Tras
el gasolinazo, el PRI acaba de asegurar el tercer lugar en la elección
presidencial. Comparado con el incremento gradual de centavos en los últimos
años, el nuevo aumento es voraz y rapaz. ¡Todo de un golpe! El aumento a la
gasolina ha indignado a las clases medias, tradicionalmente un sector que no se
moviliza. Más todavía, ese segmento suele rechazar la política, y muchas veces, ni siquiera sale a votar. Prefieren
los likes en las redes sociales y la crítica en el café. Con eso se conforman. No
obstante, el gobierno federal dio buenos motivos para el enojo y la
participación. Cosa curiosa. Vivimos en un país donde la corrupción no indigna
tanto, porque se asume en plena normalidad. La inseguridad y la violencia,
alientan el miedo y la inmovilidad. En cambio, el aumento a la gasolina
enciende, y hasta surgen cadenas en el Whats para la protesta. Durante años, el
gobierno promovió un subsidio multimillonario para los deciles de la población con
mayores ingresos, y ahora que lo quita, todo es malestar. Los automovilistas asumen que son los
protagonistas.
Con
todo, a pesar del aumento desproporcionado a la gasolina, tengo que
decepcionarlos: el mundo no se va acabar. Si les resulta difícil aceptar este
argumento, recordemos que en un mundo sin gasolina, Beethoven y Mozart compusieron
para la eternidad, y por entonces, las grandes ciudades de todas formas se
movían. Lo que resulta inaceptable, es el entorno de una crisis económica que ya
suma devaluación de la moneda, y por lo tanto, depreciación del poder
adquisitivo. No hace falta ser economista del MIT para saber que el dinero vale
menos. A eso súmele el aumento de los energéticos: gas y electricidad.
¡Tremenda reforma energética! Ni los políticos que hablaban maravillas de las
reformas en 2013, piensa ahora lo mismo.
Pero
no es todo, también debemos sumar el aumento de la tasas de interés, y por si
fuera poco, un gobierno peligrosamente endeudado que ronda en el filo de la
navaja. ¿López Portillo en puerta, o Carlos Salinas de Gortari? A pesar de todo
el dinero que el gobierno dilapida en los medios de comunicación para que
hablen bien de él, por aquello de que “lo bueno también cuenta”, no pudo
ocultar aquellas promesas y spots de la presidencia sobre los “beneficios” de
las reformas. Una y otra vez se repitió
el anuncio de Enrique Peña Nieto prometiendo bajas en los precios.
Por
lo pronto, busco un poco de luz ante el duro panorama. Retomo el libro de Dani
Rodrik, “Una economía, muchas recetas”, para entender el fracaso de las
reformas o la arrogancia de los economistas en el poder. Pero seamos
optimistas, la cosas todavía pueden estar peor.
Como
secretario de hacienda, José Antonio Meade, habla de un precio competitivo de
la gasolina, y al mismo tiempo, quema su candidatura rumbo al 2018. La fórmula es sencilla. Suben
los precios, pero no el salario. Llego a la gasolinera y el despachador
despotrica contra los diputados mientras surto unos escasos litros de
combustible producto de la especulación previa al primero de enero. “A uno le
suben tres pesos de salario, y los diputados, estos hijos de su… se dan bono
tras bono”. La economía se divide en dos. La que disfruta la clase política a
costa de los ciudadanos. Esa clase instauró una cleptocracia que se turna los
puestos, las instituciones y sobre todo, el dinero de los contribuyentes. Por
eso el bono de los diputados, va libre de impuestos. Nos dicen que en 2017 sí
van a pagar impuestos por el bono. Este año nos van a salir con el 2018 y así
sucesivamente. Por lo mismo, la otra economía es para el resto, quienes, mal
que bien, aportan el dinero a las arcas públicas. Veamos un ejemplo navideño. A
la Comisión Federal de Electricidad, la misma que dirigió el presidente
nacional del PRI, un tal Enrique Ochoa, el gobierno la acaba de rescatar en el
rubro de las pensiones. Dicho de otro manera, dinero bueno al malo. ¿Qué sería
de la comisión, si no fuera una “empresa de clase mundial”?
Con
el gasolinazo, el gobierno de Peña Nieto acaba de apuntalar la candidatura de
Andrés Manuel López Obrador, quien ya ofreció perdonar a la “mafia”. Pese a
todo, el mundo no se va acabar.
4 de enero 2017