lunes, 12 de enero de 2015

Supercívicos


A punto de despedir del año, más vale no quedarnos con la sensación negativa de los últimos meses. Si bien, la realidad mexicana da sobrados ejemplos para la desesperanza y el pesimismo, también hay acciones inspiradoras de quienes buscan salir adelante. Aunque parezca la excepción, hay ciudadanos dispuestos a construir otro país. No desde los grandes medios, ni desde instituciones profundamente desprestigiadas como los partidos políticos, sino a pie de calle. Me refiero a los ciudadanos que cuidan la limpieza de la calles como si fuera su propia casa. Ciudadanos que atienden la reglas viales más elementales. Ciudadanos que respetan para ser respetados. No se trata de grandes discursos para "mover a México", ni de ambiciosas reformas constitucionales, sino de las prácticas que le dan vida a la ciudad. Sí, prácticas. De la misma manera que la democracia necesita de demócratas para tener salud. La vida cívica necesita de ciudadanos dispuestos a darle vida. En momentos en que más indignan los problemas nacionales, es cuando más necesitamos de ciudadanos comprometidos con el espacio común. No hablamos de una abstracción, ni de una teoría, sino de prácticas compartidas, o si se quiere, de una cultura cívica. Aunque abundan las acciones negativas, no me dejan de sorprender los ciudadanos responsables que cuidan su entorno.
Recientemente me encontré un amigo confrontando a un automovilista que tomó la esquina como estacionamiento. No sólo incurrió en una falta vial aquel "influyente", sino obstruyó el paso de los peatones. Al ser cuestionado, el automovilista todavía se indignó e insultó. Como si el mal no fuera la falta, sino ser cuestionado por la ausencia de civismo. El incidente me recordó las irreverentes, irónicas y provocadoras intervenciones de los Supercívicos en la ciudad de México. Armados con disfraces, personajes y el más elemental respeto cívico, los Supercívicos confrontan a los ciudadanos en la calle. Di con ellos gracias a su canal en You Tube: "Houston tenemos un programa". Lo que sigue después es una serie de escenificaciones cívicas para defender los espacios que a veces, ni las mismas autoridades respetan.
Cristo en el metro. Armado de humor, Arturo Hernández se convierte en Cristo por los pasillos del metro. Agua bendita en mano, hace milagros. Levanta aquellos ciudadanos que ocupan indebidamente el asiento reservado para ancianos, discapacitados y embarazadas. Aunque es graciosa la escena de "levántate y anda", los Supercívicos hicieron milagros en el metro. Curiosamente hasta la gente cercana a la intervención, aplaudió los milagros. De igual manera, caminando por las calles, los Supercívicos lograron quitar cuatro Lamborghini que lujosamente invadían la banqueta. A las autoridades no les quedó más que corresponder las acción cívica. Pero vuelvo al punto, el civismo no es algo que se aprenda en los libros, sino con el ejemplo en las calles. Dicho de otra manera, no bastan millonarios presupuestos para cambiar al país. Sino la decidida intervención de los ciudadanos en el espacio público. De esta manera, puede más el ejemplo, que la sola publicación de la leyes y reglamentos.
En el país se reproduce un modelo de inequidad en las ciudades. La mayorías de las calles están diseñadas para el paso de los coches, no de las personas. Así, una calle cualquiera es la ocasión para defender al peatón. No obstante de tener la mayor parte de la calle, los automovilistas invaden los pasos peatonales. Es ahí cuando aparecen los Supercívicos a la manera de Beatles cruzando Abbey Road, para dejar pasar a los peatones.
La escena más reciente apela a la vergüenza. En las ciudades es común ver a muchos automovilistas que actúan como si tuvieran un auténtico fuero vial. Invaden banquetas, ocupan indebidamente el lugar reservado a los discapacitados o circulan por las ciclovías en sus autos porque asumen que la ciudad es ellos y de nadie más. Los Supercívicos estuvieron ahí para pegar un emblema en cada carro que invadió el ciclocarril. Con el rostro de Benito Juárez y el lema "fuero vial", los Supercívicos "autorizaron" inmunidad a los ciudadanos que no respetaron el carril segregado para el trolebús y bicicletas. No obstante, algunos se enojaros y hasta agredieron.
Con los Supercívicos hay humor y provocación, pero también auténticas intervenciones cívicas. Lecciones sobre el comportamiento de los ciudadanos y lo mucho que podemos mejorar nuestro entorno en la vida cotidiana. Aunque resulte extraño, sí hay héroes urbanos que dignifican la ciudad. ¿Usted conoce alguno o es uno de ellos?
Muy recomendable, busquen también en Facebook: "Houston tenemos un programa".