lunes, 20 de octubre de 2014

Ciudadanos Onappafa II

Más que los políticos, son los ciudadanos los que dan contenido a la política. Prácticas, formas y expresiones perfilan la cultura política de una sociedad. Bien dicen, que no hay democracia sin demócratas. De la misma manera, son las prácticas de los ciudadanos las que afirman una cierta cultura cívica, unas relaciones socialmente compartidas. Así, la calle como espacio común, define la manera que en los ciudadanos asumen la política. por ejemplo, la limpieza de una calle depende más de los ciudadanos, que de las autoridades. Y vaya que las diferencias se notan cuando comparamos ciudades o colonias dentro de una misma ciudad. ¿Por qué unas son limpias y otras no? Igualmente cuando observamos el comportamiento vial entre automovilistas y peatones, damos cuenta de los valores que imperan en el espacio público. No se trata de una disquisición filosófica, sino en concreto de un respeto mínimo en el constante tráfico. ¿Han observado cómo en la ciudad los automovilistas no respetan siquiera las cebras que demarcan los pasos peatonales? Desde esas prácticas, tampoco extraña que en Torreón, 1 de cada 4 ciudadanos utilice indebidamente el espacio reservado para discapacitados en los estacionamientos (Enadis: 2010).
Si hay un ejemplo por excelencia que define los valores de los ciudadanos en una ciudad como Torreón, no son las desairadas elecciones, sino la amplia aceptación de portar en los automóviles placas ilegales. Sí, placas piratas bajo el emblema de la marca registra (no es broma), Onappafa. En los últimos años se multiplicaron las "placas" onappafas, y ya en el colmo de la semántica, hasta "copropafas" aparecieron. ¿Cuántos autos con placas piratas circulan por la calle? ¿Cuántos más bajo el sello de "amparados"? ¿20 o 30 por ciento de los vehículos en la ciudad? Lo significativo de esas "placas" es la aceptación bien extendida y hasta orgullosa de la ilegalidad en las calles. En otras palabras: ciudadanos Onappafa. ¿Quiénes son? Ciudadanos que exigen derechos, pero no quieren obligaciones. Ciudadanos que desean mejores calles, pero no pagan impuestos para mejorarlas. Ciudadanos afectados por la inseguridad, pero indignados porque la autoridad quiere aplicar la ley. Ciudadanos que se creen más "listos" que los demás, porque no pagan la tenencia. Ciudadanos dispuestos a romper la ley, pero exigirla cuando se trata de su problema. Ciudadanos disfuncionales que reflejan gobiernos disfuncionales. El "detalle" de las placas habla mucho de nuestros valores cívicos en la ciudad. De nadie más, más que de nosotros mismos.
Ahogado por la falta de dinero, el gobierno de Coahuila impulsó una reforma al código penal, para ahora sí proceder contra los onappafas. Ante el nuevo operativo, uno pensaría que ahora sí el gobierno va a meter orden, y ojalá así sea. Sin embargo, bajo la presunción de que se trata de otro operativo más, los ciudadanos onappafa saben bien que siempre habrá forma de darle la vuelta a las obligaciones. Si el gobierno aprieta, entonces las organizaciones presionan hasta hacer de los operativos, un esfuerzo irrelevante. Al mismo tiempo un gobierno que renuncia a sus deberes termina por alimentar el círculo vicioso. Lo grave del asunto es que en la calles siempre habrá, bajo esas reglas del juego, motivos para doblar la ley. Entonces ¿tendríamos que sorprendernos de la inseguridad que nos agobia? Es curioso cómo el gobierno mide con distintas varas. Mientras ciudadanos onappafa señalaron en las pancartas de protesta, "otro moreirazo", el mismo gobierno ha dejado impune la megadeuda. ¿Será que también tenemos un gobierno onappafa? Todo parece indicar que sí.

15 de octubre 2014
El Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1047472.ciudadanos-onappafa.html