Recientemente escuché hablar a un político en una plaza. La voz no le alcanzó y su discurso, o lo que intentó comunicar, quedó trunco. Para un aspirante a político, aun y cuando sea de minoría, no debe, no puede pasar de largo el dominio de las expresiones, la comunicación de los mensajes. Quizá de consuelo, convenga ver la grata película “The King's speech”, donde se cuenta las dificultades que sufrió el rey Jorge VI, para expresar sus discursos.
Por el contrario, esta semana, fue emocionante escuchar el discurso de Barack Obama, con motivo de su segundo año de gobierno. El escenario del Congreso donde los demócratas ya no tienen mayoría, fue el lugar donde Obama dejó en claro que está de regreso.
Después de haber sufrido tremenda paliza en las pasadas elecciones, Obama abre el año pronunciando un notable discurso, que sin duda, es una pieza de oratoria para los profesionales de la política. No obstante, como le recordó durante la campaña Hillary Clinton, por entonces su rival de partido en la candidatura presidencial: “se gobierna en prosa y no en poesía”. Así, la expectativa generada por el presidente tras su rotunda victoria, pronto comenzó a esfumarse con los efectos de la crisis económica y el desempleo. Si su gobierno lo inició con índices de aprobación del 66 por ciento, hoy ronda el 49 por ciento (Gallup, 24 de enero, 2010). Por los mismo, la exigencia de recomponer el rumbo, hacer cambios y ofrecer resultados. Sabe que de no lograrlo, difícilmente conseguirá la reelección. De ahí el incentivo a mejorar. ¿No extrañan esto en la política mexicana?
A diferencia de los informes expresados en nuestro país, donde es lugar común presentar autocomplacencias, el discurso de Obama reconoció errores, asumió críticas e incluyó estadísticas que no lucen al desempeño de su gobierno. Sabe que la economía es el talón de Aquiles y que además, los tiempos no están para disputas entre demócratas y republicanos. En esos términos, desde el inició de su informe reconoció a la congresista Gabrielle Giffords, derivado de la profunda conmoción que causó el atentado contra la legisladora. Hizo un llamado a trabajar juntos, “porque lo que viene de este momento depende de nosotros”. Por eso no sorprende, que hasta el senador John McCain, republicano que le disputó la presidencia y actual crítico de su gobierno, aplaudiera al presidente.
El mensaje de Obama, representa en realidad su capacidad para reinventarse a la mitad del camino y de paso, tratar de conformar una alianza con sus opositores. Al fin, lo está en juego es la supremacía y el liderazgo de los Estados Unidos. Mencionó la capacidad de China e India para asimilar el conocimiento y su aplicación tecnológica. Insistió en que el mundo ha cambiado y las reglas han cambiado. Por eso, una frase resumió su interés: “Este es el momento Sputnik de nuestra generación”.
Al traer la poderosa comparación con los rusos y la carrera espacial, recordó que en ese momento los norteamericanos no tenían ni el conocimiento ni la tecnología para llegar al espacio. Más todavía: en 1957 no existía la Nasa. Para Obama, el momento Sputnik significa “ganar el futuro innovando”, lo que necesariamente implica
“ganar el futuro con educación”.
Y esa fue uno de los puntos centrales de su discurso: la educación. Su llamado se basa en el bajo número de graduados. 1 de cada 4 estadounidenses no concluye los estudios medios. Por lo tanto, para Obama el énfasis del gobierno debe ir encaminado a la “reforma, responsabilidad e innovación”. Sin conocimiento no hay innovación, ni tampoco generación de millones de empleos.
Para nuestro vecino del norte, la gran preocupación es el rezago educativo, pero al mismo tiempo, la educación representa la posibilidad que tienen para seguir siendo una potencia. Al escuchar todo esto, no me explico qué estamos esperando nosotros con el atroz rumbo que lleva la educación en nuestro país. Y para muestra, vean el documental “De Panzazo”, dirigido por Juan Carlos Rulfo.
29 de enero, 2011
El Siglo de Torreón
29 de enero, 2011
El Siglo de Torreón