jueves, 1 de junio de 2017

El mundo no se va acabar



Tras el gasolinazo, el PRI acaba de asegurar el tercer lugar en la elección presidencial. Comparado con el incremento gradual de centavos en los últimos años, el nuevo aumento es voraz y rapaz. ¡Todo de un golpe! El aumento a la gasolina ha indignado a las clases medias, tradicionalmente un sector que no se moviliza. Más todavía, ese segmento suele rechazar la política,  y muchas veces, ni siquiera sale a votar. Prefieren los likes en las redes sociales y la crítica en el café. Con eso se conforman. No obstante, el gobierno federal dio buenos motivos para el enojo y la participación. Cosa curiosa. Vivimos en un país donde la corrupción no indigna tanto, porque se asume en plena normalidad. La inseguridad y la violencia, alientan el miedo y la inmovilidad. En cambio, el aumento a la gasolina enciende, y hasta surgen cadenas en el Whats para la protesta. Durante años, el gobierno promovió un subsidio multimillonario para los deciles de la población con mayores ingresos, y ahora que lo quita, todo es malestar.  Los automovilistas asumen que son los protagonistas.  
Con todo, a pesar del aumento desproporcionado a la gasolina, tengo que decepcionarlos: el mundo no se va acabar. Si les resulta difícil aceptar este argumento, recordemos que en un mundo sin gasolina, Beethoven y Mozart compusieron para la eternidad, y por entonces, las grandes ciudades de todas formas se movían. Lo que resulta inaceptable, es el entorno de una crisis económica que ya suma devaluación de la moneda, y por lo tanto, depreciación del poder adquisitivo. No hace falta ser economista del MIT para saber que el dinero vale menos. A eso súmele el aumento de los energéticos: gas y electricidad. ¡Tremenda reforma energética! Ni los políticos que hablaban maravillas de las reformas en 2013, piensa ahora lo mismo.
Pero no es todo, también debemos sumar el aumento de la tasas de interés, y por si fuera poco, un gobierno peligrosamente endeudado que ronda en el filo de la navaja. ¿López Portillo en puerta, o Carlos Salinas de Gortari? A pesar de todo el dinero que el gobierno dilapida en los medios de comunicación para que hablen bien de él, por aquello de que “lo bueno también cuenta”, no pudo ocultar aquellas promesas y spots de la presidencia sobre los “beneficios” de las reformas.  Una y otra vez se repitió el anuncio de Enrique Peña Nieto prometiendo bajas en los precios. 
Por lo pronto, busco un poco de luz ante el duro panorama. Retomo el libro de Dani Rodrik, “Una economía, muchas recetas”, para entender el fracaso de las reformas o la arrogancia de los economistas en el poder. Pero seamos optimistas, la cosas todavía pueden estar peor.
Como secretario de hacienda, José Antonio Meade, habla de un precio competitivo de la gasolina, y al mismo tiempo, quema su candidatura  rumbo al 2018. La fórmula es sencilla. Suben los precios, pero no el salario. Llego a la gasolinera y el despachador despotrica contra los diputados mientras surto unos escasos litros de combustible producto de la especulación previa al primero de enero. “A uno le suben tres pesos de salario, y los diputados, estos hijos de su… se dan bono tras bono”. La economía se divide en dos. La que disfruta la clase política a costa de los ciudadanos. Esa clase instauró una cleptocracia que se turna los puestos, las instituciones y sobre todo, el dinero de los contribuyentes. Por eso el bono de los diputados, va libre de impuestos. Nos dicen que en 2017 sí van a pagar impuestos por el bono. Este año nos van a salir con el 2018 y así sucesivamente. Por lo mismo, la otra economía es para el resto, quienes, mal que bien, aportan el dinero a las arcas públicas. Veamos un ejemplo navideño. A la Comisión Federal de Electricidad, la misma que dirigió el presidente nacional del PRI, un tal Enrique Ochoa, el gobierno la acaba de rescatar en el rubro de las pensiones. Dicho de otro manera, dinero bueno al malo. ¿Qué sería de la comisión, si no fuera una “empresa de clase mundial”?

Con el gasolinazo, el gobierno de Peña Nieto acaba de apuntalar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, quien ya ofreció perdonar a la “mafia”. Pese a todo, el mundo no se va acabar.
4 de enero 2017