martes, 9 de noviembre de 2010

El informe, Moreira, la sucesión

Obra pública, en competencia con el gasto corriente...

Después de escuchar el quinto informe de resultados del gobernador Humberto Moreira, me quedó la sensación de que Coahuila vive sus mejores tiempos. Muchos primeros lugares se resaltaron durante el Informe: líder nacional en inversiones; el estado donde más jóvenes estudian; primer lugar en crecimiento económico; estado líder en la generación de empleos; primer lugar nacional en obra pública; líder nacional en calidad de vida. 

En este sentido, el gobernador presentó cifras comparadas entre 2005 y 2010, donde sin duda, hay avances, hay atención a rezagos, hay obra pública y sobre todo, un enfoque eminentemente social en su gobierno. Al mismo tiempo, destacó la otra característica de su gobierno: la obra pública. Estos dos aspectos, son los más visibles y notables de su gobierno. El enfoque social le ganó el reconocimiento de las multitudes, sobre todo, de las clases más desfavorecidas económicamente. De alguna manera, su gobierno reafirmó al Estado asistencialista, criticado también como “populista”.
Cargado de recursos millonarios sin precedentes, Moreira tuvo el margen suficiente para operar programas de farmacias a bajo costo, atención médica, zapatos, uniformes escolares, focos, pintura, cemento, y ahora, la operación de un nuevo, ambicioso y amplio programa: la Tarjeta de la Salud.

En paralelo, la monumentalidad de la obra pública (puentes, carreteras, hospitales, muesos y hasta una nueva presidencia municipal para Torreón), le ganó una amplia aceptación de su gobierno en la opinión de la mayoría de los coahuilenses. Desde los primeros años de su gobierno, mantuvo altas calificaciones de aprobación, según la medición de conocidas empresas encuestadoras, registró promedios de ocho y nueve. Con ese margen de popularidad y liderazgo en la opinión pública, también incurrió en excesos. Recuerdo por ejemplo, la pretensión de convertirlo en historia a destiempo. En las páginas de los libros oficiales de primero de secundaria se dedicó más espacio al gobernador y sus obras, que a Francisco I. Madero o Venustiano Carranza.

Hay algo en el poder que siempre tiende a los excesos. Por eso, siempre dispuesto a acrecentar la atención de la opinión pública nacional, hizo “propuestas” espectaculares y estériles como la pena de muerte. Pero sí esto refiere simbolismos y percepciones, en el plano material, la inversión y obra pública dejó una huella importante en el estado. Los números son contundentes: 1 900 kilómetros pavimentados para carreteras rurales; 87 puentes vehiculares; 22 museos;  5 nuevos hospitales.
En otras palabras, uno de cada tres pesos del gasto total del gobierno estatal, se destinó a obra pública, pero otro tanto fue a gasto corriente, en su mayoría destinado a pagar burocracia. Es decir, es cierto que el gobierno de Moreira invirtió sin precedentes en obra pública, sin embargo, gastó una proporción similar en servicios personales. De esta manera, si el gobierno venidero quiere invertir más en sus ciudadanos y en la infraestructura pública del estado, tendrá que reducir en serio su abultado costo de operación. 

En ese rubro, en la ciudad de Torreón brilló la construcción de puentes, desniveles y pasos viales funcionales. La intensa obra pública promovida por el gobernador, pronto enterró el malestar y la corrupción monumental del tristemente célebre Distribuidor Vial Revolución. Así, Moreira entregó una buena obra a los torreonenses, pero no entregó a los responsables de la corrupción anterior. Por eso, la posibilidad de rendición de cuentas, rápido fue olvidada gracias a la funcionalidad de la nueva obra.

Moreira está en el cenit de su poder y prácticamente despidió en Torreón, su “sexenio” de cinco años.  Como ha expresado, aspira a la dirigencia nacional del PRI. Tiene el liderazgo y la fuerza para lograrlo. Además, a la memoria de los viejos tiempos, ha logrado el carro completo en las últimas elecciones y por consiguiente, entrega los mejores resultados a su partido. Es positivo para Coahuila, su aspiración a dirigir el partido, además de provocar una sana competencia en los pequeños círculos priistas, donde se elige la dirigencia nacional. Competencia por cierto, que al interior del partido en el estado, no está dispuesto a abrir, por estar reservado el lugar a la sucesión de su hermano.

Casi al final de su discurso, el gobernador hizo referencia rápida al tema de la inseguridad, que ahora no solamente golpea a La Laguna. Reiteró la defensa de los coahuilenses por parte de su gobierno, sin embargo, la ola delictiva, la violencia, es una amenaza intermitente que parece no disminuir. Finalmente, los ciudadanos deseamos obras necesarias, pero también la garantía para transitar por las mismas.  Queda así, el duro pendiente de la inseguridad.
Twitter/uncuadros