Decidido, claro y por momentos notablemente enfático, el tercer Informe del Presidente Felipe Calderón, fue quizá, el discurso más brillante que haya pronunciado como mandatario. Repasó las crisis recientes que han impactado el país, convocó a la unidad, hizo autocrítica, y más aún, propuso un decálogo para generar un cambio profundo. Reconoció que “lo logrado es claramente insuficiente”, y que a este ritmo “tomaría muchos años o quizá décadas el poder vislumbrar en hechos concretos el México que queremos”.
Con el tiempo en contra, pues ya se fue la mitad del sexenio, Calderón sabe que de seguir igual, los resultados serán pobres y no alcanzarán en el presente. En este sentido, el Informe fue una gran convocatoria a realizar los cambios que requiere el país. Al mismo tiempo, sabe que es un gobernante débil con una mayoría priísta en contra, y por lo tanto, ya no tiene qué perder porque ya lo perdió en la pasada elección. Pero si Calderón quiere hacer de su discurso algo más que una pieza destacable, tiene que dar un golpe de timón, cambiar radicalmente, porque el gradualismo al que le apostó, no ha resultado relevante.
Falta más, y por eso propuso un decálogo de reformas. Las sintetizó así: Combate a la pobreza, Cobertura Universal de Salud, Educación de Calidad, Austeridad y Finanzas Públicas; Reforma Económica, Reforma en Telecomunicación, Reforma Laboral, Reforma regulatoria de fondo, Combate al crimen y Reforma Política.
Pero veamos algunos puntos, a fin de distinguir la factibilidad del llamado. Propuso alcanzar una educación de calidad para cambiar de fondo a México y superar el marasmo de intereses. No obstante, en la propuesta nunca mencionó qué va hacer con la maestra Elba Esther y su notable aportación al subdesarrollo educativo. ¿Dará un golpe de timón o simplemente continuará tomándose la foto como hace unos días lo hizo?
Propuso también una reforma al sector de las telecomunicaciones para generar una “verdadera competencia” y precios accesibles. ¿Se enfrentará ahora sí al duopolio televisivo que lo mismo extorsiona y chantajea al gobierno para lograr más ventajas? ¿Ahora si les va cobrar la reconversión que en otros países han pagado las televisoras?
¿Cómo generar competencia con un Carlos Slim? Hace unos días, el gobierno de Colombia, a través de su ministra de Comunicaciones, obligó a la empresa del poderoso mexicano, reducir las tarifas en casi un 50%, a fin de generar competencia en los mercados y favorecer así a los consumidores. ¿Hará efectivas las recomendaciones puntuales de la Cofetel y la OCDE?
Ahora que se discute subir los impuestos para compensar las pérdidas del gobierno federal, Calderón propuso hacer una reforma profunda a las finanzas públicas para racionalizar el gasto y “hacer más con menos”. Tiene razón Sergio Sarmiento, quien escribió hace unos días: “¿Para qué quiere más dinero el gobierno? Para mantener el gasto del IFE, los partidos, los diputados, los senadores y la clase política, para continuar programas de gasto social que no han logrado reducir la pobreza pero sí crear burocracias, para aumentar el gasto policial que no ha disminuido la inseguridad pero sí incrementado el consumo de drogas, para mantener los costosos monopolios del gobierno”.
A Calderón le queda poco tiempo y por eso anuncia que es la hora de cambiar, de cambiar a fondo y romper las inercias, aún y “con todos los riegos y costos que eso implica”. Un cambio profundo no depende solamente del Presidente, como bien lo recordó en el Informe. La responsabilidad recae también en otros actores políticos, incluyendo los ciudadanos. Pero en este caso, un Presidente puede ayudar mucho a construir esas condiciones deseables. Si en los años que le restan a su gobierno, Calderón no logra concretar algunos de estos puntos, estaremos sólo ante un discurso brillante. Lleno de buenas intenciones.