La música lo dice todo. Es lenguaje universal y en muchos sentidos, puede representar una época. De esa manera, ciertos acordes y sonidos definen nuestros tiempos. La música que ayer fue vituperada, hoy se gana el gusto internacional. Desde tradiciones a la manera del romance español, el corrido tiene sus orígenes en el siglo XIX, pero fue hasta la revolución mexicana, cuando ese estilo irrumpió el gusto musical. Cantar historias es muy antiguo, tanto de las hazañas de hombres y mujeres, o momentos decisivos en algún lugar. Otros corridos celebraron a bandidos o resaltaron moralejas. A Rosita Alvírez su mamá se lo decía: Hija, esta noche no sales. Mamá no tengo la culpa que a mí me gusten los bailes. De Heraclio Bernal a Pancho Villa, el corrido forjó el gusto musical de varias generaciones, sobre todo, reflejaron los tiempos revolucionarios. Tales canciones fueron toda una épica y lírica memorables. ¿Quién no se sabe La Cucaracha? ¿Quién no cantó La Adelita? Al paso de las décadas, el género decayó y el gusto cambió. Otras formas surgieron y el corrido continuó en menor grado, casi en la orilla, hasta volverse marginal. Pero nuevos tiempos vinieron, y entonces los intérpretes actualizaron las gestas de otros hombres que igualmente expusieron la vida hasta el límite. Migrantes, bandidos y narcotraficantes. No es casualidad. Hacia 1968 los jovencísimos hermanos Hernández, originarios de Mocorito, Sinaloa, formaron Los Tigres del Norte. Al igual que tantos mexicanos, tuvieron que migrar a los Estados Unidos, y de ahí, conquistaron con su música a México. Los Tigres continuaron la forma tradicional del corrido y su temática cambió a los héroes revolucionarios, por pistoleros, narcos y sufridos migrantes en el otro lado. En la misma ruta, una voz excepcional surgió en Culiacán: Chalino Sánchez, 1960. Igualmente, fue a los “Yunaites” para conquistar México. Chalino se hizo famoso no sólo por consolidar el género de los narcorridos bajo demanda expresa, sino por ser él mismo, objeto de ataques violentos. En Coachella sobrevivió a una balacera, lo cual catapultó más su fama. Su vida parece sacada del western No Country for Old Men, con locaciones en California y México. Después de un concierto en Culiacán, el 15 de mayo de 1992, recibió una amenaza. En plena actuación se detuvo a leer el ultimátum, secó el sudor de la frente y continuó cantando esa joya que es Alma enamorada. Al día siguiente fue asesinado. Durante los años de la mal llamada “guerra contra el narco”, el entonces presidente de la República, ahora autoexiliado en España, condenó los corridos por hacer apología del crimen. De igual manera, varios gobiernos estatales, emitieron inútiles leyes para prohibirlos, en particular los que se refieren a narcos y criminales. Sin embargo, esa condena, asumió el dudoso supuesto de que una cosa lleva a la otra, como si de manera causal, escuchar narcocorridos resultara en futuros criminales. El argumento raya en el absurdo. Sería dar por cierto que, durante la revolución, cantar corridos en las calles provocó que surgieran revolucionarios. En realidad, el género sólo refleja los tiempos y su entorno. Si hay narcos, armas, alardes machistas, amores y demás, no es por mera fabulación, sino por algo que emana de la realidad misma. Guste o no, la música es un espejo de la sociedad. Los temas y las representaciones de los corridos actuales pueden indignar a las buenas conciencias, no obstante, son alegoría de lo social. Actualmente el corrido vive una tercera temporada con subgéneros de tumbados y bélicos. Odiados por unos, despreciados por otros, y queridos por una inmensa mayoría. Esta oleada es sumamente exitosa e internacional. Llevó la expresión a otro nivel. Nuevos cantantes, algunos muy jóvenes, innovaciones y mezclas de estilos: hip hop, trap y reggaetón. Más todavía, cantantes y compositores como Natanael Cano, Peso Pluma (Hassan Kabande Laija) o Víctor Cibrian (En el radio un cochinero…), expresan un estilo cercano al rap, por el ritmo, el tono y las letras, pero sin perder la raíz de la tradición. La fusión de estilos y letras explícitas, rompen con la armonía y le dan un nuevo curso al corrido. Hay que decirlo claramente, no sólo cantan al narco, también tratan los clásicos temas que se repiten en la música. ¿Cuánto va a durar la ola? No lo sabemos, pero sin duda, los nuevos exponentes llevaron muy lejos al género, hasta el punto que los anónimos músicos del XIX nunca imaginaron. Y ahora sí, vuela, vuela palomita.
Con el permiso de ustedes señores, voy a cantar un corrido…
¡Sí! Me confieso admirador de los corridos. Si hay una música por excelencia que representa la norteñidad, sin duda es el corrido. Bajo sexto, acordeones, tololoches, armónicas y hasta el salterio, hacen los sonidos que caracterizan al Norte. Para la ciudades del noreste mexicano y sur de Texas, hay un soundtrack común que se escucha lo mismo en las calles de Reynosa a La Laguna, de Monterrey a Matamoros, de Saltillo a ciudad Acuña, de Brownsville a San Antonio, de Austin a Dallas. Esas norteñas están nutridas por Los Cardenales y Los Invasores de Nuevo León, Los Alegres de Terán, Los Relámpagos del Norte, Los Cadetes de Linares, Los Montañeses del Álamo, Los Donneños, Los Tigres del Norte, Carlos y José, Luis y Julián Garza, Ramón Ayala, Juan Peña, Cuco Sánchez, Cornelio Reyna, Chalino Sánchez, Lorenzo de Monteclaro y Lalo Mora (el rey de mil coronas), por mencionar algunos representantes del vivísimo género del corrido y las norteñas.
Uno de los pioneros en estudiar el corrido, Vicente T. Mendoza, refiere su origen en el romance español durante el siglo XIX. Hay estrofa, composiciones octosilábicas, canto épico, lírico y mucha, pero mucha tradición popular. Por lo mismo, el corrido habla de la comunidad; ya sea una hazaña, tragedia, o la huella de un bandolero regional como sucedió con Heraclio Bernal, Jesús Malverde, y por supuesto, el legendario Pancho Villa.
Ante todo, el corrido cuenta un historia, refleja un sentir o expresa un suceso. Así tenemos corridos sobre la inundación del río Nazas en La Laguna (1968), la tragedia de los mineros en Barroterán (1969), las luchas revolucionarias a partir de 1910, o incluso las tragedias personales de Rosita Alvírez y Agustín Jaime. Cuando uno camina por las calles del centro de Saltillo, no podemos evitar recordar la calle de Bravo. Por cierto, Eulalio González, "El Piporro", interpretó de manera insuperable ambos corridos. ¿No los han escuchado? Corran a YouTube a escucharlos.
Los dos corridos son tan representativos de Saltillo, como el pan de pulque y el sarape. También, de Parras, Coahuila, fue originario Cornelio Reyna, que después de Francisco I. Madero, es el mayor parrense. Feliz coincidencia, a lado de Juan Peña con el dueto Carta Blanca en Reynosa, surgió un joven, que después sería el rey del acordeón: Ramón Ayala.
En el medievo los juglares cantaban noticias de un lado a otro. A través de la oralidad, transmitieron un cierto saber social. De forma similar, los corridos son el pretexto para los juglares modernos del noreste. Pero si ayer esos corridos cantaron sobre Pancho Villa, un bandolero redimido por la revolución, hoy esos mismos juglares cantan las gestas del "Chapo" Guzmán. Tanto unos, como otros corridos, reflejan ciertas circunstancias sociales. De esa manera, es absurdo pensar que el corrido hace al revolucionario. Por el contrario, es el suceso histórico o el sorprendente presente que se refleja en una canción.
No podemos dejar de mencionar, "Los dos amigos" un corrido muy lagunero sobre una peculiar amistad: "Estos eran, dos amigos, que venían de Mapimí, que por no venirse de oquis, robaron Guanaceví". Treinta años antes de la guerra en La Laguna, los corridos sobre el pistolero "Chito" Cano, ofrecen una clave para entender la tragedia que luego vivimos en la región. ¡Casi un vaticinio!
Un novísimo corrido, "500 balazos", que circula lo mismo por cantinas, Internet y canales de televisión, denota una historia reciente de ese México tomado por los criminales. En los últimos años, entre 2006 y 2013, la "crisis de seguridad" dejó más de 148 mil asesinatos (¿No lo creen? Vean las cifras del Secretariado Nacional de Seguridad Pública). La matazón es mayor que las muertes contabilizados en la última guerra en Irak. Por lo mismo, no resulta extraño, que la agrupación "Voz de mando", haga cantar a miles de mexicanos: "antiblindaje, expansivas las balas, dos o tres bazucas, y lanzagranadas, Obregón, Sonora, de veras pensaba que andaba en Irak". Otra vez, el corrido como reflejo social. Al igual que la literatura, el corrido expresa una historia novelesca donde realidad y ficción se mezclan en el acordeón y bajo sexto. Así, escuchamos al inigualable Julián Garza quien se creó para la posteridad al "Viejo Paulino." Antes de morir, el Museo de Historia Mexicana en Monterrey, hizo un oportuno homenaje en vida al prolífico autor de corridos. Ante la relevancia del corrido, las más prestigiosas universidades del país como la UNAM, el Colegio de México o la Universidad de Nuevo León han alentado la investigación del género norteño y su relevancia en la cultura mexicana. En años recientes, el filólogo del Colmex, Aurelio González, ha actualizado los estudios sobre el corrido. Nótese la palabra corridos, sin prefijos, ni prejuicios moralizantes.
A falta de política en Coahuila, el gobernador Moreira II se ha empeñado en otra legislación absurda, sin sentido y contra los ciudadanos: prohibir los "narcocorridos". Según el gobernante, hay que prohibir la "apología de la violencia". Bajo esa lógica, tendrían que cerrar en Torreón la mitad de los bares que han abierto alrededor de la Plaza Mayor. Pero curiosamente, ese mismo gobernante hace la apología de la corrupción al mantener impune la megadeuda que dejó Moreira I. Ahí guarda un escandaloso silencio.
En 2013 la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio revés a una ley similar que aprobó el gobernador de Sinaloa, Mario Valdés. Al final, la conclusión fue sencilla. Podrán gustar o no los corridos, podrán ser notables o chabacanos, pero de eso a que el gobierno nos diga qué debemos escuchar, hay un largo trecho protegido por la Constitución. El corrido refleja un fenómeno, en este caso puede ser el narcotráfico, pero no provoca el fenómeno como tal. Si eso fuera, el hambre sería abolida por decreto.
Ya con esta me despido, que en Coahuila y el Norte, tenemos grandes corridos.