jueves, 1 de junio de 2017

León Felipe redivivo


“He llegado a Torreón como llego a todas partes: empujado por el viento, y alguien me ha pedido una biografía para presentarme; pero puedo presentarme yo mismo y ésta es mi cédula: Me llamo León Felipe, pero yo creo que me llamo Jonás… he cumplido 65 años… y nací en la paramera de Castilla… hoy soy un español de la diáspora llevado por el Viento… y no tengo más que un báculo torcido y unas sandalias rotas. Ahora quiero decir esto: me someto a las costumbres  y a los ritos de los pueblos donde llego, y entro siempre, vendados los ojos, por la puerta de la ciudad. Soy dócil y confiado y no puedo admitir que alguien quiera confundirme o engañarme. Acabo de llegar y camino guiado como un ciego… que me lleven así, sin quitarme la venda los que ofician en el templo y los que guardan la ciudad”.

“Una mañana me dije: me iré hacia el norte, a una ciudad lejana, donde nadie sepa quién soy y donde pueda sentarme en un banco cualquiera de la plaza a ver pasar la gente y a ver morir los días… y en huida sin rumbo crucé unas cuantas ciudades hasta llegar aquí. Me gustó este paisaje bíblico desolado, y ardiente que se parece a los campos austeros e inclementes de la Castilla donde yo nací. Esta es mi tierra grité y decidí quedarme unas semanas entre estas dos ciudades de Coahuila y Durango, separadas por un río lírico  y humilde con viñas y huertas en los márgenes…”
A la distancia de 1949, me parece increíble que un poeta de la talla de León Felipe, viniera a La Laguna. Más todavía, un grande de la literatura, escandalizó  a las “buenas conciencias” de la ciudad. Estuvo varias semanas entre Torreón y Gómez Palacio. Deambuló por aquí y por allá. Al poco tiempo sembró amistades entre la intelectualidad lagunera de la época como Salvador Vizcaíno, Pablo C. Moreno, Enrique Mesta, Rafael del Río, Juan Antonio Díaz Durán, Joaquín Sánchez Matamoros, Ángel Casan, Emilio Herrera, y el último sobreviviente de aquel Liceo de La Laguna, Don José León Robles de la Torre.

Se quedó en casa de su amigo, el pintor y muralista Manuel Guillermo de Lourdes, para quien fue un privilegio la presencia de poeta en “este paisaje gris”. León Felipe es una voz singular, un poeta prometeico, un Walt Whitman de Hispanoamérica. Tan sólo por referir la Antología rota, es un libro imprescindible en toda biblioteca que se respete. De esa manera, hay momentos precisos en que uno necesita escuchar la voz de León Felipe; leer un puñado de poemas. Pero ante todo, su obra, a la manera de los juglares, es para ser leída en voz alta. Más todavía, para ser interpretada en un escenario. Esta develación se la debo a Gerardo Moscoso, quien con admirable pasión, nos compartió en su casa de San Pedro, un precioso fragmento de León Felipe.

Animado por el Seminario de Cultura Mexicana en la región, presentó España y el viento en el Salón Azul del emblemático Casino de Laguna. En algún momento, unos se levantaron y hasta increparon al poeta. Al día siguiente, publicaron una “necesaria aclaración” a nombre del Casino, para deslindarse de la “clerofobia” del poeta. El cronista Pablo C. Moreno, describió ese momento: llegó el poeta, el de las profecías mesiánicas y conmovió y escandalizó a un auditorio de impúberes espíritus. El viento sagrado trajo al poeta a Torreón, el Viento congregó a oyentes dispersos y el Viento estremeció a la ciudad, sacándola de una modorra juvenil... fue una inicial revolución en la somnolencia provinciana, un choque como bautismo de fuego, que perdurará en la historia espiritual de La Laguna.

 Sin duda esa mácula, forma parta del cúmulo de páginas para la historia de la intolerancia y el conservadurismo local, que no pocas veces a mostrado su mano en la región.

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¿Pero a qué viene todo este cuento de León Felipe? Hace unos días recibí de las manos de Juan Manuel López Reyes, una reedición, de España y el viento, que él mismo rescató con sus propios recursos, para la dicha de los lectores. El próximo jueves a las 6 de la tarde, en el auditorio de la Facultad de Contabilidad y Administración, presentará esa obra del poeta español. La nueva edición tiene el mérito de rescatar un texto poco difundido del poeta, además de reproducir el manuscrito original con tachones y subrayados del autor. Asimismo, añade el poema, La radio es un gran confesionario, publicado hace 68 años en la revista Cauce, y que me permití reproducir al principio del artículo. España y el viento, es un digno homenaje a León Felipe, y también, un desagravio a su memoria.

22 de febrero 2017
El Siglo
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1314995.leon-felipe-redivivo.html