que imponen los tiempos. Las fotografías muestran a una muchacha de 20 años con apellido de pedigree; Beltrán. Segura, tranquila e impresionatemente armada.
La otra fotografía no es menos reveladora de los ejércitos de jóvenes y adolescentes -¿también debemos incluir niños?- que soportan las estructuras del crimen bien organizado. Dos de 13 años y uno más de 17 evidencian décadas de abandono e inequidad. Ante una economía estancada desde los años ochentas, ¿tienen los jóvenes de México otra alternativa?