sábado, 13 de septiembre de 2008

Más sobre el Interregno


Todos son culpables, excepto yo
Céline


Apenas ayer, en un trasnochado festejo del centenario, era recibido con aplausos y rancia pletesía el alcalde José Ángel Pérez Hernández. El ejemplo sirve al caso como una analogía del poder: nada más efímero que los aplausos y la gloria. Hoy estás arriba y mañana abajo, decía el sabio florentino de la política. Y así está el alcalde de Torreón después del asunto de los policías, ya tristemente célebre en las páginas nacionales, en la consciencia de los laguneros. El enfrentamiento entre policías federales y municipales, la muerte de un policía, la corrupción de un grupo de agentes locales, el cese de Alfredo Castellanos, director de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM), terminó por generar auténticas horas de interregno en la ciudad. Hablamos de un espacio de tiempo en que un Estado no tiene soberano, de la misma manera que la ciudad quedó por momentos sin mando, ni gobierno.
Mientras tanto, lo que si fluyó con rapidez fue la noticia del enfrentamiento y el escándalo inadmisible de corrupción. La respuesta de las autoridades locales llegó tarde y mal. Entre la cantinfleada del invisible Secretario del Ayuntamiento y las declaraciones desafortunadas del alcalde Pérez Hernández, la situación conllevó a un clima de incertidumbre, desorden y confusión.
En medio de la conmoción, la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno Federal, publicó dos boletines (http://www.ssp.gob.mx/) donde confirmó la relación con el crimen organizado de un grupo de policías adscritos a la DSPM.

Al escándalo vino la desorganización, el desconcierto y la torpeza de Pérez Hernández y sus colaboradores más cercanos, misma que no pudo ser solventada por ninguno de sus notables asesores. Las pasiones a flor de piel, llevaron a echarle leña al fuego innecesariamente con imprudentes declaraciones, pero tampoco faltaron los oportunistas, como Horacio del Bosque, presidente del Congreso de Coahuila, que anunció la peregrina iniciativa de quitar a Pérez Hernández en un plazo no mayor a 72 horas. Por otro lado, el papel del gobernador Humberto Moreira fue prudente y recordó lo que ya había dicho tiempo atrás sobre la policía municipal, e incluso reiteró el apoyo y la colaboración del Gobierno Estatal. No faltaron las acusaciones y culpabilidades: que si el problema del secuestro, que si los infiltrados, que si esto y aquello.

Al final se repitió la misma historia que en otros rincones del país. Echarse la bolita, porque el culpable siempre es el otro, nunca uno, ya que no me corresponde. Y esto demuestra una vez más, la pésima lectura que hacen nuestros gobernantes en un momento como este. Si algo exigen los ciudadanos en el sensible tema de la seguridad, es responsabilidad y resultados, no que los gobernantes salgan a repartir culpas y escamotear responsabilidades. A los políticos se les olvida al final que también son gobierno y tienen corresponsabilidades más allá de su estatus municipal, estatal o nacional. A estas alturas, las excusas sólo terminan por insultar la inteligencia de los ciudadanos. Resultan decepcionantes luego, las declaraciones fáciles ante la ciudadanía, cuando claramente las circunstancias requieren de altura, no de retórica ni lugares comunes. Podemos invertir la fórmula, más resultados y menos política.

A diferencia de otros escándalos, más frívolos y anecdóticos, lo que acaba de suceder con la policía municipal, no sólo constata las sospechas y señalamientos que anteriormente se decían, sino que viene a destruir, por acción de un grupo de policías coludidos con el crimen organizado, la poca credibilidad que los torreonenses tenían en su policía. ¿Cómo confiar en las autoridades encargadas de velar por la seguridad? ¿Cómo depositar de nuevo la confianza en los policías que circulan por la calles?

Menuda tarea la de lograr siquiera el beneficio de la duda de los ciudadanos. Se perdió la poca credibilidad que quedaba en los cuerpos de seguridad municipal.

¿Qué sigue para la policía y sobre todo, para los ciudadanos? ¿Está todo perdido? Si pensamos en la carrera política del alcalde, en particular el proyecto político de Pérez Hernández, no es difícil anticipar su estrepitosa caída y casi anulación. Sin embargo, a Pérez Hernández le queda algo más valioso por hacer que estar pensando en candidaturas y elecciones. Trabajar a fondo en limpiar la DSPM, ofrecer información puntual, útil, y por lo tanto, mostrar resultados contundentes, como presentar él mismo a más involucrados, adelantarse antes de que se adelanten a él. A los líderes se les conoce en realidad por sus momentos de crisis y su capacidad para salir del atolladero. Habrá que ir pensando en lo que sigue. Primeramente, exigir los resultados de las investigaciones, tanto las del municipio, como las de la federación. Por otro lado, tratar de recuperar la confianza, pieza fundamental en el orden social, y eso, sólo se logra con eficiencia, con hechos. No con discursos, ni declaraciones.
13 de septiembre, 2008
El Siglo de Torreón