miércoles, 12 de marzo de 2014

Torreón de la esperanza

En unas de las calles de Torreón se lee: “Que la inseguridad pase de moda”. ¡Y no es para menos! De una u otra manera se respira un ambiente diferente. Algo cambió, como también cambió la dinámica de la violencia en la ciudad. No desapareció, pero sí bajó de intensidad, de espectacularidad. Al mismo tiempo, en los peores años de la inseguridad en la región lagunera, emergió lo mejor de la sociedad en grupos y asociaciones que no perdieron la esperanza. En plena crisis de 2011 nació uno de los grupos más notables de la ciudad: Ruedas del desierto (@ruedasdesierto). Armados con bicicletas y paseos nocturnos por la ciudad, los ciclistas urbanos demostraron que otra cara de la ciudad es posible. A finales de febrero, Ruedas del desierto y la empresa Lala convocaron a recorrer en bicicleta la ruta del maratón. Más 1800 ciclistas tomaron las calles. Por mucho, superó el doble de los participantes que suelen salir en Boston.

El 2012 fue un infierno en La Laguna, y el peor año de violencia desde la “guerra” calderonista. Por entonces sólo la ciudad de Torreón alcanzó un pico de 792 homicidios dolosos de acuerdo con los registros del INEGI en 2012. Ese mismo año salió con ímpetu a la avenida Morelos, un grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, para retomar el espíritu de las viejas moreleadas. De esa manera los jóvenes convocaron a regresar al centro.  Su propuesta fue tan sencilla como práctica: caminar, encontrarse en las calles de Torreón. El pasado sábado 8 de marzo, Moreleando (@MoreleandoTrc) reunió a más de tres mil personas, entre las que se cuentan cientos y cientos de jóvenes.

Poco a poco han surgiendo narrativas de esperanza entre los laguneros. En plena crisis, recuerdo las palabras de Norberto Treviño, coordinador del Taller de gráfica El Chanate (@TallerElChanate): “ningún momento fue tan apropiado para salir a la calle como éste”, declaró en enero de 2013. De esa manera nació el Chanate móvil, un auténtico triciclo para divulgar el arte del grabado. A la fecha han recorrido colonias como La Polvorera, Residencial del norte, Sol de Oriente, Cerro de la Cruz, Ejido San Agustín, Los Laureles, entre otras.

Contra viento y marea, el grupo de teatro La Gaviota, dirigido por Gerardo Moscoso, no sólo es sobreviviente de la violencia, sino ha dignificado con tesón un zona con alta incidencia delictiva, sobre todo de homicidios. ¡Sí! El Teatro Salvador Novo ha demostrado que es posible ganarle terreno a la barbarie. Sé que me corto en los ejemplos, pero está claro, que en la ciudad hay gente que trabaja para hacer un mejor lugar. Al mismo tiempo otras iniciativas surgen y se consolidan.


Así, el año 2013 cerró con una tendencia significativa a la baja de la violencia en Torreón, y al mismo tiempo hubo un aumento abrupto en los municipios de San Pedro y Matamoros. Al fin, el crimen también se mueve. En Torreón, bajó 35% la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, como recientemente ha publicado el Consejo Cívico de las Instituciones en La Laguna (CCIL, @CCILagunaAC) en su informe anual de incidencia delictiva 2013. Aunque disminuyó el homicidio a 304 casos, todavía la ciudad cerró tres veces por encima de la tasa nacional, y sólo está por debajo de Acapulco, actualmente la ciudad más violenta del país. Los números que precisa la medición no están para ingenuos optimismos. Más bien, gracias a los indicadores generados de manera sistemática por el CCIL y el Observatorio Nacional Ciudadano (pueden consultarlo en www.ccilaguna.org.mx
), conocemos las tendencias de los principales delitos de alto impacto en la ciudad y la zona metropolitana. 

Las cifras demuestran, pese a las descalificaciones de la autoridad, incluyendo al obtuso Consejo ciudadano de seguridad, que hay un serio problema de robos violentos  y secuestro en la ciudad, y que incluso mantenemos niveles que superan por mucho la incidencia delictiva de los estados en el país. Es cierto que las cosas han cambiado lentamente en la región en cuanto a la inseguridad, pero de cara a mejorar las condiciones de la ciudad, lo mínimo es llevar los números con orden y transparencia. Evaluar con base a indicadores no es un lujo, aunque al susceptible ayuntamiento de Torreón le moleste. La medición es ante todo un principio necesario para mejorar. Porque no se mejora con discursos voluntariosos, ni tampoco rasurando las cifras, como artificialmente lo ha hecho el estado de Coahuila ante el Sistema Nacional deSeguridad Pública (CCIL, Informe anual 2013, páginas 24 y 25). No obstante la crisis, los diversos grupos ciudadanos han demostrado con creces su compromiso con la ciudad. Son el Torreón de la esperanza. Ya es hora también de que nuestros gobiernos estén a la altura de las circunstancias, y no por debajo de ellas.

12 de marzo 2013
El Siglo de Torreón