
Pero no deseo culpar de todo a los políticos y los partidos, porque finalmente estos actores de poder, emanan de la sociedad misma. Y si han hecho y deshecho, es porque del otro lado, existe una sociedad abúlica, desinteresada, irresponsable y poco participativa, que en la práctica permite y solapa esta situación. Entonces, nos encontramos en un círculo vicioso: ciudadanos apáticos, políticos cómodos.

Detrás de los números, se evidencia una sociedad pasiva que reclama derechos, pero rehúye obligaciones. A pesar de que la política nos influye a todos, puesto que los políticos toman las decisiones públicas más importantes que nos afectan para bien y para mal, 63% de los mexicanos le interesa poco y nada la política, a tal grado que un 66% de la población no le interesan las próximas elecciones para elegir diputados federales el próximo 5 de julio. Por eso, el 64% no sabe siquiera, cuánto dura un diputado en su cargo. En consecuencia, un apabullante 66% cree que las elecciones en México no son limpias.

Si hablamos de la participación ciudadana, los datos no son menos preocupantes. 3 de cada 4 no considera asociarse o colaborar con otros ciudadanos para resolver un problema que afecta a la comunidad, y 95% ni siquiera considera acudir a los representantes populares (diputados y los senadores) para atender una problemática. Llama la atención, a propósito de la inseguridad, que 78% de los mexicanos considera que es el gobierno quien debe solucionar los problemas, y sólo un 16%, piensa que la sociedad es corresponsable. En conclusión: Se buscan ciudadanos ¿Usted es uno? Porque el país, si avanza, no será por los políticos, sino por los ciudadanos.

martes, 21 de abril de 2009

Carne de cañón

Sea en Sinaloa o Michocán, o casi en cualquier parte donde el narco a penetrado como profunda raíz, la presencia de los jóvenes y adolescentes, marca también la estela de muerte y violencia

que imponen los tiempos. Las fotografías muestran a una muchacha de 20 años con apellido de pedigree; Beltrán. Segura, tranquila e impresionatemente armada.

La otra fotografía no es menos reveladora de los ejércitos de jóvenes y adolescentes -¿también debemos incluir niños?- que soportan las estructuras del crimen bien organizado. Dos de 13 años y uno más de 17 evidencian décadas de abandono e inequidad. Ante una economía estancada desde los años ochentas, ¿tienen los jóvenes de México otra alternativa?


sábado, 18 de abril de 2009

Tula


Más ligado a la corrupción y el atraso, el petróleo en México es nuevamente, el centro del tan añorado “desarrollo”. Si antes fue la “administración de la abundancia”, ahora toma la forma de soberanía y defensa del petróleo. Pero después del debate, vino la reforma petrolera en el Congreso, la cual fue presentada como una reforma energética, no obstante de basarse solamente en el petróleo. A final, el proyecto del presidente para abrir PEMEX a la inversión extranjera, terminó bajo el esquema actual donde el Estado asume todos los costos, incluyendo el de la corrupción. Y mientras los gobernadores de Puebla a Campeche, y de Tamaulipas a Hidalgo, peleaban la magna inversión del gobierno federal para construir una refinería, en la semana, el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles, dio a conocer, como en los concursos televisivos, que la ultramillonaria inversión sería en Tula, Hidalgo.

9 mil millones de dólares será el monto de la inversión del gobierno en la nueva refinería, la cual se estima un tiempo de construcción de entre cinco y seis años. Pero ¿qué representa la nueva refinería? ¿Será una opción de largo plazo para el país? ¿Tendrán mejores beneficios los consumidores? Más aún, ¿beneficiará la refinería el desarrollo general de México?

Parece que la historia se repite para mal. Las inmensas expectativas que se tienen de la nueva refinería, habrá que dimensionarlas en las circunstancias que rodena el origen, destino y aplicación del petrodinero que administra el Estado y el infaltable Sindicato al mando de Romero Deschamps.

Por otro lado, no hay que perder de vista otras peculiaridades económicas del caso mexicano, porque cuando se termine la refinería, probablemente su producción no será suficiente para sustituir las importaciones de gasolina que consumimos actualmente, y por el contrario, para cuando transcurran esos cinco o seis años, las importaciones habrán aumentado más. En este sentido, surge la duda sobre la pertinencia económica, el retorno de inversión y el criterio por el cual el Estado gastará 9 mil millones de dólares.

Ahora bien, si se quiere ver el proyecto como una oportunidad para aumentar el empleo y al mismo tiempo, generar un impacto anticíclico sobre el efecto de la crisis económica, como bien puntualiza el economista Enrique Quintana, el resultado será irrelevante. En el primer caso, porque a pesar del empleo directo que genere la inversión, cuando concluya, tendrá una planta laboral con poco más de mil empleados. En el segundo caso, el tiempo de obra estimado para construir la refinería, no coincide necesariamente con el momento de la crisis, porque cuando concluya, estaremos en otra etapa económica.

Pero si pensamos en el largo plazo, no deja de sorprenderme la paradoja que representa la refinería, porque mientras en México le apostamos con todo al petróleo como si fuera éste una fuente ilimitada, en otras partes del mundo están generando las condiciones para no depender del mismo. Por ejemplo, un país árabe como Qatar, ha decidido impulsar como política de Estado, la inversión del petrodinero en proyectos educativos de alto nivel, como una forma de construir un futuro, donde las reservas del petróleo ya no serán importantes.

Y bien lo escribió Denise Dresser (Reforma, 26-III-07): “El petróleo puede idiotizar a un país. Puede volverlo flojo, complaciente, clientelar, parasitario. Más interesado en vender barriles que en educar a su población. Más centrado en la extracción de recursos no-renovables, que en la inversión en talentos humanos. Más preocupado por distribuir la riqueza entre unos cuantos que por generarla para muchos”.

En vez de hacer una reforma a fondo, el Estado mexicano prefiere seguir financiado su gasto corriente con un recurso no renovable. En vez de invertir con seriedad en la educación –no en el Sindicato–, el gobierno decide construir una refinería.

¿Cuándo construiremos el futuro? ¿Por qué no cultivamos y desarrollamos otras formas de energía sustentables? Pero al mismo tiempo, ¿por qué no aprovechar mejor ese petrodinero para hacer un país más equitativo?

Para muestra, hay que ver cómo los españoles en nuestro país, generan energía a través del viento en el Estado de Baja California. Otro ejemplo de alternativas, lo encontramos en el ejido Batopilas, ubicado en el municipio de Francisco I. Madero, donde la comunidad adoptó un esquema sustentable para producir energía y hasta dinero de los excrementos de las vacas. Formas, caminos e innovaciones los tenemos, pero el desarrollo del país, en vez de verse impulsado por el petróleo, lo tiene como un obstáculo.

16 de abril 2009
El Siglo de Torreón

sábado, 11 de abril de 2009

Fujimori sí, ¿y Echeverría?















A veces cuando hablamos de democracia, solemos compararnos injustamente con las grandes tradiciones democráticas de países europeos o norteamericanos como Estados Unidos y Canadá, sin embargo, con todas sus dificultades y retrasos históricos, algunos países latinoamericanos han cultivado con mejores resultados aspectos de la democracia que en el México simplemente no pintan. Ahora Perú nos da una lección. Mientras en México se exoneró a Luis Echeverría, por estas mismas fechas, la justicia peruana condenó a Alberto Fujimori a 25 años de cárcel por diversos asesinatos.

Crónica de la campaña


A diferencia de las elecciones locales realizadas el año pasado, estos próximos comicios federales para renovar la Cámara Baja del Congreso, no pintan tan aburridos. Al menos así se ha mostrado el cierre de esta primera parte del proceso que fue de las precampañas en enero, a la tregua de Semana Santa, donde hasta los políticos “descansan”.

A principios de año, en enero, el PRI parecía dominar la contienda de manera casi absoluta, al menos así lo presentaban todas las encuestas nacionales, donde el tricolor lideraba las posiciones hasta por 20 puntos de diferencia en varias circunscripciones. A la par de las encuestas y los comentarios sobre la tendencia arrolladora del PRI, el IFE y los partidos nos recetaron varios cientos de miles de anuncios. Y si bien, los del IFE informaron sobre el proceso de credencialización y la fecha para ir a votar el 5 de julio, los partidos en general, nos prodigaron sus fórmulas para la felicidad, sin importar siquiera que sean medianamente realizables. Sin embargo, a pesar de la impunidad declarativa con la que asechan a los electores, creo que pocos recordamos, o en el mejor de los casos, ni siquiera interesa, la información repetida hasta la nausea que nos impusieron los partidos.

Pasaron los meses y las cosas parecían inmejorables para el PRI, pero una campaña planeada y administrada desde las trincheras nacionales del PAN, metió en la pelea a ese partido. El principal pugilista, Germán Martínez, logró que el PAN empatara en las preferencias electorales al PRI, lo que se tradujo en una caída de las preferencias tricolores, aunado a la campaña negra que hábilmente administró el líder del PAN. Entre otras cosas, Martínez acorraló al PRI por la tardanza con que aprobaron las leyes antinarco en el Senado, como la extinción de dominio, pero al mismo tiempo un par de candidatos priistas, uno a gobernador de Colima y otro más en ciudad Juárez, aparecieron con nexos cercanos al crimen organizado, lo que ensombreció más al PRI. La actitud combativa de Martínez y su mensaje dominical en video desde la página de Internet del PAN, terminaron por sacar de sus casillas al más templado y colmilludo priista: de Manlio Fabio Beltrones a Emilio Gamboa, de Beatriz Paredes a Jesús Murillo Karam.

Quien dijera que el “muchacho pendenciero” (Gamboa dixit), iba ser quien marcara la pauta de esta primera fase de la campaña y que por lo tanto, regresara al PAN a la pelea.
Si ha habido un protagonista de esta primera fase, ese ha sido Germán Martínez con la sal y pimienta que agregó al proceso electoral, aún con todo y la (barata) multa que el IFE aplicó al PAN por recurrir a las campañas negativas. Y es que a Martínez y su partido, no le queda de otra más que arrojarse y sacar combativamente la campaña, porque es ahora o nunca, para un partido blanquiazul que simplemente ha perdido más del 90% de las elecciones convocadas.
Y como muestra de ese arrojo, el PAN de manera pragmática, le ganó al PRI, a Valdemar Gutiérrez Fragoso, dirigente del sindicato del IMSS, y quien hace unos días, el PRI lo tenía por seguro para una diputación plurinominal.

Por lo pronto, esta pelea por el poder no se termina y todavía faltan dos combates más: la campaña abierta de los candidatos que inicia en mayo, donde vamos a ver las preferencias más cercanas a la realidad y finalmente, el día de la elección. Entonces sabremos, si el reposicionamiento del PAN se sostiene o la pelea del PRI lo regresa a la primera fuerza. Seguiremos atentos a las tendencias, y por lo pronto, les deseo a los lectores días de paz y reflexión, propias de la Semana Santa.

lunes, 6 de abril de 2009

Tomando Torreón


Desde hace días que las balaceras no cesan por el poniente de la ciudad. Como zona de guerra, el estruendo de los fusiles, los estallidos de granadas, las ráfagas de metralleta, la movilización de personas armadas, la presencia del Ejército, las muertes violentas.

La espiral de violencia no parece acabar y ya se ha convertido en un suceso "normal", no nada más para los colonos de San Joaquín, la Durangueña, La Constancia y La Alianza, con los cerros convertidos en trincheras donde se concentran los enfrentamientos, sino para el resto de los habitantes de la Comarca donde viven temor, incertidumbre, desconfianza.

Es una guerra que lleva ya tres años y que se ha sentido particularmente en Torreón, Gómez Palacio, Lerdo, Matamoros, Tlahualilo, San Pedro. La importancia geográfica y estratégica de Torreón en el árido noreste mexicano vuelve a La Laguna una plaza para tomar a toda costa, a todo fuego. El último episodio de violencia empezó el 20 de marzo, en Tlahualilo, con grupos bien armados, recién reforzados con material de Estados Unidos, que avanzaban rumbo a Torreón.

En las dos semanas siguientes La Laguna vivió una batalla sangrienta entre el Ejército federal y los grupos armados. Los cañonazos sonaban por todo el centro, las balas volaban de y hacia los cerros. Cuando se asentó el polvo, el 3 de abril, había miles de muertos y miles de heridos. Era 1914 y Francisco Villa había tomado Torreón por tercera vez.

Aniversario

Esta semana se cumplieron 95 años de la tercera toma de Torreón, que con 5 mil muertos ha sido, de lejos, el momento más violento en la historia de la Comarca Lagunera.
La coincidencia de la ola de violencia que azota a La Laguna con el aniversario de la tercera, última y más sangrienta toma de Torreón, invita a recordar la violencia de otra guerra, de la Revolución, y su impacto en la región. Era otra guerra, con otros objetivos y frentes de batalla más borrosos. No es ni remotamente comparable a la actual ola de violencia, pues no son comparables los bandos que pelean ahora, como tampoco son comparables las aspiraciones ni las líneas entre el bien y el mal. Hoy, a diferencia de hace un siglo, están perfectamente marcadas.
Pero la violencia es la misma, el desorden es el mismo y su marca en la vida cotidiana es la misma. Y, no es casualidad, los principales frentes de batalla son los mismos. El centro y el poniente de Torreón, con sus cerros protectores, y los cruces con Gómez Palacio y Lerdo eran antes, como ahora, los escenarios de los hechos más violentos.

Los primeros choques

Tras la primera toma de Torreón, el 15 de mayo de 1911, la caída de Porfirio Díaz fue inminente. Pero en Torreón, esa primera toma dejó auténticas horas de anarquía. Las huestes maderistas saquearon comercios y, en pleno acto de sevicia, masacraron a más de 300 chinos laguneros, en uno de los episodios más tristes de nuestra historia. Vendría luego la segunda toma de Torreón, en 1913, realizada por el mítico Francisco Villa. Torreón estaba defendida por unos 5 mil hombres al mando del general Eutiquio Munguía, y apoyados en el terreno por el fiero lagunero Benjamín Argumedo. Para combatirlos, la División de Norte desplegó poco más de 4 mil hombres que tomaron Lerdo, Gómez Palacio, San Pedro y finalmente Torreón, por la ruta del cañón del Huarache. La ofensiva empezó el 29 de septiembre y en tres días, para el primero de octubre, Villa había tomado Torreón. La estrategia consistió en realizar ataques nocturnos e irse apoderando, cerro tras cerro, de los cañones federales.

El saldo de la batalla, según el informe oficial de Villa a Venustiano Carranza, terminó con la vida de 467 federales y 38 rebeldes. Hubo 71 heridos. La cifra resulta increíble para la magnitud de la batalla, pero finalmente refleja el interés de la información oficial de un bando.
Otro resultado fue la confiscación al Ejército federal de considerable armamento, entre ellos dos cañones blindados -el Niño y el Chavalillo-, 300 granadas, 532 rifles calibre 7 mm. con 1.5 millones de cartuchos, ametralladoras y máquinas de ferrocarril.

A diferencia de 1911, el saqueo no se generalizó en Torreón y Villa impuso, como lo atestiguó el cónsul norteamericano, George Carothers, un "espléndido orden".
¿Por qué La Laguna, y en particular Torreón, resultaban tan peleadas, tan codiciadas por los ejércitos revolucionarios y federales? Esta es una de claves para entender los conflictos armados. La región era el nudo ferroviario entre Chihuahua y Monterrey, eslabón de capitales e inversiones, a la par del acceso a rutas con El Paso y Piedras Negras.

La tercera toma

Los federales fueron capaces de recuperar Torreón, pero Villa regresó en los primeros meses de 1914. Para entonces, la región estaba bastante fortalecida por el Ejército federal, a cargo de uno de los mejores generales, José Refugio Velasco, con alrededor de 10 mil militares atrincherados en Torreón. La primera acción de Villa y su ejército de más de 10 mil soldados que venían de Chihuahua por ferrocarril, fue tomar el pueblo de Tlahualilo el 20 de marzo de 1914. Los villistas venían bien armados, por las recientes compras realizadas en los Estados Unidos. Ya posicionados en la estación Bermejillo, el general Felipe Ángeles habló por teléfono a Torreón con el general Velasco, a fin de pedirle la plaza y evitar así el derramamiento de sangre, pero la negociación no llegó a nada, después de que Villa tomó el teléfono.

Velasco, con los cerros de La Pila, Santa Rosa, La Cruz, Calabazas, Polvorera, Las Noas y el cañón del Huarache fuertemente artillados, estaba seguro de proteger la plaza. Al paso de los siguientes 14 días, la cruenta batalla por Torreón dejó casi 5 mil muertos, y más de 5 mil heridos.
A Velasco no le fueron suficientes las 1,700 granadas detonadas y el millón y medio de cartuchos disparados. El 2 de abril, antes del anochecer se levantó una formidable tolvanera. A media mañana del día 3, Villa era jefe de la plaza.

5 de abril 2009
El Siglo de Torreón

sábado, 4 de abril de 2009

Auditar la seguridad


De una u otra manera todos, o casi todos, los caminos no llevan al tema de la seguridad, pero más allá del rumor, el temor y la psicosis, debemos preguntarnos sobre aquello en lo que sí pueden incidir los ciudadanos, y sobre todo, exigir a los gobiernos. Sin embargo, poco se valora en las conversaciones cotidianas, los datos duros, las cifras que despejan exageradas opiniones o fantasiosas especulaciones. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos? ¿Cómo exigir cuentas en materia de seguridad? Una dimensión poco explotada tiene que ver con la información oportuna y veraz para la toma de decisiones. Si aplicamos esto al tema de la seguridad en nuestro entorno inmediato, para no perdernos en el ámbito nacional, habría que empezar por exigir los números concretos que refleja la (in)seguridad. Partamos de unas preguntas tan simples como urgentes: ¿Cómo medir la calidad de la seguridad pública en Coahuila? ¿Cuál es el índice delictivo que marca nuestro Estado? ¿Cuál es el costo-beneficio para los ciudadanos del dinero invertido en Seguridad? ¿Cuáles son los resultados?

En este momento, uno de los pocos informes bien fundamentado y minucioso sobre la seguridad en Coahuila, pero sobre todo, de dominio público, es el trabajo realizado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) para revisar la Cuenta Pública 2007, en el renglón de seguridad Estatal. El órgano fiscalizador, revisó dos fondos presupuestales aportados por el Gobierno Federal al Estado, que tienen que ver con los recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados (FASP); y el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Las áreas del gobierno estatal revisadas fueron cuatro: La Procuraduría de Justicia, ahora flamante Fiscalía; la Secretaría de Seguridad Pública; el Centro de Comando, Control y Cómputo (C4); y Protección Ciudadana.
El objetivo de la auditoría consistió en evaluar la calidad de la gestión gubernamental, así como la efectividad de los procedimientos, políticas y sistemas aplicados para identificar y administrar los principales riesgos que pueden afectar el cumplimiento de la seguridad pública en el Estado. El otro punto relevante que revisó la ASF fueron los índices delictivos y su relación con la eficacia y eficiencia de los recursos públicos. En este sentido, el resultado de la investigación no es nada alentador para los coahuilenses y revela al mismo tiempo, carencias y disfuncionalidades operativas.

Resumo los principales puntos de la Auditoría: a) La mayoría de los delitos desde 2005 a 2007 se incrementó (robo común, patrimonial, lesiones, homicidios). Llama la atención que el secuestro se duplicó entre 2005 y 2007; b) De 158 millones de pesos del Fondo de Seguridad, se dejaron sin ejercer 77 millones, lo que significa un subejercicio de 49%; c) Ni siquiera el 10% de los policías estatales y municipales cuentan con el equipo básico antimotín; d) No se respetó en algunos casos, el destino de los recursos ni su aplicación para lo cual fueron etiquetados previamente; y e) No hubo un manejo claro de las cuentas y reportes financieros, a tal grado que la ASF instruyó tener claridad y transparencia, porque encontró faltantes y saldos negativos en las cuentas. De ahí instó a promover un procedimiento administrativo sancionatorio.

Paradójicamente, desde el año 2006 hasta la fecha, los recursos públicos invertidos en el reglón presupuestal de Procuración de Justicia y Seguridad Pública, aumentaron año con año. El presupuesto creció de 877 millones de pesos a 1,157, que maneja actualmente la recién creada Fiscalía General del Estado, a cargo de Jesús Torres Charles. Si correlacionamos los datos, encontramos dos caminos: el primero nos indica que el presupuesto aumentó, y por lo tanto la seguridad pública ofrecida a los coahuilenses creció, situación que no se ha dado.
El segundo camino nos muestra que el dinero invertido en la seguridad aumentó y por lo tanto, el índice delictivo también, lo cual resulta bastante grave, porque entonces, la inversión pública en seguridad no está ofreciendo resultados útiles. Dicho de otro modo, más dinero invertido en la seguridad, no implica necesariamente, ni tampoco es garantía de que disminuya el delito.

En conclusión, la ASF consideró que, en términos generales el Gobierno del Estado de Coahuila no cumplió con la mayor parte de los objetivos y metas planteados en los diversos Anexos Técnicos que fueron sujetos de revisión y que forman parte del Convenio de Coordinación en materia de Seguridad Pública suscrito entre el Gobierno Federal a través de la Secretaría de Seguridad Pública y el Gobierno del Estado de Coahuila (Tomo X, vol. 8, p. 117). Así nuestra Seguridad.