miércoles, 25 de abril de 2012

Dividir a México

Veo el último spot de Enrique Peña Nieto donde responde a las críticas del PAN y la campaña de Peña no cumple, Peña mentiroso. Su mensaje es muy claro: no voy a responder a los críticos. Para el candidato priista las agresiones o la guerra sucia dividen a la sociedad y recuerda que hace seis años lo vivimos. De su parte, nos dice que él no va a dividir a México.
Para el equipo de campaña de Peña, no responder significa mantener su lugar. Prefieren no moverle a fin de cuidar la ventaja que lleva en las encuestas. ¿Para qué buscarle dirán? Es una estrategia conservadora porque no busca arriesgar en lo más mínimo la clara preferencia que tiene hasta ahora el PRI. Prefiere callar.


Sin embargo, el argumento de “no responder para no dividir” es en realidad bastante engañoso. He visto apelar a este argumento muchas veces. La mayoría de nuestros hombres públicos mejor dicen ante las críticas y los cuestionamientos: “no hay que contestar”; “son tiempos electorales”.
De esta manera no sólo se rehúye al debate o las explicaciones, sino que supone que la discrecionalidad o el silencio es mejor. Pero la democracia conlleva la deliberación. A quienes no les gustan las críticas, los cuestionamientos duros o la guerra sucia, quizá prefieren un régimen de limpieza autoritaria, donde la palabra del líder es doctrina. Por eso es sintomática la postura del candidato que se acerca más a Los Pinos. Su posición no es la de un político que aspira a gobernar un país, sino la del hombre que busca el beneficio del poder.


Afirma Peña Nieto que las agresiones en campañas políticas dividen a la sociedad. Pero lejos de dividir a la sociedad, muestran diferencias, dan pauta a los electores para conocer a los candidatos y saber de qué están hechos. Al no contestar las agresiones busca asumir el papel de víctima o sencillamente piensa que los electores son unos niños y mejor evitar la discusión.
No obstante, la limpieza no es una virtud de la política. Así, en el año 2000 nos enteramos del Pemexgate. En la campaña presidencial del 2006, la guerra sucia expuso la fortuna de Arturo Montiel o de Roberto Madrazo.


En la lógica de no contestar a las agresiones, Peña Nieto omite explicaciones necesarias. Como por ejemplo, por qué tapó la corrupción del exgobernador Arturo Montiel, ahora tan tranquilo en la campaña del candidato priista. Igualmente, si se le cuestiona sobre la educación, mejor preferiría no tratar la caída abrupta que tuvo el Estado de México en la prueba Enlace.
Con esa actitud, no es difícil imaginar una presidencia más dispuesta al anuncio, que a la acción; más propensa al silencio que a la responsabilidad. Pero claro, lo mejor es “no dividir a México”.



25 de abril 2012
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martes, 24 de abril de 2012

Sobre una historia de Matamoros



Siempre me ha impresionado la historia de Matamoros, Coahuila. En muchos sentidos es un auténtico western que no le falta virtud, drama, lucha y por supuesto balazos. Su historia ejemplifica el auténtico espíritu norteño de una comunidad decimonónica en el noreste mexicano. También su historia, como si se tratara de una premonición, entrevé sucesos cruciales para la Comarca Lagunera: la revuelta agraria, la defensa de la autonomía, las migraciones y la herencia étnica de diversos grupos, en especial la raíz tlaxcalteca.

En este sentido, el más reciente libro del doctor en historia y cronista de Torreón, Sergio Antonio Corona Páez, es una aportación minuciosa a la reconstrucción genealógica del rancho de Matamoros. “Padrón y antecedentes étnicos del rancho de Matamoros, Coahuila en 1848” (2011, 135 páginas), fue publicado bajo el sello editorial de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila y la Universidad Iberoamericana. La tesis central que mueve la investigación consiste en que “el rancho, y posterior villa de Matamoros, constituye un puente étnico y cultural que conecta el pasado colonial con la Comarca Lagunera de los siglos XIX y XX”. En consecuencia, no fue poca la tarea que se propuso probar con evidencia rigurosa el historiador.


Para realizar la investigación, el autor recurrió pacientemente a las fuentes de archivo coloniales, en especial, hizo una revisión de los invaluables documentos que conserva el Colegio de San Ignacio de Loyola. Una pieza clave para su trabajo, fue la descripción y sobre todo, la interpretación de padrón de Matamoros, el cual le permitió sistematizar la información de 74 casas y sus familias, dentro de un universo de 133 registros.


Con precisión estadística, Corona Páez documenta la genealogía matamorense, compuesta por sangre tlaxcalteca, proveniente en su mayoría de la población inmediata de San José y Santiago del Álamo (hoy Viesca). También hay una marcada influencia mestiza, ya fuera por la rama española o la indígena. Finalmente están las raíces africanas en La Laguna, procedente de los antiguos esclavos de Guinea y Angola. En ese punto, sólo Corona Páez y como recientemente me comunicó Karl Jacoby, profesor en Brown University, trabajan en sus líneas de investigación la presencia africana en La Laguna.


El prolífico historiador lagunero nos dice: “es de llamar la atención la existencia de una fuerte a
utoestima en los matamorenses, que independientemente de sus orígenes étnicos, se comportaban como hombres libres, dignos y gallardos, y que no pensaban convertirse en peones, sino en dueños de sus propias tierras. Fueron solidarios entre ellos, y se comprometieron con su causa, costara lo que costara”. Los ejemplos más conocidos de ese carácter lagunero fueron la defensa de la tierra por la disputa contra Leonardo Zuloaga; al mismo tiempo, la custodia de los archivos de la nación cuando el paso de Juárez por la región.


El libro de Corona Páez que se presentó la semana pasada en Matamoros, deja fiel testimonio de aquellas familias fundadoras. Con una clara función de la historiografía, sus nombres y apellidos no son ya ajenos ni anónimos.


22 de abril 2012
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sábado, 21 de abril de 2012

Las campañas en Twitter

Dice con razón José Merino que esta es nuestra primera elección en Twitter. Hace seis años, el papel de Internet fue testimonial, periférico. Había páginas electrónicas de los candidatos y ya circulaban con regularidad los videos, pero hasta ahí. En poco tiempo, la penetración de las redes sociales ganó espacio en la esfera pública, hasta convertirse en un auténtico terreno fértil para las campañas; tan relevante como la presencia de los candidatos en las colonias. Hoy por hoy una campaña es impensable sin el acompañamiento de las redes sociales. Más directas y horizontales para la exposición, la crítica y cuando se puede, el diálogo.


Si bien, la cobertura de acceso a Internet en la población no es general, eso no le quita el peso a unas diminutas palabras en Twitter o los comentarios a las imágenes en Facebook. De unos años para acá, las redes son un indicador de las campañas. Si bien, la información que registran no es concluyente, en ocasiones si parece apuntar al ganador de una elección. Tal vez en el futuro se pueda encontrar una correlación razonable entre el elector y el candidato; o el consumidor y el producto.

¿Pero cómo van las campañas en la red? ¿Quién lidera las tendencias? ¿Acaso el puntero en el mundo virtual es el puntero en las encuestas? De los tres candidatos, (perdónenme, pero no puedo tomar en cuenta a Quadri), ayer @EPN registró 532 mil seguidores en Twitter. En Facebook, una red más popular, sus seguidores se disparan a 2 millones. En segundo lugar, ¿alguna coincidencia con las encuestas?, le sigue la panista @JosefinaVM, quien en Twitter sumó ayer 439 mil seguidos; 93 mil menos que el priista. En Facebook también está en segundo lugar: un millón 576 seguidores. Es decir, 424 mil menos que Peña.Al igual que en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador está en el tercer lugar. Su Twitter @lopezobrador_ registró 378 mil seguidores. Muy distante de los otros candidatos. 


En Facebook las cosas por el mismo rumbo, sólo 213 mil seguidores para un candidato que estuvo seis años en campaña. Ayer en su cuenta, López tuiteó: “Terminamos acto en Jalapa, Ver. La gente está muy consciente de la necesidad del cambio verdadero. Es mucho pueblo para tan poco gobierno”. Por su parte, Josefina Vázquez Mota y Peña Nieto recordaron el décimo cuarto aniversario luctuoso de Octavio Paz. ¿Lo habrá leído el priista?

Ahora las campañas despiertan bostezos, pero no descarten que un día de estos, el próximo escándalo se dirima como ya es costumbre, en las redes sociales. Por lo pronto, el debate será muy comentado al momento en Twitter.


20 de abril 2012
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miércoles, 18 de abril de 2012

El mundo al revés



En Coahuila tenemos nuevo ombudsman: Armando Luna Canales. No importa su filiación política, ni tampoco la forma tan “directa” en la que fue designado. Lo mejor de su nombramiento es la promoción que ha hecho de la pena de muerte. ¡Qué mayor honor para la Comisión Estatal de los Derechos Humanos!

Tres monólogos

Poca discusión, muchas palabras. Por eso celebro que exista algo de polémica entre el partido en el poder y el partido que aspira al poder. Ofensiva y contraofensiva muestran el lugar de cada candidato. Josefina busca subir a como dé lugar. Peña a conservar una holgada posición. Y Andrés Manuel rezagado. El PAN acusa en sus spots de “mentiroso e incumplido” al priista, pero sin lugar a dudas eso mismo es lo que dejó el PAN en 12 años a falta de gobierno. ¿Qué no querían el poder para transformar el país? Ya vemos que no. Ahora que están abajo ruegan por el voto. Dentro de todo, la contraofensiva panista ha puesto un poco de sal y pimienta a la contienda. Ya el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell habla de la ¡mesa de la verdad!

Sin embargo, el tiempo de campaña ha mostrado poca deliberación y tres monólogos. Hay poco jaloneo entre los candidatos, de tal manera que permita ver la defensa de sus posiciones, y no exclusivamente sus enunciados: “haré esto”, “haré aquello”; “prometo que”; “cambiaremos”…
Sin hacerse daño, de vez en cuando los principales candidatos se lanzan críticas, pero nada más de lejos, lo que evita el compromiso a una discusión más amplia. El tiempo de campaña es el tiempo debate, pero eso no les gusta a los candidatos ni tampoco a los ciudadanos. Aceptémoslo de mala gana: nos no gusta confrontar, tampoco debatir. Somos complacientes, abusamos de los diminutivos. Por eso el anuncio de los debates es pequeño, corto y a manera de trámite. Con cierta envidia presenciamos cómo Mitt Romney debatió y debatió con sus rivales republicanos, a fin conseguir la candidatura de su partido. Sabe que afuera la competencia será mayor.
¿Hay incentivos para debatir en México? No, en especial por el entramado institucional que han tejido los principales partidos. Desde ese marco debatir sale sobrando o en mejor de los casos, es algo insignificante porque el modelo actual democracia privilegia el spot, sobre todo si es televisivo. Pero desde el spot la oferta política es una exposición sin diálogo. Por lo mismo, un duro debate nos puede develar de cuerpo entero al candidato.


Cuando tuvo la oportunidad con sus compañeros de partido, Josefina se fue de largo hablando y hablando como si sus oponentes de partido no existieran. Peña no quiere confrontaciones, cuestionamientos. Va arriba y ahí se quiere quedar. Por eso asume que no los necesita ¿Para qué cometer errores abriendo demás la boca? Por su parte el tabasqueño López Obrador no ve la manera de subir por ningún lado. ¿Es todo lo que pudo dar la república amorosa? ¿No hay más? Parece perdido, por eso, a diferencia de la elección anterior, ahora sí quiere debatir y hasta propone una docena de debates. El tiempo se acaba y la elección despierta bostezos. Tanta limpieza es aburrida.



18 de abril 2012
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Un mundo de bardas

Banksy en Palestina

A la larga, el fracaso de la autoridad es el fracaso de la sociedad porque no hemos encontrado mejores salidas; el gueto es parte del paisaje urbano.
Torreón es una ciudad segregada, dividida, fragmentada. En los últimos años se ha vuelto más visible esa condición. Bardas, rejas, muros, fraccionamientos, cámaras de vigilancia, seguridad privada y todo lo que vaya en la desesperación. La tendencia no es nueva, pero se ha incrementado. En la capital de nuestro país, esto es normal desde hace décadas. En nuestra ciudad esa “normalidad” preocupa. No es sencillo cambiar las conductas, pero hace tiempo que la inseguridad, y sobre todo, la violencia, llevó a cambiar prácticas y hasta quitó las ganas de salir.

Por lo mismo, la mayoría de ciudadanos se las arreglan como puede. Muy distinto, como escribió la semana pasada Don Fernando Rangel de León, los funcionarios que andan como si nada en camionetas blindadas y con un séquito bizarro de escoltas. Pero veamos las salidas. Ahí donde la autoridad fracasa, se levantan muros, bardas, rejas. Otros más organizados contratan “seguridad privada”, construyen casetas con cámaras incluidas y controlan el acceso a las calles. No estamos alejados de la privatización de la seguridad, incluso, hasta un candidato habla de concesionar las cárceles a los particulares, como si éstas no lo estuvieran ya bajo el control privado de los criminales. El extremo, para decirlo con Diego Gambetta, es el negocio de la protección privada. El mismo que han sabido explotar exitosamente los delincuentes.


Ante la incapacidad de la autoridad, en las últimas semanas se sumaron más calles cerradas en nuestra ciudad. La presión de los vecinos es fuerte, y para la autoridad es mejor no meterse en “problemas”. Por lo mismo, cada vez que un grupo solicita el cierre de una calle, esa petición nos recuerda lo que la sociedad pierde. Pero la autoridad es cómoda, porque asumió que lo mejor es trasladar la responsabilidad. El mensaje es fuerte: que los ciudadanos hagan como puedan.
Los ciudadanos buscan protegerse y quizá ahora esas colonias con bardas y rejas sean más seguras, o sólo encontraron un placebo para la vorágine; porque al fin la ciudad es inevitable. A la larga, el fracaso de la autoridad es el fracaso de la sociedad porque no hemos encontrado mejores salidas; el gueto es parte del paisaje urbano.


Si bien, no estoy de acuerdo con el cierre de calles, en especial las que cortan la horizontalidad del tránsito, los vecinos sí tienen derecho a tomar acciones. Lo preocupante es que tras estas acciones, la insolvencia institucional sale sobrando. Lo mismo la legalidad. Por eso me temo que un buen día, ante el decidido fracaso de la autoridad, los ciudadanos tomen la justicia por su propia mano. Ya lo han hecho. Para entonces el mal será mayor. 



15 de abril 2012
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Infieles

Llamémosle infieles. Son la parte del electorado que más me gusta. No han decidido su voto, pero su decisión es vital para los candidatos. Preocupan y ocupan a los partidos porque hay que conquistarlos. Lo mismo votan por uno, que por otro. No están casados, y si lo llegan a estar no dudan en ser infieles. Son pragmáticos. Para estos votantes los partidos no son una atadura. Les interesa más el candidato y por lo mismo son volátiles. Están atentos a las coyunturas, pero no son fáciles de ganar, porque hoy te dicen que sí, pero el día de la elección cambian el sentido de su voto. En su infidelidad son capaces de cruzar la boleta por un partido para la presidencia, y por otro para su representación local.

En el México democrático, ese que tiene como partida plena al sexenio de Ernesto Zedillo, los infieles crecieron paulatinamente cada vez que hubo comicios. Poco o poco han logrado ganarle terreno a los votantes tradicionales de los partidos. Apremian y castigan según los resultados. No son incondicionales de los partidos, por el contrario, suelen castigar en las elecciones. No tienen filiación partidista dura, porque cambian. En las próximas semanas ¿a dónde van a ir los votos de los infieles? ¿Por quién se inclinarán? No podemos saberlo. Los encuestadores prefieren quitarlos, porque son una variable volátil. Entonces se habla de “preferencia efectiva”.


La encuesta diaria de GEA/ISA registró ayer 28.4 por ciento de infieles. Hasta ahora son un porcentaje alto. Ya quisiera tenerlos el segundo o tercer lugar en las encuestas. El porcentaje no es poco, sobre todo, para los candidatos que están urgidos de subir en las preferencias: Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo hasta este momento de la campaña ni la panista ni el perredista han logrado entusiasmar más allá de sus “votos duros”. La que podría dar la pelea es Josefina, pero sencillamente está estancada. No logra subir. Sus spots están diseñados para perder. Ya veremos si la renovación de equipo logra apretar la contienda.


Por lo pronto los infieles superan las preferencias de la panista en 10 puntos. En el caso del perredista la diferencia es mayor; se va a 13 puntos. Sólo Enrique Peña Nieto supera las “preferencias brutas” que registran las encuestas diarias. Su marca es por 9 puntos a favor. Hasta ahora las tendencias siguen estables, la diferencia podría venir más delante, sin embargo, no se ve todavía en el camino. Al respecto el PAN ya hace una contraofensiva contra el PRI, lo cual, dicho sea de paso, es lo mínimo que puede suceder en una elección democrática. Que luego Quadri (el candidato del uno por ciento), no nos venga con el argumento de la pureza. ¿Pero le alcanzará al PAN su contraofensiva? ¿O trae algo efectivo contra Peña Nieto? Con esos números, hasta ahora los panistas sólo aseguran el segundo lugar. La siguiente parada, el debate.



18 de abril 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9144480

Historia del PRI en Torreón


Bajo el título “Ellos fueron nuestros presidentes. Vida política a través del Comité Municipal del PRI-Torreón” (Amanuense editorial, 2011, 183 páginas), Salvador Hernández Vélez coordinó en coautoría con Jaime de la Fuente Hernández y Liliana de la Fuente Puentes, el libro que aborda la historia de PRI en Torreón. Quizá no reparemos en un detalle, pero en su larga existencia de 83 años, el PRI lagunero carecía de una historia mínima, o al menos un corpus para rescatar aquella memoria. En ese sentido, el libro de Hernández Vélez es una aportación a la historia política, y por lo tanto, la historia del poder en la ciudad. La publicación interesa desde varias perspectivas. La historia del partido que mayormente ha gobernado la ciudad; la historia de los hombres detrás de la institución; la historia de género con la tardía inclusión de las mujeres en la política del voto.


Escrito en pequeños relatos y episodios cronológicos, el texto, como dice en la introducción Humberto Roque Villanueva, es mitad crónica, mitad análisis. El libro se basa en fuentes hemerográficas de los periódicos El Siglo, La Opinión y el Noticias. Incluso, al transcribir esos diarios, quedó plasmado el estilo periodístico de cada época.
Cito un párrafo significativo: “Entre zafarranchos y escándalos se llevaron a cabo ayer las elecciones. La Ferita y La Paloma Azul fueron teatro de choques sangrientos. Hubo varios heridos, la manifestación fue disuelta por las tropas federales. Varias aprehensiones”. Ese fue el tono de la elección donde Nazario Ortiz Garza fue electo gobernador de Coahuila y Pascual Ortiz Rubio presidente de la República. Hasta 1929 el ambiente electoral en el país se resolvía con violencia. Fue Plutarco Elías Calles, el genio institucional que fundó el Partido Nacional Revolucionario, quien logró establecer una pacífica transferencia del poder. Aunque su trasmisión para mal de la democracia, sólo aceptó un partido.


En esa circunstancia, el primer Comité en Torreón tuvo como presidente a Isidoro Mijares; Julio Larriva vicepresidente; Rafael Martínez y Aureliano secretarios; vocales: Bibiano Andrade, Alfonso Rodríguez, Manuel Ríos, Gilberto Caballero y Juan de la Cruz.
A pesar de la hegemonía del partido, el conflicto y las dificultades están presentes. Por ejemplo, no era la primera vez que en Torreón dos candidatos se proclamaran alcaldes simultáneamente. Tampoco fue la primera vez que un alcalde “legítimo” quizo tomar la alcaldía por el electo legalmente. En 1940 compitieron Julio Larriva y Francisco de la Fuente. Ambos denunciaron chanchullos. Al final Larriva fue alcalde, pero dos años después se suicidó.


Por otra parte, Hernández Vélez hace una notable reivindicación de la memoria de Mariano López Mercado, y su “sacrificio por el partido” por dejar la alcaldía. Al tiempo, ganó el PAN la primera alcaldía con Jorge Zermeño de candidato; pero esa es harina de otra historia que pronto se publicará.


11 abril 2012
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Coahuila y Texas en tiempos de cólera

Tomo el título de esta columna del libro de Javier Villarreal Lozano, “Tiempos de tormenta. La vida en Monclova, Victoria y Matamoros” (Plaza y Valdés en coedición con la Universidad Autónoma de Coahuila, 2011; 226 páginas). En la publicación, Villarreal Lozano traduce, anota y comenta el maravilloso diario escrito entre 1833 y 1835 por Benjamin Lundy; un cuáquero de Filadelfia que buscó formar una colonia con negros liberados en Monclova. A su buen propósito, Lundy vivió un periodo tormentoso de nuestra historia: la pugna entre Monclova y Saltillo por tener la capital Coahuila y Texas. Al mismo tiempo, el triunfo de los separatistas texanos y por si fuera poco, el año de la cólera. No obstante, a través de su diario, se revela un interesantísima interpretación de nuestro estado en el primer tercio del siglo XIX.


Aunque parezca increíble, Lundy vino a Monclova con la ferviente convicción de formar un colonia comunitaria para acoger a los esclavos liberados. Un sueño utópico y loable contrario a la tendencia esclavista de la época en los Estados Unidos. Como nos dice Carlos Manuel Valdés en la espléndida introducción que hace al diario: “A Benjamin Lundy se le presentó un buen día la posibilidad de liberar a los negros alejándolos de sus enemigos, los blancos esclavistas… pensó lo que pensaban muchos socialistas , utopistas y cristianos de la época, en crear una sociedad en las que sus miembros trabajaran para el bien común”. 


El diario de Lundy es una revelación de nuestro historia coahuiltejana. Hay en sus páginas apreciaciones memorables. Por ejemplo, cuando hace un elogio del ambiente que encontró en Monclova: “El aire de las montañas que circundan la población es, quizás, el más sano del mundo. ¿Se imaginan lo que podrían hacer de esta tierra los emprendedores e industriosos granjeros del norte?” (5 de noviembre de 1833). Por cierto, en ese pasaje recuerda el río cristalino y sus peces, que ahora, como en tantas otras tragedias ambientales, ya no existe. Su visión del país era alta, por lo mismo nos dice: “A largo plazo, México está destinado a convertirse de la más brillante de las repúblicas americanas” (13 de noviembre de 1833). Y en efecto, la condiciones de México y Estados Unidos eran similares, incluso la expectativa de crecimiento era mayor para México, pero la historia fue por otro rumbo.


Sobre el paisaje norteño, nos dice el norteamericano: “Los hermosos ocasos que disfrutamos ahora en Monclova no tienen paralelo con nada que yo haya visto en latitudes más norteñas. Si el cielo es claro, un ancho arco de luz ardiente, de un bermellón profundo, se alza sobre el horizonte. Como si se tratara de una inundación luminosa, el resplandor del poniente baña de color las fachadas de las casas” (29 de noviembre, 1833). Cuando bebió mezcal lo consideró una “especie de cerveza de calidad inmejorable, aunque en extremo intoxicante”. Algunas prácticas le parecieron repugnantes, como aquella larguísima corrida de toros que inició a las 11 de mañana y se extendió hasta el anochecer: “Por la noche, el cielo amenazaba de lluvia. Yo rogaba para que la amenaza se cumpliera y obligara a suspender tan bárbara diversión” (18 de noviembre 1833)


Había en Lundy una constante preocupación por la tolerancia religiosa y la posibilidad de que en esa época, la década de 1830, se estableciera en México la libertad religiosa, por entonces bajo el monopolio de la iglesia católica. En realidad no sería sino hasta la Reforma, cuando al fin se separó el matrimonio entre Iglesia y Estado.


Hay varios momentos en el diario que dan cuenta del interés de Stephen Austin para hacer de Texas un estado independiente. Al final, Lundy vio su sueño frustrado por el triunfo de los esclavistas estadounidenses en la separación de Texas y la derrota en San Jacinto.
Gracias Javier por divulgar esta joya de nuestra historia coahuiltejana.


6 de abril 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9141798

Una historia no apta para Hollywood

El Álamo, una historia no apta para Hollywood (Planeta, 2011, 243 páginas), es el libro que desde su polémico título nos entrega Paco Ignacio Taibo II. La publicación me interesó no sólo por la calidad del autor y la amena prosa que se agradece, sino por la temática, que para los mexicanos, especialmente para los norteños, resulta cercana a su historia. Mientras la separación de Texas se fraguó frente a nuestras narices, Monclova y Saltillo se disputaban en vano la capital del inmenso territorio de Coahuila y Texas. Por tales motivos, éstos últimos se ganaron el mote de “saltilleros”.
Taibo nos advierte que detrás de su libro está el interés por explicar el Álamo más allá de las tendenciosas versiones cinematográficas que “educaron” por décadas a estadounidenses y en consecuencia a mexicanos.
En esencia la historia se basa en la paradoja del triunfo y la derrota. Lo que fue una masacre para los texanos de origen estadounidenese, se convirtió en la principal base del mito imperial norteamericano. En cambio para los mexicanos, la victoria militar en el Álamo a cargo de su Alteza Serenísima, el general Santa Anna, se volvió rápido un estrepitoso fracaso en San Jacinto, que desembocó en la pérdida de Texas en 1836. A la larga fue la guerra con EU en el 46 y la pérdida de una buena parte del territorio nacional.


Si bien Taibo no llena un hueco en la historiografía del tema, sí aporta en divulgación al público mexicano. El tema en sí es una biblioteca y muchos archivos donde destacan en su mayoría los historiadores del otro lado del río; entre los mejores Stephen L. Hardin y James E. Crisp, quien por cierto, aportó una auténtica pieza de historiografía, donde erudición y crítica se combinan para deconstruir el mito texano por excelencia.


En ese sentido, Taibo escribe con su Álamo, una breve historia que aborda lo mismo las películas, como la exitosa y racista versión de John Wayne, así como las investigaciones académicas o la demoledora crítica a las hagiografías de los principales actores separatistas y héroes gringos: David Crockett, Willian Travis y Jim Bowie.


Con su característico estilo, el escritor mexicano teje dos libros en uno. Por un lado la historia general del presidio del Álamo desde sus orígenes como misión, donde con justicia se reconoce lo que pocos laguneros saben y los norteamericanos no ignoran: la aportación de la Segunda Compañía Volante de San Carlos de Parras en la consolidación de aquella población.
Por otro, Taibo reescribe la historia del mito, es decir, cómo se contó la historia y cómo se construyó ese discurso, acaso el más taquillero y nacionalista de sus discursos. Pero nada comparado con la infamia de Vietnam y más recientemente Irak o Afganistán.
No obstante, al final, el presente nos deja un mejor sabor de boca que aquellos “tristes recuerdos” que dividieron a los coahuiltejanos. Taibo concluye con razón: “en lo que se llamaría justicia poética, y que la historia no hace con demasiada frecuencia, en Texas hoy el nombre más común para un niño es José”.
Como dice aquella frase entre quienes van y vienen a la antigua Coahuila; quizás sólo les prestamos a los gringos Texas para que la pavimentaran e hicieran los highway. Hoy aquél territorio parece más México y la tendencia lo hace inevitable.
8 de abril 2012
Milenio http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9142645

lunes, 2 de abril de 2012

Otra vez el agua

Todos los caminos llevan al agua. Así es en nuestra región, donde el agua es el principal recurso que nos dio identidad. La historia es larga, tanto, como el origen colonial de nuestro nombre: La Laguna. Sin embargo, a pesar de la centralidad del agua en nuestra historia, en nuestro presente cotidiano, queda claro que los laguneros todavía no estamos de acuerdo en lo esencial. Ni la cuenca, ni el acuífero se guían por las fronteras artificiales que hacemos entre Durango y Coahuila.

Al final, la naturaleza está por encima de la política, aunque desde la política se empeñe en hacer como si la naturaleza fuera una y otra para los municipios de la región. La mejor prueba de esta nociva distinción es la visión que los gobiernos de un lado y otro del Nazas tienen sobre las políticas del agua. En vez de conjuntar esfuerzos, los dispersan. El punto viene al caso porque el gobernador de Durango, Jorge Herrera, ya inició el programa de instalación de filtros domiciliarios para remover el arsénico en Gómez Palacio y otros municipios del estado. Pero la contradicción no puede ser mayor: mientras en Coahuila el gobierno estatal impulsa la instalación de filtros directamente en los pozos, en Durango apuestan por la instalación de filtros intradomiciliarios.


Los costos y las diferencias operativas son notables. Más grave aún es la ausencia de una política común en torno al agua. Ahora sí que ni siquiera con el Consejo de la zona metropolitana, se logra compartir la principal política. A veces, en esto del gobierno parece que la lógica es promover la mayor ineficiencia al mayor costo. Al final del día, quien paga el costo económico y social es el ciudadano. Por eso no importó para el gobierno de Durango que el IMTA recomendó el uso de filtros en las casas en poblaciones pequeñas, tan pequeñas como aquellas con centenas de habitantes. No más. Ya se imagina lector el problema operativo, y sobre todo los costos que será atender miles y miles de tomas. Por cierto, la licitación la ganó The Water Initiative of Mexico que “compitió” sola. ¿A quién le conviene el fracaso? ¿Por qué el dictamen técnico no prevalece en la decisión política?



Bajo criterios técnicos la decisión de Durango no apunta al mejor rumbo. Más bien indica la crónica de un fracaso anunciado. Entonces sí, cuando al paso del tiempo el manejo sea inoperante, la solución mayor será pagar una costosísima planta potabilizadora de agua en la presa. Por más que trato de entender no encuentro otra razón detrás de la política duranguense que apostar al fracaso para hacer un mayor negocio. Y nuevamente quienes pierden y pagan son los ciudadanos.

Quizá el asunto no sea muy popular en la opinión pública, pero es desalentador que tras el avance de la zona metropolitana y la elaboración del plan rector, el principal tema que alerta a los distintos sectores laguneros siga caminos distintos para un estado y otro. Contra la política de unos cuantos, no hay criterio ni análisis técnico que valga.




30 de abril 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9138150

Cuota de género

En los años de la transición creció la participación de las mujeres en cargos de representación popular, sin embargo, el número todavía no es suficiente para hablar de una paridad entre hombres y mujeres. Por eso, se propuso a nivel de partidos la llamada “cuota de género”. Quizá el nombre no nos guste, pero sí es relevante en la búsqueda de equidad. El compromiso más inmediato se llevó a la Cámara de diputados por un grupo plural y destacado de mujeres, entre las que se encuentran ahora varias candidatas (Josefina Vázquez Mota, Beatriz Paredes e Isabel Miranda de Wallace, Xóchitl Gálvez y Amalia García).

Hace unos meses, en diciembre de 2011, los diputados aprobaron las reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), para evitar que las diputadas llamadas “Juanitas”,  entreguen su curul a hombres después de solicitar licencia. Por otro lado, el mismo Cofipe expresa claramente que las candidaturas de “los partidos políticos deberán integrarse con al menos cuarenta por ciento de candidatos propietarios de un mismo género, procurando llegar a la paridad”. Para una cultura predominantemente machista, la equidad de género en los partidos no es evidente ni necesaria. Con razón Pascal Bruckner lo describió como “falocracia”.


Por eso el PRI y el PAN, hay que destacar la excepción del PRD, no les importó cubrir con el principio mínimo de equidad que señala la ley. Por el contrario, el IFE, y sobre todo, el Tribunal Electoral echaron para atrás las propuestas de los partidos que incumplieron con la equidad. A pesar de la ley, los representantes de esos partidos todavía se inconformaron con las autoridades. Ahí está la injustificable defensa de Rogelio Carbajal del PAN, y del experimentado Sebastián Lerdo de Tejada por el PRI. Hacer bien las cosas desde el principio no es una característica de nuestros partidos. Al menos en este punto, hay aplaudir el contrapeso del IFE y el Tribunal.


Por lo pronto, en Coahuila el PAN ya retiró la candidatura al senado de Jesús Ramírez Rangel y falta una más para la candidatura a diputado. En el PRI están esperando a que el Tribunal o el IFE les regresen sus candidaturas. Por cierto, no me extrañaría que la candidata Hilda Flores, privilegiada en la lista por ocupar el décimo lugar al Senado, intentara regresar para ceder su lugar en el legislativo. Quizá esta vez se tope con el IFE.
28 de abril 2012
Milenio http://impreso.milenio.com/node/9136960

Estado fuerte

En las democracias contemporáneas el voto ya no es suficiente para legitimar un gobierno; un gobernante. Personalmente conozco el caso de varios políticos que arrasan en las elecciones, para luego dilapidar el bono con el que ganaron. Sean 10, 50 o 100 mil votos, la legitimidad a través del sufragio puede evaporase fácilmente. No dura por siempre. En algunos casos, la falta de consistencia en el gobierno lleva a desperdiciar en poco tiempo el capital político ganado. En otros, la herencia de un gobierno abiertamente corrupto termina irremediablemente en el descrédito.


En días recientes, y los que vendrán, el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, repitió que “Coahuila es el estado fuerte de México”. También en su cuenta de Twitter escribió: “estado fuerte”. ¿Por qué la aseveración? ¿Por qué la insistencia?



Moreira II ganó con poco más de 700 mil votos. Por entonces se festejó la nueva marca electoral que el PRI logró. Todo parecía miel sobre hojuelas. Pero la transición se fue complicando con el destape de la deuda, y al paso de los días, la corrupción con la que fue contratada un parte (únicamente unos miles de millones). La situación no podría estar peor hasta que se comprobó la sospecha, y posteriormente la liga del crimen con el sistema de justicia. Ahí, otro hermano fue el acabose. ¿Qué fortaleza está imaginando Moreira II? ¿La de un orgullo del beisbol norteamericano o la de un estado abrumado por las deudas?Coahuila no es un estado fuerte, por la sencilla razón de que su presupuesto está comprometido con los bancos.

Coahuila no es un estado fuerte, porque ha sido incapaz de explicar la deuda, pero sobre todo, de resarcir los daños y llamar a cuentas a los responsables. ¿Alguien ha visto a Villarreal y compañía?

Coahuila no es un estado fuerte, porque en vez esclarecer la deuda, evita la transparencia como antídoto a la opacidad. Y si no ¿por qué de última hora decidieron quitar los contratos con los bancos que ya habían publicado en la página web? ¿Qué quieren ocultar?

Coahuila no es un estado fuerte, porque funcionarios clave del gobierno anterior, son ahora parte de su gobierno. Cito un ejemplo: Ismael Ramos como secretario de la función pública con Moreira I, no vio nada, no escuchó nada. ¡La deuda le pasó de noche! Hoy está en finanzas.

Coahuila no es un estado fuerte, porque de última hora le cargó la mano a los contribuyentes a fin de tapar el boquete abierto por Moreira I.

Coahuila no es un estado fuerte, porque las instancias de justicia fueron relacionadas peligrosamente con el crimen organizado y por si fuera poco el exfiscal fungió como un importante asesor ¡jurídico!

Coahuila no es un estado fuerte, porque los delincuentes se han adueñado del estado, y ahora el problema ya no es sólo de Torreón, sino de Saltillo, Monclova y hasta Piedras Negras.

Pero claro, Coahuila es fuerte, muy fuerte en la mente del gobernante.


1 de abril 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9139278