Cierra un largo ciclo con Felipe Calderón. No sé ustedes, pero a mí seis años me parecen muchos. Demasiado largo y tedioso es la duración del gobierno en México. Aunque no siempre fue así… sin embargo, otro gallo nos cantaría con reelección y periodos de cuatro años. Hasta la competencia y los incentivos serían mayores. Pero es lo que tenemos y con eso hay que lidiar.
Por estos días, además del bostezo, no parece haber otro tema que el balance del sexenio calderonista. Que si afirmó, que si dijo, que si hizo, que si no hizo. Hasta al cansancio lo vemos en los medios.
Como en todo, hay reconocimientos y críticas, ditirambos y señalamientos de mala leche. Pero antes de todo eso, habría que ver legado de Calderón a la luz de nuestra historia, si se quiere, para no ir inútilmente tan lejos, desde los años setenta. Casi nada que venga de esas épocas de excesos, línea dura y autoritarismo nos dejó un mejor país entre las sucesiones de un presidente y otro. Fue hasta la transición entre Zedillo y Fox en el año 2000, cuando al fin asistimos a cambios sin traumas, quiebras o hermanos incómodos. Esto es mucho decir y no habría que escatimarle reconocimiento a la vapuleada democracia mexicana.
La evaluación de su gobierno puede ser sistemática, comparada, echando números. Pero no tiene caso insistir.
A Calderón no lo recordaremos por “limpiar la casa”, sino precisamente por dejarnos intranquilos y peor de cómo estábamos en seguridad. En la percepción, lejos quedaron sus atributos para ser borrados por un único tema: la violencia. 101 mil asesinatos (y si tienen duda, vayan al SNSP o lean el recientísimo estudio sobre el homicidio de México Evalúa).
A la par, su gobierno no se caracterizó por el cambio y las reformas, sino por la continuidad del estado de cosas. En el mejor de los casos no nos hereda el desastre como en el pasado glorioso del PRI, pero tampoco le interesó desmontar el viejo régimen. En cambio, fue notable su empeño por mantenerlo hasta la mediocridad.
Por supuesto que no celebro que la corrupción sean menor que antes, pero a como estábamos, sería un despropósito no ver las diferencias. No obstante, el legado de Calderón se resume en una palabra: m-u-e-r-t-o-s.
28 de noviembre 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9165677
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miércoles, 12 de diciembre de 2012
lunes, 6 de agosto de 2012
Herencia calderonista
La principal herencia que deja el gobierno de Felipe Calderón, es sin duda, el grave problema de la inseguridad. Ante la intranquilidad, pareciera que los demás temas se borran. Incluso los ámbitos donde el gobierno dejó cuentas positivas. Sin embargo, lo que pesa, y no por mera percepción, es el deterioro exponencial de la seguridad. El problema no sólo se desató en las calles contra el narco, sino crecieron notablemente otros “negocios” de la delincuencia. Visto así, no sólo quedan los miles de homicidios, sino los robos, las extorsiones, los secuestros y las agresiones en el país. Todo esa economía del crimen creció al por mayor. Para el caso no los inundaré con cifras, pero bien vale revisar las evaluaciones de centros de investigación como México Evalúa, Cidac, ICESI o el Observatorio Nacional Ciudadano. El saldo es profundamente negativo.
Con esa responsabilidad, ayer se celebró la trigésima tercera sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En buena medida, lo que ahí se trata tiene repercusiones nacionales en la política de seguridad.
Después de todos estos años terribles, lo que no deja de sorprender es la lentitud de las autoridades y los raquíticos avances. Al mismo tiempo, se evidencia, como en otras sesiones, la seria carencia del Estado mexicano para construir instrumentos de evaluación. Un ejemplo son las bases de datos que registran los delitos, pero hasta la fecha, presentan inconsistencias y contradicciones. Sí, a estas alturas del partido y con miles de millones gastados todavía no tenemos registros sólidos, qué nos espera en el futuro. Desde afuera, el Estado parece grande y poderoso, pero desde dentro es un máquina obsoleta y oxidada. Ayer la procuradora Marisela Morales llamó a crear al fin una base de datos de ¡huellas balísticas! Ingenuo pensar que el Estado ya la tenía.
En los últimos años se multiplicaron los presupuestos de seguridad pública, y también se multiplicaron los delitos. A todo esto, ¿qué hacen los gobiernos con tanto dinero?
Durante su intervención, el presidente Calderón destacó una reducción semestral de los homicidios. El debate vino después, porque esa reducción, como argumentó Héctor Larios (del Observatorio Nacional Ciudadano), no es significativa estadísticamente. La corrección molestó al presidente, pero se tendría que estar hablando de tasas mayores para destacar una baja importante. Celebrar esa reducción es como pasar de sexto nivel del infiero al quinto. Pero así las cosas…
Un aspecto positivo fue la inclusión de cinco asientos en el Consejo abiertos a los ciudadanos. Para la próxima reunión del Consejo habrá de incorporase un nuevo presidente. La duda es si con el nuevo liderazgo habrá otros resultados. ¡Vaya rifa del tigre!
3 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154909
Con esa responsabilidad, ayer se celebró la trigésima tercera sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. En buena medida, lo que ahí se trata tiene repercusiones nacionales en la política de seguridad.
Después de todos estos años terribles, lo que no deja de sorprender es la lentitud de las autoridades y los raquíticos avances. Al mismo tiempo, se evidencia, como en otras sesiones, la seria carencia del Estado mexicano para construir instrumentos de evaluación. Un ejemplo son las bases de datos que registran los delitos, pero hasta la fecha, presentan inconsistencias y contradicciones. Sí, a estas alturas del partido y con miles de millones gastados todavía no tenemos registros sólidos, qué nos espera en el futuro. Desde afuera, el Estado parece grande y poderoso, pero desde dentro es un máquina obsoleta y oxidada. Ayer la procuradora Marisela Morales llamó a crear al fin una base de datos de ¡huellas balísticas! Ingenuo pensar que el Estado ya la tenía.
En los últimos años se multiplicaron los presupuestos de seguridad pública, y también se multiplicaron los delitos. A todo esto, ¿qué hacen los gobiernos con tanto dinero?
Durante su intervención, el presidente Calderón destacó una reducción semestral de los homicidios. El debate vino después, porque esa reducción, como argumentó Héctor Larios (del Observatorio Nacional Ciudadano), no es significativa estadísticamente. La corrección molestó al presidente, pero se tendría que estar hablando de tasas mayores para destacar una baja importante. Celebrar esa reducción es como pasar de sexto nivel del infiero al quinto. Pero así las cosas…
Un aspecto positivo fue la inclusión de cinco asientos en el Consejo abiertos a los ciudadanos. Para la próxima reunión del Consejo habrá de incorporase un nuevo presidente. La duda es si con el nuevo liderazgo habrá otros resultados. ¡Vaya rifa del tigre!
3 de agosto 2012
Milenio http://laguna.milenio.com/cdb/doc/impreso/9154909
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