domingo, 17 de enero de 2010

Del esplendor al ocaso




Hace ya algunos años tuve el privilegio de seguir de cerca la gestión y conclusión de una investigación que había estado relegada en la historia de Torreón: el desarrollo urbano. Por una u otra razón los estudiosos del pasado habían dejado entre paréntesis ese tema. Se sabía de la importancia, se conocían las fuentes, se habían sugerido ya algunas líneas de investigación, pero el tema seguía ahí, a la espera de ser develado. En este sentido, la publicación del libro “Entre el esplendor y el ocaso algodonero: ensayo sobre el desarrollo urbano de Torreón”, de Javier Ramos Salas, llena con solidez ese hueco para nuestra historia. La investigación fue publicada bajo el sello editorial del Gobierno del Estado y consta de 276 páginas.

En algún lado el gran Víctor Hugo había expresado con exactitud una idea que retoma bien este libro: la ciudad es una escritura. De ahí que Ramos Salas, economista de sólida formación y empresario desarrollador de vivienda, se propuso en su investigación leer la ciudad, interpretar las huellas de ese pasado urbano que va desde los orígenes del rancho del Torreón hasta la primera mitad del siglo XX.
Ramos Salas nos comparte sus interrogantes: ¿Cómo se construyó la ciudad? ¿Cuáles eran las circunstancias? ¿Quiénes proyectaron lo que ahora es el Centro Histórico de Torreón? ¿Cuánto trabajo les costó a esos pioneros del desarrollo urbano iniciar la ciudad? ¿Cuál era el papel del Ayuntamiento en la nueva empresa de formar una ciudad?

Estas y otras preguntas las responde Ramos Salas con una precisa referencia a numerosas fuentes documentales y archivos, ubicados lo mismo en Torreón que en la ciudad de México. El investigador ofrece una acuciosa y bien construida explicación de la historia urbana a través de tres valiosas herramientas: la del historiador, porque consulta, coteja y verifica con todo rigor la evidencia documental; la del economista porque encuentra y hace comprender la relación del valor entre la tierra y el desarrollo citadino; y finalmente, la propia experiencia empresarial del planificador urbano que le permite comprender la problemática de construir la ciudad.
La combinación de estas herramientas da como resultado un genuino trabajo de historia en todo el rigor de la palabra. En este sentido, la pertinencia de la investigación ofrece tres lecturas fundamentales: la comprensión del pasado en función presente, pero también del futuro. Ante la problemática que plantea toda ciudad, y más el de una región como la Comarca Lagunera, el autor le preocupa lo que viene:

“¿Qué ciudad y qué sociedad estamos construyendo hoy en día? ¿Qué estamos haciendo mal y qué tenemos que corregir? ¿Qué sociedad y qué ciudad o ciudades queremos para las nuevas generaciones de laguneros que vienen después de nosotros?”
Con la profundidad que permite la historia, Ramos Salas piensa en el futuro y su libro es, no me queda la menor duda, una referencia para el actual desarrollo urbano de Torreón, y más aún, para el buen camino de la recién creada Zona Metropolitana de La Laguna. Sin embargo, quienes vemos la historia como quehacer profesional, no sólo buscamos el pasado por el pasado, como mera nostalgia o colección de datos memorables, sino con una utilidad práctica. La historia ofrece experiencias, casos, lecciones; propone las pautas para comprender el presente y por qué no, entrever el futuro.

Al escribir la historia urbana, Ramos Salas echa luz sobre el pasado porque asumen que así se comprende mejor el presente. Por eso su trabajo nos lleva al pasado porque en realidad nos propone la proyección de un futuro deseable.
Su propuesta de una nueva integración de la ciudad-región ante las nuevas realidades que nos han sobrepasado preocupantemente, lo llevan a proponer alternativas en torno a temas como el agua, las rutas de transporte y comunicación, entre ellas un aeropuerto en la también ciudad metropolitana de Matamoros.

Tras una época de esplendor, la región se sumió en una crisis que la llevó a reconvertirse económicamente. Pasamos de la vitivinicultura en la época colonial al algodón, tal y como lo ha estudiado magistralmente el Dr. Sergio A. Corona Páez. Tras el ocaso algodonero, la región cambió a la ganadería y la industria láctea a mediados del siglo XX. Sin embargo, al estancamiento de los últimos años, la región está en busca de una nueva identidad que le regrese al fin, la vitalidad creadora que caracterizó a los laguneros de antaño.
Por lo pronto, un signo de los nuevos tiempos que enriquece la historia lagunera, es la aparición del libro de Ramos Salas y su oportuna contribución de ampliar el conocimiento sobre nuestro pasado lagunero.