domingo, 15 de febrero de 2015

Sol del Poniente

Procuro estar atento a las miradas sobre la ciudad. Entre las repeticiones sin fin, ocasionalmente surge alguna que renueva lo que siempre hemos visto. Calles, sitios, comercios, edificios, aglomeraciones, personas. Para salir de uno mismo, busco ver lo que otros vieron. Por lo general no encuentro novedad, o al menos, algo de gracia al ajetreo de todos los días. Tanto vemos la ciudad, que al final ya no observamos. La costumbre la vuelve invisible, aunque un buen día alguna pérdida, o la hace notable, o la condena a la indiferencia.

Recientemente recorrí el centro de la ciudad a través de la mirada del fotógrafo y polémico artista Jesús Flores. Bajo el título “Sol del poniente, intervención fotográfica en las entrañas de Torreón”,  Flores representa una visión notable desde el  poniente de la ciudad. Sí, esa zona estigmatizada por la violencia y la criminalidad, esa zona que durante varios años se nos dijo que no podíamos ir.   No obstante, lo significativo de las imágenes de Flores, no es la visión fácil de la violencia. Tampoco se deja llevar por el morbo del crimen y los cadáveres. Su propuesta es más sobre la vida, que sobre la muerte. Por medio de retratos, paisajes y detalles en los espacios, Flores nos comparte una intimidad colectiva de la ciudad.  Pero lejos del turista que toma fotografías, la lente de Flores es la del vecino que se gana la confianza. Su recorrido va por los barrios y las colonias más antiguas de Torreón. Justo las que nacieron a la par de las industrias en los primerísimos años de 1900. Sol del poniente alumbra a una ciudad dispuesta a reponerse. Una ciudad resiliente. Lo que encontramos son vívidas imágenes de jóvenes y ancianos, trabajadores que en el día a día también son la ciudad.

En un principio “Sol de oriente” estaba destinada a exhibirse en una conocida galería de la ciudad, pero el destino quiso que no fuera así para gozo de más personas. Y celebro ese rechazo, porque lejos de los pequeños públicos que asisten a una galería, Flores tomó la ciudad misma como espacio de exhibición. Más todavía, armó un emblemático recorrido por el centro y la Alianza. Así empezamos el peregrinaje en la Copa de Leche, un restaurante de la vieja guardia que de milagro sobrevive. Dos imágenes de gran formato destacan en la pared. Por un lado, la panorámica nocturna de la Durangueña. Por otro, la preciosa vitalidad de un conjunto de niños en las alturas del cerro de la Cruz. A partir de ahí fuimos a Telas Parisina, donde literalmente nos abrimos paso entre telas y clientes. Es decir, mejor escenario no podía haber para encontrar aquella fotografía. Como en un viaje, continuamos a otras paradas en Milano, Loches Mundo, Casa Duarte, Mueblería Alvarado, El Confite y finalmente, terminamos en el Hotel Hidalgo, un lugar que añora a gritos la época del ferrocarril.

Más que hablar de un espacio martirizado a fuerza de violencia y balas, las imágenes de Flores retratan la sobrevivencia de colonias como Plan de Ayala, Maclovio Herrera, Durangueña, Rinconadas la Unión y Polvorera. A decir de Lee Quiñones, “sólo hay una razón para el arte. Saber que estás vivo”. De esa manera reconocemos miradas estoicas, sonrisas alegres y geografías comunes. Por un momento, la imagen nos lleva a la casa más alta del cerro de la Cruz, donde se impone un profundo azul del cielo. Ni la ciudad, ni los carros. Todo queda abajo.

Luego seguimos en un mar de ropa y mercancía, para encontrar el rostro seguro y claro de un panadero. De igual forma nos mueve la imagen de la abuela que lo ha visto todo, y sin embargo, paciente está sentada en la banqueta. Tanto impactó ese instante, que hasta sus hijos regresaron de Estados Unidos para conocer la foto. En palabras de Flores: “el Poniente espera paciente el regreso de aquellos que se fueron, se perdieron en el caos o desaparecieron. Los esperan sus madres, sus padres, sus mujeres, sus hijos, sus hermanos, sus amigos. Los esperan sus barrios que dejaron de estar divididos y ahora se convierten en uno solo; la patria del Poniente. Una república personal en el que hasta los detalles más pequeños de la existencia reafirman el sentido de vivir”.

 “Sol del poniente” es la lente de Jesús Flores que recupera para sí, y para nosotros, una necesaria esperanza.
Posdata. Agradecemos a Flores y al colectivo de mujeres ciclistas, Bicionarias Laguna, su invitación para conocer la exposición. Nos vemos en Twitter @uncuadros.

11 de febrero 2015
El Siglo