lunes, 30 de junio de 2008

sábado, 28 de junio de 2008

Presente del agua

Hasta ahora, todos los caminos conducen al agua. Así lo indica la crisis del agua en La Laguna. Estudio tras estudio, diagnóstico tras diagnóstico las problemáticas llegan al mismo punto: ni la cantidad, ni la calidad del agua es buena y el futuro tendencial es negativo. La historia nos resulta familiar y en más de un sentido, la problemática se ha presentado desde los orígenes mismos de la región hacia finales del siglo XVI. Para muestra, menciono algunas referencias.

Desde un principio, los derechos del agua entre los tlaxcaltecas y las tierras de Francisco de Urdiñola fueron motivo de disputa en el entorno parrense de la economía vitivinícola. Posteriormente, en el siglo XVIII un cambio inusitado en el afluente del río Nazas, dejó sin acceso al agua a las antiguas poblaciones coloniales de la región como Cinco Señores (ahora San Nazas) y San Pedro. Derivado de la escasez vinieron migraciones e incluso un alzamiento de “indios bárbaros”.

El siglo XIX no fue la excepción. Peleas irreconciliables por las preciadas aguas del Nazas para la producción de algodón, generaron enfrentamientos armados. Finalmente una reforma agraria con expropiación de tierras, fue decretada por el Presidente Benito Juárez, cambiando así el destino de la región. No pasaría mucho tiempo para que la estabilidad se rompiera y antes de terminar ese siglo, la poderosa compañía algodonera del Tlahualilo construyó un enorme canal para irrigar sus tierras, desviando una importante cantidad de agua del Nazas. Esa situación le ganó el reclamo de casi todos los agricultores laguneros, quienes formaron el Sindicato de Ribereños del Nazas. La disputa terminó en la Suprema Corte de Justicia y el fallo redujo los derechos de agua de la Tlahualilo en favor del resto de los agricultores.

Durante el siglo XX una serie de innovaciones tecnológicas, entre ellas la difusión de las norias eléctricas en los años veinte, agregó una nueva fuente de agua en el subsuelo. Tras la bonanza del algodón vino la crisis y una fuerte sequía que se prolongó por diez largos años en los cincuentas, derivó en la reconversión económica de la región. Así pasamos del algodón a la ganadería lechera. No es casual que por esos años, el efecto de las norias en la disminución del volumen y la calidad del agua subterránea, llevara al gobierno de la República a decretar el 27 de abril de 1949 en el Diario Oficial de la Federación, la primera veda de extracción de agua para los municipios de Lerdo, Matamoros y San Pedro. Después vinieron otras zonas de veda más amplias en 1952 y 1958 entre las que se incluyó a Torreón.

Con las décadas, no sólo fue disminuyendo la cantidad de agua subterránea, sino también la calidad. Sin ir tan atrás en el tiempo, la última mitad del siglo XX está llena de información que ya alertaba sobre la gravedad del asunto. A los laguneros no nos han faltado buenos diagnósticos, estudios e investigaciones, tampoco nos han faltado asociaciones civiles, organizaciones no gubernamentales e individuos señalando el problema, ¿entonces por qué se ha agravado más el problema? ¿Por qué el conocimiento sobre la situación del abatimiento del acuífero no se ha traducido en una serie de remedios de mediano y largo plazo?
Resulta sintomático que durante años esta situación aparezca solamente como una anécdota. La información no pasó de buenos proyectos como el Plan de Rehabilitación de la Comarca Lagunera, cuya ejecución fue declarada de utilidad pública en 1966. En 1976 el gobierno federal creó la flamante Comisión de Conurbación de La Laguna, uno de sus propósitos fue mejorar la situación de agua en la región.

Al final, la situación no cambió mucho, y hoy por hoy, los viejos problemas del pasado, son los mismos del presente. Al paso que vamos, no es difícil imaginar el futuro.

Hace unos días, diferentes agrupaciones ciudadanas se reunieron con la finalidad de hacer una marcha en protesta por la situación del agua. Sin embargo, a pesar del compromiso de muchos laguneros, no se ha logrado incidir con relevancia en el problema, es decir, no se ha logrado generar políticas que desde los gobiernos marquen el rumbo para cambiar la situación. Una escasa participación ciudadana, aunado a gobiernos a los que se les ha dejado hacer y deshacer, sin exigirles, sin llamarles a cuentas, genera indiferencia y negligencia. Quizá los laguneros pensaremos que nuestro problema es serio hasta que el agua no deje de salir de la llave. O quizá estamos esperando a tener cortes generalizados para toda la población porque el agua no es suficiente como en Hermosillo, Sonora. O quizá entonces reaccionemos cuando una serie de hundimientos en el centro de la ciudad, como está pasando en Aguascalientes, nos hagan recapacitar e involucrarnos en las soluciones del problema.

¿Y entonces, será demasiado tarde?
28 de junio de 2008
El Siglo de Torreón

miércoles, 25 de junio de 2008

¡Una de cal!


El pasado 2 de mayo de 2008, escribí una editorial en El Siglo de Torreón, La deuda de Coahuila, exponiendo cómo la transparencia no es el fuerte ni tampco una de las fuentes de legitimidad del Gobierno del Estado, dirigido por el Prof. Humberto Moreira. Entre otras cosas cuestionaba que no se mostrara el resultado de la Cuenta Pública del 2007, sin embargo, veo con beneplácito, aunque tarde, que derivado del ejercicio del acceso a la información, el gobierno estatal ha publicado la información completa para 2006 y 2007.

sábado, 21 de junio de 2008

¡El centro!

Esta semana el Ayuntamiento de Torreón desalojó parcialmente a los vendedores ambulantes de las principales avenidas en el centro de Torreón. Toda decisión pública tiene sus costos, ojalá que el Ayuntamiento no desista, ante las previsibles inconformidades de comerciantes informales y establecidos. El proyecto está avanzando favorablemente, y así lo deseamos, pues durante décadas de negligente abandono, ninguna presidencia municipal logró hacer algo relevante. El alcalde José Ángel Pérez se está anotando valiosos puntos para sus causas, donde la más relevante, al menos para los ciudadanos, es el mejoramiento urbano de nuestro primer cuadro. Esperamos que con ese mismo espíritu, se atienda también a las monstruosas banquetas, exigiendo a los particulares dar el mantenimiento pertinente.

¿Qué pasa con el PAN?

Divididos, atomizados, confrontados, ensimismados en sus grupos, así están los panistas de Coahuila. Sin embargo, no se trata de ninguna novedad en el presente panista, más aún, las confrontaciones regresan una y otra vez, y se replican con similitud en otras partes del país. Al igual que en Coahuila, los grupos panistas de Nuevo León se disputan codo a codo espacios de poder, candidaturas y posiciones. La obsesión del alcalde de Monterrey, Adalberto Madero, por amarrar una candidatura a gobernador, lo lleva a crecer burdamente la nómina con militantes, distraer funciones como alcalde mientras hace campaña en el estado, o incluso, ascender a su chofer -¿se acuerdan de Nico?-, como director municipal.

Hace unos días Luis Guillermo Hernández Aranda, en su artículo División en el PAN, describía a detalle la situación y resaltaba un aspecto, que desde mi punto de vista, es difícil encontrar en los partidos y la clase política en México: el debate de ideas. A cambio tenemos “grillas y golpeteo político”. ¿Cuántas veces vemos que en el comodísimo poder legislativo, se privilegia más la descalificación que la discusión? ¿Cuántas veces escuchamos a las dirigencias de los partidos exhibir argumentos ridículos? En el fondo, lo que estamos presenciando desde los partidos, es una pauperización de la política, es decir, un desprecio institucionalizado por la esencia misma de la política: el debate que antecede al poder.

¿Y qué pasa con el PAN en Coahuila, está condenado perpetuamente a sus crisis? ¿Por qué no logran consolidar su liderazgo estatal?

A diferencia del PRI, en donde ya sabemos quién manda y qué va a pasar, el PAN con sus disputas internas, con sus diferencias y grupos, plantea un esquema de competencia más interesante, o si se quiere, menos predecible que el tricolor. En este momento dominado por los Moreira, cuál de los priístas se atreve a disentir, quién levanta la mano para diferir. A lado del presidente del PRI, Rubén Moreira, quien ejerce un liderazgo autoritario, el PAN simplemente no logra llenar el liderazgo que el puesto amerita. Nuevamente, ante la inminente crisis de liderazgo se plantea una elección más. El próximo sábado 28 de junio, los consejeros estatales del PAN elegirán su presidente entre los candidatos Javier Cavazos, José Ramírez Mijares y Reyes Flores Hurtado. El panorama no se antoja de unidad, y es posible que las diferencias continúen entre los cuatro jerarcas que controlan el partido: Juan Antonio García Villa, Ernesto Saro Boardman, José Ángel Pérez y Guillermo Anaya.

¿Ironías de las historia, coincidencias?
El sábado pasado, la mesa de Contextos en GREM sentó a José Ángel Pérez y Guillermo Anaya. Una lectura cuidadosa de las opiniones ahí expresadas, mostró estilos y diferencias visibles. Llama la atención que el senador Anaya recordara una vieja disputa en el partido durante 1976, cuando el PAN nacional tenía que elegir candidato a la presidencia de la República. Curiosamente en esas fechas se enfrentaron dos estilos de ejercer el liderazgo. Por un lado, el tradicional PAN de los principios y la doctrina, representados por su presidente Efraín González Morfín. Y por otro, el amplio grupo de la “presidencia alterna” liderado por José Ángel Conchello. Eran los tiempos de Luis Echeverría y sus excesos populistas-estatistas.

En el marco de las instituciones panistas, la minoría abstencionista de González Morfín pensaba que la mejor forma de enfrentar el proceso era retirando la candidatura contra José López Portillo del PRI. Esa visión no era compartida por el grupo más amplio y pragmático identificado con Conchello, quienes creían que los excesos de Echeverría ofrecían una oportunidad valiosa para competirle al PRI la presidencia. En la convención del 25 de enero de 1976 se enfrentaron los dos grupos. El resultado: no hubo candidato del PAN, y el ilustrísimo José López Portillo fue el candidato patriótico, único. La parálisis del PAN en ese episodio generó una crisis mayúscula y las heridas entre los grupos nunca sanarían, debilitando al partido.

A veces la historia puede ser aleccionadora. El PAN de Coahuila aparece así más esforzado en sus conflictos internos, que en competir hacia fuera. Mientras el PRI afianza su músculo en todos los rincones del estado, el PAN se ensaña contra si mismo. La elección interna del sábado es importante, pero más lo son las de afuera. El próximo 19 de octubre, cuando se renueve el Congreso local, tendremos un buen indicador que anuncie la capacidad electoral de ese partido para el 2009. Entre tanto, lo que está en juego es una débil representación para la salud de un sistema de pesos y contrapesos.
21 de junio 2008
El Siglo de Torreón

sábado, 14 de junio de 2008

La transparencia a prueba

De alguna manera u otra, políticos y funcionarios han logrado sacarle la vuelta a la transparencia con diferentes artilugios, por no decir mañas.
Los ejercicios realizados, tanto lo propios, como los que han hecho otros al pedir información invocando la Ley de Transparencia, llegan muchas veces al mismo punto: la negación de información, la opacidad. Poco a poco se hizo en los gobiernos la costumbre resistente a la transparencia como una fortaleza que los hace inmunes a las cuentas claras. Más aun, a muchos de nuestros políticos más cercanos, la transparencia les genera urticaria.
Derivado de la experiencia con cientos de solicitudes de información para el caso de Coahuila, se puede establecer un predecible patrón de comportamiento que termina en opacidad. Son al menos seis las “excusas” para no dar la información:

1) La información no se encuentra en el archivo.
2) La información es reservada o confidencial sin importar que no lo sea.
3) La entidad gubernamental presenta un prórroga que extiende los plazo de entrega, sólo para terminar negando la información.
4) Se entrega a medias la información con la pretensión de contestar adecuadamente.
5) Las entidades turnan a otra dependencia o área la búsqueda de información porque no es de su competencia.
6) La información no se responde vía electrónica, obligando al usuario a recogerla directamente, sin importar que el ciudadano se encuentre a cientos de kilómetros de distancia.

En este sentido, los seis obstáculos camino a la transparencia pueden ser claramente identificados por cualquier ciudadano a través del sitio Infomex en la Internet (infocoahuila.org.mx). El sistema tiene la sana virtud de permitir ver las preguntas y respuestas que otros han hecho a las diferentes entidades del gobierno.
De esa manera, podemos establecer con la evidencia documental en la mano -generada por todos esos ciudadanos que han decidido asumir el compromiso para ejercer la transparencia-, una descripción que nos permite situar cómo anda la transparencia en los gobiernos de Coahuila. Por efectos de espacio, me limitaré a describir tres estampas para el caso del Gobierno Estatal, encabezado por el profesor Humberto Moreira. Posteriormente y en otra editorial abordaré el caso del Ayuntamiento de Torreón, dirigido por José Ángel Pérez.

Primera estampa: las Farmacias de la Gente.
El gasto social destinado a los más pobres del Estado, es uno de los sellos más loables y uno de los logros importantes del gobierno de Moreira. El programa de Farmacias de la Gente busca proporcionar, por medio de 300 farmacias en diversos puntos de la entidad, medicamentos a un precio de 10 pesos por pieza, lo cual beneficia sin lugar a dudas a muchas familias que no pueden adquirir esos productos para su salud. ¿Pero, cuánto le cuesta a los contribuyentes un programa cómo este? ¿A cuánto ascienden los contratos para operar las farmacias y a quién se le asignan? ¿Cuál es el plan operativo que sustenta el proyecto?
La respuesta oficial de la Secretaría de Finanzas a estas preguntas, que no son secreto de Estado, ni tampoco ponen en riesgo la seguridad pública fue sencilla: “la totalidad de la información contenida en el expediente Farmacias de la Gente” se clasifica reservada por dos años. Claramente estamos en el patrón número dos de la opacidad.

Segunda estampa: Secretaría de Desarrollo Regional para La Laguna.
La impugnada y controvertida Secretaría manejada por Eduardo Olmos, fue creada en marzo del 2007 con la finalidad de atender la dinámica regional en dos grandes campos: obra pública y desarrollo social. Desde entonces la Secretaría ha manejado un presupuesto millonario. El 4 de abril, una nota de El Siglo de Torreón daba cuenta de un presupuesto de 1200 millones de pesos, equiparándose al recurso del Ayuntamiento de Torreón. El presupuesto de egresos programado para 2008, fue de 313.503 millones de pesos. Lo menos que un ciudadano debe conocer es el plan de trabajo, el desglose presupuestal, su estructura administrativa, los sueldos que se erogan, los programas que se manejan, el avance de las obras. Las sorprendentes respuestas que se dieron en abril de 2007 y nuevamente en mayo del presente año fueron las siguientes: a) “No es posible dar la respuesta debido a la carga de trabajo de esta dependencia”, b) “No es posible acceder a su petición debido a que la información no se tiene sistematizada”.

Tercera estampa: el Estadio del Santos.
Como lo prometió en campaña el gobernador, una millonaria inversión que asciende a los 100 millones de pesos, será sumada al nuevo estadio del Santos impulsado por el Grupo Modelo. La Ley de Transparencia obliga a mostrar documentos, así que se solicitó a la Secretaría de Finanzas una copia del cheque que respalda la inversión estatal. El resultado: “En los archivos de esta dependencia no se cuenta con la documentación requerida”. Al final, nadie sabe, nadie supo. Así el estado de la transparencia.

¿Tiene sentido exigir la transparencia a pesar de la cerrazón? Por su puesto que sí, y por lo tanto, no podemos los ciudadanos dejar de vigilar al vigilante.
Hace unos días, el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información (ICAI), anunció importantes reformas para fortalecer la transparencia y evitar casos como los antes descritos. Entre las novedades del proyecto de reforma, están los “impactos a favor de la transparencia”. Por ejemplo se pretenden sanciones a funcionarios por incumplimiento de la Ley. También se podrá solicitar la defensa del derecho a la información a través del Infomex. Sin embargo, de concentrarse estas reformas, no tendremos transparencia en automático, más bien habrá que ponerla a prueba, cuestionarla, evaluarla y sobre todo divulgar los resultados.

¿Son estos obstáculos a la transparencia exclusivos del Gobierno Estatal? Lamentablemente no. En los primeros días de junio El Universal reveló que el gobierno del Estado de Veracruz, encabezado por Fidel Herrera, decidió clasificar como reservada y confidencial la información relativa a los gastos de promoción y publicidad institucional, índices delictivos, datos sobre las pensiones alimentarias, viáticos, sueldos y prestaciones de servidores públicos. Incluso la información fue reservada hasta por seis años, con opción a prórroga, por aquello de no dudar de la opacidad de un gobierno.

Finalmente, sea en Veracruz o Coahuila, las resistencias a la transparencia siguen en marcha y nos muestran que la discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos es una cultura bien arraigada. Quizá la transparencia no cambie del todo las cosas, pero su uso limita gobiernos.

miércoles, 11 de junio de 2008

Ombligo de Torreón


Si somos justos y claros, lo primero que podemos pensar del centro de Torreón, es que se trata de un lugar sucio, descuidado y con banquetas precarias, por decir lo menos. Caminar por las principales avenidas como la Juárez y la Hidalgo, es lo más parecido a una jungla urbana. Los espacios peatonales están atestados de vendedores ambulantes, a quienes se les tiene que competir, a fuerza de monopolio, un pedazo de banqueta para transitar. Entre el último estreno de la cinematografía mundial y el puesto de elotes, el Centro es, a pesar de su imagen, la parte más simbólica de nuestra ciudad y por lo tanto, la principal carta de presentación ante los foráneos.

Pasadas administraciones propusieron cambios sin llegar muy lejos. Nuevamente, y ante la expectativa incrédula de muchos, el gobierno municipal, encabezado por el alcalde José Ángel Pérez, busca concretar el proyecto de remodelación del Centro Histórico. El proyecto, aún y cuando no se piensa con una visión integral, tiene la buena voluntad de que la ciudadanía desea un cambio. En este punto, creo que nadie en su sano juicio se opondría al mejoramiento de la imagen urbana, sin embargo, y esto lo saben los buenos políticos, no todo lo deseable es posible.

¿Hay solución a esto, o estamos perpetuamente condenados a padecer el Centro decadente?
Poco a poco el Centro comenzó a ser desplazado por nuevos “centros” y espacios que ofrecen a sus vez mejores servicios. Los nuevos espacios terminaron por sellar la decadencia. Galerías y Cuatro Caminos son los ejemplos más visibles, pero no los únicos. En el pasado, la gran concentración económica e incluso habitacional que se vivía en el Centro, preservaba el interés por un mejor aspecto.
Actualmente, no me sorprende en nada, que muchos jóvenes laguneros, no logran identificar algunos de nuestras mejores piezas arquitectónicas como el Hotel Salvador, el antiguo Banco de La Laguna, entre otros. En este sentido, una de las claves de la retorno al Centro está en las inversiones privadas y los incentivos institucionales que pueda ofrecer el gobierno.
Hoy por hoy, el retorno al centro de México, va acompañado de cuantiosas inversiones privadas que impulsan proyectos como el turismo y una zona habitacional media, media alta. Sin embargo, no hace falta compararse con Marcelo Ebrard, a pesar de que hace unas semanas nos volvió a dar una buena lección al lograr retirar a la plétora de vendedores ambulantes por Eje Central en la ciudad de México. El caso de Ricardo Rebollo en Gómez Palacio, más cercano a nuestra experiencia, puede se ilustrativo de una negociación exitosa con los ambulantes de la plaza Morelos.
Mientras tanto, el panorama se complica, cuando el PRI en Torreón, con su habitual oportunismo, se le ha abierto una puerta fabulosa para su causa electoral, al abanderar a los ambulantes (antes con los comerciantes de la Alianza y luego con las rutas de camiones), y acrecentar su diferencia estéril con el gobierno panista. Por una parte, tenemos al gobierno municipal con su lejana habilidad para avanzar en negociaciones. Por otra, un PRI empeñado en bloquear antes que apoyar, sin importarle si dicho proyecto beneficia a la ciudad en general y a la tan menesterosa imagen del Centro. Una vez más la política del desperdicio. Una vez más a la espera de un Centro digno. Por lo pronto, la administración vuelve a posicionar el tema, después de haber abandonado el proyecto en el 2007 durante el centenario. Ojalá se avance en lo posible, y por qué no, en lo deseable.
Players of life, junio 2008

lunes, 9 de junio de 2008

China y Torreón: 1911



El pasado jueves 15 de mayo, se realizó dignamente un acto de memoria pública por los herederos y amigos de la colonia china en Torreón. El motivo fue recordar la terrible matanza de más de 300 inmigrantes chinos en la ciudad en 1911. Vale la pena recordar el suceso, porque se ejerce la memoria en el sentido de aprendizaje, con la finalidad de no olvidar y no dejar que se olvide.

La historia ofrece posibilidades de aprendizaje en la medida que su difusión es la adecuada.

El filósofo y humanista Carlos Valdés, ha insistido en no eludir la historia, sino en “revisar el pasado, porque es la única manera de evitar en el presente cosas parecidas”. Por su parte el Dr. Sergio A. Corona Paéz, el mayor historiador lagunero, no sólo ha escrito diversos artículos en su Crónica de Torreón al respecto, también ha gestionado desde 2003 el acto de desagravio y reconocimiento a la Colonia China de la ciudad. Por una errata omití este comentario en la conferencia ofrecida el 5 de junio en el Museo Arocena, pero hago constar todo mi respeto y reconocimiento a la labor del académico lagunero.

No puedo menos que celebrar la reinterpretación de los sucesos de 1911, que desde hace tres años impulsan y recuerdan públicamente los miembros de la comunidad china en la ciudad. Hay que decirlo: es ejemplar la actitud que ha asumido Manuel Lee, presidente de la Unión Fraternal China de La Laguna, asociación que por cierto, existe desde 1908 en la ciudad y este año cumple 100 años de presencia.El memorial público dedicado a la colonia china está ubicado en la esquina de la avenida Juárez y calle Valdés Carrillo, y con justa razón, ahí se realizó una pequeña ceremonia. Lo significativo del hecho, es que a 97 años de la matanza, se propone oportunamente reinterpretar la historia de nuestra ciudad desde la perspectiva de la memoria pública. Conocer y que conozcan. Son tres años ya de la celebración, que sienta indiscutiblemente, un precedente en la forma de vivir la historia de nuestra ciudad.

Obama

Después de largísimos meses de campaña, el senador por Illinois, Barack Obama se impuso a su formidable rival del Partido Demócrata, Hillary Clinton.El carisma de Barack, el simbolismo profundo que representa ser negro en un país que hasta hace algunas décadas profesaba el racismo, hacen pensar a muchos norteamericanos en la esperanza, ante el desastre económico y militar de la irresponsable administración Bush. Obama reúne la inteligencia de un político que es capaz de despertar los sueños de un pueblo, de emocionar y convencer. Inteligente, carismático, jovial y con una imagen fresca, Obama se perfila (aunque el tiempo lo dirá), como el favorito a conquistar la presidencia de la nación más poderosa.A diferencia de Clinton y John McCain, el avance de Obama plantea diferencias y alternativas al status quo de gobierno estadounidense. Nos guste o no, la democracia norteamericana, con todos sus defectos, es un sistema que sigue dando sorpresas de renovación. Obama llama a la renovación, como escribe en su libro “La audacia de la esperanza. Cómo restaurar el sueño americano”, en una sociedad con envidiables niveles de confianza entre sus ciudadanos.

Fuera de lugar





Después de la tercera estrella, el campeón Santos logró lo que ni las más indignantes carencias públicas de nuestra región: movernos, unirnos, identificarnos, aunque sea efímeramente. Sin embargo, mi propósito no es hablar de futbol, o no al menos directamente. Ya mucha y profunda tinta ha corrido sobre el tema, además, ¿qué podría superar la experiencia de haber presenciado el juego mismo, de haber celebrado?
Entre la euforia colectiva y las ganas espontáneas de festejar, los laguneros pagamos también otro juego. Me refiero al juego mediático que desplegaron los gobiernos de José Ángel Pérez por la presidencia municipal de Torreón y del profesor Humberto Moreira por el Gobierno del Estado. Como si fuera un juego de futbol, la disputa se dio por la conquista de los electores en la antesala del próximo proceso electoral el 19 de octubre. Paralelamente, los aficionados y los no tan aficionados, presenciamos una campaña equiparable a la que realizan las grandes empresas privadas.

Al final quedamos ante la seducción de las imágenes como sustituto de la realidad. De esa manera no importa, la calidad del gobierno, ni mucho menos su capacidad de gestión para ofrecer servicios razonables, duraderos.
Cada uno a su mediada promovió su juego, que no el juego del intereses públicos. Con la guerra de espectaculares, tiempos en televisión, vasos, calcas y hasta pulseras, que de paso, incitan a cambiar los viejos hábitos para generar menos dióxido de carbono, los gobiernos aparecen así, más interesados en publicitarse que en gobernar con calidad, más interesados en gastar a toda costa, sin importar que el contexto mexicano parta del subdesarrollo. Y no es que me oponga al gasto en publicidad, sino al exceso que se convierte en abuso. ¿Harían lo mismo estos gobernantes si se tratara de su dinero?

Ya los conocidos académicos de la Escuela de Frankfurt, nos habían advertido sobre las nuevas realidades que generan los medios y la dinámica de legitimidad impulsada desde el poder. Se trata pues, de una realidad construida a partir de una exposición mediática. No importa tanto la verdad, sino lo que tiene por verdadero. En este sentido, la crisis de legitimidad, la ausencia casi perenne de resultados razonables por parte de los gobiernos hacia los ciudadanos, y en este punto no me refiero con exclusividad a los nuestros, lleva a los mismos a buscar vías artificiales para llenar vacíos. Es decir, se suelen proyectar dos realidades que frecuentemente no suelen coincidir una con la otra, convirtiéndose en la fórmula más fácil para gobernar: inauguro la calle, el puente o lo que sea, con tal de salir en la foto, con tal de aparecer, ya lo que venga (hundimientos, derrumbes, deuda) no es mi responsabilidad. Lo que importa ante los otros es lo que parece, no lo que después aparece. Así que manos a la obra.

Ninguno de nuestros cercanos gobiernos desaprovechó la extraordinaria oportunidad, por demás emotiva, para llenar vacíos. Frases como, “Nos pintamos para campeón”; “¡Porque la afición se lo merece! El Gobierno de la Gente le cumple a la afición”, vienen a hacer aquello que en lo concreto no es el gobierno.
A falta de legitimidad vía gobiernos de resultados, gobiernos eficaces y eficientes, se pretende ganar aceptación a través de campañas mediáticas tan rentables, como efímeras, tan caras como olvidables.
El afán de la imagen aparece así como la sacra suposición que sin ella no hay gobierno. Parafraseando a Régis Debray en su libro Vida y muerte de la imagen, podemos decir que la imagen es más contagiosa que el gobierno mismo porque se basa en la ecuación: lo Visible lleva a lo Real, por lo tanto a lo Verdadero. Pero ¿qué sucede cuándo una dimensión no corresponde a la otra? ¿Qué pasa cuándo se privilegia la imagen por el gobierno mismo? Además del dispendio de recursos públicos, que hasta hace no mucho y gracias a la reforma electoral, ya no vemos esas campañas primordialmente egocéntricas; tenemos como producto una frágil legitimidad que se esfuma al primer ventarrón.

Tan sólo hace unos días, una emisión del programa radiofónico Contextos GREM, preguntó a los radioescuchas qué opinaban acerca del gasto realizado por los gobiernos con motivo del partido. Desde luego no hubo ni una sola llamada que apoyara el gasto e incluso hubo reprobación generalizada del mismo. Una vez más, los intereses políticos tiene poco que ver con los intereses ciudadanos, una especie de fuera lugar futbolístico sin límites.

7 de junio de 2008, El Siglo de Torreón

Otra vez, el buen gobierno

Es lugar común reconocer que las leyes por si mismas no generan costumbres, de la misma manera que un bueno gobierno no se construye con reglamentos. Bien decía Salvador Novo: sería como abolir el hambre por decreto. En México, vamos por un lento tránsito de inventar leyes a cumplirlas, de pasar de la ley como accesorio al difícil imperio de las mismas. Uno de los mayores costos sociales y económicos del Estado mexicano en la actualidad, es la paupérrima cultura de seguir las leyes, y sobre todo la incapacidad crónica para establecer un estado de derecho consistente, capaz de generar certeza, confianza. 6 de cada 10 mexicanos, según la ENCUP 2005, confían poco en las demás personas.

A pesar de esta situación, donde la población parte de la desconfianza, el diseño de un buen marco normativo puede ayudar a hacer la diferencia.
En este sentido, el ayuntamiento de Torreón aprobó en sesión de cabildo el pasado mes de abril, el reglamento de Buen gobierno. ¿En qué consiste este reglamento? ¿Para qué sirve? ¿Cuál será su impacto en los torreonenses de a pie? ¿No se corre el riesgo de sumar un accesorio más a la colección normativa que tenemos?

El espíritu del nuevo reglamento -aunque sofisticado para la precaria ciudadanía que vivimos-, se basa en cuatro vertientes esenciales para fortalecer la cultura democrática: transparencia, legalidad, rendición de cuentas y mejora regulatoria. La exposición de motivos seguida por el ayuntamiento, plantea que “no basta con la legitimidad electoral, con ser honesto, con ser transparente. Hoy en día, ese es el mínimo de un gobierno, son las características básicas que un ciudadano debe esperar y exigir de sus gobernantes, pero de ninguna manera implican el tener un buen gobierno”.

La dudad salta a la vista cuando leemos esto, y no sin razón Salvador Hernández Vélez criticó en su columna de Palabra “las buenas intenciones” del reglamento:
“Hasta el momento en México no hemos abordado con seriedad el asunto de reformar el poder. Se gobierna con los mismos instrumentos del viejo régimen, con los que se gobernaba en la época del partido único. La alternancia, las elecciones más democráticas y competitivas no han construido por si solas las nuevas reglas.Esta falta de nuevos instrumentos se presenta principalmente en el nivel municipal. En los ayuntamientos las fuerzas políticas que pierden, quedan subrepresentadas, el partido ganador obtiene automáticamente la mayoría en el cabildo, independientemente del porcentaje con el que gana”.

Sin embargo, el meollo del asunto no es electoral, ni de colores de partido como piensa Vélez, más bien se trata de la eficiencia y eficacia de los resultados que brinda un gobierno, no importa si es del PRI o PAN, (el PRD a penas si existe). En el viejo régimen la legitimidad se limitaba a los votos, pero ahora los papeles han cambiado. No basta con ganar elecciones, es necesario ofrecer un gobierno de calidad que también pueda ser llamado a cuentas y que al mismo tiempo brinde los espacios propicios para generar políticas públicas entre ciudadanos y autoridades.
Ante la crisis de legitimidad que viven los gobiernos, en parte consecuencia de funcionarios que representan todo, menos los intereses ciudadanos, se ha retomado el valor de la democracia directa como complemento de la democracia representativa. El fracaso de la representación, bien puede ser abordado desde el espacio local, dado que es el espacio más próximo a la población. Me explico, los cambios profundos no van a venir del centro y mucho menos del ombligo del gobierno nacional. Las reformas profundas encuentran tierra fértil en la base que lo conforma: los municipios. Por eso el influyente politólogo Enrique Cabrero los ha llamado “eslabones del desarrollo”.

Hoy por hoy, las posibilidades del cambio social, están en los espacios locales, en los municipios. La fórmula se a invertido, ya no se trata tanto de partir de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba.
La aportación más valiosa del reglamento no es la figura ciudadana de nombre kafkiano, Instituto Ciudadano para el Buen Gobierno. Lo realmente valioso y novedoso son los indicadores de calidad y desempeño que tendrán que generarse para su publicación (actualmente el ayuntamiento, a través de su página de Internet, muestra una lista de frecuencias y descripciones, que en sentido estricto no forman un indicador).
Los indicadores, se vuelven así en una pieza necesaria y fundamental de la rendición de cuentas. Una máxima conocida por las buenas empresas nos dice: si no lo puedes medir, no lo puede evaluar y si queremos mejorar hay que medirlo.

¿Cuántas dependencias, direcciones y subdirecciones, áreas y departamentos del ayuntamiento se encuentran en esa cómoda posición de no medir, ni ser medidas?
El artículo tres del reglamento define los indicadores como “instrumento para la rendición de cuentas que consiste en un conjunto sistematizado de reportes, parámetros, índices, comparativos o cualquier otro medio que sirva para evaluar la eficiencia, eficacia y calidad de los servicios públicos y el ejercicio de las funciones del gobierno municipal, así como los procedimientos, fórmulas y mecanismos para obtener resultados”.
Probablemente desde el presente no veamos las ventajas y los alcances del reglamento, pero lo mismo se pensó en el 2002, cuando el senado aprobó la ley federal de transparencia, que para algunos gobiernos es un perpetuo dolor de cabeza y para otros una excelente herramienta de legitimidad ante los ciudadanos.

Más allá de la ambigua y generosa “voluntad política”, el reglamento de Buen gobierno viene a complementar y fortalecer el instrumento ciudadano de acceso a la información pública. Ahora se trata de obligaciones y no de voluntades. La palabra, como en el caso de la ley de transparencia, la tienen los ciudadanos.

31 de mayo de 2008, El Siglo de Torreón

La industria cultural en Torreón

El martes pasado, con motivo del día internacional de los museos, fui invitado por Cristina Matouk a un panel organizado por el Museo de los Metales y el Regional de La Laguna. La reflexión en torno al museo como agente de cambio social, fue compartida con el museógrafo Sebastián Soto Olmos y la arqueóloga María del Carmen Lechuga. Reproduzco una parte del texto expuesto y también agradezco el profesionalismo y la atención de personal del Museo Arocena (MUSA), quien me proporcionó valiosos datos sobre sus visitantes.
¿Por qué hablo de industria cultural? ¿En qué consiste y qué relación económica tiene para ser considerada como tal? Por lo general, se tiende a separar la economía de la cultura, entendida esta como bienes culturales de consumo: arte, música, literatura, teatro, cine, libros, entre otros.
En Torreón, en La Laguna se habla de la economía haciendo referencia a la industria lechera, textil, metalúrgica, estos últimos con cien años o más de gestión en la región. ¿Pero que la cultura no es también una industria? ¿Acaso no es una oferta de bienes y servicios? ¿No genera la cultura empleos?

La cultura, al igual que las otras industrias, también depende del mercado. Los primeros en utilizar el término de industria cultural fueron Thedor Adorno y Max Horkheimeir, quienes argumentaron que la manera de producción de los objetos culturales era análoga a la forma en que otras industrias manufactureras se abastecían de bienes consumibles.
Una versión actualizada al caso mexicano, la ha aportado el economista Ernesto Piedras al valorar y estudiar la importancia de la economía de la cultura con base en su peso o participación en el Producto Interno Bruto.
¿Cuánto vale la cultura, se pregunta Piedras en una de sus investigaciones? En este sentido, los estudios encuentran que las industrias culturales son una fuente de ingresos importante, incluso superior a otros sectores de la economía. Según cálculos expuestos por el investigador, más del 3.7% de la Población Económicamente Activa, participa de este sector. Tan sólo para el año 2003 -ya que no se cuenta con una base de datos actualizada, lo que refleja la escasa valoración que se le ha dado al tema-, la industria cultural en México aportó 7.3% de Producto Interno Bruto. No hablamos de poca cosa, sobre todo, en tiempos en que la discusión nacional parece solucionar todos los problemas con el petróleo. Desde 1988 la tendencia no ha dejado de ser creciente y se estima que la participación podría superar los 10 puntos porcentuales como proporción del PIB.
¿Y que sucede en nuestro entorno local? ¿Qué pasa en Torreón? Indiscutiblemente durante los últimos años en Torreón, toma relevancia la industria cultural. Pensemos en el año 2006, donde la ciudad experimentó, si se me permite la expresión: un “boom” de museos. Dicho en pesos: 86 millones se invirtieron entre 2006 y 2008.
En agosto de 2006, se inauguró el MUSA, hoy por hoy, es el espacio cultural que lleva el liderazgo en la región. La inversión fue de 35 millones de pesos. Se trata de una gestión principalmente privada, con aportaciones estatales y municipales. En el 2007, septiembre vio nacer el Museo de los Metales, impulsado por la empresa Peñoles. La inversión superó los 15 millones de pesos. En ese mismo año, pero en el mes de octubre se inauguró también el Museo de la Revolución en lo que fuera la casa de un prominente chino lagunero: el Dr. Lim. La inversión de 18 millones de pesos, fue aportada por el gobierno de Estado de Coahuila.
Para el verano de este año se estima la inauguración del museo del Algodón, ubicado en el sector Alianza. La inversión con fondos municipales asciende a 18 millones de pesos.

Si pensamos como industria, la apertura de estos nuevos museos impacta en la economía y la cultura de Torreón. La imagen de la ciudad es otra después de estas inversiones. Los laguneros lo perciben como un cambio favorable que viene a completar el cuadro del desarrollo económico con el desarrollo cultural. Ahora podemos decir, o más bien asumir, que tenemos museos a la altura del crecimiento de la ciudad.
El caso del MUSA, que es que mejor conozco por colaborar ahora en él, tuvo una inversión mixta, pero predominantemente privada. Este museo le ha proporcionado a Torreón, como dice el cronista y mayor historiador de la región, Sergio A. Corona Páez, calidad de metrópoli. En muchos sentidos, el liderazgo de esta institución está marcando la pauta. El 10 de enero del presente año, El Siglo de Torreón daba cuenta que el MUSA llegaba a cifras sin precedente en la demanda cultural de la región: 97 mil visitantes desde su inauguración. Y justamente aquí es donde me quiero detener: ¿Quién son esos visitantes? ¿A qué se dedican? ¿Qué edad tienen? ¿Cómo se enteran del museo? Nada más importante en una industria que conocer el mercado: 64% de sus visitantes es un público joven entre 13 y 30 años. Un 15% está conformado por adultos mayores de 46 años y en contraste, los menores de 12 años sólo representan un 12% de los visitantes. Las mujeres son quienes más visitan el museo: 61% contra 39% de los hombres. 53% de los visitantes son estudiantes y sólo 19% son profesionistas, mientras que un 9% son maestros. 39% afirma haber visitado el museo por opinión de algún conocido. 16% se entera por el periódico, seguido de 15% que llega a ver publicidad externa. 8% llega por invitación, 7% se entera por la televisión y 4% por la radio.
El caso del MUSA representa una gestión que integra diversos procesos de una industria cultural como: Trabajo especializado (departamento de curaduría y restauración, servicios pedagógicos, biblioteca, archivo); oferta de exposiciones de talla nacional e internacional; producción y venta editorial; además de ofrecer un espacio flexible para ser rentado, lo que abre otra fuente para generar recursos propios.
A manera de conclusión, el MUSA es un paradigma de la industria cultural y al mismo tiempo es un agente de cambio social y desarrollo. Ya no pensamos a Torreón sin un museo como el Arocena, pero tampoco sin este boom de museos que enriquecen nuestra geografía.

24 de mayo de 2008, El Siglo de Torreón

La Laguna a futuro

La visión del futuro puede ser reveladora del presente. En el futuro se pueden depositar nuestros deseos, esperanzas y también la imaginación de lo queremos lograr o ser. El futuro es algo, que de cierta manera, se puede proyectar, imaginar y volver realidad, sin embargo, para lograr esto se requiere de conocimientos precisos y bien fundamentados, actores sociales motivados y una imagen del futuro traducida en estrategias y líneas de acción realizables.
Si trasladamos esto a una región, encontramos plataformas como el gobierno, asociaciones civiles y empresariales, universidades y liderazgos locales, que bien pueden imaginar y proyectar un modelo de ciudad.

Ahora que hablamos constantemente de la Zona Metropolitana de La Laguna y sus bondades, encontramos una oportunidad valiosa para reflejar lo que esperamos de nuestras ciudades y el lugar que ocupan como región, con todo y sus fortalezas y debilidades, puntos de unión y contradicciones.
¿Cómo le han hecho otras regiones para lograr algo que los conduzca a un desarrollo más equitativo y razonable? ¿Cuáles serían las estrategias y los planes que los llevan a un buen desarrollo?

En marzo de 1997, el Centro de Estudios Estratégicos para el Desarrollo de la Universidad de Guadalajara, con el financiamiento de importantes empresas, realizó un ambicioso proyecto de investigación social y prospectiva para construir una visión integral sobre los escenarios futuros de Jalisco en un horizonte de dos décadas y media. Echando mando del recurso de análisis de prospectiva, el proyecto se tituló “Jalisco a futuro”, y no sólo diagnosticó la situación del estado, sus problemas y potencialidades, sino logró conocer las expectativas y los valores de la comunidad jalisciense para trazar una imagen de lo que se quiso y se pudo llegar a ser en el futuro.

Con una serie de recursos y metodologías científicas aplicadas por expertos, el estudio de prospectiva plateó los futuros de Jalisco en tres posibles escenarios: a) El futuro tendencial; b) El futuro pesimista; y c) El futuro deseable.
Las variables que se analizaron fueron población, medio ambiente, economía, política y administración pública, sociedad y cultura. Al mismo tiempo se proyectaron las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas.
La investigación que actualmente sirve como base rectora de políticas, se observa el Futuro tendencial a través de una extrapolación estadística de los rumbos que podría seguir el cambio social, en caso de no existir ninguna intervención externa. El Futuro pesimista que consiste en llevar una situación límite, así como la influencia de fuerzas restrictivas, riesgos y debilidades, que inhiben o entorpecen el desarrollo de la entidad. Y finalmente el Futuro deseable, los rumbos de acción y los programas que inciden estratégicamente en un mejor porvenir.

La oportunidad que nuevamente se abre (antes fueron otras y hoy desaparecidas como la Comisión de Conurbación de La Laguna) con la Zona Metropolitana de La Laguna, es una plataforma que bien pudiera servir para generar un análisis de prospectiva a fondo. Pensamos en planes duraderos, capaces de leer las tendencias y anticipar el futuro deseable con las proyecciones del presente. Si pensamos en alguna de las principales problemáticas como la crisis ambiental en que vivimos, o en las problemáticas propias de crecimiento de las ciudades, no es difícil imaginar la tendencia negativa.

Por ejemplo, estamos acostumbrados a vivir en un entorno donde se privilegia al automóvil como forma de transporte, cuando sabemos que en el futuro, el grueso del tránsito tendrá que ser sustituido por medios más eficientes y ecológicos. Por una parte se logra la modernización del transporte en Torreón, lo cual es loable, pero al mismo tiempo no se integra la modernización en un programa más amplio que piense en los peatones, los ciclistas y otras vías alternas de transporte colectivo. El resultado, un espacio urbano fragmentado, difícil de comunicar eficientemente entre si, los distintos puntos que lo conforman. Pensemos en los nuevos fraccionamientos que están diseñados para llegar por auto, excluyendo otras alternativas de llegada.
La Laguna a futuro es algo que debemos pensar y construir en conjunto, es una necesidad y una obligación. Ojalá no perdamos la oportunidad.


17 de mayo 2008, El Siglo de Torreón

Haciendo el futuro

Actualmente, el debate mundial de la política se ha alejado cada vez más de las viejas ideologías situadas entre la derecha y la izquierda, para trasladarse a temas más trascendentales e ineludibles como el cambio climático y la agenda pública del desarrollo sustentable. En el pasado, estos temas se consideraban marginales y de poca importancia para la política, pero la evidencia mostrada, ya sea en los desastre naturales o en el creciente deterioro ambiental, han obligado a replantear la agenda mundial. Por ejemplo, el pasado foro treinta y ocho en Davos, Suiza, retomó parte de su discusión en la relación economía y el medio ambiente.
Finalmente, se trata de la viabilidad de las sociedades actuales, su modelo económico y la relación con el entorno.

Cada vez más, la tendencia mundial en los distintos foros de renombre, y sobre todo en las instituciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial o la OECD, están centrando su atención en las implicaciones del cambio climático y el desarrollo sustentable. En otras palabras, la agenda pública a nivel internacional tiene ya entre sus prioridades los temas también llamados verdes.
En La Laguna tampoco hemos estado alejados de las problemáticas derivadas de un desequilibrio ecológico. Quizá nuestro mayor daño esté en el antiguo río Nazas, pero también se suman a la deshonrosa lista, el plomo, el arsénico en el agua y la presencia cotidiana -ya tan normal- de una inmensa nube de partículas sobre la región.

En este sentido, la directriz, las políticas, las líneas de acción que asumen los gobiernos, pueden hacer la diferencia en el largo plazo. Las malas decisiones del pasado, nos salen caras en el presente. Es ahí, donde se observa claramente la madera de las que están hechos los gobiernos y sobretodo, el compromiso y la responsabilidad que tienen hacia los ciudadanos.
En los próximos días, si es que no renueva un plazo más, habrá de conocerse la propuesta de contrato entre el Ayuntamiento de Torreón, encabezado por José Ángel Pérez, y Promotora Ambiental (PASA), empresa que maneja la concesión de limpieza de la ciudad. Lo que resulte de dicha negociación reflejará ese compromiso hacia los ciudadanos. Al respecto, vale la pena reseñar brevemente dos experiencias exitosas e inteligentes en dos municipios mexicanos: León y Teocelo.

A de la ciudad de León también le llegó su hora, pues el relleno sanitario alcanzó su máxima capacidad. Ante la crisis, el gobierno de León aplicó un programa denominado “Basura que no es basura” en el cual de manera innovadora y creativa, se combinan los aspectos técnicos con los culturales para incorporar a los usuarios en una actividad que aparentemente es muy sencilla: la separación de la basura. Desde 1993, el ayuntamiento de esa ciudad, modificó su reglamento como parte de una estrategia más amplia en la administración de la basura. Asignaron, en un primer momento, un día a la semana para recoger exclusivamente la basura que no es basura: papel, madera, cartón, plástico (PET), vidrio y metales.

Como consecuencia del éxito del programa municipal en las nuevas costumbres ciudadanas, aumentaron a dos días por semana, la recolección exclusiva de reciclados. De esa manera, promueven el hábito de separar los desechos orgánicos e inorgánicos en los hogares, y al mismo tiempo, promueven obras de beneficio social a través con los recursos obtenidos de la venta de basura reciclable. Ahí, es el municipio quien marcó la pauta para que la planta recicladora retribuya en beneficios directos a la ciudad.

La experiencia de León muestra al menos tres beneficios tangibles en su presente, después de haber impulsado cambios al reglamento y cambios a la costumbre: 1) Participación ciudadana en la separación de la basura desde el origen; 2) Generación de biogás y ampliación de la vida útil del relleno sanitario; y 3) Inversión social derivada de la utilidad de la venta de material reciclable.

Otro caso exitoso y creativo, en donde intervienen gobierno y ciudadanía, es el que se ha desarrollado de manera ejemplar en Teocelo, Veracruz. El pequeño municipio de Teocelo, ubicado a 25 kilómetros de Jalapa, hizo de la basura un negocio que beneficia directamente a los ciudadanos de ese poblado.

Se trata de un programa integral que parte de la formación de una consciencia ciudadana donde se logró la separación de los residuos sólidos, el uso de tecnologías limpias y accesibles para procesar los desechos orgánicos, además de la obtención de subproductos útiles como el abono orgánico para los invernaderos. No obstante, la innovación gubernamental provino de una crisis de la economía local originada por los bajos precios en el mercado del café. De esa forma, los antiguos productores de café pasaron a sembrar jitomates y pimientos, utilizando como abono la composta generada por las lombrices, en combinación con los desechos orgánicos. La cadena productiva los llevó a tener un excedente de lombrices que posteriormente fueron utilizadas para la piscicultura de langostino y trucha. El impacto del Programa integral de residuos sólidos, donde ya participan a la fecha, un 85% de la población de municipio, llamó la atención de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón a tal grado que firmó un convenio de intercambio con el municipio, con la finalidad de utilizar la tecnología de la lombricomposta y generar abono orgánico de alta calidad.

Este programa manejado en Teocelo, recibió en el 2002 el premio Gobierno y gestión local que otorga el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) como uno de los programas municipales que sí funcionan y son un ejemplo para otros municipios del país.
Entre tanto, lo menos que se puede esperar del nuevo contrato entre el ayuntamiento de Torreón y PASA, es una base que favorezca en compromiso, responsabilidad y visión de largo plazo a los ciudadanos de Torreón. ¿Será?

10 de mayo de 2008, El Siglo de Torreón

La deuda de Coahuila

Hace unos días, el Secretario de Finanzas del Gobierno del Estado, Jorge Torres López, anunció la contratación de una deuda por 3,500 millones de pesos, con la finalidad de aplicarlos a obras de infraestructura urbana e industrial, construcción de hospitales y la de un par de teatros en las regiones Norte y Carbonífera. Hasta ahí, nada que suene anormal o sospechoso.
Actualmente, el gobierno de Coahuila es unos de los pocos estados con finanzas públicas sanas. La tendencia es corroborada por la prestigiosa calificadora Standard & Poor’s que sitúa al estado en la categoría “AA”, en otras palabras, lo califica como un Estado con notable fortaleza financiera. En este sentido, la emisión de la deuda en la Bolsa Mexicana de Valores, le permitiría al estado, según la óptica el funcionario, acelerar las inversiones.

Pero nada más sensible en la administración pública, que el manejo de los dineros. Nada más deseable en tiempos de la transparencia, que un buen alumbrado en la administración. Sin embargo, uno se cuestiona la pertinencia de la deuda: ¿Es necesaria, o simplemente se busca hacer obras? ¿Por qué pagar intereses, si tarde que temprano el gobierno estatal recibirá los millonarios beneficios de la reforma fiscal? ¿No sería mejor aplicar un programa que reduzca el elevadísimo gasto corriente que lleva el Estado?

Actualmente, el presupuesto de egresos del Estado nada más destina un 43% del total de sus recursos a sueldos. Una investigación del periodista Jesús Castro publicada en el mes de octubre del 2007, situó a Coahuila como el segundo estado de la República Mexicana que más gasta en el pago de la nómina a funcionarios públicos.

Ahora bien, dos aspectos concretos me hacen dudar con seriedad de la anunciada bursatilización de la deuda: la primera tiene que ver con el resultado de la auditoría realizada al Gobierno Estatal y que fue publicada el pasado 27 de marzo por la Auditoría Superior de la Federación. La segunda proviene de la divulgación, a mediados de abril, del Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno por parte del organismo civil Transparencia Mexicana. Ambos casos evidencian claramente la otra cara de la moneda del erario, es decir, uno nos demuestra las irregularidades y la precariedad del manejo de los dineros públicos. El otro caso nos muestra la caída estrepitosa del lugar nueve al deshonroso veinte, que ha experimentado Coahuila -incluyendo municipios y federación en la entidad- en tan sólo dos años.

Al revisar a detalle las 36 páginas que resultaron de la auditoría realizada a la cuenta pública del 2006, ejercida por el gobierno del profesor Humberto Moreira, vemos con una mezcla de asombro e indignación que los recursos públicos fueron manejados con claras irregularidades. La Auditoría Superior revisó dos entidades claves: la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social, a través de la aplicación del Fondo para la Infraestructura Social Estatal (FISE).
Cito dos ejemplos. Para el programa “Pinta tu Casa”, se detectó que el expediente de la obra no quedó debidamente integrado, ya que no se localizaron documentos del proceso licitatorio como la convocatoria y sus bases. Asimismo no se encontró la documentación comprobatoria que ampara la adquisición de brochas y accesorios.

Otro programa que revisó la Auditoría, fue “Mano con Mano en la Nutrición”, donde encontró irregularidades en la aplicación y reintegración de recursos e intereses generados en una cuenta manejada por la Secretaría de Finanzas. El reporte concluye que desconoce el destino de medio millón de pesos y los respectivos intereses. Tampoco extraña en tales prácticas, que la Auditoría promoviera diez sanciones administrativas, además diversas recomendaciones.

La bandera del actual Gobierno de la Gente tiene como principal lucha las causas sociales y la ayuda a los más pobres del estado, sin embargo, la evidencia mostrada por la Auditoría comprobó que no necesariamente la aplicación de esos recursos impacta con claridad a los grupos más vulnerados. Transcribo unas líneas del dictamen: “Se determinaron algunas debilidades en el control interno, en virtud de que no se cuenta con un mecanismo de planeación para garantizar que el total de los recursos del FISE se orienten a los grupos más pobres o no se asignen a rubros no previstos en la Ley de Coordinación Fiscal”.

La Auditoría Superior de la Federación consideró que en “términos generales el Gobierno del Estado de Coahuila no cumplió con el marco normativo aplicable a la planeación, adjudicación, control, destino y cumplimiento de metas y objetivos, de las operaciones examinadas”
Sí completamos el cuadro de la administración, con la geografía de la corrupción percibida en Coahuila, veremos que estos resultados no son casuales. Mientras que en el año 2005 Coahuila ocupaba el lugar 9 en el Índice de Corrupción entre 32 entidades federativas, para el 2007 caímos libremente al lugar 20.

La duda no es gratuita, ni tampoco la deuda. Al final del día, la verdadera deuda del estado de Coahuila no será con la Bolsa de Valores, sino con los coahuilenses. Actualmente la legitimidad de un gobierno ante los ciudadanos no proviene de cuánto puede regalar. Hablamos entonces de la capacidad y la calidad de los resultados.
No obstante, lo “público” continúa siendo un recurrente eufemismo entre los gobiernos.
¿Qué tiene de “público” el resultado de la cuenta pública del 2007 para que no se revele entre los comunes mortales el documento?
En realidad estamos tan lejos de aquella exigencia de Daniel Cosío Villegas: hacer pública la vida pública.

3 de mayo 2008, El Siglo de Torreón