Después del desastre, sobrevino el desgobierno, la confusión, las detenciones, la violencia, el escándalo, el derrumbe. El resto de la historia ya la conocemos. Mientras tanto, directores de Seguridad Pública Municipal fueron y vinieron. Primero fue Alfredo Castellanos; luego el incierto interino, Fernando Sáenz, quien fue relevado por no pasar la prueba; y finalmente, un tercero, Salvador Vázquez, mientras se estabilizaba el gobierno y llegaba el cuarto director, Karlo Castillo, en un lapso de dos meses.
Al final, la decisión para designar al nuevo jefe policíaco, terminó por tomarse en otra parte distinta al municipio, descansando así, la gravidez de la responsabilidad para el alcalde. En lo que va de esta trágica historia, el nuevo mando de la policía de Torreón, Castillo, fue presentado y ratificado por el Cabildo.
Al final, la decisión para designar al nuevo jefe policíaco, terminó por tomarse en otra parte distinta al municipio, descansando así, la gravidez de la responsabilidad para el alcalde. En lo que va de esta trágica historia, el nuevo mando de la policía de Torreón, Castillo, fue presentado y ratificado por el Cabildo.
Las expectativas en el nuevo director son grandes, incluso, se suele creer, y la esperanza apremia, que el cambio nos llevará a un nuevo escenario de seguridad y resultados.
Es positivo que llegue el nuevo mando, que venga de fuera, y que tenga un canal abierto con las autoridades federales, sin embargo, más que esperar declaraciones como “sentar las bases para la mejor policía del país“, los ciudadanos tenemos que estar alerta de los resultados. ¿Qué diferencia hará el nuevo director de la policía? ¿Cómo medir el desempeño de su trabajo y el de la corporación? ¿Cómo saber que los resultados son relevantes y están cambiando las cosas?
Con director o sin él, el crimen de toda índole no descansa, y más aún, aprovecha los vacíos de poder que deja la autoridad, y vaya que se notó durante los meses previos a la crisis. Lo sucedido durante los últimos meses en Torreón, no se trata solamente de la peor crisis de la corporación, al menos de la historia reciente, sino del terreno ganado por la impunidad, ya tan habitual en nuestra vida diaria. Al afirmar esto, no me refiero exclusivamente a lo que se “percibe”, más bien hablo de comportamiento medible a través de los índices delictivos en la ciudad. En concreto podemos analizar dos delitos de alto impacto por la frecuencia con la que se cometen. Los datos procesados y analizados para este artículo fueron obtenidos de la estadística de la DSPM entre los años 2005 y 2008, por lo que fue posible comparar las medias anual e histórica en los últimos cuatro años.
Los datos para robo a casa habitación y robo a comercios sirven para conocer la geografía del delito y generar dos indicadores perfectamente medibles e identificables. Si revisamos la media histórica que estos delitos han tenido en los últimos años, observaremos que el durante el presente año, han ganado terreno de manera notable en relación a los últimos tres años. Mientras que desde 2005 hasta 2007, los robos a casa habitación alcanzaron un máximo anual de 45 incidencias al mes, durante lo que va del presente año, los delitos se han incrementado hasta promediar 86 delitos por mes. Estamos hablando de que el 2008, vio duplicar lo delitos en relación al máximo promedio histórico desde el año 2005 (véase gráfica).
Fuente: elaboración propia con datos de la DSPM.
Ahora bien, analicemos el delito de robo a comercio. El punto máximo que anualmente alcanzó este delito entre 2005-2007, fue de 56 casos por mes. En lo que va del año, a pesar de que se ha disparado la cifra de robos a comercios, el promedio mensual no ha superado la cifra histórica, pero mantiene 51 incidencias al mes. Lo que llama la atención de la tendencia histórica en comparación al presente año, es que para ambos delitos, previamente graficados, muestran un significativo incremento entre los meses de junio, julio y agosto del actual año, justo durante los meses previos a la crisis en la DSPM de Torreón. (véase gráfica).
Fuente: elaboración propia con datos de la DSPM.
No en balde, el presidente de la cámara de comercio (CANACO), Félix Pérez Murillo exigió resultados inmediatos al nuevo director. ¿Pero cómo pueden saber los ciudadanos que está funcionando adecuadamente la policía? ¿De qué manera podemos llamarlos a cuentas con base a su desempeño?
Una buena herramienta para el caso, es la experiencia aplicada en el Estado de Nuevo León, donde el capítulo estatal de Iluminemos México, gestionó la publicación en la página de Internet, iluminemosnuevoleon.com, de un Semáforo delictivo, con la finalidad de ubicar la tendencia de los principales delitos en los municipios de la entidad. Rojo alerta de que se ha superado el máximo histórico; amarillo, anuncia peligro, y verde cuando el delito ha bajado más de un 25% con respecto a la media histórica de los últimos cuatro años. Esta herramienta permite a los ciudadanos conocer, medir, evaluar y mejorar el desempeño de la seguridad pública.
En el presente año se asignó al sistema de seguridad en el Estado Coahuila, es decir, Procuraduría General, Secretaría de Seguridad Pública y Poder Judicial, 1442 millones de pesos. Si le sumamos 170 más que destinó el Ayuntamiento de Torreón para su policía, tenemos una cifra de 1612 millones. ¿Dónde están los resultados? ¿Cuál es la utilidad social de esos recursos ante la oleada de delitos, secuestros y asesinatos que vive la entidad? ¿Cómo podemos saber los ciudadanos que ese recurso se está reflejando en más seguridad? ¿Dónde está la rendición de cuentas?
Si lo queremos realmente mejorar, lo debemos medir, evaluar. A lo ciudadanos nos corresponde exigirlo.
1 de noviembre, 2008
El Siglo de Torreón