domingo, 22 de junio de 2014

¡Ya es hora! Hagamos peatonal la Morelos


Tan acostumbrados estamos a ver las cosas en el mismo lugar, que sencillamente se nos hace impensable no verlas de otra manera. Muchas veces la rutina nos impide pensar otras formas. Ya sea por tedio o comodidad, no nos imaginamos otra perspectiva, otro manera de hacer las cosas. Domina una especie de pensamiento cómodo que lleva por leyenda: "siempre ha sido así". Entonces necesitamos una sacudida, una perspectiva que no lleve a otros caminos. Hay pinturas que para verlas nos obligan a tomar distancia. De esa manera, es necesario alejarnos para ver. Así sucede también con los problemas en las ciudades. Tan acostumbrados a verlos ahí, que mejor preferimos que sigan así, sin importan el deterioro o el daño del entorno urbano.
Desde hace años, la decadencia del Centro Histórico de Torreón se ha vuelto una cara que preferimos evitar. Tan normal nos parece la ruina, que poco se hace para cambiar ese aspecto. Docenas de edificios abandonados. Calles sucias. Paisajes desolados. Numerosos comercios cerrados e incluso, como visible síntoma, la pérdida de patrimonio histórico. En buena medida, al extenderse la ciudad con baja densidad, se desplazó el centro tradicional. También se perdió el uso mixto del suelo, que es una fórmula bien probada para mantener vivo a los centros. Paradójicamente la mayor reserva territorial urbana de Torreón se encuentra en el centro y no en la periferia a 15 ó 20 kilómetros de distancia, donde los servicios y el transporte resultan más caros.
En todas estas historias, no necesitamos descubrir el "hilo negro" ni millonarios diagnósticos para comenzar a integrar los espacios públicos. Un buen ensayo lo tenemos en la avenida Morelos. Por décadas fue el principal paseo de los laguneros, y también una de las avenidas de mayor identidad en la ciudad. Ahí nació en los años 50 el gusto por "morelear". Comercios y casas-habitación convivían en la avenida que se volvió emblemática. Con el crecimiento de la ciudad, la Morelos no sólo perdió su interés comercial, sino el lustre que la caracterizaba. En 2012 vivimos el peor año de violencia reciente. Muchos cerraron calles, levantaron bardas y cortaron el tránsito. Moreleando, liderado por Elías Agüero, José González y Jorge Ruvalcaba se propuso lo contrario: salir y tomar las calles. De esa manera han logrado convocar a miles de laguneros que el primer sábado de cada mes reviven la avenida como un gran paseo peatonal. Aunque las autoridades han hablado de rehabilitar el centro, incluyendo la Morelos, distintas voces han expresado su resistencia al cambio. Consideran que peatonalizar la avenida es "estrangular la vialidad" y que incluso afecta al comercio.
Cuando el Gobierno del Distrito Federal arrancó el corredor peatonal en la calle Madero y quitó el paso de automóviles los fines de semana, los comerciantes se opusieron, para luego comprobar que sus ventas aumentaron por la gran cantidad de peatones (no vehículos) que inundaron la Madero. Tal fue el éxito comercial del corredor peatonal, que se volvió permanente.
En Durango, la calle Constitución era privilegio de automovilistas, y sin embargo fue transformada a favor de los peatones. Ahora los duranguenses han dado gran vida a un corredor peatonal a lo largo de ocho cuadras. En menor escala, en Lerdo quitaron cuatro calles a los automóviles para dar más espacio a los peatones. No es necesario recurrir a las comparaciones con ciudades europeas, bien dispuestas de infraestructura peatonal y ciclista. Tampoco es necesario hablar de la metamorfosis de Manhattan en los últimos años, donde han quitado espacio a los vehículos, para abrir paso a las personas. Así, lugares como Times Square, que parecían intocables, fueron intervenidos radicalmente en beneficio de los peatones. No de los automóviles.
La avenida Morelos, otrora símbolo de identidad, tiene todo para articular espacios significativos de la ciudad como la Plaza de Armas, la Plaza Mayor y la Alameda. Pero es necesario romper esquemas para dar paso a una mejor ciudad. La Morelos podría convertirse ya en un gran espacio de convivencia y encuentro para los ciudadanos. Con alto valor comercial e histórico. Con amplias banquetas y ciclovías, e incluso, para que no se alarmen los defensores del automóvil, con calles abiertas y bolardos que delimiten y protejan las áreas peatonales. El acuerdo de los ciudadanos se tiene, como bien lo demuestran los miles que acuden a morelear. Nos falta el gobierno y empresarios que vuelvan a creer en la ciudad. ¿Es mucho pedir?

18 de junio 2014
El Siglo de Torreón