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miércoles, 19 de abril de 2023

Debate


Debate en el Teatro Nazas

 

El debate sí tuvo sabor. Pasó de todo: señalamientos, críticas, propuestas, risas, chiflidos y abucheos. Hasta ahí, nada fuera de lo normal. Es aburrida una discusión donde las partes piensan lo mismo, o peor todavía, donde surgen monólogos. El debate del domingo 16 de abril en el Teatro Nazas, fue buen escenario para conocer los perfiles de los candidatos y sus propuestas, rumbo a las elecciones de gobernador en Coahuila. Desde las inmediaciones del teatro, ya se calentaban los ánimos a favor de los candidatos. Los equipos de campaña tomaron cada uno sus espacios con tamboras, bocinas, templetes y banderas. Unos por la Valdés Carrillo, otros por la Morelos y la Cepeda. A unas cuadras del foro, el ambiente previo fue festivo y anunció una guerra simbólica, como son las elecciones. Por lo mismo, los debates son la sal y pimienta de las contiendas.

Manolo Jiménez, de la Alianza PAN-PRI-PRD mantuvo su lugar, se plegó al guion y no cayó en las provocaciones constantes de los candidatos de Morena y PT. Consciente de liderar las encuestas, procuró cuidar su espacio y concentrarse en las propuestas. Sin embargo, sorprendieron los filosos cuestionamientos que hizo la periodista y moderadora, Sandra Romandía. Ya me imagino la reprimenda del poder a los consejeros electorales afines al PRI. De apretarlo un poco más, la moderadora lo habría sacado de sus casillas.

Sobre ese punto, fue positivo que los moderadores Javier Solórzano y Romandía no fuera floreros, sino actores del mismo debate. Una y otra vez regresaron a los candidatos al tema de las preguntas, cuando estos se iban por la tangente. Aunque las respuestas fueron variopintas.

Por su parte, Ricardo Mejía del PT, arrancó con la espada desenvainada. Cuestionó fuerte y duro, en especial a Armando Guadiana, pero también a Jiménez. Se proclamó como el bueno de la 4T. Su propósito es alcanzar al segundo lugar, por lo tanto, concentró las baterías en Guadiana. El mensaje fue estructurado y logró polemizar, sobre todo, en el papel de los policías, lo cual rayó en la denuncia.

Más allá del sombrero de Guadiana, la imagen del candidato de Morena, quedó a deber. Su discurso fue disperso y desparpajado. Bien haría su equipo de campaña, en ayudarlo con enumerarle del uno al diez, las propuestas. Se veía cansado y distraído. Ni siquiera pudo recordar el año de la denuncia que presentó contra la deuda. Tampoco le salió el chiste. Eso sí, por momentos, su estilo campechano provocó risas en el público. En esos menesteres, el lenguaje corporal lo dice todo. Los ademanes y aspavientos que hizo contra Mejía, mostraron su tirria al candidato que le resta puntos. Ni siquiera lo nombró, sólo lo señaló desdeñoso con las manos. Dicha disputa, abona al candidato de la Alianza.

Lenin Pérez, candidato de UDC y Verde, se expresó bien y claro, tiene propuestas, pero su lugar en las elecciones está destinado a un raquítico e insuficiente porcentaje. Dicho en otras palabras, no pinta, y él lo sabe. Aunque su candidatura solitaria en algo suma al poder.

Por momentos, el público en el debate no respetó la regla del silencio, e irrumpió en varias ocasiones con risas, siseos, abucheos y porras a los candidatos. Habrá quien repruebe esas manifestaciones, pero sin duda, son inherentes a la política misma. Durante las campañas las pasiones están a flor de piel. A ratos, el Nazas fue auténtico teatro político gracias a la intervención del público asistente. Su participación terminó de sazonar el debate. Por puesto, las reacciones del público y el golpeteo entre los candidatos, no es muy diferente de lo que se vive en las contiendas democráticas de otros países. Tampoco es muy diferente a lo que sucede en los debates de cámaras y parlamentos. Hasta los más correctos y elegantes británicos, desbordan las pasiones en los debates públicos.

Otro momento que suscitó tremendo abucheo, fue cuando el candidato de la Alianza, afirmó que el moreirato no existe. La reacción del público fue al unísono. Hay que decirlo con todas sus letras, elecciones van y vienen, pero la nefasta herencia de los hermanos sigue ahí: el elefante en la sala.

En las próximas semanas la temperatura de las campañas subirá, ya veremos si se mueven las preferencias o todo se mantiene igual. Por lo pronto, no adelantemos vísperas.

El Siglo, 18 de abril 2023

https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2023/debate.html


miércoles, 25 de enero de 2023

Coahuila, elecciones a la vuelta de la esquina



La forma es fondo. De esa manera, las primeras semanas de enero, ya nos dieron una idea de las próximas elecciones para renovar la gubernatura de Coahuila. El proceso electoral se da en un entorno, donde Morena domina la mayoría de las gubernaturas en el país, con pocas excepciones. El Estado de México y Coahuila, están a prueba. Pero no hay punto de comparación. En Edomex la lista de electores es de 12 millones y son el bastión histórico del PRI. Ahí, el otrora partido hegemónico está al borde del ocaso, no así en el Coahuila.

Por lo mismo, dicha elección plantea la disputa entre el cambio y la continuidad. Como cambio, Morena no ha logrado posicionar en la entidad, ese acuerdo general que abandera la 4T. Su fuerza está diluida a nivel local. En las elecciones de 2021, donde se jugaron las alcaldías, no avanzaron ni en Saltillo, ni en Torreón. Ya no digamos Monclova o Piedras Negras. Municipios clave para la competencia estatal. Igual sucedió en el 2020 durante el proceso para renovar las diputaciones locales, donde sencillamente, el PRI arrasó con todo. Entonces ¿cómo ganar las próximas elecciones?

Morena es un partido mal organizado en Coahuila. No obstante, el desempeño nacional, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador se mantiene bien evaluado, Morena no ha logrado consolidarse en el estado. Está presente de manera difusa, como el papel del "super delegado". Un cero a la izquierda. Algo similar se puede decir de los legisladores, ya sean diputados o senadores. ¿Qué recuerdan de ellos? ¿Qué aportaron a la población? ¿Dónde está su liderazgo social? Encumbrados en las cámaras, ni siquiera caminan en las colonias. Por otro lado, desde el inicio del proceso, se la han pasado peleando al interior. Ya lo dijo el clásico norteamericano: Una casa dividida no puede mantenerse en pie. Por lo tanto, la candidatura de Armando Guadiana, sólo reafirma esa inercia a ninguna parte. Eligieron por encuestas al más conocido, pero eso no se traduce necesariamente en votos. Nada más ingenuo: pensar que popularidad es igual a preferencia electoral. En ese sentido, el priismo coahuilense se encuentra en las antípodas de Morena. Como partido está bien organizado. Su maquinaria electoral es casi de relojería. Disciplinados, se nota el liderazgo del gobernador Miguel Ángel Riquelme. No hace falta repetir los números del año 2021, donde superaron claramente al partido del presidente.

Otro aspecto donde Morena y el PRI se contraponen, es la unidad interna. Mientras los primeros incendian la casa, los segundos hacen de la unidad, un valor frente a los votantes. En Morena la pelea campal continúa. Insultos, acusaciones, señalamientos. Dimes y diretes. Entre ellos se pican los ojos. La ruptura de Ricardo Mejía Berdeja, ahora en el Partido del Trabajo, generó las condiciones para la continuidad del PRI en el gobierno de Coahuila. De la misma manera, la presencia solitaria de partidos como UDC y Verde Ecologista, suman a la dispersión del voto. Eso no es todo. Si hace falta un esquirol, también está inscrito algún candidato independiente. Bajo esas condiciones, ya sabemos quien gana. Es cierto, nada está escrito, y puede haber sorpresas. Ninguna elección es la misma.

Para cerrar, dos fotografías muestran diferentes mensajes. Sonriente, el ahora candidato de Morena, está con el gobernador y compañía. Es el abrazo del poder. Ahí no hay oposición, sino complacencia.

Otro contraste se vio en la reunión que tuvo el joven candidato del PRI, Manolo Jiménez con el alcalde de Torreón, Román Cepeda, y los exalcaldes. Una foto dice más que mil palabras. Ahí estuvieron reunidos Eduardo Olmos, Heriberto Ramos, Carlos Román Cepeda, Salvador Jalife, Guillermo Anaya y Jorge Zermeño. Unidad y seguridad son dos narrativas que reitera el poder estatal ante los electores. No se trata sólo de llegar a los comicios cinco meses antes y pretender ganar las elecciones.

El Siglo