domingo, 15 de febrero de 2015

México y Francia


Cortados por la tragedia, conmocionados por la violencia. México y Francia se encuentran cuando las vidas se pierden sin sentido. Hay civilización, pero también barbarie. El siglo XXI nos recuerda que la historia no queda atrás, sino regresa una y otra vez en forma de terror y violencia. No obstante, si recientemente la violencia nos emparenta con Francia, la respuesta a la violencia distancia a ambos países. El atentado terrorista al semanario Charlie Hebdo movió a la sociedad francesa a manifestar un claro repudio hacia los extremismos y la intolerancia. En este caso relacionada a radicales del Islam. Una mirada al pasado nos muestra que en nombre de las religiones, Dios o la Verdad, también se mata al por mayor. La tragedia llevó a cientos de miles de personas a manifestar su rechazo a los extremistas en las calles. El repudio no es a la religión por la religión, sino a la intolerancia. Al mismo tiempo, las multitudes en las calles reafirmaron con las marchas, valores fundamentales en toda democracia: libertad y tolerancia. Como persona, nos conmueve e indigna el atentado que cobró la vida de 17 franceses. Como ciudadano mexicano, no deja de llamar la atención la forma en que la sociedad y el Estado francés han reaccionado. Por un lado, los ciudadanos han tomado las calles para reafirmar los valores de la república. Incluso, el mismo semanario satírico Charlie Hebdo, en vez de replegarse y ceder ante los violentos que callan la palabra a balazos, ha decidido anteponer el valor civil de la libertad de expresión. La portada de su nuevo número muestra a Mahoma llorando bajo la frase: "Todo está perdonado".
Ahí la máxima de Voltaire: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo". ¿Y qué del Estado francés? La respuesta de las autoridades fue inmediata y determinante. Tanto en política como en fuerza. El presidente francés, Francois Hollande no dudó en salir tras la tragedia. Asumió su responsabilidad y sobre todo, su papel como el principal representante de los ciudadanos franceses. Por su parte, las fuerzas del Estado hicieron hasta lo imposible por dar con los agresores. Bloquearon el aeropuerto, cerraron vías e incluso, hasta tres policías perdieron la vida por dar con los terroristas. Es decir, el suceso no quedó impune y Estado cumplió con su obligación en unos días. A la inversa de Estados Unidos, que después de los 11 de septiembre inventaron una absurda guerra contra Afganistán e Irak, en Francia los principales líderes políticos europeos, se unieron a los ciudadanos en las calles, para protestar contra el terrorismo. "Libertad, libertad, libertad", fue el grito de los ciudadanos que se unieron por el dolor: Je suis Charlie. Ayer, Ángela Merkel, la poderosa canciller alemana, encabezó junto al Consejo Central de los Musulmanes en Alemania y la Comunidad Turca de Berlín, una marcha contra la islamofobia.
A más de tres meses de que 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, desaparecieran, el Estado ha sido incapaz de reafirmar su estatus. Al contrario, por momentos parece que no tenemos Estado, pero sí una serie de políticos con "casas blancas" y fortunas en el extranjero que sus sueldos como funcionarios no justifican. En vez de dar la cara como el principal gobernante del país, el presidente Enrique Peña Nieto prefirió viajar miles de kilómetros a China. Lejos de las protestas, lejos de las responsabilidades. Incluso, hasta una revista del corazón cubrió puntualmente la gira del mandatario y su esposa. Ni siquiera a su regreso fue capaz de visitar el lugar de la tragedia. El presidente tardó más de dos meses en recibir a los padres de las víctimas y hasta la fecha, las autoridades no terminan de esclarecer el crimen. El suceso parece destinado a la impunidad de criminales, políticos y autoridades cómplices. Si algo ha reafirmado Ayotzinapa, es la ausencia funcional de instituciones que arropan al Estado en favor de la sociedad.
Muchas veces nos queda la sensación de que las autoridades están contra los mismos ciudadanos. Incluso, el presidente habla del combate a la corrupción, pero él mismo fue incapaz de generar confianza tras el escándalo la "casa blanca" y el conflicto de interés con la constructora favorita del gobierno. Abundan los desaparecidos y la violencia, que si bien no está motivada por la religión, lastima profundamente al país. Hasta ahora, han sido los ciudadanos los que han protestado por miles en las calles. Son los ciudadanos los que están cansados de un Estado inútil y corrupto. Si en Francia el atentado fue una excepción en muchos años, en México, la violencia es casi cotidiana. Y sin embargo, seguimos atrapados en un gobierno más preocupado en ganar elecciones con base a regalar televisores; o unas instituciones bien dispuesta a tirar 5 mil millones de pesos en los partidos. Por desgracia, la tragedia no nos ha enseñado a construir un auténtico Estado.
14 de enero 2015