Inteligencia militar, dos términos contradictorios.
Groucho Marx
Groucho Marx
Primero pegas, luego preguntas. Y esa impresión que deja la estrategia calderonista de la “guerra contra el narco”, ahora “lucha por la seguridad”. A punto del cuarto informe de gobierno, el presidente Felipe Calderón llega en un momento crítico, donde incluso, la presión internacional, tras los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas, ensombreció aún más el panorama.
Sí; las cosas siempre pueden empeorar más, y la masacre en el municipio de San Fernando, lo vuelve a reiterar. Ayer el presidente, en el Campo Marte advirtió sobre la violencia que viene: “Comparto el propósito de que podamos encontrar la manera de reducir esta criminalidad, minimizando la violencia, pero en el corto plazo, hay que admitirlo, es esperable que haya permanencia de la violencia e incluso una intensificación que posteriormente debe tender a reducirse drásticamente en la medida en que, por un lado, se deteriora la capacidad de reclutamiento, de crecimiento y de fuerza de las organizaciones criminales y por otra el estado fortaleciéndose constantemente, que es la estrategia de estado".
De esa manera, queda claro que el problema no es un asunto a resolver en el corto plazo. En este sentido, la conclusión de los “Diálogos por la seguridad”, donde se discutieron propuestas, se expusieron diagnósticos, se hicieron críticas, deja la expectativa para la construcción de una auténtica política de estado. Después del fracaso de la estrategia belicista, en la semana se volvió a retomar el tema del lavado de dinero. Por un parte resulta positivo que al fin se presenten una serie de estrategias financieras, pero por otro, no podemos dejar de reconocer el tiempo y las vidas perdidas. Finalmente llegamos al punto en que la estrategia no supone solamente la fuerza, sino eventualmente la inteligencia. Así, el presidente presentó las iniciativas y los cuatro ejes que conforman la “Estrategia Nacional para la Prevención y el Combate al Lavado de Dinero y al Financiamiento del Terrorismo”. Falta ver qué hace y en cuánto tiempo el Congreso de la Unión concreta estas iniciativas, que indican el desorden con el que se abordó el problema. Es decir, el gobierno federal empezó de atrás para adelante, abordando la ramas del problema y los no las raíces. No obstante la barbarie e incluso la banalidad del mal; el fuego no ha apagado el fuego, ni el sistema de justicia ha cerrado la pinza. ¿Será en el financiero?
Al mismo tiempo se presentan iniciativas como una posibilidad institucional para el cambio. Pero la ley federal de extinción de domino y la flamante unidad de “inteligencia financiera” ubicada en la Secretaría de Hacienda, son herramientas, hasta ahora, irrelevantes. Tan sólo hace algunas semanas, otro gobierno extinguió a un capo, no la vida, sino la friolera de unos 800 millones de euros, algo así como 1000 millones de dólares a un mafioso de la “Cosa Nostra”. ¿Y la Cosa Nuestra cuándo?
Por lo pronto, en el ámbito local no deja de ser preocupante el fracaso de los cuerpos de seguridad para bajar los índices delictivos. En ese contexto, no resulta extraño que grupos de colonos estén pensando en tomar medidas. La tentación de las bardas aparece así como una respuesta inmediata y “razonable” ante la desesperación por los constantes robos y atracos en la zona norte de Torreón. La pretensión de levantar muros en este caso, refleja la incapacidad de las autoridades para proteger a los ciudadanos. En contraparte, los colonos de Los Ángeles decidieron unilateralmente cerrar algunas calles. Hoy empezamos con una barda, y mañana terminaremos con una ciudad amurallada. Amurallada primero en sus colonias, como muchos fraccionamientos, amurallada luego en su convivencia. Así empezó la “región más transparente”, un muro aquí, un muro allá, para formar al fin, una ciudad segregada, dividida. Lejos está la cohesión social, y más lejos, el mítico espíritu que la historia registra de los laguneros.