Por
estos días, nada más peligroso que un gobierno que no quiere o puede hacer
política. En ambos casos, el resultado es negativo. De esa manera, el sentido
de la política, demanda ante todo liderazgo para ejercer poder. Por lo mismo, nada
más contrario al gobierno, que ir a la deriva, sin rumbo claro. Como sabemos, casi
cualquiera puede llegar al poder, pero no cualquiera da sentido al gobierno.
Gobernar implica responsabilidad, eficiencia y visión de largo plazo. Esos tres
ingredientes son la diferencia en la política.
En ese sentido, en tiempos de crisis es donde se nota la presencia o la
ausencia de las autoridades. Ustedes ya sabrá por dónde vamos. ¡Sin gobierno y
sin política! Sin embargo, más allá de la crítica, la indignación o el enojo
por la crisis que atravesamos, es preocupante la ausencia de política y
gobierno ante vendaval. Por el
contrario, tenemos un presidente indolente que trata de dar un respuesta
técnica, a un pésimo manejo político.
En plena ineptidud, el ejecutivo todavía
preguntó en cadena nacional: ¿qué hubieran hecho ustedes? La lista puede ser
larga, pero necesariamente incluiría reducir los recursos de los partidos
políticos al 90 por ciento; nos cuestan más de 3 mil millones de pesos y en
elecciones se sirven con la cuchara grande; más de 5 mil millones. Reducir 35
por ciento el gasto de la burocracia federal, y hasta un 50% el sueldazo de los
secretarios y mandos altos del gobierno. Algunos incluso, hasta ganan más que
el presidente mismo. Recortar el gasto lapidario del INE, que se va a construir
una nueva cede con un costo de más de mil millones de pesos. ¡Para ellos no hay
crisis ni gasolinazo! Recortar al 50% el
salario de los legisladores y reducir sus prestaciones. Insisto, la lista es
más larga… pero al gobierno le falta imaginación y sobre todo, responsabilidad.
En vez de hincarse ante la tempestad, le
echa gasolina al fuego.
Con
cara de molestia por gobernar, el presidente salió decirnos en tono de reclamo:
“Sé que hay mucha molestia y enojo por
esta situación. Son sentimientos que entiendo y que comprendo”. Alguien que le
“aparece” una mansión como la casa blanca o que ejerce miles de millones de
pesos a discreción por “derecho” de la corrupción, no entiende ni comprende. Tal
es así, que culpó al exterior y los gobierno anteriores, no obstante que José
Antonio Meade, el actual secretario de hacienda, también fue secretario de la
misma institución en el gobierno anterior. Ahora recuerdo las palabras del gran
escritor mexicano, Carlos Fuentes, que dijo con bastante claridad y antelación
sobre la ignorancia e incapacidad de Enrique Peña Nieto: “no quiero ni pensar
en que pueda ser presidente de la república”. “No tiene respuestas convincentes
para los problemas del país; un hombre que no está preparado para ser
presidente, los problemas son grandes, los desafíos enormes y el personaje es
muy pequeño”. Visto a la distancia, Fuentes fue un profeta al que no
escuchamos.
Como
en mucho tiempo no habíamos visto, tanto como en dos décadas desde 1994, se
juntan peligrosamente dos crisis. Crisis económica y crisis política. Si a esto
le sumamos la ausencia de liderazgo y la nula credibilidad, la situación se
torna peligrosa. El telón de fondo es la corrupción, no solamente el
gasolinazo. En realidad el alza rapaz a los combustibles, sólo activó una
indignación social más profunda que se ha mostrado en movilizaciones, protestas
y hasta saqueos. Detengamos en el punto. ¿Quiénes son los saqueadores?
Lo
saqueadores que salieron con televisiones, y hasta un oso de peluche, son poca
cosa comparados con los verdaderos saqueadores. Los Moreira en Coahuila, los
Duarte en Veracruz y Chihuahua, Padrés en Sonora o Medina en Nuevo León, nada
más por mencionar algunos ejemplos de la fauna política en México. Pero podemos
hablar de Pemex y Romero Deschamps; el despilfarro en la Comisión Federal de
Electricidad o las rapacidades multimillonarias que cada año documenta la Auditoría Superior de la Federación, pero
que el gobierno convenientemente deja impune. El problema no es nada más el
gasolinazo, sino el desmoronamiento de un régimen disfuncional.
11 de enero 2017