Cansados
de la política, pensamos en los ciudadanos como una fuente inagotable de pureza.
Tan mala imagen tiene nuestros políticos, que los ciudadanos nos parecen el
último refugio de la sociedad. Hartos de nuestros gobernantes, elogiamos las
vías ciudadanas como la única forma admisible. En la crisis de legitimidad de
los representantes públicos, las “organizaciones de la sociedad civil” se presentan
como una vía más confiable. De esa manera, ante la desconfianza, tenemos más fe
en las asociaciones civiles o en las llamadas organizaciones no
gubernamentales.
Por puro contraste, todo lo que suene a ciudadano está “bien”.
Pero la vida pública es más compleja que
unas categorías o unas diferencias conceptuales entre políticos y ciudadanos.
No se trata de “tipos ideales”, sino de actores que en el fondo, reflejan
comportamientos más profundos de la sociedad. Y ahí, no importan mucho la
diferencia entre políticos y ciudadanos, por ser al fin artificiosa. Nada más
ingenuo que decir: “no soy político”. Pero al mismo tiempo, nada más rentable
que asumirse desde la negación a la ciudadanía. Así aparecen grupos de
ciudadanos organizados, que sin estar en un partido político reproducen
prácticas similares. ¡Sí! Esas prácticas que tanto detestamos. Quizá la única diferencia es el acceso a
bolsas millonarias o a la encarnación más viva del poder: la violencia.
Lejos
de la idealización de los ciudadanos, hay prácticas que se corresponden y se
parecen a las que odiamos tanto en nuestros políticos. Veamos algunas estampas.
El monopolio soy yo. Nadie es más
importante en las asociaciones civiles, que la nuestra. Las demás también hacen
trabajo, pero la mejor, la verdadera y sobre todo, la auténtica, es la que llevamos
nosotros. Como si fuera un extensión del ego personal, se asume un ego
colectivo.
Se vale criticar, pero a mi no critiques.
Contrario a la apuesta liberal de la democracia, donde la crítica y debate son
una esencia de la vida pública, en el microcosmos de las organizaciones de la
sociedad civil, la crítica es deseable hacia fuera, pero nunca adentro. Se vale
señalar con todo a los políticos en el gobierno, pero no se permite la crítica
a los críticos. Como en el mundo de las redes sociales, los comentarios en
contra se borran y de paso, se bloquea a los usuarios que cuestionan.
La tolerancia no es para nosotros. Si
hay un discurso políticamente correcto, es el de la tolerancia. Tolerancia de
opiniones, de grupos, de creencias está bien para los políticos, pero no para
los ciudadanos organizados. Diferir es mal visto, y no adoptar la opinión de la
mayoría, es casi una condena.
Tan largos unos como otros. Se ha
hablado de la transparencia como un valor fundamental de la democracia. También
se ha dicho que la rendición de cuentas es un deber del gobierno. Pero al
revisar las cuentas de los ciudadanos asociados en redes de colonos o grupos de
interés, encontramos tanta opacidad como en el gobierno. Al final llegan al
mismo punto: los fraudes no son exclusivos de los políticos.
Superioridad moral. En el quehacer de
las organizaciones, siempre hay quien habla desde la superioridad moral.
Cargados con una batería de adjetivos, nos dicen quienes hace bien, y quienes
hacen mal. Así, cualquier foro es la
ocasión para pontificar. Si otros ciudadanos colaboran con el gobierno, son “acarreados”.
Si nosotros colaboramos con el gobierno, somos especiales e importantes.
Demerite a los demás. Reflejo de los
complejos personales, hay en el ámbito de los ciudadanos, un gusto por
demeritar todo lo que no sea el trabajo propio. Si está bien el de otra
asociación, demerítelo. Si está mal, diga mil veces que está mal. De esa manera
quedará satisfecho con su trabajo, como quien asume haber descubierto la
tierra.
Autoelogio, autoelogio y más autoelogio.
De lo que se trata es de que brille uno. La organización sólo es el vehículo para la
promoción personal. Deje de lado el trabajo duro, usted salga en la foto.
Llegue al momento oportuno cuando las cámaras estén encendidas. De lo que se trata
es de aparecer. No lo olvide, la foto es lo más importante. Incluso si puede,
regale un objeto personal a manera de relicario.
El
antimanual del ciudadano continuará…
29 de oct 2014
El Siglo
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1052161.antimanual-del-ciudadano.html
29 de oct 2014
El Siglo
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1052161.antimanual-del-ciudadano.html