domingo, 15 de febrero de 2015

Dos discursos

Después de las fiestas viene la realidad. Si bien, el año empieza con nuevos bríos y la ocasión llama a renovar propósitos y hacer cambios, la inercia del país es incierta. Por un lado, es positivo la movilización, la crítica ciudadana y hasta las protestas en la calle. Aunque no hay un propósito claro ni tampoco un serie de liderazgos, la semilla está sembrada. Pero si los diversos grupos ciudadanos están señalando la pauta hacia delante, los gobiernos no sólo parecen rebasados, sino también lo están. Las fiestas dieron tregua al Gobierno Federal, pero los problemas ya están de regreso. Si la administración pública es la administración de los problemas, la política es el medio para enfrentarlos. ¿Cómo los enfrentó el gobierno? Ya sin fuerza, el presidente se animó a salir con uno de los temas críticos de su gobierno: la economía. En cadena nacional, recetó siete acciones en favor de la economía familiar y aseguró que este año se reflejarán los "beneficios de las reformas".
De acuerdo con el discurso oficial, gracias a la reforma energética bajaron las tarifas de luz. Paradójicamente, mientras el precio del petróleo cayó, la gasolina siguió subiendo. La Secretaría de Hacienda, quien la dirige el mejor ministro de finanzas del mundo (no es ironía), prometió que no habrá más "gasolinazos". Mientras en la frontera con Estados Unidos, se homologan los precios al mercado internacional, al interior suben. Así los beneficios a la economía familiar.
En el campo de las telecomunicaciones, hay que reconocer que el mayor beneficio fue mantener a los actores monopólicos, y a cambio, hacer que toda llamada nacional cuente como una llamada local. Poca cosa para las empresas dominantes. Pero sin duda, el mejor gasto fue comprar televisores, etiquetarlos con los emblemas del gobierno y regalarlos a las clientelas electores: 10 millones de familias de recursos escasos y otros tantos de recursos sobrados. En eso se van los impuestos de la polémica reforma fiscal. Para distorsionar más los mercados, habrá un trato fiscal preferencial para el campo en Chiapas, Guerrero y Oaxaca. ¿Y el resto de las entidades?
Peña Nieto, el político que se encogió frente a la crisis política, aseguró que ya se siente los efectos de las reformas. ¡Sin duda alguna! Devaluación del peso, dólar caro, petróleo a la baja y tercer año financiado con deuda externa. Un caldo de cultivo que nos recuerda la Docena trágica de Echeverría a López Portillo. Además, súmele usted el derrumbe del gobierno como artificio mediático, que nos cuesta la friolera de 6.3 millones de pesos al día.
Como sabemos, en el verano habrá elecciones. Así, en la antesala de los comicios, el presidente del PAN, Ricardo Anaya, abandera la campaña bajo la esperanza de ganar con la pura decadencia del gobierno. Dice en el spot: "México no va por el camino correcto, está herido por la violencia, manchado por la corrupción, detenido por la economía". Vuelvo al punto de este texto. Los ciudadanos van hacia un lado, y los políticos van a otro. Son dos discursos. No se trata de afinidades o que todos estemos en concordia. Pero hace tiempo que la política profesional ofrece muy poco valor público. Si la Presidencia asumió la cleptocracia como forma de gobierno, en los hechos, el PAN presenta un discurso que se contradice por ellos mismos. De cara a las elecciones nos piden "cambiar el rumbo" con nuevas ideas como meter a los corruptos a la cárcel con el sistema anticorrupción. Sin embargo, como partido, el PAN ha renunciado voluntariamente a la oposición. Lejos de denunciar y presionar con el escándalo de las casas y el abierto conflicto de interés entre Grupo Higa y la Presidencia, el PAN se ha comportado como un celoso guardián del poder. ¿Cómo creerle entonces a un partido de oposición que renuncia a la oposición? Algo similar ocurre con el PRD que rápido salió a cubrir al Presidente. ¡Así ni cómo!
7 de enero 
El Siglo de Torreón