sábado, 28 de noviembre de 2009

Medir para mejorar

Si no lo puedes medir, no lo puedes evaluar y por lo tanto mejorar. Así se resume un principio básico en la administración: medir para mejor. Esa es la propuesta que desde el año 2002 viene realizando la asociación civil conocida como Instituto Ciudadano de Estudios Sobre Inseguridad Pública (ICESI). Esta semana la AC presentó los resultados de la sexta Encuesta Nacional sobre Inseguridad en la solemne sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Reunidos los principales políticos del Estado Mexicano, desde el Presidente de la República hasta los Gobernadores, Ministros y Secretarios constataron una radiografía de la inseguridad que incomodó a muchos. Como bien reza el dicho, la verdad no peca pero incomoda.

Los medios dieron más atención al enojo de los gobernadores que a los resultados del estudio. Hay que decirlo con autocrítica, pesa más la anécdota que la valiosa información de la encuesta en materia de inseguridad. Llama más la atención más la queja de un Peña Nieto (PRI) cuestionando la metodología o el llamado a la opacidad del gobernador de Michoacán Leonel Godoy (PRD). Más aún fue difundido el reclamo de Osuna Millán (PAN), el gobernador de Baja California declarando que la encuesta “ya no nos sirve” por tratarse de los datos de 2008.
Si bien la encuesta del ICESI no busca remplazar, sino complementar la información del gobierno, sus resultados proporcionan datos valiosos para elaborar diagnósticos precisos y confiables, orientados a informar a los ciudadanos, además de facilitar el diseño de políticas eficaces en seguridad pública.

La hechura de la encuesta es bastante sólida ya que se basa en estándares metodológicos comparables a los utilizados internacionalmente y por las Naciones Unidas. La muestra del estudio es representativa de las entidades federativas en el país y se levantaron 71, 370 encuestas en vivienda. La encuesta de inseguridad permite estimar las características de la prevalencia y la incidencia delictivas ocurridas durante 2008, los porcentajes de delitos no denunciados y no registrados (cifra negra), la magnitud y características de la victimización, la percepción de los ciudadanos sobre la inseguridad y la actuación de sus autoridades.
Por ejemplo, el estudio muestra que la cifra negra de los delitos no denunciados por diversas razones –desconfianza, temor, desinterés–, es de 85%. Esta cifra resulta congruente cuando sabemos que 84% confía poco y nada en las policías municipales, aunado al 85% que desconfía del Ministerio Público. Pero vayamos al termómetro del delito a fin de tener un panorama general de la inseguridad en el país.

Las cinco entidades que los ciudadanos perciben como las más inseguras son DF, Chihuahua, Estado de México, Baja California y Durango. Las menos inseguras: Nayarit, Baja California Sur, Querétaro, Colima y Yucatán.
Las cinco entidades que concentran el mayor número de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes son Sinaloa (43.7), Chihuahua (42.1), Guerrero (30.2), Durango (27.8) y Baja California (27.7). Por el contrario, los estados donde la violencia es mínima: Yucatán (2.5), Querétaro (3.4), Tlaxcala (3.8), Baja California Sur (5.1) y Guanajuato (5.1).

En este sentido, afirmar que toda la inseguridad recorre por igual el país es una afirmación inexacta, más cercana a la opinión que al conocimiento. Pero al mismo tiempo es frecuente escuchar el argumento que agrupa todo en un mismo saco. La violencia se concentra en varios estados, pero no en todos. Mientras unos comparten índices delictivos comparables a estados fallidos como Afganistán e Irak, otras entidades como Yucatán están por debajo de Estados Unidos, India o Israel.
Más vale que los gobernadores indignados, así como los demás funcionarios encargados de velar por la seguridad retomen estos datos a fin de mejorar la seguridad. Al final, no se trata de descalificar, sino de conocer para resolver.

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sábado, 21 de noviembre de 2009

Arqueología de La Laguna



La perspectiva muestra ángulos, vistas que unos ven y otros no. Los mismos trazos percibidos desde fuera ofrecen otra lectura, y a veces para ver con claridad hay que alejarnos, cambiar de lugar. De esa misma manera, interrogarnos sobre la identidad o la pertenencia a un sitio, una ciudad, una región, implica también una perspectiva, un cierto abordaje que varía según quien percibe. En este sentido, la historia de La Laguna puede ser abordada desde la literatura, y justamente esa es la propuesta que nos hace Edgar Salinas Uribe en su nuevo libro: “Arqueología de un imaginario: La Laguna”. El ensayo de 110 páginas fue recientemente publicado bajo el sello editorial de Juan Pablos y el Ayuntamiento de Torreón.

“¿Qué va de La Laguna? ¿Para qué vivir allí? ¿Por qué ir a morir en sus desiertos?” se pregunta Salinas Uribe en una búsqueda por explicar su estancia en La Laguna. Sin embargo, al tratar de explicarse para sí su por qué en estos desiertos, el autor propuso una explicación de la región, la identidad y el constructo del imaginario que llamamos desde el siglo XVI La Laguna. Si nuestro gran historiador Sergio A. Corona Páez explicó la construcción cultural de los laguneros a través del rigor y la profundidad de leer los documentos de otros siglos, Salinas Uribe lo hace desde los cuentos, las novelas y los poemas escritos desde el imaginario lagunero. En el libro recorre Una estepa del Nazas del poeta Manuel José Othón para luego ir a la poética hecha canto cardenche: “Yo ya me voy/ a morir en los desiertos,/ me voy de ejido/ a esa Estrella Marinera” dice una estrofas más emblemáticas del canto lagunero.

El Yo ya me voy a morir en los desiertos, afirma su autor, es algo de lo mejor de la poética cardenche, esa que más allá de rimas y métrica, versos y estrofas correctas, se teje con sotol, desierto, mucho trabajo, cansancio, explotación y exceso de nostalgia, ya sea de lo que fue, de la mujer imposible o de la risa que no será.

El libro hace una auténtica arqueología, acaso como quería el filósofo francés Michel Foucault, a través de las letras dispersas en el árido paisaje lagunero: de Magdalena Mondragón a Yolanda Natera, de John Reed a Francisco L. Uriquizo, de Saúl Rosales a Jaime Muñoz Vargas y Francisco Amparán, hasta llegar incluso a la versión ultramoderna de Wenceslao Bruciaga y sobre todo, Carlos Velázquez. Por cierto, este último ya célebre por la Biblia Vaquera (un triunfo del corrido sobre la lógica).

Hay algo de Octavio Paz y Sigmund Freud en la Arqueología, porque trata de explicar la identidad lagunera no solamente en los lugares comunes de un equipo de fútbol, sino en las posibilidades que ofrece la literatura y la historia. Por eso el libro abre un camino en dos sentidos: por un lado, las letras forjadas en el arte del cuento, la novela y la poesía; por otro, en las explicaciones que historiadores como William Meyers, Manuel Plana, Corona Páez y María Vargas Lobsinger por mencionar algunos, han realizado sobre nuestra historia. De ahí que el ensayo nos marque varias etapas que pasan por la economía agrícola algodonera, esa época de oro donde el agua del río Nazas fue una fuente extraordinaria de riqueza hasta la ciudad industrial y moderna. No obstante, entre ambos momentos, Salinas Uribe retoma la ruptura de 1936: “con el decreto del 6 de octubre está fechada, también, el acta de defunción del Padre fundador de La Laguna moderna”.

En fin, no se trata aquí de contar el libro sino de apuntar una discusión que ha retomado el autor sobre la identidad y lo lagunero. A esta discusión están invitados, porque el próximo jueves a las 8 de la noche en las instalaciones del Icocult, debatiré al respecto con Salines Uribe. Ahí los esperamos.

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viernes, 13 de noviembre de 2009

De San Pedro a Juchitepec



Dos municipios opuestos, radicalmente diferentes, geográficamente distantes y económicamente incomparables. Se trata de dos caras de una misma realidad en el país. San Pedro Garza García en Nuevo León es uno de los municipios más ricos de Latinoamérica, junto con la delegación Benito Juárez. Ahí el nivel de riqueza per cápita es sobresaliente. Al mismo tiempo, Juchitepec es un municipio plagado de carencias, marcado por la migración hacia los “Yunaites”. Tal y como concluye duramente el Índice de Desarrollo Humano Municipal en México generado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En nuestro país coexisten municipios con un desarrollo similar al observado en Estados Unidos o en los países que integran la OCDE, pero por otro lado, también es posible identificar circunscripciones con niveles de desarrollo inferiores a los del África Subsahariana.

Sin embargo, a pesar de la radicalidad de sus circunstancias, ambos municipios comparten una cara de la misma moneda: la inseguridad, el hartazgo general de sus habitantes.
En San Pedro, el polémico alcalde Mauricio Fernández expresa sus intenciones de ir más allá de sus funciones, incluso por encima de la ley, con tal de disminuir el crimen, de erradicar el cáncer de la inseguridad. El mismo día de su toma de protesta como nuevo alcalde anunció la muerte de un conocido criminal que azolaba tranquilamente la zona metropolitana. La polémica, pero también la seducción del personaje aumentó como burbuja cuando anunció un grupo de “limpieza” para combatir a los criminales incluso por encima de la ley. Las simpatías de muchos no se hicieron esperar, e incluso el propio Fernando Martí reconoció: "Como activista social no puedo decir que estoy de acuerdo. Como ciudadano, como sentir ciudadano, creo que a todos nosotros hasta gusto nos dio".

En las condiciones actuales, donde el Estado mexicano es incapaz de garantizar la seguridad, las manifestaciones por encima de la ley encuentran terreno fértil. De esa forma, cuando aparecen personajes dispuestos a combatir la criminalidad sea como sea, aparece también la aprobación de muchos, que cansados o temerosos, ven con buenos ojos la barbarie para acabar con la barbarie. Nada más riesgoso que este silogismo de violencia. Jesús Silva Herzog Márquez describió la imprudencia del alcalde como un “populismo justiciero” a riesgo de sacrificar leyes e instituciones.



En otro punto de país, en condiciones opuestas a las conocidas en Nuevo León, cuatro sujetos, entre ellos dos policías federales, fueron identificados por algunos habitantes y posteriormente detenidos por las autoridades bajo la presunción de secuestro. La voz rápidamente se corrió y varios cientos de habitantes “arrebataron” a las autoridades municipales de Juchitepec, a los cuatro detenidos. Bajo la firme convicción “popular” de linchamiento, los habitantes furiosos golpearon a los criminales e incendiaron un sitio de la presidencia municipal. La turba pretendía rociarlos de gasolina y prenderles fuego –situación que a muchos pareció sensata−, otros ya traían a uno de los sujetos detenidos con una soga al cuello para colgarlo. Al final, cientos de policías intervinieron y rescataron a los criminales de la espontánea iniciativa popular.
En ambos casos, aún y con las diferencias visibles entre los municipios de Nuevo León y el Estado de México, existe una población azolada por el crimen, cansada de la inseguridad. No nos extrañen por lo tanto, los linchamientos en nombre de una justicia colectiva o la ferviente aprobación de la violencia ante el visible vacío que deja el Estado en grandes zonas del país, y que el propio gobierno ha llamado “zonas de impunidad”.

Esta condición bien puede generar situaciones donde con facilidad se justifica la barbarie de la justicia por la propia mano. Una especie de estado de naturaleza, argumentó en el siglo XVII el filósofo inglés Thomas Hobbes, donde manda el más fuerte, para luego ser sustituido precariamente por otro más fuerte y luego otro. Justamente esta debilidad en el largo plazo subyace a la seducción de la justicia por propia mano. La tentación de la justicia no por la vía de las leyes y las instituciones, es más atractiva y “razonable” para diversos grupos sociales que no ven de las autoridades avances en materia de seguridad.

Según el prestigioso estudio sobre la democracia en Latinoamérica, el Latinobarómetro (2008), el 61% de los mexicanos estaría dispuesto en tener un gobierno no democrático si este resuelve los problemas económicos. ¿Estaremos acaso ante la preferencia de un régimen autoritario a cambio de seguridad? No lo creo, pero algunas expresiones por ahora resultan preocupantes.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Intercom










Por estos días la prestigiosa reunión internacional de museos en Torreón, así que no sólo de fútbol vive el hombre... De esta manera nuestra ciudad está en el mapa. Les dejo la web y el programa de inauguración: http://www.intercom2009.com.mx/espanol/index.html. Mañana por supuesto mi ponencia.

Territorio Santos Modelo


Bien por el TMS, la inversión y la atracción que conlleva para la ciudad... mal, la ya común negligencia del ayuntamiento por habilitar la zona. Los gobiernos de Torreón y Coahuila salieron buenos para colgarse la medallita ¿Y las vías Apa?

martes, 10 de noviembre de 2009

Caudillo


De latín capitellus, el caudillo es la cabeza, el líder, la institución misma, trátese de la verdad o del Estado. De Guerrero a Santa Anna, de Iturbide a Victoria, de Zapata a Villa hasta la "gloriosa" institucionalización, la figura del caudillo en nuestra historia...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Ahora sí

Ahora sí nos dicen nuestros políticos, el año que entra vendrá la verdadera reforma, la necesaria, la profunda, la de largo alcance. Ahora sí se podrán de acuerdo y discutirán con tiempo para construir los cambios que requiere el país. La promesa parece razonable, se escucha convincente e incluso sugiere que ahora sí hablan en serio. De pronto, tras avanzar con la aprobación de la Ley de Ingresos (ley donde se fijaron los impuestos), los legisladores se iluminaron para luego reconocer que lo aprobado no era lo deseable pero sí lo posible, al fin, el año que entra, el del peregrino Bicentenario, saldrá la “reforma” buena aseguran. Pero no perdamos de vista lo que declararon los principales actores políticos, a fin de no caer en las promesas prometeicas que cada fin de año ocurren.

Después de avalar por unanimidad el paquete fiscal, César Nava, el líder panista que naufragó en sus palabras, aceptó: "No creo que haya nadie satisfecho con un paquete de esta naturaleza, y es por eso que estamos convencidos de la importancia de una reforma fiscal de fondo que implique cambios profundos". La medianía, el punto de conformismo lo lleva a asumir que "por ahora tenemos un paquete fiscal y cumple con la expectativa para el 2010”.

Por su lado, el priista Francisco Rojas no ocultó su vocación salvadora: “En el PRI sabemos que el crecimiento será insuficiente, pero también que las tareas básicas del Estado podrían estar en riesgo si no dotamos al gobierno de elementos presupuestales indispensables... con la aprobación de los nuevos impuestos no sólo se salvó un plan fiscal y se garantizó la viabilidad de las finanzas públicas y de la economía nacional, sino se salvó al Estado mexicano de un grave riesgo”. Manlio Fabio Beltrones, el poderoso senador priista enarbola un discurso digno de todo hombre de Estado, con la salvedad de que se trata de una postura personal, por eso propone bajar el Impuesto Sobre la Renta de 30% a 25. Según declaró sobre el Impuesto al Valor Agregado: “La tasa de 16% es muy alta, debería ser de 12% pero que todos paguen. Esto identificando en que no existan excepciones y que se genere una canasta básica de alimentos, pero que sea generalizado el impuesto al consumo al 12 por ciento”.

Luego el Presidente Felipe Calderón reconoció la aprobación del paquete fiscal, pero al mismo tiempo hizo un llamado, como en otras ocasiones, para hacer los cambios de fondo, los mismos que él no ha logrado impulsar. Quizá por eso afirmó: “Quiero convocar a los actores económicos, políticos y sociales de México a que por la vía del diálogo y del entendimiento acordemos la ruta económica que nos permita acelerar el crecimiento y el empleo. Que construyamos a fondo, a través del diálogo, un pacto, un verdadero pacto por el empleo en el País y por el crecimiento de nuestra economía, que discutamos entre actores económicos, legisladores, Gobierno, Gobernadores, cuál es la ruta que nos permita hacer de la economía mexicana la economía que queremos que sea: moderna, competitiva y generadora de empleos".

Pero en el fondo, sea el PAN, el PRI, el Presidente o el casi jefe de Gabinete, el senador Beltrones, el tema de los impuestos en México seguirá siendo un tema de inequidad, donde el Estado y por lo tanto, quienes deciden, no cuentan con incentivos para romper con el corto plazo, con lo políticamente incorrecto (IVA en medicinas y alimentos), con los privilegios y otras distorsiones en la economía Mexicana. Difícilmente podría producirse un efecto diferente con las reglas del juego actuales. La tan deseada “reforma profunda” que tanto pronuncia últimamente el Presidente, no parte del terreno fértil de los ciudadanos para luego regresar a ellos, sino que simplemente trata de llevar las cosas, de tal manera que no se muevan mucho.

Por eso, no es extraño que las encuestas de percepción realizadas a los ciudadanos mexicanos no se pierden en la opinión, sino corroboran la realidad del gobierno. Por ejemplo, la encuesta de Reforma publicada el pasado 27 noviembre, registró con claridad la percepción de los mexicanos con respecto al tema de los impuestos. La mayoría, es decir, el 80% de los mexicanos no considera que el gobierno haga buen uso de sus impuestos. Más lapidario aún es el 88% de la población que lejos de pensar que los impuestos benefician a la gente, percibe se utilizan para privilegiar a unos cuantos. Y esa señal fue ratificada nuevamente por el poder legislativo al ceder ante los intereses fácticos de una televisora capaz de borrar a los políticos presidenciables.

El regalo de poco más de cinco mil millones de pesos se consumó al reformar la Ley Federal de Derechos, donde se regula el espacio radioeléctrico que concesiona el Estado mexicano. Al regalar esos impuestos a las futuras concesionarias de celulares, los legisladores mandan la señal a los ciudadanos que a unos sí se les incrementa los impuestos y a otros simplemente los exenta. Nuevamente estamos en ese círculo vicioso donde la diferencia es visible para los ciudadanos de primera y de segunda, donde el colofón es el privilegio para unos cuantos en detrimento de muchos. En eso consisten los incentivos de nuestras instituciones, mientras no exijamos un cambio de reglas, los resultados serán los mismos.

7 de noviembre

El Siglo de Torreón

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Tristes trópicos


De Tristes trópicos al Pensamiento Salvaje, recordamos a Claude Lévi Strauss(1908-2009).