Después
de la espera, ya hay candidatos en Coahuila. Como de costumbre, el PAN no pudo
evitar el conflicto y la división púbica. De la misma manera, el PRI no se
quedó atrás en eso de la división, no obstante de que la dirigente del partido,
describió todo color de rosa. Tan increíbles sus declaraciones, que hasta
afirmó que vamos a extrañar a los Moreira. Mientras tanto, un notable de los
suyos, hombre de buena fama pública, Javier Guerrero, renunció para irse de
independiente. Igualmente, otra aspirante acusó que no había condiciones para
la candidatura, y mejor declinó. El poder llama a los suyos, y a los que
solapan. Como en otras elecciones estatales donde perdió el PRI, el gobernador
impuso a su candidato oficial con bastante antelación. Promoción aquí,
promoción allá. Sin embargo, el tan anunciado candidato insiste que no se
apellida Moreira. ¿Alguien le cree? Hasta en las redes sociales, ya se hace un chistoso
chacoteo. Por supuesto, el susodicho no leyó ni por error, “El chiste y su
relación con lo inconsciente”.
En
el PAN, el pleito se arregló una semana después con todo y abrazo ante la
prensa. Aunque las formas nomás no llegaban y en el PRI estaban felices. Al final
quedó Guillermo Anaya, ante una contienda inédita e histórica. Inédita porque
como nunca el partido en el poder está deteriorado, pero no piense usted,
querido lector, que es por el ejercicio del poder, sino por la abierta
corrupción. ¡En Coahuila se baten marcas!
También
las condiciones son atípicas. En dos décadas, no se habían juntado
peligrosamente dos crisis: crisis económica y crisis política. La última vez
que eso sucedió, el PRI sembró la alternancia en el país, y al tiempo, abrió la
puerta al PAN y al PRD en los gobiernos nacional y local.
De
esa manera, la contienda de Coahuila, será histórica, porque por primera vez,
desde la alternancia nacional en el año 2000, es decir, 17 años después, están
las circunstancias para la alternancia. Como ya lo notaron, los coahuilenses
llegamos muy tarde, no obstante de que el estado dio hace más de un siglo, al
“mártir de la democracia”. ¿De qué sirvió?
Tan
extrañas las circunstancias, que después de casi cincuenta años (48 para ser
exactos), es muy probable que llegue a la gubernatura un lagunero. El último
fue Braulio Fernández Aguirre, quien dicho sea de paso, es recordado como uno
de los grandes gobernadores de Coahuila. Un hombre que ante todo, supo honrar el
valor de la política.
¿Qué
significa que los dos principales candidatos, los que más tienen posibilidades
de triunfo, sean laguneros? En primer lugar el agotamiento político de
Saltillo, que después de acarrear todos los evidentes beneficios de la capital,
terminó por resquebrajar el monopolio político para la gubernatura. Tanto fue
el cántaro al agua… Es curioso ver ahora a la corte saltillense complacer hasta
el ditirambo, al candidato priista, cuando durante décadas, el resto del estado
estaba a lo que dijera la capital. Esta situación de agotamiento, me recordó de
alguna manera, al funesto conflicto del siglo 19, entre Monclova y Saltillo.
Mientras los saltillenses hicieron la guerra para quitarle la capital del
estado a Monclova, perdimos Texas en 1836. A cambio, Saltillo se quedó con la capital
del poder político bajo “la lealtad de los intereses nacionales” (1838). Por
supuesto, las circunstancias son distintas, pero dos hermanos terminaron por
acrecentar el agotamiento a tal punto, que ya no pudieron llevar otro
saltillense. Ironías de la historia, ahora el monopolio se resquebraja ante la
posibilidad de un lagunero.
Similar
a otras situaciones, romper la inercia tiene una función de saneamiento; de
recuperación ante un curso que ya no funciona. De esa manera, la elección de
Coahuila confronta a los ciudadanos entre votar por los cleptómanos que han
saqueado al estado y no tienen llenadera, o romper la inercia de los bandidos
al frente del erario. El tiempo lo dirá.
25 de enero 2017
El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1305843.agotamiento-de-saltillo.html