Además de las sonrisas, ya conocidas por todos, y los casi ominipresentes anuncios en las calles y avenidas, bulevares y camellones, más allá de todo esto que es visible en lo inmediato, ¿qué proponen en realidad los candidatos? ¿Cuáles son sus propuestas en concreto sobre temas como seguridad, eficiencia gubernamental, rendición de cuentas, economía, entre otros? ¿De qué manera el electorado coahuilense puede distinguir entre unos y otros, sean del PRI o del PAN y hasta del PRD? ¿Serán los regalos y las despensas lo que los distingan o los kilómetros caminados en los distritos electorales? ¿Gana más votos quien tenga más publicidad repetida incasablemente de un poste a otro? ¿Elegir entre caras sonrientes o castigar con la indiferencia de la abstención?
Por lo pronto, todavía restan dos semanas antes del proceso electoral del 19 de octubre, y es hora de que no veo con claridad las propuestas. Y al decir claridad, me refiero a propuestas en concreto, no entelequias como el maravilloso “derecho a la felicidad”, “más seguridad para tu familia”, “prime Coahuila, primero tu”.
Lo que sí estamos viendo es mucha publicidad por todas partes, al grado de dispendio: pendones, volantes, espectaculares, anuncios repetidos ad nauseam. Pero lo que no veo son las propuestas, ni tampoco veo que los sonrientes candidatos discutan o defiendan sus posturas y proyectos.
Así como están las cosas, ¿cuál es la diferencia entre un candidato del PRI y otro del PAN, ya no digamos PRD, Cardenista o Verde? ¿Por qué tendría que votar por uno y no por otro? Ante el vacío evidente de propuestas, no encuentro diferencias entre unos y otros, pero tampoco veo mucho interés en hacer de la propuesta, una diferencia. ¿Dónde están las razones? ¿Dónde la defensa del proyecto político?
A fuerza de ser injusto a todas luces, prefiero ver con atención el debate, los dimes y diretes constantes entre un Obama y un McCain. En ambos observamos inteligencia, fuerza y argumentos, lo mismo en temas de economía, ahora tan por los suelos, que en temas de migración. Ante todo, estamos viendo la defensa racional de sus proyectos. Tratan de convencer al electorado que su propuesta es mejor y más razonable que la de su contrincante político y así lo defienden constantemente. ¿En verdad nuestros candidatos se atreven a defender con inteligencias sus proyectos? ¿Es mucho pedir?
Esta elección para renovar el útil y necesario Congreso local, nos va a costar casi 100 millones de pesos, pero nuestro sistema electoral gasta todavía demasiado en publicidad y promoción, y poco en que los ciudadanos podamos conocer las opiniones y las propuestas de los candidatos. Por ejemplo, el tema más sensible en este momento, es de la seguridad pública ¿Qué dicen los candidatos al respecto? Todavía no escucho una propuesta de fondo, y si alguien sabe de una, por favor envíemela, que yo todavía no las veo. Y si no me creen, hagamos el siguiente ejercicio: el candidato X propone en sus volantes “Más seguridad para tu familia”, sí, eso está muy bien, pero cómo lo va a lograr, qué va hacer en concreto, en cuáles leyes va incidir para que eso se traduzca en “más seguridad”.
Preguntemos de otra manera: ¿por qué tendría que votar por Eduardo Olmos, Salomón Juan Marcos, Jaime Russek, Miguel Batarse, Jorge Hamdan o Pedro Ávila? ¿Cuál es la oferta real, no las despensas, ni lo obsequios, por lo cual tendría que elegir el electorado a unos y no a otros?
En un artículo publicado la semana pasada en Reforma, Gabriel Zaid comparaba a los candidatos con productos comerciales como los jabones, porque se abusa de la publicidad a fuerza de saturar y repetir mil veces. Zaid argumentó con justa razón: “para elegir a los mejores candidatos, hay que conocerlos; y eso no se logra bombardeando comerciales. Hay que gastar en que discutan en numerosas ocasiones, y no limitándose a monologar por turnos, sino respondiéndose. Hay que promover el examen de sus proposiciones y currículos, señalar falsedades y omisiones significativas. Hay que hacerles entrevistas largas y exigentes. Hay que obligarlos a defender sus proyectos frente a grupos de conocedores. Hay que confrontarlos con sus antiguas declaraciones, votaciones y actuaciones en el poder. No basta con que despilfarren vendiéndose como jabón”.
Justamente ayer, en el foro organizado por GREM en el programa Contextos, los candidatos por el distrito IX del PRI, PAN y PRD monologaron el 90% del tiempo. Entre bostezos, casi me duermo de la aburrición, sino fuera porque en los últimos minutos hubo una discusión reveladora entre Miguel Batarse del PAN y Jaime Russek del PRI, en torno a los topes de campaña y las despensas que se reparten en el distrito. Si bien, no escuché propuestas destacables en ese monólogo a tres voces, por momentos hubo datos reveladores de quiénes son los candidatos, cómo se expresan y cuál es su oferta política. En el tema de seguridad, al único que no le escuché una generalidad fue al candidato del PRI, al proponer que el director de seguridad pública de Torreón pueda ser nombrado por el Congreso. Sin embargo, su propuesta no me parece de fondo, sino de forma, porque al final sólo descentraliza la decisión y eso no implica por consecuencia, que el resultado se una dirección eficaz y eficiente.
En fin, seguiremos atentos con nuestros candidatos, todavía nos quedan quince días.
4 de octubre
El Siglo de Torreón