sábado, 28 de noviembre de 2015

Ni leer, ni sumar

Nadie duda de los beneficios de la educación. Tan así, hasta se dice que la educación libera. De cierta manera uno crece bajo la consigna de que estudiar es lo que nos va a sacar adelante en la vida. Pero desde hace tiempo que la educación en México no garantiza la movilidad social. Tampoco invertir miles de pesos en educación, garantiza a los padres, y mucho menos a los alumnos, que cuenten con un empleo digno. Ante esa realidad, se asumen las condiciones del mercado, porque sencillamente es lo que hay. Entonces, a pesar de la economía, queda el recurso de la educación. Pero, ¿qué tanto los jóvenes que ahora estudian en la primaria o secundaria salen bien preparados? ¿Cuánto del empeño en las clases se ve reflejado en los estudiantes?
Recientemente la Secretaría de Educación Pública dio a conocer los resultados de la evaluación de miles de estudiantes en el país. Por medio del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea, 2015), se aplicaron pruebas a los alumnos de sexto de primaria, tercero de secundaria y del último grado de educación media. De cierta forma, Planea sustituye a la prueba ENLACE, pero como ustedes saben, cada vez que llega un nuevo gobierno, las mismas cosas cambian de nombre. A decir de las propias autoridades, Planea es un versión mejorada de la prueba ENLACE. La evaluación mide dos áreas de competencia fundamentales: lenguaje y comunicación (es decir, comprensión lectora); y matemáticas. Entre los objetivos de la prueba, está en conocer la medida en que los estudiantes logran dominar el conjunto de aprendizajes esenciales al término los cursos. ¿Cuál fue el resultado? Estudiantes que pasan horas y horas sentados, pero que al final de los años, no logran comprender la lectura, aunque sepan leer. A eso súmele un desempeño desastroso en matemáticas. Vayamos a los números. 6 de cada 10 alumnos acaban de terminar la primaria el verano pasado, y sin embargo, no saben resolver problemas matemáticos elementales. 5 de cada 10 batalla para leer textos. En pocas palabras, saben leer, pero no comprenden lo que leen. Difícilmente podremos aspirar a ser un país de lectores, si desde el origen cargamos serios problemas para comprender lo que leemos. Los malos resultados que muestra Planea, confirman lo que ENLACE había documentado en los últimos años.
Al mismo tiempo, la SEP ha insistido también en la evaluación de los maestros, ahora con la novedad de criminalizarlos si no presentan el examen. Más todavía, con la policía por delante, se vigiló la evaluación de los maestros. Pero ¿cuál fue el resultado?, 66 por ciento de los aspirantes a docentes no es "idóneo". Más allá de la Reforma Educativa, que en realidad fue Laboral, la educación en el país parece atrapada en un círculo vicioso entre maestros y alumnos. Así pasan los años, y el avance es insignificante. Al final, la desigualdad educativa sólo se corresponderse a la desigualdad económica. Pero el problema es mayúsculo, y no se resuelve nada más con dinero y tecnología. La OCDE ha demostrado recientemente que el uso de computadoras y tabletas en las escuelas -incluidos los países ricos-, no hace mejores estudiantes. Por lo mismo, en el caso de México, el problema es más elemental: lectura y matemáticas. Quizá entonces, la educación en el país se ha convertido en un negocio de particulares que no se responsabilizan por la calidad del aprendizaje. O quizá, la educación implica entretener a miles de jóvenes sin que eso se traduzca en un aprendizaje efectivo. Paradójicamente el problema no sólo lo enfrentan las escuelas públicas, sino también las privadas.
Mientras tanto, la política reina sobre la educación. Al respecto, es revelador lo que una institución como la SEP afirma sobre Planea: "Es importante señalar que estas evaluaciones de logro no están diseñadas para evaluar la calidad educativa de los planteles o el desempeño de sus docentes. Tampoco deberán usarse para premiar o castigar a estudiantes, docentes o escuelas". En otras palabras: sabemos dónde está el problema, pero no vamos a hacer nada. Mover a México.
25 de noviembre 2015
El Siglo

domingo, 22 de noviembre de 2015

Las lecturas de los mexicanos


Continuamos con las formas de leer y la frecuencia con que leemos los mexicanos. La semana anterior hablamos solamente de los jóvenes. En esta ocasión, toca a los mexicanos en general. ¿Leemos poco o mucho? ¿Qué leemos? ¿En relación a quién? La Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015, propuesta por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, nos ofrece un perfil actual de los libros, la lectura y los lectores en México. Ya en 2006, la misma institución financió la Encuesta Nacional de Lectura, por lo que ahora, tenemos algunos puntos comparativos. En ese sentido, el estudio es una referencia básica para promotores del libro, educadores, académicos, pero sobre todo, para quienes desde el gobierno o la iniciativa privada tienen interés en la lectura y los lectores.
La encuesta es una brújula; una referencia. Podemos opinar y especular; o basarnos en números, porcentajes y datos duros. Pero vayamos a los resultados. En nuestro tiempo libre, la principal actividad que hacen los mexicanos es ver televisión. 52 por ciento adora la pantalla. Le sigue el deporte, la convivencia familiar, escuchar música, y en quinto lugar, la lectura. 21 por ciento lee libros en su ratos libres.
Al respecto, hay tres datos significativos de los pocos que sí leen. Para el 40 por ciento de los universitarios, leer libros es una actividad recreativa. 41 por ciento de las personas con ingresos superiores a 11 mil pesos (aunque lejos estamos de ser un país de clases medias), gustan de la lectura. Entre los jubilados, 33 por ciento frecuenta la lectura de libros.
Para los niños, dos figuras son relevante en el hábito de la lectura: los padres y los maestros. Es más factible que un niño lea en el futuro, si en su casa ve de manera cotidiana el gusto por lectura en sus padres. 56 por ciento registró que cuando fueron niños, había libros en su casa. Pero un 42 por ciento declaró que no tenía libros. En promedio, las familias donde hay lectores en el país, tiene 40 libros en su biblioteca casera.
¿Qué tipo de libros tienen los mexicanos en su casas? El libro más común en los hogares es el libro de texto, presente en el 45 por ciento de hogares. En más del 40 por ciento de los hogares mexicanos se reportó libros con tema religioso. Le siguieron los cuentos, las enciclopedias y libros de historia. La novela queda en sexto lugar, con 29 por ciento de las preferencias.
¿Por qué razón dicen no leer los mexicanos? 52 por ciento afirma que no tiene tiempo. 49 por ciento no le alcanza para comprar libros. 39 por ciento declara que le falta concentración para leer. En pocas palabras, sabemos leer como acto mecánico, pero no entendemos lo que leemos. ¡Así ni cómo!
En cuanto a los hábitos de lectura, la encuesta aporta datos que son para reír, llorar y celebrar. 46 por ciento deja los libros a la mitad. 40 por ciento toma notas y subraya en las hojas del libro. 27 por ciento lee mientras escucha música. 15 por ciento lee con la televisión prendida. Al respecto, no puedo menos que recordar al gran Marx, por supuesto, Groucho Marx: "Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro". Sólo 13 por ciento declara leer varios libros al mismo tiempo. La gran mayoría de los que lee, 94 por ciento, lo hace en casa. 12 por ciento lee en parques o plazas públicas. 12 por ciento lee en el transporte. Una pequeña minoría, 4.9 por ciento, acostumbra leer en una biblioteca. ¿No les parece que ya es hora de replantear el papel de las bibliotecas?
Entre quienes leen, 57 por ciento procura libros. 55 por ciento lee periódicos. 44 por ciento lee en las redes sociales, 16 por ciento consume comics e historietas. Para los lectores de libros, 60 por ciento lee al menos una vez a la semana y sólo 31 por ciento, lee diario. Y la pregunta del millón, ¿me podría decir el título del último libro que leyó? Por favor agárrense y contengan la carcajada. Para no quedar en ridículo, 8 por ciento, dijo que la Biblia (¿se acordaron de nuestro presidente? 1.5 por ciento, leyó Cincuenta sombras de Grey; 1.1 por ciento, Cien años de soledad; 1 por ciento, El principito (¡ya si no!); 0.8 por ciento, leyó Crepúsculo. En el invisible 0.5 por ciento: ¿Quién se ha llevado mi queso?; Harry Potter; El Alquimista; Sinsajo; Los cuatro acuerdos… Ya mejor ahí le paramos. Al final, querido lector, no perdamos de vista que estas cifras se enmarcan en una: los mexicanos leen en promedio 5.3 libros al año. Ahora sí, ahí la dejamos.
Posdata. Finlandia, 47 libros al año; España, 10.3; Chile, 5.4; Argentina, 4.6; Colombia, 2.2.
18 de noviembre 2015 

Formas de leer


En las últimas semanas, varios estudios y evaluaciones, nos regresan a la dudosa relación de los mexicanos con los libros y la lectura. Por lo general se acepta que los mexicanos no leemos, máxime si nos comparamos con los países europeos. Pero entonces, ¿quiénes leen? Hace algunos meses, la editorial española Gredos agotó toda una colección de libros de filosofía. Paradójicamente la mayor demanda no provino de España, ni tampoco de Argentina, sino de México. ¡Sí, de México! Cómo explicar entonces que los mexicanos no leen y al mismo tiempo agotan sesudos libros de Platón, Aristóteles, Kant, Hegel, Marx, Descartes y Kierkegaard. "Se agotaron en tres horas", afirmó una directiva de la empresa que distribuye los libros de Gredos en México. Hasta Juan Villoro se sorprendió por el auge de la filosofía en los kioscos de la ciudad de México. Al buscar un libro de Nietzsche en esa colección a un precio de gana (130 pesos), el vendedor le contestó: "Ni lo intente, joven, la filosofía es demasiado popular".
Recientemente, la asociación civil IBBY México, que promueve la literatura infantil y juvenil en nuestro país, alentó un estudio para conocer las prácticas de los jóvenes mexicanos en cuanto a la lectura. Hablamos de jóvenes entre 12 y 29 años. Interesados en conocer qué leen, financió la Encuesta Nacional sobre Consumo Digital y Lectura 2015. A grandes rasgos, uno de los hallazgos relevantes del estudio contradice la afirmación de que los mexicanos no leen. Con seguridad no todos, pero entre los jóvenes existe una relación interesante. Otro hallazgo significativo está en la lectura por placer, más que por obligación. Pero no perdamos de vista que se trata solamente de los jóvenes.
8 de cada 10 jóvenes expresa gusto por la lectura. Pero no todo es libros, sino también lecturas en internet. Específicamente libros, 66 por ciento de los jóvenes sí lee. 34 por ciento acepta que sencillamente no lo hace. Le aburre. Esta cifra se incrementa claramente entre quienes van a la universidad. 84 por ciento de los universitarios lee libros, no obstante, hay quien va a la universidad y se resiste a leer. De los que leen, ¡52 por ciento lee literatura! Ya sea novelas o ciencia ficción.
Entre los jóvenes parece inseparable el acceso a la red, sobre todo por medio de los llamados teléfonos inteligentes. La gran mayoría de los jóvenes cuenta con un teléfono celular Smartphone para su uso personal, lo que es más frecuente entre universitarios. Le sigue en medio de acceso la computadora portátil. A Internet, 7 de cada 10 jóvenes accede a través del teléfono. Es tan importante ese medio, que hasta le asignan un alto valor emocional. En promedio, pasan más de cinco horas diarias conectados a la red. Leen, ven videos, escuchan música, chatean con sus amigos, revisan correo, y ven una y otra vez las redes sociales. Por supuesto, esto de la lectura en la red no necesariamente implica lecturas convencionales o libros a la manera tradicional.
8 de cada 10 expresó que sí le gusta leer, aunque no necesariamente libros. Pesan las redes sociales, los contenidos en línea, las comunicaciones personales, pero no lecturas de libros. Sólo 27 por ciento de los jóvenes lee libros en Internet. Pero entre los universitarios, la lectura de libros electrónicos se dispara a 41 por ciento. 42 por ciento de los universitarios frecuenta las bibliotecas digitales. En otras palabras, en Internet, los jóvenes sí leen, no demasiados libros, pero sí mucho Facebook, WhatsApp, Instagram. Los contenidos que más se leen en línea es información noticiosa, y sobre todo, artículos cortos, reseñas, tutoriales y recomendaciones. Por el contrario, para textos literarios como la novela o cuentos, los jóvenes prefieren los impresos.
Entre las conclusiones del estudio, se apunta un comportamiento del Smartphone para los jóvenes: "es probable que la popularidad de este dispositivo digital esté modificando los hábitos de consumo de información y lectura de los jóvenes, cada vez más acostumbrados a contenidos muy breves y mucho más visuales y diversificados, además de tener un uso más acotado del Internet como medio de entretenimiento y relación social".
Tanto acceso, en realidad limita las lecturas prolongadas, los textos extensos a la manera del libro tradicional. ¿Limita también la compresión? ¿La complejidad de una lectura convencional? Roger Chartier ha estudiado admirablemente las formas de leer. Desde la red nos advierte de lecturas fragmentadas. Sin duda, los mexicanos jóvenes tienen mejores accesos, pero a la vez un pensamiento disperso. Quizá en un futuro no muy lejano, esa generación joven cambie la estima por los libros y la lectura en México. Ojalá así sea.
11 de noviembre 2015
El Siglo 

Pecados de la carne


Hasta la cocina llega la política. No sé ustedes, pero ya no extraño el salero en los restaurantes. Aunque el grano de sal da sabor a la vida, no dejan de impresionarme quienes sin probar bocado, ya echaron dos o tres veces la sal. Dados a la hipertensión, el gobierno decidió quitar hace algunos años, los saleros a los mexicanos. Nos dicen que esa política va a ayudar a que menos ciudadanos mueran, sobre todo, cuando hay tantas causas y tan democráticas. Por lo pronto, se ha generalizado la regla de retirarlos de la mesa.







Ya en otros ocasiones nos han advertido sobre el daño del tabaco y el alcohol. De esa manera, incrementan los impuestos, prohíben los anuncios y hasta saturan con campañas necrofílicas las cajetillas de los tabacos. Hasta ahora, se han salvado de esa campaña refrescos, quesos y golosinas. ¿Se imaginan fotos de cadáveres en las gaseosas bajo la leyenda inquisitoria "la azúcar mata"?
Recientemente la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, advirtió sobre el consumo de carnes y su relación con el cáncer. La OMS evaluó el consumo de carne roja y de carne procesada. El resultado: su ingesta produce cáncer. Cáncer colorrectal. Cáncer de próstata. Cáncer de páncreas.
De acuerdo con un panel de 22 científicos, la carne roja produce cáncer. Más todavía si es procesada. Por lo tanto, si usted quiere vivir cien años, váyase olvidando de cualquier tentación de la carne. Ya sea de res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra. Prepárese para dejar bifes, filetes, birrias, menudos, cabritos, carnitas y hasta deliciosos caldos de res. También vaya dejando todas esas carnes curadas, ahumadas y hasta fermentadas. Adiós a los chorizos, jamones, patés, salchichas, cecinas, tasajos, hamburguesas, salamis, pepperoni, tocinos y chicharrones. ¡Mejor ni piense en ellos!
Sin tener el monopolio, los norteños gozamos a mansalva las carnes. A la menor provocación hacemos una carne asada. Y no hay reunión que se precie de tal, si el asador no está encendido con tremendos filetes en el fuego. El olor de cadáver asado nos recuerda instintivamente, que fue la carne y no los tubérculos, la que aportó las proteínas suficientes para desarrollar el cerebro. Vaya paradoja, ahora se predica desde el mundo vegano. Si hemos de creer a los científicos, más nos vale renunciar al legendario desayuno norteño: machacado con huevo. No sé ustedes, pero todavía no imagino ese mundo.
Los científicos nos dicen, que hasta la forma de cocinar afecta: "Cocinar a altas temperaturas o con la comida en contacto directo con una llama o una superficie caliente, como la barbacoa o el sartén, produce más de ciertos tipos de químicos cancerígenos". La divulgación de los datos de la OMS corrió como pólvora en los medios internacionales. Justo en esos mismos medios se registró también que la gente muere de accidentes automovilísticos, hambrunas, guerras y hasta fanáticos religiosos que en nombre la fe, asesinan multitudes. Ya en la obviedad, nos dicen que vivir puede llevarnos a la muerte.
Para "tranquilidad" de los mexicanos, una funcionaria de la Cofepris, afirmó que comer carne es seguro. El problema está en las sustancias que le adicionan. Supongo que algo similar se puede decir de los autos. Son seguros, el problema está en la velocidad; en quienes los manejan.
A estas alturas de la historia, ya casi nadie repara que durante siglos, comer carne fue sinónimo de lujo, abundancia y excepción. Ahora los mercados son carnívoros a una escala inusitada. Para millones de personas que salieron de la pobreza a finales del siglo XX, significó agregar a su dieta porciones de carne, que desplazaron cereales, verduras y arroces. Pero ¿cuántas muertes estima la OMS por comer carne roja? Cito el informe: "las dietas ricas en carnes rojas podrían ser responsables de 50 mil muertes por cáncer al año en todo el mundo. Estas cifras contrastan con el cerca del millón de muertes por cáncer al año en todo el mundo atribuibles al consumo de tabaco, las 600 mil por año debido al consumo de alcohol, y más de 200 mil muertes anuales vinculadas con la contaminación del aire". Al final, los 22 científicos nos dicen que es más fácil morir de cualquier otra cosa, que por comer carne. Dicho esto, ¡buen provecho!
4 de noviembre 2015
El Siglo 

Todos marihuanos

Cada vez más surgen voces en pro de la legalización de las drogas, principalmente la marihuana. El Estado de Portugal promueve la política más liberal al respecto, y sin embargo, no llegaron en masa los consumidores. Más bien los regularon. Ahí el menú es el más grande y variado, incluyendo drogas duras. No obstante esa política, nadie habla de un capo lusitano; tampoco la violencia ensombrece las calles de ese país. En 2013, Uruguay legalizó la marihuana con un proyecto amplio no sólo para el consumo, sino para la producción y venta. La propuesta va a la demanda, y a la oferta. Pero desde allá no escuchamos sobre fugas espectaculares de una prisión de alta seguridad. Mucho menos de cárteles que doblegan a ese pequeño, pero respetable gobierno.
Estados Unidos, un país que promueve el combate contra las drogas en el mundo (los ejemplos más sangrientos y desastrosos son Colombia y México), está cambiando de dirección. Más de una docena de estados, ya han legalizado el consumo y hasta la venta marihuana. Con el aval de los votantes en las urnas en 2014, los ciudadanos de Oregon y Washington D.C dijeron sí a la legalización de la cannabis. El mundo no se derrumbó y las cosas siguieron de rumbo.
Recientemente Nick Clegg, exvice primer ministro del Reino Unido, impulsa una campaña en Europa para cambiar las políticas sobre las drogas. Escuchemos sus palabras: "Transformar una política fallida es difícil… En vez de criminalizar a millones de jóvenes y fijarnos objetivos poco realistas, como la erradicación total de las drogas, ha llegado el momento de que los gobiernos busquen alternativas basadas en la realidad" (El País, 2 de octubre 2015).
De acuerdo con el último Informe Mundial sobre las Drogas (ONU, 2014), las muertes ocasionadas por el consume de drogas no superó los 226 mil muertos. El alcohol, una de las drogas legales y predilectas de los consumidores en el mundo, causa la muerte de 3.3 millones de personas al año, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. El tabaco mata cada año casi 6 millones de personas (OMS, 2015). El consumo de alcohol y tabaco se ha reducido gracias a campañas preventivas, aumento de impuestos, y hasta prohibición de anuncios comerciales. Sobre las drogas ilegales como la marihuana, pesa el estigma de la prohibición, y peor aún, la criminalización de los consumidores. En el sexenio pasado los mexicanos sufrimos una guerra absurda por el combate a las drogas y el narcotráfico. El rentable negocio no desapareció, pero creció exponencialmente la violencia, el secuestro, las extorsiones y los robos. De la misma manera, la organizaciones criminales han tenido el suficiente poder de fuego y económico para corromper el estado.
En el Congreso de la Unión no ha avanzado un debate serio sobre las drogas y la legalización. Por su parte, el Gobierno Federal, prefiere sacrificar a los ciudadanos, en vez promover una política radicalmente distinta con respecto al consumo, la producción y venta de drogas. Irónicamente, teme contrariar la política exterior gringa, en vez de atreverse a cambiar las reglas del juego. En un suceso inédito, Arturo Zaldívar, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, va a presentar el próximo 28 de octubre, un proyecto que buscar declarar inconstitucionales cinco artículos de la Ley general de Salud donde se prohíbe la siembra, el cultivo y la posesión de la droga para autoconsumo con fines recreativos. Por momentos, la argumentación del valiente ministro, retoma lo mejor del pensamiento liberal expuesto por John Stuart Mill. ¿Por qué el Estado tiene que decidir sobre el consumo privado del individuo? En su proyecto, el ministro Zaldívar no minimiza los daños por el consumo de la marihuana, pero tampoco criminaliza. Cito el proyecto del ministro: "Este Alto Tribunal considera que pertenece al estricto ámbito de la autonomía individual protegido por el derecho al libre desarrollo de la personalidad, la posibilidad de decidir responsablemente si desea experimentar los efectos de esa sustancia, a pesar de los daños que esta actividad puede generarle a una persona".
Con la legalización no se acaban al día siguiente los problemas del narcotráfico o los problemas de salud pública. Sin embargo, las políticas actuales han sido desastrosas y con resultados adversos para la sociedad. Ya es hora de cambiar el rumbo. Ojalá la Corte impulse esa tendencia.
21 de octubre 2015
El Siglo

¡Se acabaron los desnudos!


Por donde lo veamos, no hay cultura sin desnudo, ni civilización sin desnudez. Si en el principio fue el Verbo, lo que se siguió después fue el desnudo. ¿O acaso alguien nace vestido? Mucho antes de la conciencia represora, el Génesis (2:25) nos dice: "Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza". Así, en las culturas más primitivas, la representación de los cuerpos desnudos se repite una y otra vez. Hay una fascinación por los desnudos, y toda una mitología alrededor. Ya sea en objetos, figurillas o en las pinturas de las cavernas, aparece el hombre desnudo. Como un hechizo primigenio, el desnudo se vuelve una representación simbólica inevitable: de la Venus de Milo a los desnudos de Modigliani; del Discóbolo al canon anatómico de Leonardo.
Entre griegos y romanos abundaron las esculturas desnudas como la imagen misma de la perfección. De la misma manera, los egipcios no se quedaron atrás en eso del desnudo, aunque a estas alturas, los restos de la historia parecen una amenaza para los fundamentalismos religiosos. Ya ven como le fue a las ruinas de un viejísimo templo en Palmira, y eso que no tenía desnudos. En su estudio sobre la evolución del comportamiento humano, el zoólogo Desmond Morris, partió desde el mono desnudo. ¿Habría otra manera? Sin ser su principal tema, el desnudo recorre la provechosa historia de la belleza y la fealdad de Umberto Eco. En la historia, la percepción del desnudo también cambia con las sociedades y el tiempo.
Tampoco es difícil llevarse por el encanto de los desnudos en el arte sacro. ¡Sí! Ese que parte de la religión. En la enorme tradición cristiana encontramos numerosas escenas de inocencia, erotismo y piedad donde el desnudo es se vuelve esencial. Sin embargo, Lorenzo Bernini ni siquiera tuvo que llegar al desnudo, para plasmar el profundo éxtasis de santa Teresa. ¡Pura maestría!
Nada más cercano a los orígenes mismos, que la desnudez. Por lo mismo, la Capilla Sixtina es el más extraordinario tributo al cuerpo desnudo. Ahí, hasta el mismo Dios está hecho a imagen y semejanza del hombre. ¡Por favor no me excomulguen! Con el tiempo, no faltó la orden de vestir algunos cuerpos del magnífico fresco. Y esa es precisamente la otra parte del desnudo: lo oculto.
Ya por pudor, gazmoñería, escándalo, tradición o simple protección, no faltan las ganas de cubrir todo el cuerpo. Visto así, sorprende cómo la más ortodoxa representación femenina encuentra notables similitudes en el vestido: la burka y el hábito de monja. En eso de los gustos se rompen géneros. Para gozo de la vista, el gran Francisco Goya nos legó dos majas: una vestida y la otra desnuda. En algún momento, la maja desnuda fue confiscada por el Tribunal de la Inquisición. El pecado: considerarla una "pintura obscena". En una ciudad de Norte del México, había una serie de desnudos que adornaban las calles. Un buen día, el alcalde en turno mandó quitar los monumentos por considerarlas "obras de arte pornográficas". Vaya criterio.
Para mi asombro, hace tiempo llegó a mis manos un viejo libro de arte, que perteneció a un jesuita pudoroso. Como no soportaba los desnudos en las pinturas, mejor decidió taparlas a rayones. Quizá con eso evitó los malos pensamientos. Nunca se sabe.
Alrededor del mundo, Spencer Tunick ha convocado multitudinarios desnudos en plazas públicas, campos y hasta algún museo. Su fotografía une los cuerpos en un solo cuerpo, logrando imágenes deslumbrantes.
En 1953, un provocativo y visionario empresario, Hugh Hefner, fundó la archifamosa revista Playboy. Si algo le faltaba a la revolución sexual, era una revista en masa. En sus mejores tiempos, Playboy llegó a publicar célebres desnudos en millones de ejemplares. 5.6 millones para ser exactos. La revista más deseada y emblemática de una época, hizo del desnudo, una industria. Celebridades como Marilyn Monroe, Madonna, Sharon Stone o Naomi Campbell, consagraron sus portadas. Pero nada es para siempre. Hoy la revista es irrelevante, tanto así, que su director Scott Flanders, acaba de anunciar que a partir del año que entra, se acabaron los desnudos. Los excesos de imágenes y los accesos casi infinitos en Internet, llevaron a la irrelevancia a la más famosa revista de desnudos. Quien dijera, el desnudo nuca es para siempre.
14 de octubre 2015
El Siglo

Oda a los puentes peatonales


Es revelador de una ciudad, cuando las autoridades piensan en los peatones. Ahí se refleja una cierta visión de ciudad, una manera de concebirla. Cada vez más, diversas ciudades en el mundo están cambiando su infraestructura vial a fin de hacer espacios más habitables y seguros para sus habitantes. Crean zonas de baja velocidad para los automóviles, integran mejor los cruces peatonales, quitan estacionamientos para ampliar banquetas y hacer ciclovías, aprovechan pequeños lugares para hacer parques de bolsillo. Vamos, hasta una de las grandes y contaminadas capitales del mundo, París, promovió un día sin auto.
En esa tendencias, hacia dónde va una ciudad como Torreón. Hace unos días, las comisiones de urbanismo y hacienda, del Cabildo en Torreón, aprobaron siete concesiones para instalar puentes peatonales en la ciudad. ¿Qué impacto tendrán esos puentes en la ciudad? ¿A qué política atienden? ¿Qué representa esa infraestructura? En principio, cuando las autoridades explican la importancia de los puentes peatonales, supone que están "justificados por la necesidades de los peatones". Así lo dijo un engomado regidor. Pero dejémonos de eufemismos, porque en realidad los puentes peatonales son puentes comerciales. Sirven para la venta de espacios publicitarios. Olvídense de la seguridad de los ciudadanos, de la inclusión de los patones. Por lo mismo, si hay un espacio de exclusión por excelencia en la ciudad, ese lo representa los puentes peatonales. Porque no están hechos para que las personas transiten por ahí, sino para multiplicar los anuncios en las calles. Su instalación es ante todo un negocio. El resto, sólo sirve de falsa justificación a favor de los peatones. Como en otros aspectos, esta situación muestra una política contradictoria e inconsistente de las autoridades municipales. Vemos los puntos. El año pasado, el Ayuntamiento aprobó el Reglamento de Movilidad Urbana. Sin duda un reglamento ejemplar, incluso, hasta de vanguardia a nivel nacional. Consultó a diversos grupos ciudadanos, retomó referencias del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP). Entre otras cosas, ese reglamente prioriza el tránsito. Reconoce en la primera línea de importancia a los peatones, los grupos vulnerables, como niños, mujeres embarazadas y adultos mayores. Al final están los automovilistas.
Sin embargo, ese mismo Cabildo también aprueba la instalación de infraestructura que revierte la importancia de los peatones, para dar paso a su majestad el auto. Hacer más puentes peatonales es una clara medida de segregación. Eso sí, son buen negocio para exhibir publicidad. Lo importante detrás de un puente peatonal no es la seguridad de los ciudadanos, sino vender publicidad. Desde esa óptica, un puente peatonal es bueno porque permite que los automóviles circulen mejor. Sin que los peatones estorben. Otra función de los puentes peatonales, es ofrecer emoción y obstáculos a los ciudadanos de a pie. Emoción porque ahí los ciudadanos pueden ser asaltados y violados en su trayecto. Obstáculos, porque son todo un reto pedestre para niños, mujeres embarazadas y ancianos. Hace no mucho, un niño murió en esta infraestructura publicitaria. ¿Esa es la ciudad qué queremos?
En toda esta situación, es significativo el silencio de la Dirección de Movilidad Urbana y el flamante Instituto Municipal de Planeación (Implan). El municipio de Torreón promueve dos políticas que se contradicen y van en detrimento de la ciudad. Por un lado el Implan, es muy buena institución para organizar reuniones, planes y diagnósticos sobre los problemas de la ciudad. Incluso, ha convocado expertos en el tema de la movilidad como el ITDP. También promueve un loable proyecto llamado "Calle completa" para mejorar la integración y transporte de la población. Sin embargo, el mismo instituto que promueve todas estas políticas, ha sido irrelevante a la hora de influir en mejorar la ciudad. Lo ignora el alcalde. Lo ignora la Dirección de Urbanismo. Lo ignora Obras Públicas. Lo ignora el Cabildo. Más todavía, mientras el Implan promueve un modelo de ciudad más incluyente y funcional, las otras áreas del gobierno van en sentido contrario. En el gobierno municipal conviven dos lógicas como Dr. Jekyll y Mr. Hyde. De esa manera, los nuevos puentes peatonales son el mejor homenaje que la autoridad hace al automóvil. Una elocuente oda a la inequidad, a la disgregación del espacio público. Monumentos a la degradación urbana.
7 de octubre 2015

20 años de Latinobarómetro

Me gustan las mediciones, los números, las estadísticas. Tan necesaria puede ser la narración de una historia, como los números que la acompañan. En el mundo de los estudios sociales, las estadísticas son imprescindibles. Ayudan a dimensionar un problema, a saber dónde estamos. Aunque no siempre, también sirven para mejorar. En el día a día abundan las opiniones, pero las cifras dan un balance a las meras impresiones personales. A pesar de la relevancia de los números, no deja de sorprenderme la ausencia de datos duros en la aplicación de políticas públicas.
Las mediciones dan un perfil. Así como ciertas obras literarias, o estilos musicales distinguen a los países y sus sociedades, las estadísticas también ofrecen una mirada sobre el comportamiento. Recién se acaban de cumplir 20 años de Latinobarómetro, una asociación especializada en medir la democracia en América Latina. El estudio Latinobarómetro inició en 1995 a instancias del reconocido politólogo español, Juan Linz. A partir de entonces, un grupo de especialistas e investigadores desarrollaron la primera encuesta para monitorear las sociedades latinoamericanas. Al principio comenzaron midiendo 8 países y actualmente se incluyen 18. Entre la ciencia política y la sociología, el Latinobarómetro es uno de los principales referentes de estudios comparados en Latinoamérica.
El informe 2015 no sólo presenta los resultados más actuales, sino las series de las últimas dos décadas, de tal manera, que tenemos un panorama sorprendente sobre la región. Es notable que los latinoamericanos, somos los más insatisfechos con la democracia, sin embargo, y a pesar de los malos resultados, existe un apoyo importante de los ciudadanos a dicho régimen. Más en la región latina, que durante buena parte del siglo pasado conoció los horrores de la guerra civil, las guerrillas y las dictaduras. A caso por lo mismo, la democracia tiene vigencia, porque sencillamente lo otro era peor. Mientras la media regional es de 37 por ciento de satisfacción, en México es de 19 por ciento. Este dato se corresponde a la aprobación de gobierno. Mientras en la región promedia 47 por ciento de aprobación, en nuestro país sólo 35 por ciento aprueba al actual gobierno.
No obstante, a la manera de Winston Churchill, 60 por ciento de los mexicanos preferimos la democracia como forma de gobierno, en el entendido de que la democracia es la peor forma de gobierno excepto por todas las demás.
La corrupción es un tema compartido entre los latinoamericanos. Sólo 33 por ciento considera que sí se avanza en combatir la corrupción, pero en México, los datos más recientes que aporta el estudio, nos dicen que apenas 22 por ciento considera que se ha reducido la corrupción. ¿Por qué será?
A pesar de la extendida pobreza en la región, aunado a economías con insuficientes crecimientos, 77 por ciento de los latinos nos sentimos muy satisfechos con la vida. Algo similar corroboran otros estudios sobre la felicidad. Los latinoamericanos estamos jodidos, pero felices. En el caso de México, 76 por ciento está muy satisfecho con la vida. No en vano, el gran Emil Cioran elogió el gran vitalismo de los latinos frente al cansancio de los europeos. ¡Vaya ironía!
Repaso los números del estudio en tres aspectos fundamentales: la vida, la política y el dinero. 76 por ciento de los mexicanos estamos muy satisfechos con la vida, pero sólo a 19 por ciento le satisface la democracia, y peor aún, nada más a 13 por ciento le satisface la economía. Con esas cifras ¿qué estamos sembrando cómo país?, ¿qué conflictos estamos cultivando? Aunque por momentos, los ciudadanos mexicanos parecemos dormidos frente al hartazgo político, no descarten la irrupción de un movimiento que venga a sacudir nuestra vida pública. Como verán, los datos que ofrece el Latinobarómetro no son precisamente alentadores. Y sin embargo, por algo tenemos que empezar.
30 de septiembre 2015 
El Siglo 

El bolso de Escobar

Foto: Reforma
Bien dicen que las cosas se parecen a su dueño. Por lo mismo, aunque no deja de sorprender el comportamiento del gobierno federal (unas modestas casas, una empresa consentida y un fiscal para excusarlo todo), el nuevo nombramiento de Arturo Escobar como responsable de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana en la Secretaría de Gobernación, ratifica la congruencia del gobierno con la narrativa nacional de los últimos dos años: corrupción, pérdida de confianza y muchos triunfos electorales.







Ante el polémico nombramiento, diversas y prestigiosas organizaciones civiles denunciaron que Arturo Escobar "carece de los conocimientos necesarios" para ocupar la Subsecretaría de Prevención del delito y Participación Ciudadana. Pero su pronunciamiento se quedó corto al describir la trayectoria de Escobar. Al mismo tiempo, surgió una iniciativa que juntó firmas para solicitar la destitución del recién nombrado subsecretario.
¿Pero quién es Arturo Escobar? ¿Por qué tanta indignación? Bajo el sello del Partido Verde Ecologista, Escobar ha desempeñado diversos cargos como diputado local en la Asamblea del DF, diputado federal, senador y presidente nacional del Verde. Entre sus flamantes iniciativas, destacó una sobre la pena de muerte, que además sirvió de campaña nacional a ese partido, que hoy por hoy, es la quinta fuerza electoral en el país. Pero si hay en México, un partido despreciable entre los despreciables, ese es el Verde Ecologista. Repasemos brevemente su historia. Administrado por un familia, primero Jorge González Torres y luego su hijo, el célebre Jorge Emilio González, el Verde se abrió paso como un partido útil en la coalición presidencial del 2000 con PAN y posteriormente, junto al PRI. Actualmente el Verde Ecologista funciona como un subpartido del PRI, que le permitió alcanzar la mayoría legislativa en la Cámara baja. De la misma manera, el Verde Ecologista aportó los votos que le faltan al PRI, para que éste mantenga el poder.
El negocio del Verde como partido, supera los 444 millones de pesos para ejercer durante el año 2015. ¡Más de un millón de pesos diarios! Conscientes del negocio, durante las pasadas elecciones, hicieron todo lo posible para posicionarse, incluso rompiendo la ley. Contrataron espacios publicitarios directamente contraviniendo la ley electoral. Pagaron a celebridades para promover el partido, aun después de suspendidas las campañas. Regalaron mochilas a diestra y siniestra por todo el país, no obstante de que las reglas electorales restringieron el uso de materiales plásticos. Transfirieron dinero de su bancada en el Congreso hacia el partido. Todas estas faltas eran causales suficientes para quitar el registro al Verde. Pero cuando el Instituto Nacional Electoral quiso apretar, unas oportunas grabaciones telefónicas, expusieron al presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien "comprometido" con la democracia, se echó para atrás. No sólo perdonaron al Verde, además dijeron que no fue tan grave su violación. En el mismo tono, el Tribunal Electoral fue tan generoso, que condonó las multas e hizo descuentos al Verde. ¡Mejor no la podían tener!
Como líder del partido, Arturo Escobar fue el operador de esas campañas, pero también de todas esas violaciones sistemáticas a la ley (aunque en un país como México, a nadie le importa eso). Escobar es el promotor de ilegalidades y ahora es la cara del gobierno federal para la prevención del delito. ¡Y no es broma! Sí, el promotor de la pena de la muerte, es el nuevo encargado de la participación ciudadana con organizaciones civiles de la talla de México Evalúa, Causa en común, México Unido Contra la Delincuencia, IMCO, INCIDE Social. Lejos de ser contradictorio, el nombramiento de Escobar, muestra la congruencia del gobierno de Enrique Peña Nieto, con la narrativa nacional de los últimos dos años: corrupción, impunidad, falta de confianza, escasa aprobación de gobierno. Con todo eso, en México todavía no estamos al nivel de Guatemala, y mucho menos, al nivel democracias funcionales que sí logran sancionar y echar a sus gobernantes. Acá gozan de absoluta impunidad. Por lo mismo, Arturo Escobar, fue el hombre que detuvieron en el aeropuerto de Chiapas con un millón 100 mil pesos en efectivo, bien guardado en su bolso Louis Vuitton. Hoy es el encargado de prevenir el delito.
23 de septiembre 2015 
El Siglo

Aniversario de Torreón y Don Porfirio

Foto por acá

Hace unos meses se conmemoró el centenario luctuoso de Porfirio Díaz. Abundaron artículos periodísticos, reportajes, ensayos, documentales y hasta una serie de televisión en Discovery Channel con Héctor Bonilla. Nos es para menos, que un personaje histórico de la talla de Porfirio, suscite tanto interés y polémica. Pero más allá del personaje repudiado por la historia oficial, Díaz fue uno de los presidentes de México, que más marcó el país. Su obra e influencia quedaron por todos lados. Hasta un expresidente emanado de la revolución, Álvaro Obregón, declaró con cierta simpatía: "El único pecado de Díaz fue envejecer". Por supuesto que exageraba.
Como en todo, luces y sombras dejó el porfiriato. Por un lado la consolidación del Estado mexicano moderno y el notable auge económico. Por otro, se vivió un retroceso político, seguido de una tremenda desigualad. ¿Notaron que cien años después seguimos hablando de desigualdad?
Nuevamente retomo el tema, no para hablar de Díaz en particular, sino de los efectos de su gobierno en la Región Lagunera, y de manera muy visible en Torreón. Justo este mes, también se conmemora el 108 aniversario de Torreón como ciudad. ¿Qué tiene que ver Díaz con nuestra ciudad?
Torreón le debe mucho al porfiriato por su desarrollo económico sin precedentes. A ojos del gobierno de Díaz, Torreón fue el mejor ejemplo de progreso (para usar la palabra de la época), en el país. Ninguna población del país en esa época, creció de manera tan espectacular y brillante como la población lagunera. A tasas desaforadas, pasamos de un miserable rancho, así lo dijo el mismísimo Francisco I. Madero, a una de las principales poblaciones norteñas. Cuando se inauguró la primera plaza de la población en 1894, todavía éramos una villa, y se le llamó plaza "2 de abril" en honor al héroe de la batalla que lideró y ganó Porfirio Díaz contra los franceses. Después de la revolución, el nombre de la plaza lo cambiaron en 1917, para nombrarla plaza de los "Constituyentes". Hoy simplemente la conocemos como "Plaza de armas," y es uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad.
El 15 de septiembre de 1907 las autoridades celebraron de manera oficial (ya con decreto del Congreso en mano) el reconocimiento de Torreón como ciudad. ¿Por qué eligieron ese día? Como en esto de la política no hay casualidades, las autoridades alinearon el cumpleaños de Porfirio Díaz y la celebración del grito de Independencia el 15 de septiembre, con el nombramiento de la nueva ciudad. A la posteridad, Torreón habría de conmemorar su aniversario en la misma fecha que el cumpleaños del Don Porfirio. Mayor reconocimiento no podía haber de Torreón, como una ciudad notable del porfiriato.
En Torreón y en La Laguna hay muchas huellas de Porfirio. Torreón creció como una población ferrocarrilera. De ahí que el ferrocarril fue una de las grandes innovaciones del gobierno Díaz. Otro aspecto relevante, fue la exitosa política de migración y poblamiento que experimentó Torreón en unos cuantos años. Pasamos de unos 2 mil en 1892 (de acuerdo al censo del gobierno estatal), a poco más 40 mil en 1910. ¡Ya se imaginarán aquel hervidero! En pleno porfiriato La Laguna se consolidó como el principal distrito algodonero del país, y todavía nos alcanzaba para exportar fibra a Estados Unidos y Europa. Rápidamente Torreón se transformó en el centro comercial de aquel auge económico, donde brotaron industrias, bancos y comercios. Era el milagro de una ciudad en medio del semidesierto, bañada generosamente por las aguas de los ríos Nazas y Aguanaval.
Así, cada vez que celebramos el aniversario de Torreón, no puedo menos que rememorar la enorme influencia que tuvo el general oaxaqueño en la historia de Torreón.
 POSDATA

Si les gusta la historia y de paso andar en bicicleta, sigan a @BicionariasLag, que en un par de semanas contaremos esta historia en las calles de la ciudad.
16 de septiembre 2015
El Siglo

Mediocridad legislativa

A decir de Milton Friedman, "No hay tal cosa como un almuerzo gratis". Dicho en otras palabras, todo en esta vida tiene un costo. Un costo de oportunidad. Aunque lo "gratis" satisface nuestra psicología, en realidad siempre está asociado a un costo económico, porque de una u otra manera alguien tiene que pagar.




En los últimos días surgió una polémica por otra iniciativa en el Congreso de Coahuila. Esta vez asociada al cobro en los estacionamientos comerciales. Los diputados locales Luis Gurza y Shamir Fernández propusieron reformas a la Ley de asentamientos humanos y desarrollo urbano en Coahuila, con la finalidad de que los estacionamientos en centros comerciales sean gratuitos. En principio la propuesta es bien recibida, sobre todo por aquellos que usan automóviles y les resulta molesto pagar por estacionarse cada vez que van a ciertos centros comerciales. Sin duda, la iniciativa genera tal beneplácito entre los automovilistas, que hasta elogios recibieron los diputados: "Por fin trabajan por los ciudadanos"; "Hasta que hicieron algo bueno".
Pero, ¿cuál sería el impacto urbano de prosperar la iniciativa, y sobre todo, cuál es la viabilidad? Por lo general, a los políticos no les interesa la mejor opción, ni la más eficiente, ni la solución técnica más viable, sino el número de votos y aplausos ante la opinión pública.
"Estacionamientos gratis". A primera vista la iniciativa parece positiva, pero paradójicamente, los efectos de este tipo de políticas, terminan con efectos negativos para las ciudades. En nuestro país el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (por sus siglas en inglés, ITDP), ha hecho estudios serios y bien fundamentados sobre el impacto de los estacionamientos en las ciudades. Menciono algunas consecuencias negativas para las ciudades: detrimento del espacio público; encarecimiento de la vivienda; menor densidad urbana (vea cómo hay más espacio para los automóviles, que para las personas en tantas ciudades mexicanas); más autos, más tráfico y por lo tanto, menos ciudad.
Quizá sea mucho pedir a nuestros legisladores locales que lean los puntuales estudios del ITDP como la Guía práctica: Estacionamiento y políticas de reducción de congestión en América Latina (2013); o Más cajones, menos ciudad (2014). Mientras la tendencia internacional en ciudades como Londres, Chicago, Copenhague, Portland, Nueva York, por mencionar algunas, es regular el automóvil para tratar de disminuir los efectos negativos. Con una supuesta ley como la de Coahuila, no sólo estaríamos incentivando el automóvil, sino multiplicando los cajones para estacionamiento. ¡Horror urbano! El prestigioso político y urbanista Enrique Peñalosa ha insistido en que el estacionamiento no es un derecho constitucional. ¿En verdad queremos derechos para el auto como derechos humanos, derecho a la educación, o derecho al agua? ¡Cuán extraviada está nuestra política!
La iniciativa que proponen los diputados Gurza y Fernández para "beneficiar" a los ciudadanos, en realidad estaría trasladando costos negativos a la parte de la ciudad que no se transporta en vehículo. Si esos diputados en verdad quisieran beneficiar a los coahuilenses, tendrían entonces que llamar a cuentas a los responsables de la deuda por más de 35 mil millones de pesos. ¡Corrupción mayúscula! Entonces sí, nos ahorrarían a cada coahuilense pagar más de 12 mil pesos por el impune robo de recursos públicos durante el gobierno de Moreira I. Pero claro, es más fácil inventarse una propuesta sobre estacionamientos que "ahorra" 10 o 20 pesos, que comprometerse a esclarecer el atraco de miles de millones de pesos. Cuidamos los pesos y perdemos los millones.
En su momento, el gobierno del Distrito Federal quiso obligar a los comercios a no cobrar las primeras dos horas, pero a fin de cuentas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, declaró inconstitucional esa ley. Empresas como Cimaco o Galerías, que cobran por el uso de sus estacionamientos, pueden recurrir a esa jurisprudencia para echar abajo la ley en caso de aprobarse. No obstante, abunda la mediocridad legislativa que busca atender más la publicidad, que la seriedad en las propuestas.
Pero vuelvo al punto: incentivar el uso del automóvil a través de políticas como quitar el cobro en estacionamientos comerciales, termina por transferir los costos asociados al uso del auto, al desarrollo urbano y a la población que no maneja. No hay tal cosa como un estacionamiento gratis.
9 de septiembre 2015
El Siglo

Guatemala, ¿y México?

Foto: BBC

Es difícil negar que las comparaciones son odiosas, y sin embargo, ¡cuán útiles suelen ser! Entre los países es frecuente generar índices y tablas comparativas que permiten dimensionar y saber dónde estamos. Ya sea en economía o gobierno, las comparaciones están a la orden del día. Con cierta regularidad aparecen las comparaciones con países ricos. Por ejemplo la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Ahí se dice cómo estamos, qué tan bien o mal andamos… pero muchas veces, aunque deseamos esos buenos niveles, en realidad salimos mal librados. Cercanos a nosotros, las comparaciones resultan más pertinentes con nuestros pares latinoamericanos. Ya sea por idioma, historia, o por calamidades, Latinoamérica comparte unas ciertas características que nos hermanan.
Recientemente he seguido con suma familiaridad el escándalo de corrupción en el gobierno de nuestro vecino Guatemala. Unas serie de llamadas telefónicas exhibieron todo una red de corrupción que implica al nivel más alto de ese país, en la persona del presidente Otto Pérez Molina. El "mero mero" dicen en las llamadas telefónicas. En las últimas semanas el escándalo escaló a tal punto, que no sólo hubo otras marchas para exigir la renuncia al mismo presidente, sino además, otros poderes del gobierno se pronunciaron a favor de que el presidente renuncie.
La Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, lo acusó de estar al frente de una red de corrupción para "administrar" los recursos del Estado desde las aduanas. Ya se imaginarán por dónde va la cosa. Un grupo de funcionarios de alto nivel ser organizan para capturar la renta del Estado. Algo así como impuesto del impuesto. ¿Les suena conocido? Pero si bien, la corrupción hasta la más alta esfera del gobierno guatemalteco no difiere en mucho de la documentada en México, algo que es impensable en el nuestro país, es la intervención de la Suprema Corte. En Guatemala, la Corte Suprema de Justicia avaló realizar un juicio político contra el presidente Pérez Molina. Ya antes habían renunciado seis de trece ministros de su gabinete, así como otros altos funcionarios de gobierno. A los ojos ciudadanos, sólo falta el presidente, quien se aferra a la impopularidad como último recuso de la impunidad.
En las calles se han repetido marchas multitudinarias contra el presidente. Se fueron sus ministros, y hasta la exvicepresidenta Roxana Baldetti ya está en la cárcel condenada por operar la red de corrupción al interior del gobierno. En un gesto de compromiso, el arzobispo de la Archidiócesis de Guatemala, Oscar Julio Vián Morales, también pidió que dimita el presidente. De los obispos en México, mejor ni decimos.
Con amparos, el presidente Pérez Molina gana tiempo, pero lo que no puede ganar ya, es la confianza de los ciudadanos, que viven una vez más la ignominia como marca irremediable de su país. ¿No estamos así nosotros? Más todavía, a pesar de los escándalos de corrupción en México ligados al presidente (recién exculpado por la Secretaría de la Función Pública), todavía otorgamos una mayoría en el Congreso al partido gobernante.
Incapaces de llamar a cuentas al presidente, los poderes divididos en México, parecen el primer frente para proteger la corrupción. ¿Se imaginan a los ministros de la Corte pidiendo la renuncia del presidente? ¿O qué les parece una Auditoría Superior haciendo un informe sin precedentes? Por supuesto, al día siguiente todos esos funcionarios se quedarían sin chamba. Con todos sus defectos, las democracias bien consolidadas ofrecen a los ciudadanos la posibilidad de llamar a cuentas a sus gobernantes, empezando por la figura del presidente.
Lejos de debilitar la democracia, el emblemático escándalo de Watergate que terminó con la dimisión de Richard Nixon, fortaleció el poder de los ciudadanos desde el cual emana el gobierno. Sin duda, es el paso que como democracia no nos hemos atrevido a dar en México. Preferimos aceptar la impunidad como parte de la "cultura" y la "condición humana". En una de ésas, Guatemala nos da el ejemplo.

2 de septiembre de 2015