No es el nombre de una película, tampoco de un videojuego y mucho menos, una venta de autos deportivos. “Xcellerator” es el nombre de una larga y acuciosa operación que el gobierno norteamericano organizó para desarticular una banda del crimen organizado que operaba, como tratado de libre comercio, en México, Estados Unidos (EU) y Canadá. El operativo fue organizado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) y tuvo su inicio en California durante el año 2007. Tras 21 meses de investigación y rastreo, el operativo tuvo resultados espectaculares, un tanto inusuales, para lo que se presenta en los EU.
El número de detenidos resulta congruente con el tamaño de la operación: 755 procesados. Materialmente el decomiso también fue a gran escala: 59.1 millones de dólares en efectivo, 12 toneladas de cocaína, así como 8 kilogramos de heroína y 1.3 millones de píldoras de éxtasis. Los resultados fueron contundentes, visibles y palpables, pero al mismo tiempo, evidenciaron el tamaño del problema, así como los alcances de las organizaciones criminales que operaran con redes bien tejidas y organizadas desde México, y que tienen presencia, según la propia agencia de inteligencia norteamericana, en más de 230 ciudades de EU. En la operación de la DEA, participaron más de 200 elementos que también lograron la incautación de 149 vehículos terrestres, 3 aeronaves, 3 vehículos marítimos y 169 armas de fuego.
Aunque sé que son odiosas las comparaciones, y sobre todo por el grado de corrupción que permea las instituciones en México, la operación Xcellerator es un espejo que refleja las carencias e incapacidades del Estado Mexicano, no sólo porque acá, a pesar de los más de 5 mil muertos durante el 2008, y el despliegue espectacular de fuerzas policiacas y militares, los resultados de los múltiples operativos han sido muchas veces, magros y decepcionantes.
¿Cuántas veces, después de intensas balaceras, las autoridades apenas si logran detener a unos cuantos, y no pocas veces, a ninguno? Por otro lado, las áreas de inteligencia de los diferentes cuerpos de seguridad en México, ya sea la Secretaría de Gobernación con el “invisible” CISEN, la Procuraduría General de la República, la Secretaría de Seguridad Pública o la Unidad de Inteligencia Financiera en Hacienda, no nos han ofrecido a los mexicanos una operación de esa magnitud con resultados tajantes. Al decir esto, no pretendo negar los esfuerzos del Gobierno Federal y la política inédita impulsada por el presidente Felipe Calderón, como tampoco pretendo ignorar los decomisos y los enfrentamientos, los detenidos y los muertos. Sin embargo, muchas de las operaciones no logran en realidad golpear a fondo a los cárteles, más aún, los vemos operando y constantemente retando al Estado. ¿Dónde está nuestro Xcellerator? ¿Dónde los resultados que vayan, no a las ramas, sino a la raíz del problema?
En el ámbito financiero, un informe reciente del Fondo Monetario Internacional revelado el mes de enero, deja las cosas en claro, en tanto el desempeño poco efectivo de México en el combate al lavado de dinero. El informe señala que la “inteligencia financiera” no ha investigado adecuadamente, a grado tal que entre 1989 y 2007, es decir, en los últimos 18 años, el Gobierno mexicano solamente obtuvo 25 sentencias condenatorias por el delito de “lavado” de dinero.
El asunto de la guerra abierta contra el narcotráfico y las variantes de crimen organizado, le ha valido al presidente Calderón credibilidad y confianza ante la ciudadanía, pues tiene casi el 70% de aprobación. No obstante, y más allá del empleo legítimo de la violencia, una guerra requiere algo más que fuerza y fusiles, al menos, esa fue la lección de inteligencia que los atenienses demostraron en la Antigua Grecia, a los militares espartanos, cuando la memorable guerra contra los persas.