Ayer recibí la noticia del fallecimiento de Paco Amparán. Como otras muertes, no lo podía creer.
Queda la huella de su obra como literato, la huella en sus alumnos, la puntual crítica y el apreciable debate que provocaba diariamente en sus columnas de El Siglo y GREM.
Hasta pronto Paco.