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sábado, 9 de enero de 2010

La Biblia Vaquera



La semana pasada comenté a vuela pluma que la producción lagunera en materia de literatura fue buena e incluso destacada más allá de lo regional. Otro libro, “Tres amores (o más)” de Francisco Amparán, fue publicado en la Colección Siglo XXI Escritores Coahuilenses, promovida por la Universidad Autónoma de Coahuila. Hay que aplaudir el loable esfuerzo de la Universidad para difundir en esa colección diversas obras de autores coahuilenses.
En los últimos años, han despuntado de manera significativa escritores nacidos a finales de la década de los setenta del siglo XX. Se trata de jóvenes, que como Vicente Alfonso, uno de los más notables de su generación en el quehacer literario, están renovando las letras.

En este sentido, un libro de narrativa que se ha vuelto todo un fenómeno en diversos círculos literarios es “La Biblia Vaquera, un triunfo del corrido sobre la lógica” del lagunero Carlos Velázquez. “La Biblia” fue publicada en 2009 bajo el Fondo Editorial Tierra Adentro de Conaculta. Es un breve e hilarante libro de 99 páginas que ha recibido los mejores comentarios de la crítica especializada. En lo personal el libro no sólo me hizo reír, sino pensar en algo más profundo y necesario: la identidad. En especial la identidad de la Comarca, la cual desde luego se finca en algo menos voluble e inmediato como un equipo de fútbol. Hay que leer “La Biblia” como señal de los tiempos que vivimos: disgregados, dispersos, decadentes. Hace tiempo que La Laguna no es algodón y uva. Velázquez lo expresa con claridad, el tiempo de la “condición posnorteña”. Quizá por eso su autor nos lleva por la región del “popstock”, misma que va de Moncloyork a Gómez Pancracio, la capital de la lucha libre.

De la ficción a la no ficción, ¿qué más da en qué lugar nos situemos?, Velázquez se autodefine: “Nací en una esquina. En una arena de la lucha libre. En Gómez Palacio. Soy lagunero. Soy rudo. Soy un espanto”. Lo que sigue después es el mundo “facsímil” de “diyeis, luchadores, “dílers” y burritos de “yelera”. Siguiendo acaso a James Joyce, Velázquez transforma, tuerce y retuerce el lenguaje para darle un nuevo, o más bien, un exacto sentido en la personalísima conversación entre dos amigos y su entorno “posnorteño”.
Este “salvaje narrativo” como lo ha descrito Jaime Muñoz Vargas, desconcierta, saca de su lugar y provoca con humor eléctrico en las frases que espetan sus personajes. Para Sergio González Rodríguez (Reforma, 16-VIII-09), “La Biblia” es el “libro de narrativa convocado a cambiar la recepción y la percepción de la literatura mexicana”. Quizá su juicio sea discutible, pero no la seriedad de sus palabras.
Jairo Calixto Albarrán escribió una reseña en Milenio Semanal (18 de julio, 2009) sobre el autor lagunero: “Si un libro es incapaz de orillarte a escarbar en el ataúd donde pernoctan tus demonios, no merece ser leído. Un libro está obligado a reconfigurarte los prejuicios y a consolidar lo más preciado que puedes atesorar: tus dudas. Un libro debe tratarte como a la peor de tus pesadillas y aún así extraerte con pinzas la lucidez resguardada en las alforjas del humor. Velázquez ha perdido la esperanza pero no el sentido del humor”.
Rafael Lemus hizo una advertencia en Letras Libres (octubre 2009): “todos los que crean que la literatura debe parecer literatura pueden alejarse de una vez. Esta obra está dejando de ser, y de parecer, literatura. Aunque está escrita y se vende como libro, desborda su soporte. Es fácil imaginarla como una obra de net art: música y gráficos y videos y juegos y vínculos en la pantalla de una computadora. Es más fácil todavía imaginarla, escucharla, como una pieza de Nortec: tambora y música electrónica y hip hop y banda sinaloense desenfadadamente mezclados”.
Velázquez, el también autor de Cuco Sánchez Blues (2004), regresa a la palestra literaria recargado de esta “Biblia” y otras historias. En su blog, espantobesamemucho.blogspot.com, el lector podrá encontrar otros textos del autor.


2 de enero 2010
El Siglo de Torreón

domingo, 27 de diciembre de 2009

De fiestas y libros


Los tiempos ameritan otros temas, sobre todo, después del difícil año que vivimos en el país. Desde la crisis de seguridad hasta la de salud, el año quedó en nuestra memoria como si lloviera sobre mojado. Viene otro año, y aunque algunos auguran malos presagios en la economía, no debemos asumir que así serán.
Por lo pronto, me aparto un tanto de la política para hablar de algunas lecturas y libros que me han acompañado en las últimas semanas, además de la ya obligada lectura de periódicos, revistas, estudios y documentos. Para no alargarme más, les recomiendo el infalible humor inteligente de Guillermo Fadanelli. Su novela “¿Te veré en el desayuno?” hizo más ligero mi viaje por la sierra oaxaqueña. No menos recomendables son otros relatos como Más alemán que Hitler, Cuando la vea la voy a matar, Compraré un rifle y la novela Lodo por mencionar algunas de sus obras. También ahora podemos leer sus lamentos y reniegos moralistas los lunes en El Universal.

De otro escritor mexicano, Jorge Volpi, leí el “Insomnio de Bolívar, cuatro consideraciones intempestivas sobre América Latina en el siglo XXI”. Se trata de un buen repaso a la actualidad latinoamericana, la democracia, el subdesarrollo político y el renacer de caudillos regionales. El libro incluye un buen breviario de autores latinoamericanos nacidos en la década de 1960.

Un libro que me encantó por su impacto visual fue “Banksy, Wall and piece”. La publicación compila la obra “efímera” y sugestiva apuesta de Banksy, ese artista británico callejero y clandestino, provocador e irreverente. Banksy el artista que ha metido en problemas a las autoridades, que ha burlado la buena conducta inglesa, ha plasmado en sus intervenciones urbanas, poderosas imágenes, metáforas y alegorías que retuercen con humor, nuestros sentidos. El artista inglés y maestro del graffiti es una muestra del poder del aerosol más allá del vandalismo.

Para tiempos difíciles conviene leer la actualización del texto de Gabriel Zaid que circula en las librerías: “Empresarios oprimidos”. El título en realidad se refiere a las posibilidades del país de generar riqueza entre los muchos pobres que pueblan el territorio nacional. En verdad que la lectura de este pequeño, pero sustancioso libro es alentadora en tiempos nublados. Las alternativas puntuales que demuestra Zaid, me hacen pensar en el ensayista como un Amartya Sen mexicano, o como otros lo han comparado, como un Muhammad Yunus. En verdad que la lectura de este libro puede ser reveladora para más de un gobernante dispuesto a transformar entornos de pobreza.

La producción lagunera ha sido buena en este cierre de año, aunque no la difusión. Van algunos libros. De Edgar Salinas, ya he reseñado en esta columna (21-XI- 09), “Arqueología de un imaginario: La Laguna”. Una reflexión sobre la identidad lagunera a través de la literatura regional.

Toda una revelación y un acontecimiento literario resultó la publicación de La Biblia Vaquera de Carlos Velázquez. Se trata de un libro de relatos (la descripción es inexacta,) marcados por “el triunfo de la lógica sobre el corrido”. El escenario posnorteño demarca otras identidades dispersas de lo lagunero norteño. Es una auténtica muestra de nuestro (¿decadente?) presente lagunero. La Biblia Vaquera, según palabras de Sergio González Rodríguez, es el “libro de narrativa convocado a cambiar la recepción y la percepción de la literatura mexicana” (Reforma, 16-VIII-09). Hay que tomar en serio sus palabras, y sobre todo, hay que seguirle el rastro a los textos de Velázquez.

Sobre historia de Torreón, un excelente libro de Javier Ramos Salas que próximamente circulará en enero, “Entre el esplendor y el ocaso algodonero. Ensayo sobre el desarrollo urbano de Torreón”. Con gusto volví a releer de un plumazo su cuidadosa investigación. No me adelanto, pero escribiré una reseña con motivo de publicación.

Una novela histórica, aunque difícil de adquirir por su escasa difusión, es “El brigadier, mi destino la Independencia de México” de Jorge Zarzosa Garza. La novela tiene el mérito de rescatar la memoria documental de Pedro Zarzosa y situar su valiosa aportación a la Independencia, a lado de los grandes hombres de la historia nacional.
Por lo pronto todavía me esperan la novela premiada de nombre irresistible, “Travesti” de Carlos Reyes. También el nuevo libro de Jaime Muñoz Vargas, Leyenda Morgan. Un novela voluminosa novela de Magda Madero, “Arno y los ojos de Rea”.
No digo más, y en deseo de que estos días nuestros lectores hayan pasado una feliz navidad.

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