martes, 27 de enero de 2009

Los ladrones viejos


En los estantes del video club, me topé con "Los ladrones viejos, las leyendas del artegio", una película documental de Everardo González, 2007. Se trata de auténtica pieza que describe las costumbres de los ladrones viejos entre los 60 y 70, esos que aun siguen en la cárcel y que forman parte de una "biblioteca" del crimen olvidada. Resulta sorprendente escuchar, ver en este documental por momentos nostáligico, pero finalemente triste, las reglas tácitas de los profesionales del crimen. Compilo dos:
1) Los ladrones de ahora no son como los de antes, pues había respeto por la persona. Ahora reina la violencia, comenta un legendario ladrón, casi genial.
2) No deja de haber un toque de ironía que dimensiona las latitudes del crimen, pero que al final nos conduce a una especie de justicia, cuando se rememora que Efraín Alcaraz Montes de Oca, alias el Carrizos, conocido como “El Rey de los Zorreros”, robó lo mismo a Luis Echeverría que José López Portillo, ambos en funciones como presidentes. Según declara en el film: robé a ese ratero, me lo chingué y me lo volví a chingar.

sábado, 17 de enero de 2009

¿34 mil idiotas?

Constantemente en México, hablamos de la ley, e incluso, cuando hay que celebrar, decimos que tenemos la mejor constitución del mundo, aunque por lo general, con una aplicación ambigua y poco productiva para el bien común. En otros artículos de esta columna he abordado el tema de la legalidad y también el de la legitimidad. ¿Qué es lo legal? ¿Es la ley y sus actos justa, legítima? ¿Hasta qué punto la legalidad es legitimidad? Ambos conceptos van de la mano, porque uno lleva al otro, sin embargo, esto no siempre es así, porque hay puntos donde la legalidad contradice la legitimidad, pero también, donde la legitimidad resulta ilegal. Mientras la legalidad se refiere a un marco jurídico, a unas reglas del juego establecidas, la legitimidad se pregunta sobre el fundamento de la ley, las acciones que genera y las consecuencias de aplicarla o no. El problema de la legalidad y la legitimidad ha sido abordado frecuentemente por filósofos, juristas y politólogos. Un ejemplo actual lo encontramos en las lecturas clásicas del filósofo Norberto Bobbio, y otro en el jurista, Michelangelo Bovero.

Un caso paradigmático de nuestra vida pública y que bien sirve para ejemplificar esta situación, lo encontramos en Eduardo Olmos Castro. Recientemente se comprobó lo que ya se venía anunciando, el diputado local electo, tomó posesión en el cargo, para inmediatamente renunciar, o como dicen en el argot político, “pedir licencia”. Aquí lo “motivos personales” justifican todo, porque lo fines políticos así lo disponen. El antier polémico Secretario de Desarrollo Regional, dejó su cargo para competir por una curul el 19 de octubre. El resultado de esa elección fue contundente, Olmos Castro consiguió la votación más alta de todo el Estado, 34 mil 923 electores votaron por él, y ahora que por fin llega, no alcanzó a calentar siquiera, la tan deseada curul. Uno podría pensar que Olmos Castro es un político investido de una clara legitimidad, sin embargo, al recordar su historia política, no puede uno menos que pensar en una carrera política enigmática, para la cual no es fácil ofrecer calificativos, ya que si bien, todo ha empezado: diputado federal, secretario de Obras Públicas, secretario de Desarrollo Regional, diputado local; nada ha terminado. Olmos Castro es el ejemplo palpable en lo local, del político que todo empieza, pero nada concluye.

La reciente licencia que solicitó al Congreso de Coahuila, no sólo es un insulto a la inteligencia de su electorado, sino también un claro ejemplo de cómo los cargos públicos son meros medios y no fines. De esta manera, el político priísta deja “colgados” a sus electores, porque en realidad está demostrando su poca seriedad, pero al mismo tiempo, vuelve a evidenciar la inutilidad de las elecciones, porque al final, la elección termina en manos de una grupo político familiar, lo cual desplaza a diestra y siniestra el sentido popular de una elección. ¿De qué valieron esos votos, sino fue entonces para el juego político? ¿Votaron 34 mil idiotas por Olmos Castro? ¿Volverán a votar por él?

Después de Ulises Ruiz y Mario Marín, dos de los mejores exponentes del PRI, no tengo la menor duda de que sí vuelvan a votar, en buena medida, por esa desconcertante nostalgia del pasado que hoy retorna al PRI, a los primeros lugares en prácticamente todas las elecciones del país.
Tienen razón los priístas cuando afirman que el ayer diputado no está haciendo nada ilegal, sin embargo, bien vale preguntarse si en este caso, lo legal es legítimo. El malogrado exalcalde de Saltillo, Fernando de las Fuentes, ahora Presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, afirmó que Olmos “no está haciendo nada indebido”, y que no hay “no hay decepción de los electores, porque se votó por un partido”. La explicación es la salida fácil y predecible que hace referencia a la ley. Como la ley no lo prohíbe, entonces está permitido. Estamos ante la lógica del engaño, porque se atiende a la letra legal, incluso para contradecir el espíritu de la misma. Lo hemos visto recientemente con la ficticia aplicación del artículo 134 constitucional, donde se prohíbe expresamente a los funcionarios y políticos, hacer propaganda, pero más tardaron en publicar la reforma constitucional, que en contradecirla, a través de los vacíos que deja la ley, porque al fin y al cabo, no se expresa directamente, ni tampoco se enuncia tal cual. Por eso seguimos viendo el gasto millonario en publicidad, que al final nadie recordará y que termina, como lo demuestran las campaña electorales, en basura.

Al final, lo que sostiene a nuestro sistema político mexicano, es el incentivo a la mediocridad. Por una parte, no existen otras vías para hacer carrera política, como el tema de la reelección de diputados y alcaldes. Por otro, y esto resulta grave, se carece de una rendición de cuentas, con la cual, se pueda apremiar o castigar carreras políticas con base a resultados. Mientras tanto, seguiremos teniendo una vida pública sustentada en muchos o pocos votos, pero carente de legitimidad, porque sencillamente es incapaz de ofrecer resultados.

sábado, 10 de enero de 2009

Contra el Museo Arocena

Indudablemente, una de las mejores obras del Ayuntamiento de Torreón tiene que ver con el rescate del Centro Histórico. Durante años el abandono en calles, edificios, comercios y paseos, se arraigó por todos los rincones. Administraciones municipales fueron y vinieron, pero el problema del Centro seguía ahí, incluído el siempre complicado y espinoso comercio informal. Algunos gobiernos intentaron hacer algo, otros simplemente no les interesó. Por eso resulta loable el logro del alcalde José Ángel Pérez Hernández de retirar a los ambulantes, pero también de iniciar una serie de remodelaciones al espacio urbano por excelencia.



En lo personal apoyo y apruebo el desarrollo del proyecto, incluso hace algunos meses escribía en esta misma columna sobre los beneficios de la dignificación de nuestro espacio público (6-V-08). Sin embargo, hay algo en lo particular que no armoniza con el espíruto del proyecto, y que lejos de dignificar la imagen urbana, la contradice, la niega. Se trata de la instalación de seis módulos con espacio para 18 comerciantes informales en la calle Cepeda, entre las avenidas Hidalgo y Juárez. Justo en el corredor del inmueble cultural más relevante de la ciudad: el Museo Arocena.



Desde su inauguración en agosto de 2006, el Museo se ha convertido en un auténtico catalizador de la cultura en la región, las actividades que ahí se desarrollan, el espacio que ofrece a los laguneros, la calidad e importancia de sus obras, le han aportado a Torreón una gran riqueza inusitada por estas latitudes. Incluso, gracias al Arocena la ciudad, la región cuenta con un espacio digno de cualquier metrópoli. El Museo no sólo no ha retornado a los laguneros al Centro, sino además ha dado a la ciudad una referencia nacional e internacional. Tan sólo en dos años de actividad, ha recibido más de 200 mil visitantes, entre ellos, miles de niños. Por mal cálculo, falta de planeación o pésimo gusto, el Ayuntamiento está a unos pasos de desvirtuar una de las zonas más simbólicas de la ciudad.



¿Se imagina ustedes unos tabaretes a las afueras del Metropolitan o del Museo de Arte Moderno en Nueva York? Ya no nos comparemos con Francia y su fenomal Louvre, simplemente veamos el rescate del Centro en la Ciudad de México. Ni siquiera en la “ciudad de la esperanza”, terreno fértil para informales y multitudinarias marchas por el petróleo, se ha tenido el mal gusto de permitir la instalación de comerciantes informales en los principales museos y patrimonios culturales como el Museo Nacional de Arte, el Palacio de Minería, el Palacio de Bellas Artes, San Ildefonso.



Hay que tener respeto por la historia y lo que materialemente nos queda de ella a través de sus edificios, es lo que tenemos y debemos ciudarlo. En la esquina de Hidalgo y Cepeda está uno de los edificios más bellos y elegantes de La Laguna: el Edificio Arocena. Fue construido hacia 1920, y es una verdadera joya arquitectónica, que hasta conserva, como fiel testigo, su propio elevador. Hacia la Juárez se encuentra otro emblema histórico, el antiguo Banco de La Laguna, un edificio construido con acero y cantera, signo de la modernidad y la bonanza algodonera hacia 1912.



A lo que quiero llegar es a plantear una pregunta que no resulta trivial: ¿Qué clase de ciudad queremos y de qué manera la vamos a proyectar? ¿Porqué así y no de otra manera? No me opongo a la remodelación, ni tampoco a sus fines, pero sí debemos de cuestionar con crítica, con honestidad, la pertinencia de colocar ahí los módulos para los informales, ahora convertidos en vendedores de dulces y artesanías por el Director de Obras Públicas, Aniceto Izaguirre. Quizá el funcionario esté inaugurando una “nueva tendecia urbanística” para nuestra ciudad, porque la tendencia en las ciudades mexicanas, en el mundo es otra. Mientras las cosas van para un lado, nosotros vamos para otro. ¿Nos sería mejor aceptar el error y cambiar de opinión? ¿Acaso nos es de sabios reconsiderar? ¿No estará comprando un nuevo pleito, en pleno año electoral el Ayuntamiento? A todo esto, es fecha de que no sé de la defensa, aunque sea indirecta, del INAH, ni tampoco del INBA y mucho menos de la gris Dirección Municipal de Cultura. ¿Dónde está también la opinión de Ruth Idalia Ysais Antuna, presidenta de la Comisión de Educación, Arte y Cultura del Cabildo? Se trata, como dijera uno de mis maestros en la universidad, Jesús Silva Herzog Márquez, de la negación de la belleza pública. “El problema, escribe acertadamente el crítico, no es lamentación de decoradores. La fealdad que nos hemos empeñado en promover es un problema urbano, cívico. La belleza no es un lujo, un reclamo superficial que no debe distraernos de lo verdaderamente importante. ¿No tenemos algún recurso frente a la imposición de la fealdad?”



Esta columna apoya y se solidariza con la directora del Museo, Rosario Ramos, quien no ha dudado en manifestar su oposición, pero también su preocupación y apertura por alcanzar un acuerdo donde se beneficien las partes.

domingo, 4 de enero de 2009

Agenda 2009

Comenzamos el nuevo año con expectativas encontradas, en su mayoría más cargadas hacia lo negativo, sobre todo por la crisis económica mundial. Si bien, una actitud positiva y esperanzadora, como aquella de asumir la crisis como un momento de oportunidad, no resuelve todo, pero sí ayuda ver el vaso medio lleno, en vez de medio vacío. Algunos se aprestan a cantar lo mejor y otros anuncian un negro porvenir, sin embargo, rara vez, hacerle al profeta en materia del futuro resulta apremiante. Hace más de un año, las posibilidades que le auguraban al poco conocido precandidato demócrata, Barack Obama, eran bajas, sin embargo hoy es el presidente electo que rompió con las tendencias, los números y los prejuicios.

¿Qué nos augura el presente año? ¿Cuáles son las metas propuestas y sus resultados? ¿Qué podemos hacer como ciudadanos para contribuir a mejorar nuestra vida pública?
Tres temas de interés público dominarán la agenda del presente año. El primero tiene que ver con los bolsillos de los ciudadanos, es decir, la economía. El segundo tema de relevancia nacional es la tan vapuleada seguridad pública. Y finalmente, el tercero tiene que ver con la política y los tiempos de elecciones.

Pero vamos con cada uno. En materia económica se estima que los efectos de la crisis mundial se extenderán por el resto del año. Analistas financieros prevén que los primeros dos trimestres no habrá crecimiento, aunque en realidad se espera que todo el año se prolongue el efecto de la crisis originada en los Estados Unidos, así que en gran parte, la labor del nuevo presidente estadounidense se avocará a paliar los efectos de la crisis, así como tratar de reactivar la economía. Lo cual también sería positivo para México, porque en buena medida. El ritmo norteamericano marca también la pauta al crecimiento o estancamiento de nuestro país.
Por otra parte, la fórmula clásica del libre mercado que hace y deshace, porque al final es la “mano invisible” la corrige el rumbo, se terminó de derrumbar al comprobarse una serie de transacciones irreales, pero también irregulares en el sistema financiero estadounidense. El caso Bernard Madoff es emblemático de esa libertad que llevó al enriquecimiento de unos, la quiebra de muchos y el fraude para de terceros. En este sentido, la crisis obligó a fijar nuevas reglas al sistema financiero, lo que conducirá a nuevo modelo que será regulado por el Estado, con la finalidad de fijar vigilancia, restricciones, transparencia y garantías. Quién diría que después de la tan anunciada muerte del Estado, se recurra a él nuevamente para regular el mercado.
En el terreno de la seguridad, lo mexicanos esperamos otro año más de la guerra contra el crimen organizado, el narcotráfico y sus consecuencias. No hay que perder de vista que en el presente año será cuando se empiecen a cumplir varios de los 74 puntos fijados en el Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad. Cito tres puntos que tendrán que desarrollarse este año: 1) creación de los centros estatales de control de confianza certificados para monitorear a los policías y funcionarios; 2) la consolidación del sistema de Información Criminal denominado Plataforma México, a la cual es fecha que muchos gobiernos estatales no actualizan los datos; 3) la operación de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la cual tiene como objeto garantizar tanto una responsabilidad compartida como una acción efectiva entre los distintos órdenes de gobierno.

En especial, el tercer punto se plantea como una respuesta a la falta de compromiso de los gobiernos estatales para sumarse a la lucha del gobierno federal. Muchos gobernadores con el pretexto “de que son delitos federales” han declinado la estafeta para colaborar con la federación, lavándose las manos del problema.

El otro tema que habrá de dominar la agenda nacional será la política. 2009 es año de elecciones y se renovará el próximo 5 de julio la Cámara de Diputados. En lo inmediato el 31 de enero inician las precampañas con poco más de 3 millones de spots. Con esas elecciones se elegirán 500 diputados federales, 300 por el principio de mayoría relativa y 200 por representación proporcional. Por medio de la elección intermedia conoceremos la aceptación real del electorado al presidente Calderón y el lugar que habrá de ocupar el PAN en el Congreso.
Además estarán en juego las gubernaturas de Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora, Querétaro, Campeche y Colima, seguido de elecciones en los ayuntamientos, donde Coahuila renovará presidentes municipales. A los ciudadanos nos tocará votar, los cual no resulta tan importante como darle un puntual seguimiento a ese voto y una manera de hacerlo es “adoptando” a nuestro diputado para exigirle, limitarlo y llamarlo a cuentas.

Finalmente no resulta trivial la política, y mucho menos en la circunstancia mexicana, donde la clase política suele hacer lo que mandan sus intereses, lo cuales no necesariamente coinciden con los ciudadanos. Por eso, resulta crucial no dejar de lado la política con el argumento de que es algo que no nos compete ni nos afecta. Precisamente, porque la política es importante, sería un error dejarla sólo a los políticos.
Por lo pronto, les deseo un buen año a los lectores.
3 de enero 2009
el siglo de torreón

lunes, 29 de diciembre de 2008

Huntington y la ciencia política


El día previo a la navidad, murió el influyente politólogo Samuel Huntington (1927-2008). Célebre por sus polémicas, en especial su interpretación de las razas y la civilización (en ocasiones abiertamenteracista), fue también el autor de ese estudio sobre la ola democratizadora en el mundo. Huntington fue de los más conocidos profesores de ciencia política en mundo, sus numerosos artículos y libros lo colocan indiscutiblemente como uno de los emblemas de la political science en norteamérica y el mundo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Mejores y peores 2008

Difícil hacer clasificaciones, pero también difícil prescindir de ellas. Si aplicamos esta razón al año, el 2008 pareció más cargado hacia lo peor. No pretendo ser tajante, ni asumir como definitivo el listado de lo mejor y lo peor. Más bien, nos damos cuenta que algunas buenas llevan en sí mismas las malas, así de compleja y contradictoria es la vida, o si se quiere, la realidad. Pero va esta lista con sus gustos y sus disgustos, pros y contras en lo regional. Por lo pronto, propongo diez y diez, de las cuales no necesariamente guardan un orden de importancia.

Buenas
1. La avenida de los ríos Nazas y Aguanaval. Después de 17 años, muchos laguneros pudieron conocer el río Nazas en su cauce natural, pero también muchos pudieron recordar la historia y revitalizar la identidad profunda del lagunero. Pero lo más importante fue el beneficio de la recarga de nuestro sobreexplotado acuífero.
2. El tercer campeonato del Santos y la “ola verde” que inundó para bien el espíritu de los laguneros. Verdaderamente fue impresionante y entusiasta ver las manifestaciones de la “santosmanía” en la población. Sin embargo, no pasaron inadvertidos lo oportunistas gobiernos Estatal y Municipal para llevar agua a su molino. Siempre necesitados de legitimidad.
3. La participación ciudadana en el proceso electoral del pasado 19 de octubre, para renovación del Congreso local de Coahuila. Aunque se esperaba una participación ciudadana bastante baja, la población reunió prácticamente un 40% de participación, rebasando las expectativas previas.
4. El programa de modernización del transporte “Ecobus” aplicado por el Ayuntamiento de Torreón. Sin lugar a dudas se trata de uno de los buenos programas para cambiar los problemas históricos de Torreón en materia de transporte.
5. El rescate del Centro Histórico y la reubicación de los ambulantes. Durante décadas administraciones municipales fueron y vinieron, pero realmente nunca se logró concretar la dignificación del Centro de Torreón. El municipio ha puesto por primera vez una base valiosa para el desarrollo de la ciudad.
6. El Museo del Algodón en el sector Alianza de Torreón. El espacio cultural retoma la historia de la región y la bonanza que durante los siglos XIX y la primera mitad del XX, dejó el algodón para la población lagunera. Ahora el reto será mantenerlo y promocionarlo con la mayoría de la población que no lo conoce.
7. El PRI y su capacidad electoral indiscutible, aunque el haber ganado todo, conlleva los riegos del abuso de poder. Tanto como firmar un cheque en blanco.
8. La gestión y continuidad del proyecto de la Zona Metropolitana de La Laguna. Aunque todavía está por verse los resultados.
9. A pesar de las demoras, la gestión de obra realizada por el alcalde Ricardo Rebollo Mendoza para la remodelación del bulevar Miguel Alemán en Gómez Palacio, Durango. Ya era hora.
10. La gestión del diputado federal Carlos Bracho González en el Congreso de la Unión y en la Secretaría de Gobernación para reivindicar una vieja demanda social: restituir el dinero que les debía la Federación a los exbraceros mexicanos, de los cuales muchos están en la región.

Malas
1. La corrupción e infiltración de los cuerpos policíacos del Municipio de Torreón por el crimen organizado, pero también el enfrentamiento entre policías federales y municipales, seguido de los auténticos días de interregno –sin gobierno- que vivió la ciudad y que rápidamente fue canalizado por delincuentes al incrementarse los robos a casa habitación y comercio en la ciudad.
2. El narco y la oleada de violencia que desborda La Laguna, seguida del temor y ahora, de la casi indiferencia de lo habitantes, ante los muertos y las balaceras que aparecen constantemente. Más los secuestros y las extorsiones, que cada vez más se han vuelto muy rentables para los delincuentes y han hecho de Coahuila, de La Laguna, pero también de Saltillo, un terreno fértil para el crimen. Incluso, y no sin ironía, dos funcionarios antisecuestros y un experto de talla internacional, fueron “levantados”.
3. El derrumbe definitivo del Distribuidor Vial Revolución (DVR), ese monumento a la impunidad que puede ser resumido de la siguiente manera: Cuando se derrumbó, la corrupción seguía ahí.
4. El mediocre desempeño del Alcalde José Ángel Pérez Hernández, calificado por una abrumadora votación en contra de él y su partido en la elección del 19 de octubre.
5. El numerito de la propuesta de pena de muerte, realizada por el Gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés, quien canalizó el beneficio mediático y la simpatía de una población temerosa, pero una propuesta poco seria para mejorar la tan vapuleada seguridad.
6. El regalo navideño de las notarías que realizó a funcionarios del gobierno estatal el Gobernador de Coahuila. Una muestra más de la discrecionalidad y abuso de poder que tiene todos los gobernadores del país.
7. La vergonzosa basura, aguas negras y demás desechos que por ignorancia, impunidad e irresponsabilidad acumuló el lecho seco del río Nazas. En otras palabras: la nula cultura cívica que tenemos en nuestro entorno inmediato.
8. El fenómeno de las abras y los hundimientos derivados de la avenida del río Nazas en algunas colonias de Torreón y Lerdo, mismos que han causado zozobra y pérdidas a ese sector de la población.
9. El gravísimo problema del arsénico en el agua que bebemos los laguneros y la contaminación de muchos pozos de la región, donde incluso no pocos rebasan la norma nacional e internacional para la calidad del agua, generando un profundo problema de salud pública.
10. Las pugnas internas en el Partido Acción Nacional de Coahuila. Las luchas estériles entre los grupos, principalmente entre los liderados por José Ángel Pérez Hernández y Guillermo Anaya Llamas terminaron al final por reflejarse en la apabullante derrota electoral que les propinó el PRI en Torreón, y de paso en todo el Estado.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Notarías de la Gente

Primero fue el eslogan, luego vinieron los diferentes programas sociales que abarcan lo mismo sopas y pastas, materiales de construcción, uniformes escolares y hasta condones de “la gente”. A lo sucedido esta semana, bien podríamos agregar las notarías a la generosa lista de los programas de la gente. En particular por aquellos “fíats” que fueron designados a funcionarios del gobierno y a un diputado de la actual legislatura estatal.

El pasado 9 de diciembre, el Periódico Oficial del Estado de Coahuila publicó la lista con los acuerdos del Ejecutivo para la entrega de 19 patentes de aspirante a notario, mismas que fueron ratificadas el 15 de diciembre por el disciplinado Congreso. En el “regalo navideño” aparecen los funcionarios públicos Armando Luna Canales (Secretario de Gobierno); Homero Ramos Gloria (director del Instituto de Pensiones del Estado); Rodrigo Orozco Aguirre (director de Procedimientos y Trámites de la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos); Gustavo González Ramos (director del Registro Público de la Propiedad); Luis Fernando Valdés Cabello (director de Servicio Social); Francisco Javier Cedillo Martínez (titular de la Oficialía 24 del Registro Civil en Torreón); Luis Ramos Escalante (asesor legal del Gobernador) y Francisco Saracho Navarro (diputado priísta).

Si bien, la decisión del Gobernador Humberto Moreira y la ratificación unánime del institucional Congreso son legales, debemos de cuestionarnos severamente si son legítimas. En la vieja costumbre mexicana, utilizar los bienes públicos como bienes privados parece algo normal y hasta trivial en el ejercicio del poder. Pero la legitimidad de un gobierno, en un entorno que se precie de moderno y democrático, no puede aceptar estas prácticas como algo razonable. ¿O acaso el Secretario de Gobierno va rendir protesta ante sí mismo?
Max Weber, el gran sociólogo alemán que enseñó cómo leer las sociedades, hizo una caracterización de los estados medievales o premodernos como estados patrimonialistas, es decir, donde los bienes públicos se administran como patrimonio propio por el gobernante y por lo tanto, ese bien público puede ser dispuesto como un bien personal. Se trata de una vieja práctica que paulatinamente fue erradicada con la instauración del Estado moderno. Si aplicamos esta distinción hecha por Weber, nos es difícil pensar en la premodernidad que caracteriza a los gobierno estatales en México, ese “nuevo federalismo” que viene cargado de millones y mucha impunidad. Mario Marín y Ulises Ruiz son los mejores exponentes.

Si pensamos en Coahuila, el asunto de las notarías ilustra claramente esta relación donde el poder se ejerce a discreción, sin límites y contrapesos. En Estado Unidos, un país con mejores controles y rendición de cuentas, fue aprehendido recientemente el gobernador de Illinois, por tratar de subastar al mejor postor, la posición en el senado dejada por Barack Obama. Y justamente esto es lo que no ha logrado instaurar el Estado Mexicano en sus instituciones, y mucho menos en los feudos estatales.

Trastocados los valores de la política, el tráfico de influencias, el conflicto de intereses, el abuso de poder, la discrecionalidad aparecen así como las prácticas comunes de la democracia mexicana. ¿Cómo acotar un poder así? ¿Qué vías tiene un ciudadano para inhibir la discrecionalidad del poder? ¿Recurrir al Congreso? ¿Ir a la Oposición? El Congreso, dominado por el partido del gobernador, se convierte en un sencillo trámite a cumplir. Por otro lado, el señalamiento del PAN sólo queda en discurso, pero al mismo tiempo contradictorio. Porque lo mismo que reprueba hoy su presidente estatal, Reyes Flores Hurtado, es lo que en 2005 aceptaron tres de sus miembros al final del sexenio de Enrique Martínez. En ese entonces los laguneros Guillermo Anaya y Jesús de León Tello fueron beneficiados. Sin embargo, mientras el primero renunció en vías de no entorpecer su carrera política, el segundo cuenta con licencia para la notaría 34 en Torreón.
El problema no es sí hoy el PRI dispone de los bienes públicos de manera privada, porque también el PAN lo hace. No se trata de partidos, sino de ciudadanos que están inermes ante un poder que no duda en abusar. Regreso a las preguntas ¿Cómo se puede limitar al poder? ¿Cómo frenar los abusos desde el poder? ¿Con qué herramientas cuenta la ciudadanía?

Por lo pronto, el PRI de Humberto Moreira goza de buena salud. Como partido arrasaron en las elecciones intermedias, ratificando el dominio absoluto del Congreso. Por su parte, el gobernador tienen un gran nivel de aprobación que supera los 80 puntos, La Encuesta Nacional del Gabinete de Comunicación Estratégica, lo señala como el gobernador más aceptado al interior de su Estado en relación al resto de los gobernadores. En otras palabras, el PRI de Moreira tiene todo el poder y aprobación que más de un político desearía, y todo esto a la mitad del camino del actual sexenio Estatal.

No obstante, la debilidad del PRI podría venir de su propia fuerza como partido en el poder. Lo que ahora los encumbra, bien los puede hacer perder en el futuro. Y no me refiero exclusivamente a las elecciones, sino a la confianza, a la credibilidad. Tenerlo todo o casi todo, nos recuerda la historia, ha hecho perder a más de un gran gobernante, pero también a más de un pequeño. El poder concentrado de esa forma, separa de la realidad, porque entonces, ya no es necesario confrontarla, pero tampoco ya no es necesario escuchar las advertencias, los peligros y mucho menos las críticas.

20 de diciembre 2008
El Siglo de Torreón