sábado, 24 de abril de 2010

El ingenuo era yo



Vaya semana de enredos, contradicciones, desatinos. No me refiero a la polémica concedida al estimado cantante español,  quien expresó con claridad su opinión sobre la “guerra” que se libra en México contra el narcotráfico: "Yo creo que el presidente Calderón... creo que fue muy ingenuo, por decirlo de buena manera, cuando planteó esa batalla. Parece mentira que no supiera que la Policía estaba completamente infiltrada y a sueldo. Y parece mentira que no supiera que esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie". (El Universal, 12 de abril 2010).

No preocupan las opiniones del cantante, sino las contradicciones de las autoridades, los enredos inútiles ante una situación de inseguridad que los rebasa, supera, pero que a los ciudadanos nos ahoga. Primero escuchamos  la apreciación del Ejecutivo Federal al afirmar que de las 22 mil muertes reconocidas, 90% son delincuentes. Según el mandatario, "ha habido algunos civiles inocentes atrapados, pero son los menos", lo que supone daños colaterales de un 10%. ¿Cuánto más podremos tolerar? ¿Un 20%, hasta un 30 más?

Lo cierto es que la esquizofrenia declarativa del algunos miembros del gabinete, como Patricia Espinosa o Ernesto Cordero, reflejan en parte la confusión operativa del gobierno en la materia. Por eso Cordero, el flamante Secretario de Hacienda es capaz de afirmar que la inseguridad no afecta las inversiones, como si por el solo hecho de ser secretario, pudiera cambiar la realidad misma con sus declaraciones.
Más cauto, el Secretario de Marina, el almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza reconoció que en la lucha contra el narcotráfico es necesario reconocer errores.  En este sentido, los problemas mexicanos en el ámbito de la seguridad no cambiarán solamente “hablando bien” de México, como han propuesto las autoridades federales.

A estas alturas de la “guerra”, lo menos que podemos esperar son mentiras, eufemismos y otros insultos a la inteligencia. Pretender tapar el sol con un dedo no cambia las cosas, de la misma manera de desear que estén mejor tampoco.
Diversos argumentos se han expuesto en torno a esta lucha, uno de ello supone una variable partidista, donde entonces el PRI, a diferencia del PAN sí podría resolver el problema, porque se asume que sí saben gobernar. Veamos tres casos inmediatos. Tamaulipas, cuyo gobernador Eugenio Hernández Flores prefiere ceder la seguridad a los cuerpos federales y militares, dado que están rebasados. Cito una reciente declaración del gobernador: "La verdad es que el Gobierno estatal de Tamaulipas y me atrevo a decir que todos los gobiernos estatales del País, pues somos rebasados por estos grupos delictivos que tienen una capacidad de fuego muy fuerte, que actúan en todos los estados o muchos estados del País, que actúan incluso en otros países" (El Norte, 6 de abril del 2010).

Nuevo León
, donde el gobernador Rodrigo Medina es incapaz de dar la cara ante los sucesos, donde el crimen organizado demuestra que controla la zona metropolitana de Monterrey. Ahí lo mejor que pudo hacer ese gobernante fue organizar una marcha. Luego, el Procurador de esa entidad repite la fórmula de Fernando Gómez Mont, cuando este criminaliza a estudiantes o personas secuestradas para luego retractarse. Al final, como si nada pasara, el Secretario de Gobierno, Javier Treviño recomendó “seguir con la vida normal”. 
Y finalmente Chihuahua, acaso el modelo de estado fallido, cooptado por el crimen. Allí, a pesar de la atención particular del gobierno federal, el gobernador simplemente deja sus responsabilidades a la federación, porque por más policías y militares, la incidencia delictiva y lo que ello conlleva no ha disminuido.

Desde la variable partidista, se afirma que el PAN no sabe gobernar, pero también el PRI no demuestra que no se queda atrás. Quizá por eso su dirigente nacional, Beatriz Paredes afirma con rancia retórica: el país se nos está deshaciendo en las manos.
A lo mejor la esperanza está en otra parte. Por eso, para no quedar como ingenuos, mejor recordamos a nuestro laureado poeta, José Emilio Pacheco, quien acaba de recibir el premio Cervantes. Transcribo el poema Alta traición: “No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas y tres o cuatro ríos”.