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viernes, 28 de julio de 2023

Villa, actor de Hollywood

 


La leyenda se mezcla con el mito. Cien años después, su nombre sigue vivo. Tras el asesinato, un 20 de julio de 1923, en Parral, el nombre del revolucionario Francisco Villa, sólo creció más. Su vena popular continúa en el presente. Como sucede con otros grandes personajes, hay algo de su historia que está vivo aquí y allá. Por lo mismo, no me deja de sorprender que, hasta veladoras, junto a San Judas Tadeo y otros santos, se pueden encontrar. Las imágenes abundan y se reflejan en esencia su carácter popular. Villa representó la revolución desde abajo, aunque vale aclarar, que tanto él, como Zapata, perdieron la guerra frente a los sonorenses. El más sagaz de esa línea, formó un partido político que duró setenta años en el poder.

Con motivo del centenario luctuoso, se han realizado diversas conmemoraciones, incluyendo la designación del año de Villa por el gobierno federal de la 4T, tan afín a los símbolos. Por supuesto, el personaje, como cualquier otro, está sujeto a polémica y a una variedad de interpretaciones. Algunos lo adoran por sus acciones revolucionarias, otros lo vituperan por bandolero y asesino. Pero el historiador no es un juez. Al respecto, conviene recordar al brillante historiador francés, Marc Bloch, quien no sobrevivió al nazismo y, sin embargo, alcanzó a legar un libro iluminador sobre el oficio de historiar. Ahí advirtió de la tentación de juicios y adjetivos. Por lo mismo, es error de aficionado, asumir la historia como un tribunal desde el presente. En el mejor de los casos, esa actitud demuestra un ingenuo anacronismo, pero también, deshonestidad intelectual, de quien pretende desde el presente, juzgar el pasado. La historia es la ciencia de los hombres, y su función es ayudarnos a comprender. En ese sentido, hay que quitarnos de prejuicios para acercamos al pasado. Dicho eso, es fascinante conocer a los sujetos de la historia en su complejidad, más allá de la pobre imagen de buenos y malos, tiros y troyanos. La figura de Villa es extraordinaria por las facetas que tuvo, en especial, por romper el destino de la vida alrededor de la hacienda. Tras el asesinato del presidente Francisco I. Madero en 1913, Villa fue el continuador del maderismo a través de la División del Norte. Su grito fue ¡Viva Madero! Él personalmente subió una escalera y cambió el nombre a la antigua calle de Plateros, por Madero. Fiel a su violento estilo, advirtió que quien se atreviera a quitarla, lo fusilaría. ¡Nadie lo hizo! Actualmente, esa calle en la ciudad de México, es el mejor ejemplo de cómo transformar una vía de automóviles, en una calle para peatones. Otro rasgo del personaje, se puede sintetizar en las tomas militares. Veamos un ejemplo. Tomó tres veces Torreón, las dos primeras como héroe revolucionario en 1913 y 1914; la tercera, en 1916, como sanguinario forajido.

La excepcional personalidad y las hazañas revolucionarias, pronto llamaron la atención de los políticos y militares estadounidenses desde 1911. En la prensa gringa lo calificaron como un Robin Hood mexicano, y en algún momento en 1914, lo vieron como presidente de México, aunque siempre rechazó esa posibilidad de acceder al poder. Lo suyo fue la revolución popular en su vertiente armada.

La empresa cinematográfica estadounidense, Mutual Film, le ofreció un contrato para grabar la vida del general Villa. De golpe, pasó de revolucionario a actor de Hollywood. En dicho film, se interpretó asimismo, y también lo hizo el actor Raoul Walsh. La película se estrenó en Nueva York en 1914 con escenas reales de las batallas de Torreón y Ojinaga. Lamentablemente la cinta se perdió. A partir de entonces, no dejó de ser tema del cine. Para 1934 se estrenó en Estados Unidos, Viva Villa, actuada por Wallace Beery. En México, el prolífico Fernando de las Fuentes dirigió Vámonos con Pancho Villa (1936), basada en la novela de Rafael F. Muñoz. Domingo Soler hizo las veces de Villa en una película con dos finales. Uno para el público, y otro censurado, por ser sumamente violento, al más puro estilo Villa. Busquen los finales en You Tube. Pedro Armendáriz también interpretó al general, en Pancho Villa y la Valentina (1959). El español Antonio Banderas actuó como Villa; la película es bastante mala. Y la lista da para escribir un libro del tema. No obstante, lo de hoy son las series por streaming en la red. Recién se estrenó en diez episodios, "Pancho Villa, El centauro del Norte" por Star Plus. El actor coahuilense, Jorge A. Jiménez, hizo una interpretación notable y la serie da un perfil histórico razonable, sin hacer hagiografía, pero tampoco olvida los episodios sangrientos y oscuros del personaje entre 1916 y 1920, año de su rendición.

Sin duda, Villa está más vivo que nunca. ¿Qué significa esto? El deseo popular de justicia y la lucha por las causas sociales. Como pocos, Villa encarnó ese espíritu y cien años después, algo queda de aquella personalidad tan singular.

25 de julio 2023
El Siglo

martes, 2 de mayo de 2023

El triunfo del corrido

 

Peso Pluma


La música lo dice todo. Es lenguaje universal y en muchos sentidos, puede representar una época. De esa manera, ciertos acordes y sonidos definen nuestros tiempos. La música que ayer fue vituperada, hoy se gana el gusto internacional. Desde tradiciones a la manera del romance español, el corrido tiene sus orígenes en el siglo XIX, pero fue hasta la revolución mexicana, cuando ese estilo irrumpió el gusto musical. Cantar historias es muy antiguo, tanto de las hazañas de hombres y mujeres, o momentos decisivos en algún lugar. Otros corridos celebraron a bandidos o resaltaron moralejas. A Rosita Alvírez su mamá se lo decía: Hija, esta noche no sales. Mamá no tengo la culpa que a mí me gusten los bailes. De Heraclio Bernal a Pancho Villa, el corrido forjó el gusto musical de varias generaciones, sobre todo, reflejaron los tiempos revolucionarios. Tales canciones fueron toda una épica y lírica memorables. ¿Quién no se sabe La Cucaracha?  ¿Quién no cantó La Adelita? Al paso de las décadas, el género decayó y el gusto cambió. Otras formas surgieron y el corrido continuó en menor grado, casi en la orilla, hasta volverse marginal. Pero nuevos tiempos vinieron, y entonces los intérpretes actualizaron las gestas de otros hombres que igualmente expusieron la vida hasta el límite. Migrantes, bandidos y narcotraficantes. No es casualidad. Hacia 1968 los jovencísimos hermanos Hernández, originarios de Mocorito, Sinaloa, formaron Los Tigres del Norte. Al igual que tantos mexicanos, tuvieron que migrar a los Estados Unidos, y de ahí, conquistaron con su música a México. Los Tigres continuaron la forma tradicional del corrido y su temática cambió a los héroes revolucionarios, por pistoleros, narcos y sufridos migrantes en el otro lado. En la misma ruta, una voz excepcional surgió en Culiacán: Chalino Sánchez, 1960. Igualmente, fue a los “Yunaites” para conquistar México. Chalino se hizo famoso no sólo por consolidar el género de los narcorridos bajo demanda expresa, sino por ser él mismo, objeto de ataques violentos. En Coachella sobrevivió a una balacera, lo cual catapultó más su fama. Su vida parece sacada del western No Country for Old Men, con locaciones en California y México. Después de un concierto en Culiacán, el 15 de mayo de 1992, recibió una amenaza. En plena actuación se detuvo a leer el ultimátum, secó el sudor de la frente y continuó cantando esa joya que es Alma enamorada. Al día siguiente fue asesinado. Durante los años de la mal llamada “guerra contra el narco”, el entonces presidente de la República, ahora autoexiliado en España, condenó los corridos por hacer apología del crimen. De igual manera, varios gobiernos estatales, emitieron inútiles leyes para prohibirlos, en particular los que se refieren a narcos y criminales. Sin embargo, esa condena, asumió el dudoso supuesto de que una cosa lleva a la otra, como si de manera causal, escuchar narcocorridos resultara en futuros criminales. El argumento raya en el absurdo. Sería dar por cierto que, durante la revolución, cantar corridos en las calles provocó que surgieran revolucionarios. En realidad, el género sólo refleja los tiempos y su entorno. Si hay narcos, armas, alardes machistas, amores y demás, no es por mera fabulación, sino por algo que emana de la realidad misma. Guste o no, la música es un espejo de la sociedad. Los temas y las representaciones de los corridos actuales pueden indignar a las buenas conciencias, no obstante, son alegoría de lo social. Actualmente el corrido vive una tercera temporada con subgéneros de tumbados y bélicos. Odiados por unos, despreciados por otros, y queridos por una inmensa mayoría. Esta oleada es sumamente exitosa e internacional. Llevó la expresión a otro nivel. Nuevos cantantes, algunos muy jóvenes, innovaciones y mezclas de estilos: hip hop, trap y reggaetón. Más todavía, cantantes y compositores como Natanael Cano, Peso Pluma (Hassan Kabande Laija) o Víctor Cibrian (En el radio un cochinero…), expresan un estilo cercano al rap, por el ritmo, el tono y las letras, pero sin perder la raíz de la tradición. La fusión de estilos y letras explícitas, rompen con la armonía y le dan un nuevo curso al corrido. Hay que decirlo claramente, no sólo cantan al narco, también tratan los clásicos temas que se repiten en la música. ¿Cuánto va a durar la ola? No lo sabemos, pero sin duda, los nuevos exponentes llevaron muy lejos al género, hasta el punto que los anónimos músicos del XIX nunca imaginaron. Y ahora sí, vuela, vuela palomita.

El Siglo

https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2023/el-triunfo-del-corrido.html


martes, 4 de abril de 2023

Corrección política

 



Más allá de la tecnología, lo que va del siglo XXI puede caracterizarse como el siglo de la corrección política. Una palabra, un gesto, o una opinión pueden ser motivo de linchamiento. Para el caso, no importan los argumentos, sino las reacciones por aquello que se considera "correcto", así sea absurdo o visiblemente contradictorio.

Ortega y Gasset consideraron que vivimos bajo el brutal imperio de las masas. En su versión actualizada, se impone la tiranía del "pensamiento" políticamente correcto. Bajo ese supuesto, hasta la más célebre obra de arte es equiparada con pornografía. ¡Toda una obscenidad!

A la magnificencia de los murales de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, repleta de desnudos, sobrevino la corrección del Papa Pío IV, quien mandó tapar los rabos en 1564. Algo similar sucedió después con las esculturas que pueblan el Vaticano. Para evitar los genitales expuestos, se añadieron hojas de parra e higueras. Hasta la fecha, los curiosos pueden apreciar las hojas en los cuerpos. Sin embargo, la historia no deja de ser irónica. Un buen día, el duque de la Toscana regaló a la reina Victoria, una copia del David en 1857. Según la leyenda, la enorme pieza sorprendió por su entera desnudez a la reina, quien mandó tapar la pudenda parte expuesta con una hoja de parra. Quizá la anécdota nos resulta graciosa, pero muestra la mentalidad de la época victoriana, en relación a los cuerpos y el sexo. Con razón, en su famosa historia de la sexualidad, el filósofo francés Michel Foucault, se preguntó si después de esos dos largos siglos estaremos ya liberados de aquella moral.

A veces las cosas no cambian mucho y prevalece la corrección, a fin de conseguir un jugoso trato económico. De esa manera, en 2016 se repite la historia. La visita del mandatario iraní a Roma, llevó a las autoridades italianas, a cubrir los desnudos en varias salas donde pasó el gobernante. Se preparan unos plafones blancos para cubrir las esculturas, a fin de evitar las escenas de pudor. Por entonces se dijo que fue una forma de respeto a la cultura y sensibilidad. Así el eufemismo.

Como obra extraordinaria, el David continúa conmoviendo. Al ver esa pieza, uno se queda boquiabierto. Frente al mármol, tratamos de imaginar la maestría y perfección del artista para dar vida a la roca. Filas y filas abarrotan la sala. Siglos después, su presencia nos asombra.

Hace unas semanas, en una escuela de la capital del estado de Florida, Tallahassee, la maestra Hope Carrasquilla, se vio obligada a renunciar. La causa: mostrar a los alumnos de sexto grado una imagen del David, dentro la clase de historia del Renacimiento. Algunos padres se quejaron y presionaron a la junta de la escuela para reprender y despedir a la maestra. Según las quejas, los padres asociaron la obra clásica a la pornografía. ¡Creo porque es absurdo! La calificación de la obra como obscena, es sin duda, ridícula, pero también muestra una cierta mentalidad en el estado que suelen decidir elecciones para la presidencia de los Estados Unidos. Congruente con esa manifestación, el gobernador Florida, Ron DeSantis, se presenta como guardián moral, frente a los grupos de la diversidad sexual y otros ámbitos a favor de los derechos civiles. El más reciente litigio lo llevó contra el parque de diversiones Disney, por oponerse a la tolerancia hacia dichas minorías. Desde antes, DeSantis promovió una ley para restringir la enseñanza de la educación sexual y la identidad de género. Lejos de ser excepción, las luchas del gobernador lo empujan en sus aspiraciones presidenciales. Ya rebasa a Donald Trump en las encuestas y al grisáceo presidente Joe Biden. Para 2024, no nos extrañe su posible avance electoral. Veamos otra perspectiva. Los amantes y defensores de las armas en Estados Unidos, ya olvidaron la masacre de San Valentín en 2018, cuando en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, de Parkland, Florida, un exalumno de 19 años, mató a 17 personas con un rifle de asalto. El contraste es lapidario, porque allá, las armas no son obscenas, ni objeto relevante de indignación. Quizá convenga decirlo con corrección política: son un derecho que protege la segunda enmienda de la constitución.

El Siglo, 4 de abril 2023

https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2023/correccion-politica.html


jueves, 1 de junio de 2017

Un semáforo para la Morelos

Foto El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1303133.reubicaran-semaforo-de-paseo-morelos.html


Pocos lugares tan emblemáticos y queridos en Torreón, como la avenida Morelos. Ya sea por la historia, por los paseos de antaño, y los presentes, la Morelos tiene un lugar especial en la identidad de la ciudad.
Como lugar público, la avenida se volvió durante los años veinte, un símbolo de Torreón. En 1923, un joven alcalde, Nazario Ortiz Garza, inició la obra del camellón central y la pavimentación sobre la Morelos. Por ahí nos queda una foto del alcalde, con riguroso traje y sombrero, supervisando la obra. Pero la construcción no fue de un año. Hubo que trabajar por otros cuatro años más, para concluir lo que fue el primer bulevar —en el sentido de baluarte—, de Torreón. Por aquella época, el ayuntamiento tenía un erario modesto, así que el alcalde Ortiz Garza, que con los años se convertiría en uno de los más queridos gobernadores de Coahuila (percátese lector que no siempre hemos tenido gobernadores tan malos), logró apoyo de empresas y particulares para concluir la obra en otro periodo de gobierno. Vino otra administración, y para bien continuaron la obras, e incluso, añadieron jardín al camellón central, y sobre todo, una elegante iluminación a la vía. Por fortuna, conservamos imágenes de ese precioso momento, cuando la reina de la Feria del Algodón, Elvira Torres, bajó el switch y se iluminó la Morelos en 1925.
Reelecto como alcalde en 1927, Nazario volvió a la obra. Consiguió recursos privados para realizar el remate central de la avenida en la Alameda: la “Fuente del Pensador”. Dicho conjunto escultórico realizado por el escultor Fernando Toriello, es una réplica del Lorenzo de Medici que hizo Miguel Ángel para su mausoleo. Dicho sea de paso, se conserva de milagro, los dos únicos desnudos de aquellos años.
A partir de entonces, la Morelos y su conjunto monumental, aunado a dos columnas que conmemoran el centenario de la Independencia en 1910 (hoy sumamente maltratadas), son uno de los principales monumentos históricos de Torreón. De acuerdo con el antropólogo Marc Augé, “sin ilusión monumental, a los ojos de los vivos, la historia no sería más que una abstracción”.
A qué viene toda esto. A finales de noviembre del año pasado, la administración municipal avaló una aberración que afectó la vista del monumento histórico. En medio del lugar instaló un absurdo semáforo. En 89 años el monumento fue respetado por tiros y troyanos. Pero no faltó un gobierno tan ignorante como indolente, que quiso hacer todo nuevo, como si la historia empezara con esa administración. Por entonces, le comuniqué por escrito al alcalde la necesidad de corregir la situación, pero fiel a su estilo, no escuchó ni hizo nada.  Bien dicen que los políticos entienden mejor a periodicazos. La semana pasada una serie de comentarios en las redes sociales, y hasta un video que se mofa de la estupidez gubernamental, lograron hacer recapacitar a medias a la autoridad. Por lo pronto acaban de quitar el semáforo, pero la cosa no termina ahí.
Aficionado a la historia, y a otras cosas… el director de obras públicas, Gerardo Berlanga, le echó la culpa a la constructora Alfa, pero luego insistió en reubicar el estético y funcional semáforo a unos metros del lugar. Más todavía, le quiere hace una pequeña rotonda, como a quien no le basta presumir su estulticia. ¡Brillantes funcionarios!

En octubre de 2013, otro brillante funcionario tuvo la grandiosa “iniciativa” de mandar pintar de rojo la llamada fuente del “Pensador”. Por supuesto, el rojo  como burda referencia partidista. Todavía no terminaban de pintar, cuando una cascada de críticas los obligó a recular. De esa manera, el ayuntamiento tuvo que corregir el daño al monumento. En aquel momento, uno de los aspectos más significativos, fue la defensa de los ciudadanos. De la misma manera, tengo la esperanza de que los ciudadanos organizados, defendamos el patrimonio histórico de la ciudad, a pesar de la autoridades. Por cierto ¿Dónde están los historiadores? Dormidos en la revolución. 
18 de enero 2017 

León Felipe redivivo


“He llegado a Torreón como llego a todas partes: empujado por el viento, y alguien me ha pedido una biografía para presentarme; pero puedo presentarme yo mismo y ésta es mi cédula: Me llamo León Felipe, pero yo creo que me llamo Jonás… he cumplido 65 años… y nací en la paramera de Castilla… hoy soy un español de la diáspora llevado por el Viento… y no tengo más que un báculo torcido y unas sandalias rotas. Ahora quiero decir esto: me someto a las costumbres  y a los ritos de los pueblos donde llego, y entro siempre, vendados los ojos, por la puerta de la ciudad. Soy dócil y confiado y no puedo admitir que alguien quiera confundirme o engañarme. Acabo de llegar y camino guiado como un ciego… que me lleven así, sin quitarme la venda los que ofician en el templo y los que guardan la ciudad”.

“Una mañana me dije: me iré hacia el norte, a una ciudad lejana, donde nadie sepa quién soy y donde pueda sentarme en un banco cualquiera de la plaza a ver pasar la gente y a ver morir los días… y en huida sin rumbo crucé unas cuantas ciudades hasta llegar aquí. Me gustó este paisaje bíblico desolado, y ardiente que se parece a los campos austeros e inclementes de la Castilla donde yo nací. Esta es mi tierra grité y decidí quedarme unas semanas entre estas dos ciudades de Coahuila y Durango, separadas por un río lírico  y humilde con viñas y huertas en los márgenes…”
A la distancia de 1949, me parece increíble que un poeta de la talla de León Felipe, viniera a La Laguna. Más todavía, un grande de la literatura, escandalizó  a las “buenas conciencias” de la ciudad. Estuvo varias semanas entre Torreón y Gómez Palacio. Deambuló por aquí y por allá. Al poco tiempo sembró amistades entre la intelectualidad lagunera de la época como Salvador Vizcaíno, Pablo C. Moreno, Enrique Mesta, Rafael del Río, Juan Antonio Díaz Durán, Joaquín Sánchez Matamoros, Ángel Casan, Emilio Herrera, y el último sobreviviente de aquel Liceo de La Laguna, Don José León Robles de la Torre.

Se quedó en casa de su amigo, el pintor y muralista Manuel Guillermo de Lourdes, para quien fue un privilegio la presencia de poeta en “este paisaje gris”. León Felipe es una voz singular, un poeta prometeico, un Walt Whitman de Hispanoamérica. Tan sólo por referir la Antología rota, es un libro imprescindible en toda biblioteca que se respete. De esa manera, hay momentos precisos en que uno necesita escuchar la voz de León Felipe; leer un puñado de poemas. Pero ante todo, su obra, a la manera de los juglares, es para ser leída en voz alta. Más todavía, para ser interpretada en un escenario. Esta develación se la debo a Gerardo Moscoso, quien con admirable pasión, nos compartió en su casa de San Pedro, un precioso fragmento de León Felipe.

Animado por el Seminario de Cultura Mexicana en la región, presentó España y el viento en el Salón Azul del emblemático Casino de Laguna. En algún momento, unos se levantaron y hasta increparon al poeta. Al día siguiente, publicaron una “necesaria aclaración” a nombre del Casino, para deslindarse de la “clerofobia” del poeta. El cronista Pablo C. Moreno, describió ese momento: llegó el poeta, el de las profecías mesiánicas y conmovió y escandalizó a un auditorio de impúberes espíritus. El viento sagrado trajo al poeta a Torreón, el Viento congregó a oyentes dispersos y el Viento estremeció a la ciudad, sacándola de una modorra juvenil... fue una inicial revolución en la somnolencia provinciana, un choque como bautismo de fuego, que perdurará en la historia espiritual de La Laguna.

 Sin duda esa mácula, forma parta del cúmulo de páginas para la historia de la intolerancia y el conservadurismo local, que no pocas veces a mostrado su mano en la región.

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¿Pero a qué viene todo este cuento de León Felipe? Hace unos días recibí de las manos de Juan Manuel López Reyes, una reedición, de España y el viento, que él mismo rescató con sus propios recursos, para la dicha de los lectores. El próximo jueves a las 6 de la tarde, en el auditorio de la Facultad de Contabilidad y Administración, presentará esa obra del poeta español. La nueva edición tiene el mérito de rescatar un texto poco difundido del poeta, además de reproducir el manuscrito original con tachones y subrayados del autor. Asimismo, añade el poema, La radio es un gran confesionario, publicado hace 68 años en la revista Cauce, y que me permití reproducir al principio del artículo. España y el viento, es un digno homenaje a León Felipe, y también, un desagravio a su memoria.

22 de febrero 2017
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1314995.leon-felipe-redivivo.html

miércoles, 31 de mayo de 2017

Conservación (del Torreón)


Foto: Inafed http://www.inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM05coahuila/municipios/05035a.html

“No puedes simplemente poner algo nuevo en un lugar. Tienes que absorber lo que ves a tu alrededor, lo que existe sobre la tierra, y luego utilizarlo, junto con el pensamiento contemporáneo, para interpretar lo que ves".
Tadao Ando

Me gusta la historia, pero no como acumulación de datos, más bien, como interpretación del presente. La historia nos permite conocer mejor nuestro entorno, valorarlo. Gracias a la historia, hice para mi la dicha de ver con otros ojos la ciudad. Mejor aún, desde hace varios años, nos propusimos llevar la historia a las calles, en el lugar de los hechos, a pie de banqueta; o más divertido todavía, en bicicleta. En los recorridos, una de nuestras amistades nos agradece por llevarlo al “Torreón desconocido”. ¿De qué se trata? Ese Torreón que ahí está frente a nosotros, tan a la mano, que ya no lo vemos. La diferencia proviene del conocimiento de la historia. De esa manera, las calles cobran sentido, los edificios hablan, o los rastros del pasado muestran nuestra ciudad.

Por estos días ha resurgido el interés, pero sobre todo, la defensa de la historia en un aspecto muy específico de la ciudad: la destruida Plaza Cívica Torreón y hasta ahora, un emblemático monumento que resiste golpes y mala voluntad. Sobre ese monumento de Torreón, instaurado en 1974, conviene hacer varias anotaciones. Para una ciudad de 110 años, más de cuatro décadas ya cuentan en la biografía. No las podemos borrar así nada más. A lo largo de esos años, el monumento del Torreón fue adoptado por muchos ciudadanos, a tal grado, que ya forma parte de la imagen de empresas, escuelas, colegios, logotipos conmemorativos y hasta múltiples medallas del Maratón Lala.

Destaca la presencia constante de ese Torreón monumental, en numerosos diseños representativos de la ciudad. Para el caso, no es casualidad que una forma de aprehender la imagen del monumento, sea por medio de la incorporación y reproducción de tantos y tantos logotipos. Incluso, para los diversos festejos de la ciudad, bodas de plata y de oro en 1932 y 1957. También en los 75 años de la ciudad, y en el centenario de la municipalidad, se incorporaron torreones antiguos y modernos. Quienes dudan de la representatividad de esa imagen basada en el Torreón que ahora están dañando, ya pueden comprobar el peso de la opinión pública.  Recientemente, un grupo de artistas y asociaciones, lanzaron el “Manifiesto Torreón 110”,  a fin de conmemorar el aniversario de la ciudad.  El proyecto convoca a varios artistas para realizar piezas basadas en el emblema que ahora quita el ayuntamiento. ¡Vaya ironía!

 ¿Por qué eligieron ese lugar para levantar ahí el monumento del Torreón en 1974? Lejos de ser una ocurrencia, se eligió ese lugar, por referir al antiguo rancho del torreón que el matrimonio Leonardo Zuloaga y Luisa Ibarra formaron en 1850. Para tal obra, Zuloaga contrató a Pedro Santa Cruz, quien dirigió la construcción del torreón, además de una presa por entonces conocida como Carrizales, pero que al paso del tiempo, se le renombró presa del Coyote. En la obra participaron habitantes del poblado La Concepción, actualmente ejido La Concha. De esa manera,  los primeros pobladores del rancho identificado por la torre, fueron también, los primeros torreonenses.  Sin embargo, ese torreón original, que sirvió como defensa y atalaya contra el ataque de los indios, se lo llevó una gran avenida del río Nazas en 1868. Quién dijera, pero 100 años después, en 1968, el río causó alarma por inundación en las poblaciones laguneras.


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A manera de homenaje, y recordando el sitio del primer torreón que dio pie al nombre de la ciudad, se construyó el monumento que nos identifica. El monumento no es concreto; es historia. Resulta una pena, dada la importancia del lugar, el proceder de un gobierno que no escucha, ni quiere escuchar. En pleno siglo XXI, tenemos todo para conservar, integrar y adaptar las nuevas obras, pero faltó inteligencia, visión y sensibilidad.  

8 de marzo 
El Siglo de Torreón

Monumento de Torreón, respuesta al alcalde

Foto: http://en.wikigogo.org/en/141880/

Este año, 2017, Torreón cumple 110 años como ciudad, pero vaya manera de llegar al aniversario, en medio de la destrucción de uno de sus símbolos y emblemas. Justo ayer sábado, fui al sitio para ver cómo han fragmentado el monumento de concreto hecho en 1974, es decir, 43 años en la historia de la ciudad. ¿Le parece poco? 
La “Plaza cívica Torreón”, ya no existe, ni tampoco sus árboles, y ya han roto el monumento del Torreón. ¡No se puede tapar el sol con un dedo! ¿Quién decidió que para construir hay que destruir las obras existentes? ¿Cuándo consultaron a los ciudadanos? Me llama la atención, que para hacer obras nuevas, el gobierno municipal decida quitar las existentes. Un paso para adelante, y tres para atrás. 
Como historiador, con todo gusto le ofrezco al alcalde Jorge Luis Morán, una explicación in situ, sobre la conservación del patrimonio histórico y la historia de Torreón. Me parece positivo que la ciudad tenga nuevas obras, pero no a costa de destruir las existentes, máxime, cuando se trata de monumentos históricos. Para conservar “la ciudad que amamos”, es necesario antes, conocer y preservar su identidad. Cuidar su historia. ¿Es mucho pedir? Hago votos para que conserven el monumento y no hagan más daño a la obra.

5 de marzo 2017 
El Siglo de Torreón