sábado, 4 de julio de 2009

El espejo inglés



Ya por fin termina el proceso electoral. A partir del domingo por la noche, tendremos la mayoría de los resultados de la elección y nuevamente, estaremos ante otro ciclo de tres años en la Cámara baja. ¿Qué tan diferentes serán estos diputados que vienen, con respecto a los que se van? ¿Qué tanto cambiarán las cosas? ¿Será el inició de una transformación profunda, o simplemente una triste repetición del pasado? Para tratar de contestar a estas preguntas, les propongo vernos en el espejo inglés y su equivalencia de poder legislativo en el parlamento. Durante los pasados meses de mayo y junio, la política inglesa se vio sacudida por varios escándalos de corrupción y abusos de poder, lo cual no dista mucho de lo que sucede en México.

En mayo, el presidente de la Cámara de los Comunes del parlamento británico, Michael Martin, dimitió a su cargo, debido a una serie de reportajes publicados por el periódico The Daily Telegraph, donde se exhibió los gastos excesivos e injustificados de algunos diputados. La situación fue tan comprometedora, que el Parlamentó encausó la dimisión del presidente de la Cámara. En poco más de 300 años, no se había presentado un caso así. El último registrado, fue el de John Trevor, presidente que aceptó sobornos y fue obligado a dejar el cargo en 1695.
El desprestigio público de Martin, vino a raíz de que se comprobó que varios diputados utilizaron los recursos públicos para su beneficio personal. Lo mismo se pagan muebles y electrodomésticos, que películas pornográficas, todo con cargo a los contribuyentes, lo cual indignó de sobremanera a los británicos, también golpeados por la crisis económica mundial. Por si fuera poco, Martin, trató de impedir que se publicaran los gastos de los diputados, lo cual agravó más las cosas y precipitó su salida.

El escándalo, no sólo se quedó en los medios, sino que precipitó la salida de varios ministros del gobierno británico al mando del laborista Gordon Brown. Los ministros del Interior; y de Comunidades y Administraciones locales salieron tras el escándalo. A los pocos días, esta situación se reflejó consecuentemente en las elecciones locales celebradas en el mes de junio. Los ciudadanos castigaron al partido laborista, mandándolo al tercer sitio y el primer ministro Brown, figura equivalente al presidente de la república, por poco cae.

¿Qué lecciones nos deja el espejo inglés? ¿Qué diferencias encontramos entre el Parlamento inglés y el Congreso mexicano? El asunto inglés confirma la universalidad de la corrupción y el abuso de poder a costa de los ciudadanos. Ni lo ingleses ni los estadounidenses, ni tampoco aquellos ciudadanos de las democracias más avanzadas, están libres de corrupción y debilidades humanas. Entonces, si al igual que los mexicanos, también pueden ser corruptos, ¿dónde está la diferencia? En esencia, lo que esos países han logrado construir y conservar con éxito para el bien mayor de los ciudadanos, es una serie de mecanismos e instituciones que inhiben la corrupción y los abusos, porque la tendencia general se da en una autoridad que procura justicia y llama a rendir cuentas. Esto no significa que no tengan corrupción, pero al menos, logran contenerla como una tendencia general.

Han formado un estado de derecho, donde la impunidad no es la regla. Quizá por eso, mientras Inglaterra ocupa el lugar 16 en el Índice de Transparencia Internacional, México está en el 72. Otro indicador internacional, desarrollado por el Banco Mundial, expresa que nuestro país reprueba en materia de gobernabilidad y estado de derecho.
Por eso, entre nosotros los mexicanos, la frase “rendición de cuentas” no tiene sentido, ni tampoco hace referencia a algo claro, concreto y puntual. Al contrario, el reino de la impunidad, termina por dominar todos los ámbitos de la vida pública, es decir, no sólo se trata del gobierno y la burocracia, sino también de los ciudadanos, donde en la primera oportunidad, rompen las reglas.

Entre nosotros, se pueden morir 48 niños, y no pasa nada. No cae ningún “pez gordo”, y mucho menos, aún cuando se comprueben actos delictivos. Por si fuera poco, lejos de afectar los partidos de donde emanan los políticos, terminan siendo refrendados en sus Congresos locales. Ahí está Oaxaca y Puebla. Algo muy descompuesto hay en nuestra vida pública, para asumir cada día, que la impunidad es nuestra “ley”.