“He
llegado a Torreón como llego a todas partes: empujado por el viento, y alguien
me ha pedido una biografía para presentarme; pero puedo presentarme yo mismo y
ésta es mi cédula: Me llamo León Felipe, pero yo creo que me llamo Jonás… he
cumplido 65 años… y nací en la paramera de Castilla… hoy soy un español de la
diáspora llevado por el Viento… y no tengo más que un báculo torcido y unas
sandalias rotas. Ahora quiero decir esto: me someto a las costumbres y a los ritos de los pueblos donde llego, y
entro siempre, vendados los ojos, por la puerta de la ciudad. Soy dócil y
confiado y no puedo admitir que alguien quiera confundirme o engañarme. Acabo
de llegar y camino guiado como un ciego… que me lleven así, sin quitarme la
venda los que ofician en el templo y los que guardan la ciudad”.
“Una
mañana me dije: me iré hacia el norte, a una ciudad lejana, donde nadie sepa
quién soy y donde pueda sentarme en un banco cualquiera de la plaza a ver pasar
la gente y a ver morir los días… y en huida sin rumbo crucé unas cuantas
ciudades hasta llegar aquí. Me gustó este paisaje bíblico desolado, y ardiente
que se parece a los campos austeros e inclementes de la Castilla donde yo nací.
Esta es mi tierra grité y decidí quedarme unas semanas entre estas dos ciudades
de Coahuila y Durango, separadas por un río lírico y humilde con viñas y huertas en los
márgenes…”
A la
distancia de 1949, me parece increíble que un poeta de la talla de León Felipe,
viniera a La Laguna. Más todavía, un grande de la literatura, escandalizó a las “buenas conciencias” de la ciudad. Estuvo
varias semanas entre Torreón y Gómez Palacio. Deambuló por aquí y por allá. Al
poco tiempo sembró amistades entre la intelectualidad lagunera de la época como
Salvador Vizcaíno, Pablo C. Moreno, Enrique Mesta, Rafael del Río, Juan Antonio
Díaz Durán, Joaquín Sánchez Matamoros, Ángel Casan, Emilio Herrera, y el último
sobreviviente de aquel Liceo de La Laguna, Don José León Robles de la Torre.
Se
quedó en casa de su amigo, el pintor y muralista Manuel Guillermo de Lourdes,
para quien fue un privilegio la presencia de poeta en “este paisaje gris”. León
Felipe es una voz singular, un poeta prometeico, un Walt Whitman de
Hispanoamérica. Tan sólo por referir la Antología rota, es un libro
imprescindible en toda biblioteca que se respete. De esa manera, hay momentos
precisos en que uno necesita escuchar la voz de León Felipe; leer un puñado de
poemas. Pero ante todo, su obra, a la manera de los juglares, es para ser leída
en voz alta. Más todavía, para ser interpretada en un escenario. Esta
develación se la debo a Gerardo Moscoso, quien con admirable pasión, nos
compartió en su casa de San Pedro, un precioso fragmento de León Felipe.
Animado
por el Seminario de Cultura Mexicana en la región, presentó España y el viento
en el Salón Azul del emblemático Casino de Laguna. En algún momento, unos se
levantaron y hasta increparon al poeta. Al día siguiente, publicaron una
“necesaria aclaración” a nombre del Casino, para deslindarse de la “clerofobia”
del poeta. El cronista Pablo C. Moreno, describió ese momento: llegó el poeta,
el de las profecías mesiánicas y conmovió y escandalizó a un auditorio de
impúberes espíritus. El viento sagrado trajo al poeta a Torreón, el Viento
congregó a oyentes dispersos y el Viento estremeció a la ciudad, sacándola de
una modorra juvenil... fue una inicial revolución en la somnolencia
provinciana, un choque como bautismo de fuego, que perdurará en la historia
espiritual de La Laguna.
Sin duda esa mácula, forma parta del cúmulo de páginas para la historia de la intolerancia y el conservadurismo local, que no pocas veces a mostrado su mano en la región.
Sin duda esa mácula, forma parta del cúmulo de páginas para la historia de la intolerancia y el conservadurismo local, que no pocas veces a mostrado su mano en la región.
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¿Pero
a qué viene todo este cuento de León Felipe? Hace unos días recibí de las manos
de Juan Manuel López Reyes, una reedición, de España y el viento, que él mismo
rescató con sus propios recursos, para la dicha de los lectores. El próximo
jueves a las 6 de la tarde, en el auditorio de la Facultad de Contabilidad y
Administración, presentará esa obra del poeta español. La nueva edición tiene
el mérito de rescatar un texto poco difundido del poeta, además de reproducir
el manuscrito original con tachones y subrayados del autor. Asimismo, añade el
poema, La radio es un gran confesionario, publicado hace 68 años en la revista
Cauce, y que me permití reproducir al principio del artículo. España y el
viento, es un digno homenaje a León Felipe, y también, un desagravio a su
memoria.
22 de febrero 2017
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1314995.leon-felipe-redivivo.html
22 de febrero 2017
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1314995.leon-felipe-redivivo.html