sábado, 3 de abril de 2010

Leyenda Morgan



La literatura se adelanta a la realidad. Luego la realidad la supera y así el juego. En todo esto, la literatura resulta mejor que la realidad, acaso porque esta última es más decepcionante. Por eso sin exagerar, tras las noticias de clérigos pedófilos, “juicios” canónicos y comunicados “autocríticos”, he recordado claramente las lecturas “exageradas” del Marqués de Sade. En algunos casos, los hechos igualaron, e incluso superaron al novelista maldito del siglo XVIII.
Por eso, ante la percepción de la violencia generalizada en el país, ante la pobreza discursiva de la presidencia monotemática, no dejan de sorprender los libros de Élmer Mendoza como El amante de Janis Joplin y Balas de Plata. De la misma manera que el escritor sinaloense, mi estimado, admirado y multipremiado Jaime Muñoz Vargas nos entrega “Leyenda Morgan, cinco casos de sensacional policiaco”. El libro, publicado por Ediciones Sin Nombre en 2009, fue acreedor del Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí en el año 2005.

Como si se tratase de una premonición sobre la vapuleada seguridad en la región, Muñoz Vargas escribió los cinco cuentos entre agosto y diciembre de 2004. Con impecable narrativa, y más aún, con buen sentido para aprehender el lenguaje del entorno local de una ya mermada vida nocturna en la ciudad.
De esa manera, el protagonista de la historia, Primitivo Machuca Morales, mejor conocido como Teniente Morgan, es un policía judicial que nos lleva por la sordidez de las calles laguneras. Fumador irredento de Raleigh, duro corazón, adicto a las baratas historietas de policiaco, melómano de Los Cadetes de Linares, investigador que cuando no está tras las pistas de un caso, la pasa bien en la cantina, y cuando está en servicio también. El Teniente Morgan, en estos cinco casos de sensacional policiaco, nos muestra la eficiencia de un policía investigador, cargado siempre con sus preciosa Beretta 9 milímetros.

El Teniente se hizo famoso, más bien leyenda en la corporación del orden, por resolver el secuestro de un tal Ortega, aunque en realidad su mote proviene del enorme parecido con un jugador gringo de beisbol. Fue gracias al caso que concluyó en balacera, cuando el policía Machuca Morales emprendió su Gran Salto hacia la Impunidad. El policía investigador interroga, junta pistas, “charolea”, hace deducciones correctas y llega hasta los responsables del crimen, sin embargo, la justicia nunca llega y los responsables quedan impunes. ¿Qué sucede entonces? ¿Por qué la justicia descansa? Y ese es quizás lo fascinante y tremendamente repugnante del Teniente Morga. Utiliza su “charola” para el propio beneficio. Extorsiona, corrompe, regatea la ley hasta alcanzar el punto de negociación.

Así, historia tras historia, nuestro Teniente acumula miles en efectivo por “resolver” los casos donde “la justicia nunca descansa”. Morgan, el Teniente Morgan es sólo un eslabón de una cadena más grande llamada corrupción. Nutrida así la impunidad, la justicia es una forma de “arreglarse” en el mercado, lo mismo a niveles miserables e irrelevantes, que en las altas esferas del poder político y empresarial. Este microcosmos donde se mueve el Teniente Morgan, parece dibujar con precisión una de las formas más extendidas y arraigadas que perpetúan la impunidad.

Y aunque en la realidad los casos no se resuelven, porque no se quiere o porque no se puede, sigo imaginando al Teniente Morgan cuando enciende su Raleigh y conduce rápidamente con su imponente Impala las calles laguneras. Al fondo se escucha “No hay novedad” de los Cadetes y otro caso más espera inútil, la justicia.
Finalmente, retomo las palabras de Guillermo Arriaga (sí, el de Los tres entierros de Melquiades Estrada): “Lean este libro, hallarán el viejo placer de encontrarse con una historia contada de manera espléndida, con un escritor que sabe su oficio, un maestro que usa el lenguaje con sabiduría”.
Pueden encontrar Leyenda Morgan en la librería del Fondo de Cultura Económica, a un lado del Isauro Martínez, y también en Gandhi.

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