Política, conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios.
Ambrose Bierce, Diccionario del Diablo, 1911.
Desde hace tiempo, el desplegado en la prensa es una forma común en los medios impresos y electrónicos. En la política también es común “litigar” en los medios como si la validez del hecho fuera un juicio formal. Desde reclamos hasta denuncias, los desplegados llaman a alguien en específico, pero también la llamada es compartida a la “opinión pública”. Ante el interesado, pero sobre todo ante los demás, el desplegado se convierte en una forma, no siempre decorosa o civilizada, de hacer política. La opinión pública, el pueblo o el presidente, suelen ser testigos de críticas, elogios, agradecimientos y todo tipo de demandas, sean estas lo más variopinto posible, como el cuidado de una plaza o la exigencia de una reforma política.
En la semana, Sergio Aguayo Quezada comentó como le “tupieron” por firmar el desplegado titulado: No a la generación del no. Firmar desplegados políticos, escribió Aguayo, exige pronunciarse públicamente sobre asuntos generalmente polémicos y asumir las consecuencias que se deriven de ello.
Igualmente, durante la semana, varios desplegados mostraron con claridad el clima preelectoral, es decir, la disputa del poder que se vive en Gómez Palacio, Durango.
En ese estado se renovará la gubernatura, las alcaldías y las diputaciones locales, lo cual ha encendido las pasiones políticas al grado de publicar desplegados. Lo curioso, lo llamativo del caso, es la intencionalidad por exhibir los conflictos y las diferencias fuera del Partido Revolucionario Institucional, tan dado a la disciplina partidista.
Así, un ex presidente municipal, Octaviano Rendón Arce, publicó una misiva dirigida a la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes. En ese desplegado, expuso con claridad la situación política rumbo a la elección municipal en Gómez Palacio: “Sin mayor afán que encontrar eco a un llamado de alerta, pero ante todo recurriendo a la más alta instancia de dirección de nuestro instituto político, expongo públicamente el riesgo electoral en que se encuentra nuestro partido de no actuar con justicia y con responsabilidad en la selección del o la candidata del PRI” (El Siglo, 3 de marzo, 2010).
La alerta que señala Rendón Arce, se refiere al “único interés de que no se arriesgue la elección municipal con la posible prolongación del mandato de Ricardo Rebollo en la persona de su hermana Rocío Rebollo Mendoza”. Sin rodeos, el ex alcalde expone el evidente diagnóstico negativo de la actual administración priista: deuda y más deuda pública. No es difícil inferir que la fallida administración juega en contra del candidato, ¿candidata? priista.
Con una desastrosa administración municipal, accidentalmente a cargo de Mario Calderón Cigarroa, el PRI gomezpalatino ha estado cultivado una derrota inédita. En otro artículo publicado el 23 de enero pasado en esta columna, señalé algunas razones que apuntan las condiciones para el triunfo de Augusto Ávalos Longoria, abanderado de la Coalición, el PAN y quién sabe más. Entre la razones, además del extraviado desempeño del Ayuntamiento, está la división, ahora visible en el PRI.
A pesar de la pretendida intención para que no entren “los intentos de división”, Rendón Arce deja ver en realidad la posición del principal grupo priista del municipio. Por eso su juicio es tajante: “un gobierno que equivocó el servicio por el servirse”. En este sentido, el repudio de un grupo priista hacia los responsables de la actual administración coincide con una percepción generalizada que al menos, desde hace casi dos años aparece en las encuestas. Me refiero a la desaprobación general de los gomezpalatinos hacia el actual gobierno local. A estas alturas, poco se puede hacer. Por eso no será sorpresa la eventual victoria de Ávalos.