miércoles, 26 de marzo de 2014

Fracking en Coahuila, la tragedia que viene





El inmenso desierto no deja de impresionar. Son los paisajes, pero sobre todo el silencio. Al internarnos en algún lugar de esas llanuras, nos descubrimos. Pero el desierto, que aparentemente está tan desolado, alguna vez fue mar. Ya sea en Cuatrociénegas o en Rincón Colorado, atestiguamos aquellas épocas marinas. Las rocas todavía son testigos de aquel profundo pasado. Nuestra historia es pequeña al lado de las capas que formaron Coahuila.  Épocas que se cuentan por cientos de siglos. Aún así, esa inmensidad puede ser frágil por la mano del hombre.

La naturaleza cambia a las sociedades, pero también las sociedades transforman su entorno: es la historia humana. Un día, el río que durante cientos de años fluyó libre, es transformado en fuente económica. La historia se repite una y otra vez. A veces es tragedia, otras rara conservación. Para no ir tan lejos, el río Monclova fue un afluente decisivo en su historia, hoy ese río no existe, sino AHMSA. No se trata aquí de ver las cosas en blanco y negro, sino las contradicciones frecuentes entre la economía y la ecología; las fuentes de trabajo y la conservación del ambiente. Aunque no siempre es así, la historia suele estar llena de tragedias y destrucciones.  En La Laguna hemos sido pródigos con esas tragedias. Las lagunas de Mayrán y Viesca son historia. Hay mantos freáticos agotados y devastamos bosques de mezquite. Ahora hasta nos parece normal la erosión de nuestra tierras. Pero el curso sigue.

No obstante, la sequía también la comparte la economía. En el país han sido varios sexenios de estancamiento económico. Tanto, que hasta el Gobierno de Enrique Peña Nieto registra menores niveles de aprobación que sus antecesores en la presidencia. Por lo mismo, la gran apuesta del Gobierno para crecer a como de lugar es la Reforma energética. En ese capítulo de expectativa económica, aparece Coahuila. Esto significa empleos y crecimiento económico.

Es muy posible que en los próximos años se multipliquen las inversiones para extraer energéticos en el norte del Coahuila, en particular las reservas del llamado gas shale que ya se extrae por todos lados en Estados Unidos. El éxito económico ha sido tal, que incluso se ha llegado a calificar ese gas como el futuro energético. ¿Pero en verdad lo es? Tratándose de oportunidades económicas, parece absurdo cuestionar. Está bien documentado el método de extracción del gas por medio del fracking o fractura hidráulica. Quizá pensarán que sólo se trata de fracturar las rocas en las profundidades del subsuelo con grandes cantidades de  agua. Pero el método del fracking implica la mezcla de cientos de compuestos químicos altamente tóxicos y perjudiciales para la vida. Se extrae el gas y se extrae el dinero. En cambio hay evidencia impactante de los daños que se generan en los mantos freáticos y el ambiente. En consecuencia, existen numerosos casos en Estados Unidos de daños a la salud de animales y personas.  
Tanto es el daño del fracking, que en países como Francia, Italia, Suiza está prohibido. También algunos  estados en Canadá, Estados Unidos, Australia, Sudáfrica y España han prohibido realizar fracturas hidráulicas.

¿Y qué dice nuestro gobernador Rubén Moreira? Cito unas declaraciones en un periódico oficial (20 de marzo, 2014):  

"Respeto mucho las diversas opiniones, pero considero que es importante dar la información pertinente para todos, que la población esté enterada del proyecto que se plantea realizar (…) la explotación de gas shale se realiza en Estados Unidos, con excelentes resultados y sin ningún problema, ya que ha creado cientos de miles de empleos, además de generar otros beneficios tanto al país, como a su población (…) Se han considerado las posiciones del medio ambiente, pero creo que no se ha entendido lo que es el fracking, ya que no se realiza con explosiones, sino con agua, la cual se recicla”.

Es costumbre de Moreira II, el gobernador que tapó el megafraude de Moreira I, no expresar la información pertinente, sino la conveniente. Es cierto, en Estados Unidos la explotación del gas shale ha generado millones y millones, pero al mismo tiempo ha sembrado graves daños a la salud pública en las poblaciones donde se ha explotado. ¿Se imaginan que el agua en las casas sea inflamable? El fuego parece poco en relación al daño que se ha hecho a las personas que viven contiguas a los campos de explotación en Estados Unidos.  ¿Será una tragedia que viene para Coahuila?


Posdata. ¿Qué pensará Englantina Canales, Secretaria de Medio Ambiente?

El Siglo de Torreón
26 de marzo 2014

miércoles, 19 de marzo de 2014

Contra las gasolineras







En años recientes, la arquitectura que florece en Torreón son las gasolineras, además de una serie de cadenas comerciales con el número siete. Por aquí y por allá, en cualquier rincón siempre aparece una gasolinera. No importan que una esté enfrente de otra, o a un lado. Olvídense también de la lógica económica o el sentido de competencia. Lo que importa es construir una. ¡Qué viva la reforma energética! Pero lejos de pensar en las gasolineras como un signo de desarrollo (habrá quien sí lo considere), no veo cómo la multiplicación de las estaciones aporta a la ciudad. Me explico: en el modelo actual de ciudad, donde se privilegia el uso del automóvil por sobre todas las cosas, las gasolineras son casi un derecho. 

Por lo tanto, su presencia no sólo es justificada, sino indiscriminada. Al mismo tiempo, quienes transitan en carro, son una minoría no sólo en Torreón, sino en el país, con todo y que en los últimos veinte años el número de vehículos automotores creció tres veces hasta alcanzar 35 millones. Todavía lejos de representar a los 117 millones de mexicanos. En otras palabras, la mayoría de los mexicanos no se mueve en automóvil, pero casi toda la inversión pública va destinada a la minoría que sí se mueve en automóvil: puentes, segundos pisos, bulevares, desniveles, pavimentación y más pavimentación…  

No obstante las condiciones de movilidad, la visión dominante privilegia el desarrollo de unos, en detrimento de muchos. Tan lejos vamos del desfile, que por primera vez el gobierno federal, incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, las palabras “peatones” y “bicicletas”.
Regreso al punto: una ciudad no es mejor en su nivel de vida por el número de gasolineras y automotores en las calles, sino por su capacidad de integrar a los ciudadanos a un sistema más equitativo y eficiente de movilidad urbana. De esa manera, no admiramos a las mejores ciudades por sus gasolineras, y mucho menos admiramos una inmensa fila de autos, sino la capacidad para integrar con humanidad sus espacios.

Veamos algunos datos. En Torreón, el padrón de vehículos automotores registrados por el INEGI hasta 2012, fue de 150 mil 814, sin contar “Onapaffas” y “copropafas” (el chiste se cuenta solo). Aun así, sólo representan el 23% de la población de la ciudad. Sin embargo, la mayoría de las inversiones públicas que se han hecho y se harán van destinas a esa minoría. ¿Y el resto de la población? El metrobús todavía es un proyecto, y ni que decir de las ciclovías o los cruces peatonales seguros. En el atroz modelo de ciudad, la visión necesaria es del automóvil. Si los ciclistas son un estorbo, los peatones ni siquiera existen. Abundan las baquetas destrozadas, pero en los nuevos desarrollos urbanos de la ciudad, las banquetas ¡ni siquiera existen!

De ahí mi argumento. Una ciudad como Torreón no necesita de más gasolineras para ser competitiva, sino un sistema incluyente de movilidad, donde todos aquellos que no se mueven en vehículos reciban la mejor inversión. Tan mal se han hecho las cosas en la ciudad, que actualmente hay altas probabilidades de morir como peatón. Refiero una serie de datos del INEGI entre los años 2000 y 2012. En Torreón 6 de cada 10 muertes asociadas al transporte, son de peatones, mientras que 3 de cada 10, son automovilistas. Y a pesar de la mala prensa, sólo 3 de cada 100 accidentes mortales están relacionados a los ciclistas.

Cual fue mi sorpresa que al estudiar los datos, encontré una terrible correlación entre las muertes de automovilistas y peatones. Dicho de otra manera, cada vez que hay un accidente vehicular, tenemos una probabilidad alta de peatones muertos. ¿En verdad es la ciudad que queremos?

Esas muertes serían evitables si en los próximos años el gobierno invirtiera el dinero público en un sentido radicalmente distinto: No para autos, sí para las personas. La fórmula parece obvia, pero no lo es, sobre todo, cuando los puentes y bulevares lucen por encima de amplias banquetas y ciclovías. En toda esta historia de distorsión urbana, nos urge una modelo de ciudad que cuide y proteja la vida humana. Quizá sea mucho pedir.  

19 de marzo 2014
El Siglo de Torreón 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Torreón de la esperanza

En unas de las calles de Torreón se lee: “Que la inseguridad pase de moda”. ¡Y no es para menos! De una u otra manera se respira un ambiente diferente. Algo cambió, como también cambió la dinámica de la violencia en la ciudad. No desapareció, pero sí bajó de intensidad, de espectacularidad. Al mismo tiempo, en los peores años de la inseguridad en la región lagunera, emergió lo mejor de la sociedad en grupos y asociaciones que no perdieron la esperanza. En plena crisis de 2011 nació uno de los grupos más notables de la ciudad: Ruedas del desierto (@ruedasdesierto). Armados con bicicletas y paseos nocturnos por la ciudad, los ciclistas urbanos demostraron que otra cara de la ciudad es posible. A finales de febrero, Ruedas del desierto y la empresa Lala convocaron a recorrer en bicicleta la ruta del maratón. Más 1800 ciclistas tomaron las calles. Por mucho, superó el doble de los participantes que suelen salir en Boston.

El 2012 fue un infierno en La Laguna, y el peor año de violencia desde la “guerra” calderonista. Por entonces sólo la ciudad de Torreón alcanzó un pico de 792 homicidios dolosos de acuerdo con los registros del INEGI en 2012. Ese mismo año salió con ímpetu a la avenida Morelos, un grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, para retomar el espíritu de las viejas moreleadas. De esa manera los jóvenes convocaron a regresar al centro.  Su propuesta fue tan sencilla como práctica: caminar, encontrarse en las calles de Torreón. El pasado sábado 8 de marzo, Moreleando (@MoreleandoTrc) reunió a más de tres mil personas, entre las que se cuentan cientos y cientos de jóvenes.

Poco a poco han surgiendo narrativas de esperanza entre los laguneros. En plena crisis, recuerdo las palabras de Norberto Treviño, coordinador del Taller de gráfica El Chanate (@TallerElChanate): “ningún momento fue tan apropiado para salir a la calle como éste”, declaró en enero de 2013. De esa manera nació el Chanate móvil, un auténtico triciclo para divulgar el arte del grabado. A la fecha han recorrido colonias como La Polvorera, Residencial del norte, Sol de Oriente, Cerro de la Cruz, Ejido San Agustín, Los Laureles, entre otras.

Contra viento y marea, el grupo de teatro La Gaviota, dirigido por Gerardo Moscoso, no sólo es sobreviviente de la violencia, sino ha dignificado con tesón un zona con alta incidencia delictiva, sobre todo de homicidios. ¡Sí! El Teatro Salvador Novo ha demostrado que es posible ganarle terreno a la barbarie. Sé que me corto en los ejemplos, pero está claro, que en la ciudad hay gente que trabaja para hacer un mejor lugar. Al mismo tiempo otras iniciativas surgen y se consolidan.


Así, el año 2013 cerró con una tendencia significativa a la baja de la violencia en Torreón, y al mismo tiempo hubo un aumento abrupto en los municipios de San Pedro y Matamoros. Al fin, el crimen también se mueve. En Torreón, bajó 35% la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, como recientemente ha publicado el Consejo Cívico de las Instituciones en La Laguna (CCIL, @CCILagunaAC) en su informe anual de incidencia delictiva 2013. Aunque disminuyó el homicidio a 304 casos, todavía la ciudad cerró tres veces por encima de la tasa nacional, y sólo está por debajo de Acapulco, actualmente la ciudad más violenta del país. Los números que precisa la medición no están para ingenuos optimismos. Más bien, gracias a los indicadores generados de manera sistemática por el CCIL y el Observatorio Nacional Ciudadano (pueden consultarlo en www.ccilaguna.org.mx
), conocemos las tendencias de los principales delitos de alto impacto en la ciudad y la zona metropolitana. 

Las cifras demuestran, pese a las descalificaciones de la autoridad, incluyendo al obtuso Consejo ciudadano de seguridad, que hay un serio problema de robos violentos  y secuestro en la ciudad, y que incluso mantenemos niveles que superan por mucho la incidencia delictiva de los estados en el país. Es cierto que las cosas han cambiado lentamente en la región en cuanto a la inseguridad, pero de cara a mejorar las condiciones de la ciudad, lo mínimo es llevar los números con orden y transparencia. Evaluar con base a indicadores no es un lujo, aunque al susceptible ayuntamiento de Torreón le moleste. La medición es ante todo un principio necesario para mejorar. Porque no se mejora con discursos voluntariosos, ni tampoco rasurando las cifras, como artificialmente lo ha hecho el estado de Coahuila ante el Sistema Nacional deSeguridad Pública (CCIL, Informe anual 2013, páginas 24 y 25). No obstante la crisis, los diversos grupos ciudadanos han demostrado con creces su compromiso con la ciudad. Son el Torreón de la esperanza. Ya es hora también de que nuestros gobiernos estén a la altura de las circunstancias, y no por debajo de ellas.

12 de marzo 2013
El Siglo de Torreón 


miércoles, 5 de marzo de 2014

De regreso




Después de un largo descanso, y una censura... regreso con gusto a la páginas editoriales. Ahora en El Siglo de Torreón.

Javier Villarreal, ¿y Humberto?


Esposado, Javier Villarreal, ahora aparece resignado. Ya no con traje y corbata como en aquella célebre foto que se filtró en Saltillo en octubre de 2011. Por entonces era el tesorero en Coahuila durante el gobierno de Humberto Moreira, pero libró la cárcel con una pequeña fianza de 10 millones de pesos. Mejor ni preguntamos de dónde sacó el dinero.  

Nuevamente el escándalo de corrupción ligado a la deuda de Coahuila, vuelve a la escena pública, pero no porque las autoridades mexicanas llamaran a cuentas al operador financiero de Moreira I, sino para vergüenza de la justicia en México, porque en Estados Unidos se abrió un proceso por lavado de dinero a Javier Villarreal y al ex gobernador interino de Coahuila Jorge Torres. ¿Pero Humberto?
Dicen que Villarreal se entregó a los gringos en la frontera de El Paso, Texas, pero lo cierto es que desde hace meses se repitieron una y otra vez los cargos por lavado de dinero, negocios ilícitos, empresas millonarias y hasta cuentas en las Bermudas. ¡Un thriller gansteril! Por su puesto, todo en Estados Unidos, mientras las autoridades mexicanos parecen más dadas a la complicidad que a la justicia. Hasta hace unas semanas, Villarreal era prófugo de la justicia n-o-r-t-e-a-m-e-r-i-c-a-n-a. En Coahuila ni enterados estaban. Al procurador Homero Ramos, ni para qué preguntarle sobre las investigaciones del fraude de la deuda. Armando Luna, el Secretario de Gobierno que ¡está en la Luna! Y al gobernador Rubén Moreira ni para qué molestarlo. Lo suyo son las fotografías y las leyes en el Congreso estatal.  Al fin el silencio sobre la detención del ex tesorero lo dice todo.

Pero hace algunos meses algo más se rompió en la cadena de complicidades llamada deuda de Coahuila, porque el proceso también alcanzó al ex gobernador interino de Coahuila, Jorge Torres. ¿Se habrá roto el pacto Torres-Moreira? Eso sí, con mucha dignidad Torres fue a reclamar una cuenta congelada por el gobierno estadounidense. Casi tres millones de dólares fruto de su “trabajo”. Las cosas para Torres se complicaron a tal punto, que hasta a su esposa le cancelaron el shopping. ¡Vaya golpe! Por ahora nada sabemos de Torres. ¿Todavía vivirá en Saltillo? ¿Se habrá inscrito en alguna maestría en Barcelona? ¿O estará en un gimnasio haciendo un vistoso lavadero?
La presión es cada vez mayor, aunque en Coahuila algunos piensen que la corrupción de la deuda es un tema pasado. Cómo olvidar la declaración de un banquero que afirmó: “deuda es historia”. Pero mientras Villarreal enfrenta un proceso penal, otros responsables de la deuda que alcanzó los 35 mil millones de pesos, están desaparecidos. Unos más forman parte del gobierno de Coahuila y el más importante, Humberto, nos dice que toma el sol en Cuernavaca.
El papá de Villarreal señala que el principal responsable del fraude de la deuda es Humberto Moreira: "Mi hijo es inocente: de eso no me cabe duda. Aquí el único responsable es Moreira. Él era el Gobernador. Él es el autor de todo esto".

Es representativo de la democracia en México ver como la justicia tienen distintas medidas. Andrés Granier, exgobernador de Tabasco que también endeudó su entidad, terminó en la cárcel y por las mismas su ex tesorero, José Manuel Saiz Pineda, el hombre de los 88 millones de pesos en efectivo. Dos conclusiones se desprenden de las deudas estatales ligadas a escándalos de corrupción. Una. En México es relativamente fácil asaltar el erario, siempre y cuando se tenga licencia de gobernador (o cualquier otro cargo público de relevancia).  Dos. Hay una alta probabilidad de impunidad en función de una justicia diferenciada. A unos sí y a otros no. En Coahuila esto se llama “una nueva forma de gobernar”.  Por eso hasta la fecha no hay responsables, ni transparencia y mucho menos rendición de cuentas sobre la deuda de Moreira I. En cambio dos años después crean en el Congreso (con una mayoría de diputados leales), una flamante comisión para investigar la deuda. Nos es difícil imaginar el resultado.

El proceso de Javier Villareal es sólo la punta del iceberg del megafraude que pagamos los coahuilenses. A todo esto, ¿porqué Villarreal sí es detenido y Humberto Moreira no? La novela realista todavía no termina. Ahora Villarreal enfrenta su propio dilema del prisionero. ¿Delatará a su antiguo jefe?