sábado, 3 de julio de 2010

Antonieta Rivas Mercado


Mujer excepcional, cosmopolita, mecenas, Antonieta Rivas Mercado es considera como una de las primeras mujeres modernas del México posrevolucionario. Una de sus biógrafas, Fabienne Bradu, nos dice que Antonieta era una celebridad que a veces se suele confundir con el mito.
Nacida en 1900, en un hogar privilegiado de la ciudad de México, tuvo desde temprana edad una formación notable, donde adoptó rápidamente el francés y el inglés. Al mismo tiempo, creció en un ambiente destacado. Su padre, el arquitecto Antonio Rivas Mercado, quien dirigió la construcción de la famosa columna de la Independencia con motivo del Centenario, reunía en la mesa de su casa a artistas, intelectuales y políticos. Esas tertulias las animaría años después Antonieta con la vanguardia de la cultura en el país, entre ellos, el grupo de jóvenes conocidos como “Contemporáneos”.

Con el privilegio de su fortuna económica, pero sobre todo, con visión y sensibilidad, fungió como mecenas de poetas como Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen. Incluso promovió la publicación del primer libro de Andrés Henestrosa: Los hombres que dispersó la danza. Pero no sólo auspició sus inquietudes artísticas, sino también financió publicaciones y representaciones teatrales de la vanguardia francesa, a través del Teatro Ulises. Asimismo, su interés por la música le llevó a costear e impulsar un patronato para formar la Orquesta Sinfónica Nacional, quien por eso entonces, fue dirigida por Carlos Chávez. Según una anécdota, en el debut de la Orquesta, los músicos, incluyendo al director Chávez, iban mal vestidos y con aspecto decrépito; para el siguiente concierto, Antonieta se había dado a la tarea de mandar a hacer los trajes de los músicos y el frac del director, pagando más de 10 mil pesos de su propia bolsa (Bradu, 2007).

En 1921, ya casada con Albert Blair, vinieron a vivir a San Pedro de las Colonias, debido a que su esposo, era administrador de las haciendas de la familia Madero. Los pocos meses que duró su estancia, fueron difíciles, a tal grado que un buen día escapó con su pequeño Donald Antonio a la ciudad de México. Casi nueve años después, en 1929, Antonieta regresa La Laguna apoyando la campaña presidencial del filósofo José Vasconcelos. En pleno mitin en la Plaza de Armas, hubo una balacera suscitada por la gente del candidato Pascual Ortiz Rubio, quien abanderó el recién creado Partido Nacional Revolucionario. Sin embargo, el trágico suceso que terminó con la vida de un simpatizante, no detuvo la campaña, que continuó su rumbo a San Pedro.
Con Vasconcelos

81 años después, esta brillante y melancólica mujer, regresa a La Laguna a través de la exposición “De puño y letra. Antonieta Rivas Mercado y su tiempo”. Se trata de una expo organizada por el Museo Arocena, y donde los visitantes tienen la oportunidad de apreciar objetos personales, textos, pinturas, fotografías e incluso un magnífico video. A través de este proyecto museográfico, en el cual tuve el honor de colaborar, los espectadores podrán conocer una interpretación alternativa a los mentados festejos del Bicentenario. Porque la obra misma de Antonieta buscó siempre ir más allá de lo establecido por el nacionalismo revolucionario o los cánones de la época.

En este sentido, no es casualidad que desde su corta existencia, el Museo Arocena es la institución cultural que ha marcado el liderazgo en la región. Su oferta al público así lo constata. Y para muestra, la espléndida presentación que ayer realizó Kathryn Blair sobre su libro “A la sombra del Ángel”; una historia novelada de Rivas Mercado.  En la novela, Blair nos vuelve a recordar  

uno de los sentidos de la historia: la comprensión, la reconciliación.

Por eso resulta conmovedor leer al final, el epílogo donde explica cómo la historia le permitió a Donald Blair, único hijo de Antonieta, reconciliarse con el pasado, reencontrarse con su madre. No dejen de visitar la muestra.